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De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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LARRAÑAGA, Dámaso Antonio (Montevideo, 1771; Montevideo 1848) Presbítero, político y naturalista

Hijo de Manuel de Larrañaga, de origen vasco, y de Bernardina Pérez, oriental, de familia patricia, tuvo seis hermanos, tres varones y tres mujeres. Por sus hermanas - Juana, Josefa y María Coleta – emparentó con Pedro Francisco Berro, Pedro José Errazquin y Eugenio Alcain. Recibió su primera educación en el convento de San Bernardino, de los frailes Franciscanos. Dámaso pensaba estudiar medicina, pero al morir su hermano Carlos, que estudiaba en el Real Colegio de San Carlos, optó por la carrera eclesiástica. Bajo la dirección del Dr. Luis José de Chorroarín, realizó en Buenos Aires sus primeros estudios eclesiásticos, que continuó en la Universidad de Córdoba, siendo ordenado presbítero en 1799, en Río de Janeiro.

Al regresar a Montevideo fue nombrado capellán del Regimiento de Milicias, cargo que conservó hasta 1810. En 1804 fue nombrado teniente cura de la Iglesia Matriz y promovió las obras del nuevo templo. Acompañó a las tropas montevideanas durante las Invasiones Inglesas, en la reconquista de Buenos Aires y en la toma de Montevideo.

Al iniciarse en 1811 la revolución liderada por José Artigas en la campaña oriental, Larrañaga fue expulsado de Montevideo junto con los frailes franciscanos, instalándose en la chacra de su cuñado Berro, en la zona del arroyo Manga, donde profundizó en sus investigaciones científicas. En 1813 fue designado diputado oriental para integrar la Asamblea Constituyente de 1813 en Buenos Aires, siendo uno de los portadores de las Instrucciones del año XIII. La Asamblea no reconoció a los diputados de la Banda Oriental alegando vicios de forma, pero Larrañaga permaneció en Buenos Aires, donde fue nombrado bibliotecario público. Permaneció en el cargo hasta 1815, cuando retornó a la Provincia Oriental, para ser designado cura vicario interino de la Matriz. En cumplimiento de estas funciones, viajó a Paysandú para solucionar las divergencias entre Artigas y el Cabildo de Montevideo. Durante este viaje escribió su «Diario de viaje de Montevideo a Paysandú» y procuró reunir elementos para sus ensayos sobre lengua chaná.

Larrañaga fue el principal promotor de la fundación de la primera biblioteca pública en el actual Uruguay. El 23 de mayo de 1816 tuvo lugar la fundación de la misma con el aporte de los libros del Pbro. José Manuel Pérez Castellano, siendo Larrañaga designado como su primer director. Ante la derrota del artiguismo, Larrañaga aceptó el dominio portugués y en 1821 fue diputado en el Congreso Cisplatino, que declaró la incorporación definitiva de la Provincia Oriental a los territorios de Portugal.

En este período, Larrañaga se consagró a tareas sociales y educativas. En 1818 estableció la Casa Cuna – Inclusa o Asilo de Expósitos - para niños abandonados en 1818 y, desde 1820, apoyó las gestiones que culminaron con la inauguración de la Escuela Lancasteriana, en noviembre de 1821, que funcionó en la misma casa del Gobernador.

En 1824, en ocasión de la visita al Río de la Plata de Mons. Muzzi, Larrañaga fue confirmado como delegado apostólico. En 1832, el Papa Gregorio XVI lo designó vicario apostólico y el 16- de diciembre de 1836 se le confirió el cargo honorífico de protonotario apostólico. Larrañaga fue la primera cabeza de la Iglesia en Uruguay.

Constituido Uruguay en estado independiente en 1830, Larrañaga fue electo senador por el departamento de Montevideo y tuvo una destacada actuación. Presentó, entre otros, un proyecto de ley restringiendo a casos especiales la pena de muerte, y uno a favor de la emancipación de los esclavos. El 11 de junio de 1833, fue aprobada la llamada Ley Larrañaga o «Ley de las nueve cátedras», considerada el punto de partida de la primera universidad en Uruguay, la Universidad Mayor, actual Universidad de la República.

Las nueve cátedras aprobadas fueron las de latín, filosofía, jurisprudencia, dos de medicina, dos de teología, matemática y economía política. La ley también establecía que “luego que el mayor número de las cátedras referidas se hallen en ejercicio”, el Presidente de la República procedería a la erección de la Universidad, “debiendo dar cuenta a la Asamblea General en un proyecto relativo a su arreglo”. En 1836, llegaron a funcionar cinco de las nueve cátedras - filosofía, latín, matemática, jurisprudencia, y teología dogmática y moral -, pero sucumbieron con la Guerra Grande. Hubo que esperar a 1849 para que se dieran nuevos pasos para la instalación efectiva de la Universidad Mayor.

A partir de 1835 Larrañaga se consagró a sus funciones eclesiásticas y a sus estudios, hasta 1840 cuando la debilidad de su salud y la ceguera progresiva limitaron sus actividades. Vivió desde entonces en su quinta del Miguelete, en las afueras de Montevideo. “Estoy ciego pero siento el olor de las flores, oigo el sonido de mis colmenas y los cantos de mis urracas, me da en la cara el viento suave de la mañana y bendigo a Dios que ha hecho tanta maravilla”, escribió a su sobrina Clara Errazquin (Piaggio Garzón, 226).

Desde su quinta, siguió los acontecimientos de la Guerra Grande, gran guerra civil entre blancos y colorados. Larrañaga, vicario apostólico reconocido por todos, logró conciliar el ejercicio de su cargo eclesiástico con la existencia de dos autoridades civiles. A su muerte, se le rindieron honores fúnebres en el campo del Cerrito y en el Gobierno de la Defensa. Murió septuagenario y el sepelio tuvo lugar en el oratorio de la quinta. Desde allí sus cenizas fueron trasladadas al Monasterio de las Monjas Salesas y finalmente a la Catedral de Montevideo.

Larrañaga fue un naturalista eminente, geólogo, paleontólogo, experto en apicultura, arboricultura y ostricultura. Sus herbarios -que fueron uno de los más grandes amores de su vida- formados de plantas indígenas- fueron famosos. Sus observaciones meteorológicas y astronómicas, sus estudios geográficos y etnográficos son de gran valor. Conocía las obras de Linneo y las de Cuvier; se carteaba con Aimé de Bompland y con Auguste de Saint-Hilaire, y era socio correspondiente de la Sociedad de Historia Natural de París.

Analizó numerosas especies vegetales y animales autóctonas y realizó más de mil clasificaciones siguiendo las reglas de Linneo. Por todo lo expuesto puede ser considerado el fundador de la ciencia en el Río de la Plata. Sus Escritos fueron publicados, entre 1922 y 1930, por el Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay, en tres tomos de textos y dos atlas de láminas.

BIBLIOGRAFÍA ALGORTA CAMUSSO, Rafael, El padre Dámaso Antonio Larrañaga. Apuntes para su biografía, Montevideo, 1922;

CASTELLANOS, Alfredo R., Contribución al estudio de las ideas del Pbro. Dámaso A. Larrañaga, Montevideo, 1952;

FAVARO, Edmundo, Dámaso Antonio Larrañaga. Su vida y su época, Montevideo, 1950;

FERNÁNDEZ SALDAÑA, José M., Diccionario Uruguayo de Biografías. 1810.1940, Montevideo, 1945, 709-712;

PIAGGIO GARZÓN, Walter, “Una interesante faz de la obra de Larrañaga: su intense rasgo de caridad”, Revista Nacional, Montevideo, 217-241.


SUSANA MONREAL