Diferencia entre revisiones de «LATINOAMÉRICA; influjo de la Ilustración española»

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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El reformismo de la ilustración española con autores conocidos en la América española como Feijoo, ejerció sin duda alguna un notable influjo en las corrientes de ideas que circularon por Hispanoamérica en las vísperas de las independencias. Existe un debate sobre si en el siglo XVIII eran leídos en Hispanoamérica autores como Rousseau, Voltaire etc.  
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El reformismo de la ilustración española con autores conocidos en la América española como Feijoo,<ref>El benedictino Benito Feijoo, autor conocido y leído por los “ilustrados” también en América, pertenece a la generación “crítica” de la ilustración española. En su recolección de artículos titulada: ''«Teatro crítico universal o discursos varios de todo género, de materia para desengaño de errores comunes»'', utiliza la crítica y la razón para descubrir diversos engaños comunes que se siguen dando de modo tradicional y por inercia (supersticiones y errores científicos). Tuvo un gran éxito, también con traducciones en varios idiomas. Feijoo se define a sí mismo como ''“un ciudadano libre en la república de las letras”'', porque se fundamenta en la crítica y las razones verdaderas de las cosas, por eso es libre; no está atado a errores del pasado. Feijoo abre por lo tanto una generación de ilustrados que subrayan el uso correcto de la razón y el papel del “ciudadano”, como sujeto, en los asuntos del Estado. Estas diversas generaciones de ilustrados serán conocidas como “novatores” o reformistas, y se proponían una reforma radical de la misma concepción del Estado y de la sociedad, también la religiosa. Cfr. A. Fernández Sanz, “La ilustración española. Entre reformismo y la utopía”, en ''Anales del Seminario de Historia de la Filosofía'' 10 (1993), 51ss.</ref>ejerció sin duda alguna un notable influjo en las corrientes de ideas que circularon por Hispanoamérica en las vísperas de las independencias. Existe un debate sobre si en el siglo XVIII eran leídos en Hispanoamérica autores como Rousseau, Voltaire etc.  
  
 
No resulta que dichos autores franceses fuesen conocidos por buena parte de aquella intelectualidad «criolla»; quizá lo eran por unas pocas personalidades, pues faltaban incluso sus obras. Serán conocidos posteriormente, a partir de una segunda y tercera generación, sobre todo en el siglo XIX. Más tarde, los ecos de la Revolución americana tuvieron que llegar, pero también aquí muchos se inclinan por considerar tal llegada de aquellas ideas en fechas posteriores,  a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX.  
 
No resulta que dichos autores franceses fuesen conocidos por buena parte de aquella intelectualidad «criolla»; quizá lo eran por unas pocas personalidades, pues faltaban incluso sus obras. Serán conocidos posteriormente, a partir de una segunda y tercera generación, sobre todo en el siglo XIX. Más tarde, los ecos de la Revolución americana tuvieron que llegar, pero también aquí muchos se inclinan por considerar tal llegada de aquellas ideas en fechas posteriores,  a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX.  
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Lo que sí se ve claro es que en Latinoamérica a lo largo del siglo XVIII entra paulatinamente en crisis la modernidad tradicional, a la zaga de cuanto sucede en España (reformismo) y en Europa (ilustración) que a la América hispana llega tardíamente, casi con el declinar el siglo.
 
Lo que sí se ve claro es que en Latinoamérica a lo largo del siglo XVIII entra paulatinamente en crisis la modernidad tradicional, a la zaga de cuanto sucede en España (reformismo) y en Europa (ilustración) que a la América hispana llega tardíamente, casi con el declinar el siglo.
  
Asistimos a la entrada y creación de nuevas instituciones culturales: periódicos como «El Mercurio Volante», libros editados, «sociedades de amigos del país» (a ejemplo de las españolas peninsulares), escuelas de metalurgia y minería, expediciones científicas  como las de Jorge Juan, Antonio lloa, Peter Lefling, La Condamine, Linneo, José de Iturriaga, Benito Paltor, Antonio Condal, Juan de Dios Costel, Bruno Salvador Carmona, Hipólito Ruiz, José Pavón, Celestino Mutis, Feliz Azara, Humboldt, y una notable pléyade de otros muchos…, botánicos, naturalistas, geógrafos que ejercen un influjo notable y que lleva a un nuevo «autodescubrimiento» de la tierra, usos, costumbres, y valores.  
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Asistimos a la entrada y creación de nuevas instituciones culturales: periódicos como «El [[MERCURIO_VOLANTE | Mercurio Volante]]», libros editados, «sociedades de amigos del país» (a ejemplo de las españolas peninsulares), escuelas de metalurgia y [[MINERÍA;_Su_importancia_en_la_fundación_de_Hispanoamérica | minería]], expediciones científicas  como las de Jorge Juan, Antonio lloa, Peter Lefling, La Condamine, Linneo, José de Iturriaga, Benito Paltor, Antonio Condal, Juan de Dios Costel, Bruno Salvador Carmona, Hipólito Ruiz, José Pavón, Celestino Mutis, Feliz Azara, Humboldt, y una notable pléyade de otros muchos…, botánicos, naturalistas, geógrafos que ejercen un influjo notable y que lleva a un nuevo «autodescubrimiento» de la tierra, usos, costumbres, y valores.  
  
También en el campo religioso vemos por ejemplo en México a Lorenzo Boturini estudiando y escribiendo en relación al Acontecimiento guadalupano, precedido y seguido de numerosos escritos relativos a ese hecho y profundamente ligados a una autoconciencia del sentido de identidad y de nación «privilegiada».  
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También en el campo religioso vemos por ejemplo en México a [[BOTURINI_BENADUCCI,_Lorenzo | Lorenzo Boturini]] estudiando y escribiendo en relación al [[GUADALUPE;_Acontecimiento_Guadalupano | Acontecimiento guadalupano]], precedido y seguido de numerosos escritos relativos a ese hecho y profundamente ligados a una autoconciencia del sentido de identidad y de nación «privilegiada».<ref>Una bibliografía sobre este punto puede verse en F. GONZÁLEZ FERNÁNDEZ, ''Pulso y corazón de un pueblo. El [[GUADALUPE;_Acontecimiento_Guadalupano | Acontecimiento guadalupano]] cimiento de la fe y de la cultura americana,'' Encuentro, Madrid, 2004; GUSTAVO WATSON MARRÓN, ''Historia del Santuario y Colegiata de Guadalupe, extramuros de México, en el siglo XVIII'', tesis de doctorado en la Facultad de Historia…, bajo la dirección del profesor F. González F., PUG, 2010. En ambos trabajos se da amplia bibliografía sobre autores que han tocado el punto señalado.</ref>
  
 
Pero es sin duda alguna, a parte del padre Feijoo, la generación reformista-regalista, capitaneada por Pedro Rodríguez de Campomanes (1723- 1802)  jurista, historiador, fiscal del Reino y político de primer plano de Carlos III, la que tendrá un papel preponderante en la formación de las corrientes más radicales del regalismo, la que dejará huellas profundas también en Hispanoamérica.  
 
Pero es sin duda alguna, a parte del padre Feijoo, la generación reformista-regalista, capitaneada por Pedro Rodríguez de Campomanes (1723- 1802)  jurista, historiador, fiscal del Reino y político de primer plano de Carlos III, la que tendrá un papel preponderante en la formación de las corrientes más radicales del regalismo, la que dejará huellas profundas también en Hispanoamérica.  
  
Las obras  de Campomanes como: Tratado de la regalía de amortización...., Madrid 1765; Discurso sobre la educación popular de los artesano y su fomento, Madrid 1775, son características en este sentido, y fueron incluso traducidas en Europa a otras lenguas. Campomanes es el autor del, Dictamen Fiscal de expulsión de los Jesuitas de España (1766-67), sobre el que se basó la expulsión de la Compañía de Jesús de los territorios españoles y que tan graves consecuencias traería para el mundo religioso, cultural y misionero hispano.  
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Las obras  de Campomanes como: ''Tratado de la regalía de amortización.''..., Madrid 1765; ''Discurso sobre la educación popular de los artesano y su fomento'', Madrid 1775, son características en este sentido, y fueron incluso traducidas en Europa a otras lenguas. Campomanes es el autor del, ''Dictamen Fiscal de [[ARGENTINA;_consecuencias_de_la_expulsión_de_los_jesuitas | expulsión de los Jesuitas]] de España (1766-67)'',<ref>EGIDO T., ''Regalismo y relaciones Iglesia-Estado (s. XVIII), en Historia de la Iglesia en España'', dirigida por R. GARCÍA VILLOSLADA, Madrid: BAC, 1979,</ref>sobre el que se basó la expulsión de la [[JESUITAS_(Compañia_de_Jesús) | Compañía de Jesús]] de los territorios españoles y que tan graves consecuencias traería para el mundo religioso, cultural y misionero hispano.  
  
Sus escritos expresan con una fuerza mayor aquella posición ideológica, constante y lógica en su composición interna. El regalismo borbónico “entraña -entre otras muchas- una aparente paradoja: el planteamiento ideológico de retorno al ámbito jurisdiccional del episcopado; sin embargo, y ya lo percibió Mayáns, se trataba, en tantas campañas alentadas desde el poder y sin grandes disimulos, de exaltar la figura del obispo sólo en relación con las «usurpaciones» de Roma. Una vez cubierto este objetivo, el Gobierno tampoco se preocupó de ocultar la finalidad última de una política tendente a subordinar la jerarquía al poder real y de convertirla en instrumento del despotismo ilustrado, como fuerza sustancial de «una especie de cuerpo de funcionarios al servicio de la política reformista».”
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Sus escritos expresan con una fuerza mayor aquella posición ideológica, constante y lógica en su composición interna. El regalismo borbónico ''“entraña -entre otras muchas- una aparente paradoja: el planteamiento ideológico de retorno al ámbito jurisdiccional del episcopado; sin embargo, y ya lo percibió Mayáns, se trataba, en tantas campañas alentadas desde el poder y sin grandes disimulos, de exaltar la figura del obispo sólo en relación con las «usurpaciones» de Roma. Una vez cubierto este objetivo, el Gobierno tampoco se preocupó de ocultar la finalidad última de una política tendente a subordinar la jerarquía al poder real y de convertirla en instrumento del despotismo ilustrado, como fuerza sustancial de «una especie de cuerpo de funcionarios al servicio de la política reformista».”''<ref>EGIDO T, ''Ibidem'', pp. 200-201.</ref>
  
 
Los reyes españoles tenían el derecho («regalía») de presentación de los candidatos al episcopado; y por el concordato de 1753, la capacidad de esta intervención se había ampliado todavía más. En este proceso habían ejercido un influjo notable el franciscano Joaquín Eleta, confesor real, y el Consejo de Gracia y Justicia, por lo que el resultado fue que buena parte de los obispos españoles de la época (también en América) eran totalmente fieles a la Monarquía, de la que de hecho dependían totalmente.  
 
Los reyes españoles tenían el derecho («regalía») de presentación de los candidatos al episcopado; y por el concordato de 1753, la capacidad de esta intervención se había ampliado todavía más. En este proceso habían ejercido un influjo notable el franciscano Joaquín Eleta, confesor real, y el Consejo de Gracia y Justicia, por lo que el resultado fue que buena parte de los obispos españoles de la época (también en América) eran totalmente fieles a la Monarquía, de la que de hecho dependían totalmente.  
  
Los obispos de la época son casi siempre exponentes de la «ilustración», y por lo tanto reformistas, tanto en el campo eclesiástico como en el civil, cultural, asistencial y educativo. Sus contrarios calificarán a tales obispos como «jansenistas» (en un sentido más bien político y amplio). Los obispos españoles, regalistas en su complejo, siguen por lo tanto las directivas del Gobierno sin alguna oposición significativa, como se vio en la expulsión de los jesuitas, y como se verá en los dramáticos tiempos de la emancipación hispanoamericana.  
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Los obispos de la época son casi siempre exponentes de la «ilustración», y por lo tanto reformistas, tanto en el campo eclesiástico como en el civil, cultural, asistencial y educativo.<ref>Cfr. ANTONIO MESTRE, ''Despotismo e Ilustración'', Ed. Espuela de Plata, Madrid, pp. 201-204.</ref>Sus contrarios calificarán a tales obispos como «jansenistas» (en un sentido más bien político y amplio). Los obispos españoles, regalistas en su complejo, siguen por lo tanto las directivas del Gobierno sin alguna oposición significativa, como se vio en la [[ARGENTINA;_consecuencias_de_la_expulsión_de_los_jesuitas | expulsión de los jesuitas]], y como se verá en los dramáticos tiempos de la emancipación hispanoamericana.  
  
 
Y esto en una época en la que raramente se convocan concilios provinciales o nacionales, considerados superfluos en tal contexto. La excepción fueron solamente los territorios de la Corona de Aragón, y México, donde el arzobispo Francisco de Lorenzana convocó el Cuarto Concilio Provincial mexicano. Los sínodos diocesanos corrieron la misma suerte.  
 
Y esto en una época en la que raramente se convocan concilios provinciales o nacionales, considerados superfluos en tal contexto. La excepción fueron solamente los territorios de la Corona de Aragón, y México, donde el arzobispo Francisco de Lorenzana convocó el Cuarto Concilio Provincial mexicano. Los sínodos diocesanos corrieron la misma suerte.  
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El regalismo sostenido por Campomanes dió al Rey (el Estado) todos los poderes: se atribuyen el control práctico de todas las asambleas eclesiásticas y la intervención en sus actos. Una Orden Real del 10 de junio de 1768 obligaba a someter todas las decisiones sinodales al Consejo del Rey para su publicación y expurgación, y luego, tras la censura acordada, para su difusión. Por ello se convertían en parte de la disciplina estatal.  
 
El regalismo sostenido por Campomanes dió al Rey (el Estado) todos los poderes: se atribuyen el control práctico de todas las asambleas eclesiásticas y la intervención en sus actos. Una Orden Real del 10 de junio de 1768 obligaba a someter todas las decisiones sinodales al Consejo del Rey para su publicación y expurgación, y luego, tras la censura acordada, para su difusión. Por ello se convertían en parte de la disciplina estatal.  
  
En tal sentido se puede ver la Instrucción de la Junta de Estado de 1787, que refleja el regalismo más radical, elaborada por otro político muy unido a Campomanes y por el promovido: José Moñino y Redondo, marqués de Floridablanca.   Este regalismo ilustrado en el campo eclesiástico tiene en su concepción, aspectos de reformismo evidente y de concepciones episcopalistas, pues como escribía sin ningún pudor el mismo Campomanes, "Nuestros tiempos son ya bastantemente ilustrados para que se dude de los verdaderos términos de la autoridad del sucesor de San Pedro".
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En tal sentido se puede ver la ''Instrucción de la Junta de Estado'' de 1787, que refleja el regalismo más radical, elaborada por otro político muy unido a Campomanes y por el promovido: José Moñino y Redondo, marqués de Floridablanca.<ref>Cfr. en ''Biblioteca de Autores Españoles - BAE''- 59, p. 213-214. Cfr. en EGIDO, ''ibidem,'' pp. 126-249,</ref>Este regalismo ilustrado en el campo eclesiástico tiene en su concepción, aspectos de reformismo evidente y de concepciones episcopalistas, pues como escribía sin ningún pudor el mismo Campomanes, ''"Nuestros tiempos son ya bastantemente ilustrados para que se dude de los verdaderos términos de la autoridad del sucesor de San Pedro".''
  
Otro ilustrado radical, José Nicolás de Azara, presionaba sobre el Rey para que se desatase de la "de la tiranía de esta Babilonia", y se librarse de la montaña de abusos curiales "en un siglo en el que, por la gracia de Dios, ya no somos tan pollinos como antes". Y como los otros autores episcopalistas del momento, incluido el mundo del jansenismo político que apelaba a la Iglesia antigua, también estos regalistas españoles hacían lo mismo. En tal sentido vemos una sintonía entre ellos y las ideas que corrían por Francia (galicanismo político) y Alemania (febronianismo). Estos autores  intentan ampliar el campo de las «regalías», ofreciendo su pretendida base histórico- jurídica a partir de la tradición de la Iglesia primitiva hispana.  
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Otro ilustrado radical, José Nicolás de Azara, presionaba sobre el Rey para que se desatase de la ''"de la tiranía de esta Babilonia"'', y se librarse de la montaña de abusos curiales ''"en un siglo en el que, por la gracia de Dios, ya no somos tan pollinos como antes"''.<ref>RODRÍGUEZ DE CAMPOMANES PEDRO, ''Juicio imparcial sobre el "Monitorio de Parma"'': BAE, t. 59, p. 120; ID, ''Colección de alegaciones fiscales'', III, p. 481; cfr. en EGIDO, Ibidem, pp. 136-137.</ref>Y como los otros autores episcopalistas del momento, incluido el mundo del [[JANSENISMO_NO_BRASIL | jansenismo]] político que apelaba a la Iglesia antigua, también estos regalistas españoles hacían lo mismo. En tal sentido vemos una sintonía entre ellos y las ideas que corrían por Francia (galicanismo político) y Alemania (febronianismo). Estos autores  intentan ampliar el campo de las «regalías», ofreciendo su pretendida base histórico- jurídica a partir de la tradición de la Iglesia primitiva hispana.  
  
La característica de este regalismo ilustrado es la búsqueda de un fundamento del poder real (estatal) no en un poder recibido del Papa de manera delegada, (como habían pretendido algunos a partir de Fernando el Católico a comienzos del siglo XVI para fundamentar el naciente Patronato de Indias); sino en un poder recibido desde antiguo en base a la misma institución real, como afirmaba Floridablanca en su Instrucción reservada.  
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La característica de este regalismo ilustrado es la búsqueda de un fundamento del poder real (estatal) no en un poder recibido del Papa de manera delegada, (como habían pretendido algunos a partir de Fernando el Católico a comienzos del siglo XVI para fundamentar el naciente Patronato de Indias); sino en un poder recibido desde antiguo en base a la misma institución real, como afirmaba Floridablanca en su ''Instrucción reservada''.  
  
Este regalismo tiene también un hondo fondo social y económico, como se ve en toda la cuestión de la extinción de la Compañía de Jesús. El Tratado de la regalía de Campomanes y su Dictamen fiscal exponen esta tesis con precisión. Se podría sintetizar que tal regalismo se expresa en el control de la Inquisición y su instrumentalización; en la sumisión y control de la jerarquía eclesiástica; en las reformas de los Regulares (supresión también de conventos y entes eclesiásticos; la política de la desamortización de los bienes eclesiásticos y su incautación por parte del Estado); la intervención en la vida religiosa y en los conflictos con Roma; en la dirección de la enseñanza, incluso en la eclesiástica.  
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Este regalismo tiene también un hondo fondo social y económico, como se ve en toda la cuestión de la extinción de la [[JESUITAS_(Compañia_de_Jesús) | Compañía de Jesús]]. El ''Tratado de la regalía'' de Campomanes y su ''Dictamen fiscal'' exponen esta tesis con precisión. Se podría sintetizar que tal regalismo se expresa en el control de la [[INQUISICIÓN_APOSTÓLICA | Inquisición]] y su instrumentalización; en la sumisión y control de la [[BULAS_Y_BREVES;_Siglos_XV_y_XVI | jerarquía eclesiástica]]; en las reformas de los Regulares (supresión también de conventos y entes eclesiásticos; la política de la desamortización de los bienes eclesiásticos y su incautación por parte del Estado); la intervención en la vida religiosa y en los conflictos con Roma; en la dirección de la enseñanza, incluso en la eclesiástica.  
  
 
Sin duda alguna que en aquella mentalidad y en aquellas medidas, había también preocupación sinceramente religiosa por parte de algunos exponentes del Gobierno, pero aquellas preocupaciones y medidas reformistas tenían mucho que ver con otras semejantes en la Europa de entonces, como en Francia y en la Austria de José II.  
 
Sin duda alguna que en aquella mentalidad y en aquellas medidas, había también preocupación sinceramente religiosa por parte de algunos exponentes del Gobierno, pero aquellas preocupaciones y medidas reformistas tenían mucho que ver con otras semejantes en la Europa de entonces, como en Francia y en la Austria de José II.  
  
Esta mentalidad regalista no acabó con la generación reformista de Carlos III; continuó aún más durante los tiempos de su hijo Carlos IV, pues alguno de aquellos exponentes continuaron su acción también durante aquel reinado; a ellos se añadieron otros eminentes como Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811), católico convencido, enemigo de toda forma supersticiosa y autor revisionista y crítico, que tendrá un papel importante en los tiempos de la invasión francesa a España y de la guerra de independencia.  
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Esta mentalidad regalista no acabó con la generación reformista de Carlos III; continuó aún más durante los tiempos de su hijo Carlos IV, pues alguno de aquellos exponentes continuaron su acción también durante aquel reinado; a ellos se añadieron otros eminentes como Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811), católico convencido, enemigo de toda forma supersticiosa y autor revisionista y crítico, que tendrá un papel importante en los tiempos de la invasión francesa a España y de la [[INDEPENDENCIA_DE_HISPANOAMÉRICA;_la_guerra_y_la_generación_«patriótica» | guerra de independencia]].<ref>JULIÁN MARÍAS ha publicado una edición abreviada de los Diarios de JOVELLANOS en Alianza Editorial (Madrid). También: JULIÁN MARÍAS, Los Españoles, 1962 [cap. sobre Jovellanos, Isla, Moratín]; ''La España posible en tiempo de Carlos III'' , 1963; Antonio FERRER del RIO, ''Historia del reinado de Carlos III'' en España, 4 vols., Madrid, 1856. Jovellanos fue el primero que se propuso una reforma agraria en España con la revisión crítica del sistema plurisecular de los latifundios y el problema de la “mesta” (organización de los pastos que impedía propiamente el desarrollo agrícola): ''Informe sobre la ley agraria'' (1795); se preocupó también de la reforma de los estudios: ''Bases para la formación de un plan de Instrucción Pública'', Sevilla 1809.</ref>
  
 
Todas estas ideas tendrán un notable influjo en América, e incluso tras las independencias, en los intentos de traducirlas en un sistema de «patronato republicano» que perdurará a lo largo del siglo XIX, e incluso en muchos casos como el mexicano, pasará al mismo siglo XX.
 
Todas estas ideas tendrán un notable influjo en América, e incluso tras las independencias, en los intentos de traducirlas en un sistema de «patronato republicano» que perdurará a lo largo del siglo XIX, e incluso en muchos casos como el mexicano, pasará al mismo siglo XX.
  
En aquel contexto regalista se explica muy  bien el porqué de  la extinción de la Compañía de Jesús en los dominios de la Corona española en 1767 y sus consecuencias. Éstas se dejaron sentir nefastamente de inmediato. Muchos autores actuales señalan incluso aquella fecha como indicativa de los comienzos claros de aquel proceso imparable de la emancipación política de Hispanoamérica, la que se consumará en los inicios del siglo siguiente.
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En aquel contexto regalista se explica muy  bien el porqué de  la extinción de la [[JESUITAS_(Compañia_de_Jesús) | Compañía de Jesús]] en los dominios de la Corona española en 1767 y sus consecuencias. Éstas se dejaron sentir nefastamente de inmediato. Muchos autores actuales señalan incluso aquella fecha como indicativa de los comienzos claros de aquel proceso imparable de la emancipación política de Hispanoamérica, la que se consumará en los inicios del siglo siguiente.<ref>J.M. BENÍTEZ, S.J., ''Jesuïtes i Catalunya. Fets i Figures, cap. 6: Ramon Llázer de Dou, autor d'un índex temàtic a una obra inédita del pare Isla en defensa de la Compnyia de Jesús'', Barcelona: Publicacions de l'Abbadia de Monserrat, 1996.</ref>
  
La crisis educativa y misional que ello trajo consigo en América, y el papel que muchos de los jesuitas expulsados tuvieron luego en el exilio europeo, se encuentran apuntados entre los factores importantes que influyeron en los prolegómenos de los movimientos de independencia hispanoamericanos.  
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La crisis educativa y misional que ello trajo consigo en América, y el papel que muchos de los [[EVANGELIZACIÓN_DE_AMÉRICA;_contribución_de_los_jesuitas | jesuitas]] expulsados tuvieron luego en el exilio europeo, se encuentran apuntados entre los factores importantes que influyeron en los prolegómenos de los movimientos de independencia hispanoamericanos.  
Algunos de estos jesuitas, desde el exilio, han producido una literatura anti-absolutista y nacionalista favorable a las independencias. El modelo de esta literatura sería la carta del jesuita peruano Juan Bautista Viscardo y Guzmán (1748-1798) titulada “Carta a los españoles americanos.”  Algunos afirman que se puede considerar como “la primera acta de la independencia” o el primer proclama de los comienzos de la independencia, en cuanto sintetiza “de modo perfecto todo lo que entonces podía constituir la dialéctica del hombre criollo en su lucha contra la monarquía española: sueño de libertad política y económica; reivindicación e idealización del indio despojado y legítimo señor del suelo; teoría de la soberanía popular y nueva mística de la nación”   
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Algunos de estos [[EVANGELIZACIÓN_DE_AMÉRICA;_contribución_de_los_jesuitas | jesuitas]], desde el exilio, han producido una literatura anti-absolutista y nacionalista favorable a las independencias. El modelo de esta literatura sería la carta del jesuita peruano Juan Bautista Viscardo y Guzmán (1748-1798) titulada ''“Carta a los españoles americanos.”''<ref>Viscardo y Guzmán pasó su escrito al embajador de los Estados Unidos en Gran Bretaña Rufus King, quien a su vez lo entregará luego a Francisco Miranda, criollo venezolano y también protagonista de las independencias. Tuvo de hecho una gran difusión; fue traducida al francés y al inglés en Filadelfia. Cfr. VARGAS UGARTE RUBÉN, S.J., ''La carta a los españoles americanos de don Juan Pablo Vizcardo y Guzmán,'' Edit. CIMP, Lima (s.d.; 1953?); VERGARA ARIAS GUSTAVO, ''Juan Pablo Viscardo y Guzmán, primer precursor ideológico de la emancipación hispanoamericana,'' Lima 1963. N.B.: la grafía cambia según los autores: VISCARDO; VIZCARDO.</ref>Algunos afirman que se puede considerar como ''“la primera acta de la independencia”'' o el primer proclama de los comienzos de la independencia, en cuanto sintetiza ''“de modo perfecto todo lo que entonces podía constituir la dialéctica del hombre criollo en su lucha contra la monarquía española: sueño de libertad política y económica; reivindicación e idealización del indio despojado y legítimo señor del suelo; teoría de la soberanía popular y nueva mística de la nación”''<ref>Mariano Picón-Salas, venezolano (Mérida 1901 — Caracas 1965): son notables sus escritos histórico culturales sobre [[AMÉRICA_LATINA:_El_Término | América Latina]] como: ''De la Conquista a la Independencia; tres siglos de historia cultural latinoamericana'' (1944); ''Biografía de Francisco de Miranda'' (1946); ''Comprensión de Venezuela'' (1949); ''Dependencia e Independencia en la historia hispanoamericana (1953)''.</ref>
  
En Viscardo se ve su latente y fuerte criollismo y una débil idea de nacionalismo; sin embargo, como gran parte de la primera generación de hispanoamericanos de aquel momento «ilustrado» no es en absoluto  «enciclopedista». La expulsión constituyó ya de por sí un dato para facilitar las independencias, porque cuando desaparece la Compañía se anula uno de los elementos más válidos que mantenía la adhesión de los criollos hispanoamericanos a la Corona. Una vez expulsados, los miembros de la Compañía (tras la supresión de la misma) darán origen a diversos tipos de historiografías que encienden o mantienen vivo el sentimiento de la independencia y lo que es considerado «americano».  
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En Viscardo se ve su latente y fuerte [[CRIOLLISMO | criollismo]] y una débil idea de nacionalismo; sin embargo, como gran parte de la primera generación de hispanoamericanos de aquel momento «ilustrado» no es en absoluto  «enciclopedista». La expulsión constituyó ya de por sí un dato para facilitar las independencias, porque cuando desaparece la Compañía se anula uno de los elementos más válidos que mantenía la adhesión de los [[CRIOLLOS;_su_aporte_a_la_evangelización | criollos]] hispanoamericanos a la Corona. Una vez expulsados, los miembros de la Compañía (tras la supresión de la misma) darán origen a diversos tipos de historiografías que encienden o mantienen vivo el sentimiento de la independencia y lo que es considerado «americano».  
  
Examinando la amplia producción sobre historia política, eclesiástica, etc., en autores jesuitas expulsados como Clavijero, Alegre, Cabo, Velasco, Gómez de Vidarrue, etc., el padre Miguel Batllori observa que estos jesuitas no eran “españoles puros ni siquiera americanos puros: representaban una fase regionalista pre-nacional, en la que la nostalgia de desterrados representó el papel que el romanticismo histórico había de ejercer en las situaciones similares que en Europa conocerán, más de un siglo después, los Estados faltos de homogeneidad demográfica y lingüística”.   
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Examinando la amplia producción sobre historia política, eclesiástica, etc., en autores [[EVANGELIZACIÓN_DE_AMÉRICA;_contribución_de_los_jesuitas | jesuitas]] expulsados como Clavijero, Alegre, Cabo, Velasco, Gómez de Vidarrue, etc., el padre Miguel Batllori<ref>Cfr. Miguel BATLLORI, S.J., ''El abate Viscardo. Historia y mito de la intervención de los [[EVANGELIZACIÓN_DE_AMÉRICA;_contribución_de_los_jesuitas | jesuitas]] en la independencia de Hispanoamérica'', Caracas, Instituto Panamericano de Geografía e Historia. Comisión Histórica, 1953. El P. Batllori ha estudiado de manera especial el caso de los [[EVANGELIZACIÓN_DE_AMÉRICA;_contribución_de_los_jesuitas | jesuitas]] expulsados de los dominios del [[IMPERIO_ESPAÑOL;_razones_de_su_ocaso | Imperio español]] en Italia.</ref>observa que estos [[EVANGELIZACIÓN_DE_AMÉRICA;_contribución_de_los_jesuitas | jesuitas]] no eran “''españoles puros ni siquiera americanos puros: representaban una fase regionalista pre-nacional, en la que la nostalgia de desterrados representó el papel que el romanticismo histórico había de ejercer en las situaciones similares que en Europa conocerán, más de un siglo después, los Estados faltos de homogeneidad demográfica y lingüística”''.<ref>Cit. En MORALES PADRÓN FRANCISCO, ''America Hispana, en Historia de España'' 14, Gredos, Madrid 1986 ivi.</ref>
  
  
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'''FIDEL GONZÁLEZ FERNÁNDEZ'''
 
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Revisión actual del 20:55 9 ago 2020

El reformismo de la ilustración española con autores conocidos en la América española como Feijoo,[1]ejerció sin duda alguna un notable influjo en las corrientes de ideas que circularon por Hispanoamérica en las vísperas de las independencias. Existe un debate sobre si en el siglo XVIII eran leídos en Hispanoamérica autores como Rousseau, Voltaire etc.

No resulta que dichos autores franceses fuesen conocidos por buena parte de aquella intelectualidad «criolla»; quizá lo eran por unas pocas personalidades, pues faltaban incluso sus obras. Serán conocidos posteriormente, a partir de una segunda y tercera generación, sobre todo en el siglo XIX. Más tarde, los ecos de la Revolución americana tuvieron que llegar, pero también aquí muchos se inclinan por considerar tal llegada de aquellas ideas en fechas posteriores, a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX.

Lo que sí se ve claro es que en Latinoamérica a lo largo del siglo XVIII entra paulatinamente en crisis la modernidad tradicional, a la zaga de cuanto sucede en España (reformismo) y en Europa (ilustración) que a la América hispana llega tardíamente, casi con el declinar el siglo.

Asistimos a la entrada y creación de nuevas instituciones culturales: periódicos como «El Mercurio Volante», libros editados, «sociedades de amigos del país» (a ejemplo de las españolas peninsulares), escuelas de metalurgia y minería, expediciones científicas como las de Jorge Juan, Antonio lloa, Peter Lefling, La Condamine, Linneo, José de Iturriaga, Benito Paltor, Antonio Condal, Juan de Dios Costel, Bruno Salvador Carmona, Hipólito Ruiz, José Pavón, Celestino Mutis, Feliz Azara, Humboldt, y una notable pléyade de otros muchos…, botánicos, naturalistas, geógrafos que ejercen un influjo notable y que lleva a un nuevo «autodescubrimiento» de la tierra, usos, costumbres, y valores.

También en el campo religioso vemos por ejemplo en México a Lorenzo Boturini estudiando y escribiendo en relación al Acontecimiento guadalupano, precedido y seguido de numerosos escritos relativos a ese hecho y profundamente ligados a una autoconciencia del sentido de identidad y de nación «privilegiada».[2]

Pero es sin duda alguna, a parte del padre Feijoo, la generación reformista-regalista, capitaneada por Pedro Rodríguez de Campomanes (1723- 1802) jurista, historiador, fiscal del Reino y político de primer plano de Carlos III, la que tendrá un papel preponderante en la formación de las corrientes más radicales del regalismo, la que dejará huellas profundas también en Hispanoamérica.

Las obras de Campomanes como: Tratado de la regalía de amortización...., Madrid 1765; Discurso sobre la educación popular de los artesano y su fomento, Madrid 1775, son características en este sentido, y fueron incluso traducidas en Europa a otras lenguas. Campomanes es el autor del, Dictamen Fiscal de expulsión de los Jesuitas de España (1766-67),[3]sobre el que se basó la expulsión de la Compañía de Jesús de los territorios españoles y que tan graves consecuencias traería para el mundo religioso, cultural y misionero hispano.

Sus escritos expresan con una fuerza mayor aquella posición ideológica, constante y lógica en su composición interna. El regalismo borbónico “entraña -entre otras muchas- una aparente paradoja: el planteamiento ideológico de retorno al ámbito jurisdiccional del episcopado; sin embargo, y ya lo percibió Mayáns, se trataba, en tantas campañas alentadas desde el poder y sin grandes disimulos, de exaltar la figura del obispo sólo en relación con las «usurpaciones» de Roma. Una vez cubierto este objetivo, el Gobierno tampoco se preocupó de ocultar la finalidad última de una política tendente a subordinar la jerarquía al poder real y de convertirla en instrumento del despotismo ilustrado, como fuerza sustancial de «una especie de cuerpo de funcionarios al servicio de la política reformista».”[4]

Los reyes españoles tenían el derecho («regalía») de presentación de los candidatos al episcopado; y por el concordato de 1753, la capacidad de esta intervención se había ampliado todavía más. En este proceso habían ejercido un influjo notable el franciscano Joaquín Eleta, confesor real, y el Consejo de Gracia y Justicia, por lo que el resultado fue que buena parte de los obispos españoles de la época (también en América) eran totalmente fieles a la Monarquía, de la que de hecho dependían totalmente.

Los obispos de la época son casi siempre exponentes de la «ilustración», y por lo tanto reformistas, tanto en el campo eclesiástico como en el civil, cultural, asistencial y educativo.[5]Sus contrarios calificarán a tales obispos como «jansenistas» (en un sentido más bien político y amplio). Los obispos españoles, regalistas en su complejo, siguen por lo tanto las directivas del Gobierno sin alguna oposición significativa, como se vio en la expulsión de los jesuitas, y como se verá en los dramáticos tiempos de la emancipación hispanoamericana.

Y esto en una época en la que raramente se convocan concilios provinciales o nacionales, considerados superfluos en tal contexto. La excepción fueron solamente los territorios de la Corona de Aragón, y México, donde el arzobispo Francisco de Lorenzana convocó el Cuarto Concilio Provincial mexicano. Los sínodos diocesanos corrieron la misma suerte.

El regalismo sostenido por Campomanes dió al Rey (el Estado) todos los poderes: se atribuyen el control práctico de todas las asambleas eclesiásticas y la intervención en sus actos. Una Orden Real del 10 de junio de 1768 obligaba a someter todas las decisiones sinodales al Consejo del Rey para su publicación y expurgación, y luego, tras la censura acordada, para su difusión. Por ello se convertían en parte de la disciplina estatal.

En tal sentido se puede ver la Instrucción de la Junta de Estado de 1787, que refleja el regalismo más radical, elaborada por otro político muy unido a Campomanes y por el promovido: José Moñino y Redondo, marqués de Floridablanca.[6]Este regalismo ilustrado en el campo eclesiástico tiene en su concepción, aspectos de reformismo evidente y de concepciones episcopalistas, pues como escribía sin ningún pudor el mismo Campomanes, "Nuestros tiempos son ya bastantemente ilustrados para que se dude de los verdaderos términos de la autoridad del sucesor de San Pedro".

Otro ilustrado radical, José Nicolás de Azara, presionaba sobre el Rey para que se desatase de la "de la tiranía de esta Babilonia", y se librarse de la montaña de abusos curiales "en un siglo en el que, por la gracia de Dios, ya no somos tan pollinos como antes".[7]Y como los otros autores episcopalistas del momento, incluido el mundo del jansenismo político que apelaba a la Iglesia antigua, también estos regalistas españoles hacían lo mismo. En tal sentido vemos una sintonía entre ellos y las ideas que corrían por Francia (galicanismo político) y Alemania (febronianismo). Estos autores intentan ampliar el campo de las «regalías», ofreciendo su pretendida base histórico- jurídica a partir de la tradición de la Iglesia primitiva hispana.

La característica de este regalismo ilustrado es la búsqueda de un fundamento del poder real (estatal) no en un poder recibido del Papa de manera delegada, (como habían pretendido algunos a partir de Fernando el Católico a comienzos del siglo XVI para fundamentar el naciente Patronato de Indias); sino en un poder recibido desde antiguo en base a la misma institución real, como afirmaba Floridablanca en su Instrucción reservada.

Este regalismo tiene también un hondo fondo social y económico, como se ve en toda la cuestión de la extinción de la Compañía de Jesús. El Tratado de la regalía de Campomanes y su Dictamen fiscal exponen esta tesis con precisión. Se podría sintetizar que tal regalismo se expresa en el control de la Inquisición y su instrumentalización; en la sumisión y control de la jerarquía eclesiástica; en las reformas de los Regulares (supresión también de conventos y entes eclesiásticos; la política de la desamortización de los bienes eclesiásticos y su incautación por parte del Estado); la intervención en la vida religiosa y en los conflictos con Roma; en la dirección de la enseñanza, incluso en la eclesiástica.

Sin duda alguna que en aquella mentalidad y en aquellas medidas, había también preocupación sinceramente religiosa por parte de algunos exponentes del Gobierno, pero aquellas preocupaciones y medidas reformistas tenían mucho que ver con otras semejantes en la Europa de entonces, como en Francia y en la Austria de José II.

Esta mentalidad regalista no acabó con la generación reformista de Carlos III; continuó aún más durante los tiempos de su hijo Carlos IV, pues alguno de aquellos exponentes continuaron su acción también durante aquel reinado; a ellos se añadieron otros eminentes como Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811), católico convencido, enemigo de toda forma supersticiosa y autor revisionista y crítico, que tendrá un papel importante en los tiempos de la invasión francesa a España y de la guerra de independencia.[8]

Todas estas ideas tendrán un notable influjo en América, e incluso tras las independencias, en los intentos de traducirlas en un sistema de «patronato republicano» que perdurará a lo largo del siglo XIX, e incluso en muchos casos como el mexicano, pasará al mismo siglo XX.

En aquel contexto regalista se explica muy bien el porqué de la extinción de la Compañía de Jesús en los dominios de la Corona española en 1767 y sus consecuencias. Éstas se dejaron sentir nefastamente de inmediato. Muchos autores actuales señalan incluso aquella fecha como indicativa de los comienzos claros de aquel proceso imparable de la emancipación política de Hispanoamérica, la que se consumará en los inicios del siglo siguiente.[9]

La crisis educativa y misional que ello trajo consigo en América, y el papel que muchos de los jesuitas expulsados tuvieron luego en el exilio europeo, se encuentran apuntados entre los factores importantes que influyeron en los prolegómenos de los movimientos de independencia hispanoamericanos. Algunos de estos jesuitas, desde el exilio, han producido una literatura anti-absolutista y nacionalista favorable a las independencias. El modelo de esta literatura sería la carta del jesuita peruano Juan Bautista Viscardo y Guzmán (1748-1798) titulada “Carta a los españoles americanos.”[10]Algunos afirman que se puede considerar como “la primera acta de la independencia” o el primer proclama de los comienzos de la independencia, en cuanto sintetiza “de modo perfecto todo lo que entonces podía constituir la dialéctica del hombre criollo en su lucha contra la monarquía española: sueño de libertad política y económica; reivindicación e idealización del indio despojado y legítimo señor del suelo; teoría de la soberanía popular y nueva mística de la nación”[11]

En Viscardo se ve su latente y fuerte criollismo y una débil idea de nacionalismo; sin embargo, como gran parte de la primera generación de hispanoamericanos de aquel momento «ilustrado» no es en absoluto «enciclopedista». La expulsión constituyó ya de por sí un dato para facilitar las independencias, porque cuando desaparece la Compañía se anula uno de los elementos más válidos que mantenía la adhesión de los criollos hispanoamericanos a la Corona. Una vez expulsados, los miembros de la Compañía (tras la supresión de la misma) darán origen a diversos tipos de historiografías que encienden o mantienen vivo el sentimiento de la independencia y lo que es considerado «americano».

Examinando la amplia producción sobre historia política, eclesiástica, etc., en autores jesuitas expulsados como Clavijero, Alegre, Cabo, Velasco, Gómez de Vidarrue, etc., el padre Miguel Batllori[12]observa que estos jesuitas no eran “españoles puros ni siquiera americanos puros: representaban una fase regionalista pre-nacional, en la que la nostalgia de desterrados representó el papel que el romanticismo histórico había de ejercer en las situaciones similares que en Europa conocerán, más de un siglo después, los Estados faltos de homogeneidad demográfica y lingüística”.[13]


NOTAS

  1. El benedictino Benito Feijoo, autor conocido y leído por los “ilustrados” también en América, pertenece a la generación “crítica” de la ilustración española. En su recolección de artículos titulada: «Teatro crítico universal o discursos varios de todo género, de materia para desengaño de errores comunes», utiliza la crítica y la razón para descubrir diversos engaños comunes que se siguen dando de modo tradicional y por inercia (supersticiones y errores científicos). Tuvo un gran éxito, también con traducciones en varios idiomas. Feijoo se define a sí mismo como “un ciudadano libre en la república de las letras”, porque se fundamenta en la crítica y las razones verdaderas de las cosas, por eso es libre; no está atado a errores del pasado. Feijoo abre por lo tanto una generación de ilustrados que subrayan el uso correcto de la razón y el papel del “ciudadano”, como sujeto, en los asuntos del Estado. Estas diversas generaciones de ilustrados serán conocidas como “novatores” o reformistas, y se proponían una reforma radical de la misma concepción del Estado y de la sociedad, también la religiosa. Cfr. A. Fernández Sanz, “La ilustración española. Entre reformismo y la utopía”, en Anales del Seminario de Historia de la Filosofía 10 (1993), 51ss.
  2. Una bibliografía sobre este punto puede verse en F. GONZÁLEZ FERNÁNDEZ, Pulso y corazón de un pueblo. El Acontecimiento guadalupano cimiento de la fe y de la cultura americana, Encuentro, Madrid, 2004; GUSTAVO WATSON MARRÓN, Historia del Santuario y Colegiata de Guadalupe, extramuros de México, en el siglo XVIII, tesis de doctorado en la Facultad de Historia…, bajo la dirección del profesor F. González F., PUG, 2010. En ambos trabajos se da amplia bibliografía sobre autores que han tocado el punto señalado.
  3. EGIDO T., Regalismo y relaciones Iglesia-Estado (s. XVIII), en Historia de la Iglesia en España, dirigida por R. GARCÍA VILLOSLADA, Madrid: BAC, 1979,
  4. EGIDO T, Ibidem, pp. 200-201.
  5. Cfr. ANTONIO MESTRE, Despotismo e Ilustración, Ed. Espuela de Plata, Madrid, pp. 201-204.
  6. Cfr. en Biblioteca de Autores Españoles - BAE- 59, p. 213-214. Cfr. en EGIDO, ibidem, pp. 126-249,
  7. RODRÍGUEZ DE CAMPOMANES PEDRO, Juicio imparcial sobre el "Monitorio de Parma": BAE, t. 59, p. 120; ID, Colección de alegaciones fiscales, III, p. 481; cfr. en EGIDO, Ibidem, pp. 136-137.
  8. JULIÁN MARÍAS ha publicado una edición abreviada de los Diarios de JOVELLANOS en Alianza Editorial (Madrid). También: JULIÁN MARÍAS, Los Españoles, 1962 [cap. sobre Jovellanos, Isla, Moratín]; La España posible en tiempo de Carlos III , 1963; Antonio FERRER del RIO, Historia del reinado de Carlos III en España, 4 vols., Madrid, 1856. Jovellanos fue el primero que se propuso una reforma agraria en España con la revisión crítica del sistema plurisecular de los latifundios y el problema de la “mesta” (organización de los pastos que impedía propiamente el desarrollo agrícola): Informe sobre la ley agraria (1795); se preocupó también de la reforma de los estudios: Bases para la formación de un plan de Instrucción Pública, Sevilla 1809.
  9. J.M. BENÍTEZ, S.J., Jesuïtes i Catalunya. Fets i Figures, cap. 6: Ramon Llázer de Dou, autor d'un índex temàtic a una obra inédita del pare Isla en defensa de la Compnyia de Jesús, Barcelona: Publicacions de l'Abbadia de Monserrat, 1996.
  10. Viscardo y Guzmán pasó su escrito al embajador de los Estados Unidos en Gran Bretaña Rufus King, quien a su vez lo entregará luego a Francisco Miranda, criollo venezolano y también protagonista de las independencias. Tuvo de hecho una gran difusión; fue traducida al francés y al inglés en Filadelfia. Cfr. VARGAS UGARTE RUBÉN, S.J., La carta a los españoles americanos de don Juan Pablo Vizcardo y Guzmán, Edit. CIMP, Lima (s.d.; 1953?); VERGARA ARIAS GUSTAVO, Juan Pablo Viscardo y Guzmán, primer precursor ideológico de la emancipación hispanoamericana, Lima 1963. N.B.: la grafía cambia según los autores: VISCARDO; VIZCARDO.
  11. Mariano Picón-Salas, venezolano (Mérida 1901 — Caracas 1965): son notables sus escritos histórico culturales sobre América Latina como: De la Conquista a la Independencia; tres siglos de historia cultural latinoamericana (1944); Biografía de Francisco de Miranda (1946); Comprensión de Venezuela (1949); Dependencia e Independencia en la historia hispanoamericana (1953).
  12. Cfr. Miguel BATLLORI, S.J., El abate Viscardo. Historia y mito de la intervención de los jesuitas en la independencia de Hispanoamérica, Caracas, Instituto Panamericano de Geografía e Historia. Comisión Histórica, 1953. El P. Batllori ha estudiado de manera especial el caso de los jesuitas expulsados de los dominios del Imperio español en Italia.
  13. Cit. En MORALES PADRÓN FRANCISCO, America Hispana, en Historia de España 14, Gredos, Madrid 1986 ivi.


FIDEL GONZÁLEZ FERNÁNDEZ