LEYENDA NEGRA; La obra de Julián Juderías

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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En la historiografía española, el libro más citado sobre el tema de la Leyenda Negra es el de Julián Juderías y Loyot, titulado «La Leyenda Negra», publicado en Madrid en 1914. El título completo del libro es: “La leyenda negra y la verdad histórica: contribución al estudio del concepto de España en Europa, de las causas de este concepto y de la tolerancia religiosa y política en los países civilizados”.

Fue la revista «La Ilustración Española y Americana» la que, en 1914, en 5 entregas repartidas en los números de enero y febrero, hizo la primera publicación de la obra de Juderías. La obra fue ampliada y reeditada en el mismo año, y en 1917 se publicó una segunda edición a la que se le añadió el capítulo de «La obra de España». En este libro se emplea por primera vez el concepto de la «leyenda negra» para referirse al conjunto de propaganda anti-española que se extendió por Europa a partir del siglo XVI.

EL AUTOR

Julián Juderías y Loyot nació en Madrid, España, el 16 de septiembre de 1877, y falleció en la misma ciudad a los 40 años de esdad: el 19 de junio de 1918. Es una de las figuras más fascinantes de la Edad de Plata de la cultura española. Políglota que llegó a dominar dieciséis idiomas, intérprete del ministerio de Estado —hoy de Asuntos Exteriores—, periodista, crítico literario y sociólogo.

A su temprana muerte era ya autor de veintiocho libros y de innumerables artículos. Aunque no pretendió inventar la expresión «leyenda negra», fue quien más contribuyó a difundirla con esta obra, y fue también el primero en dar una definición del concepto, así como en estudiar cómo afecta a España y a los españoles. La publicación de «La Leyenda Negra» en 1914, convirtió a Julián Juderías en el precursor de los estudios acerca de la imagen y de la propaganda.

En el ámbito de la historia se especializó en la Edad Moderna. Le debemos un estudio sobre Gibraltar y las relaciones hispano-británicas en el siglo XVIII, la biografía de algunos favoritos de Felipe III, y trabajos pioneros como el que dedicó a la España de Carlos II. Fue un destacado feminista. Como sociólogo, su primer trabajo (1903) versó sobre la ley obrera en Rusia, imperio donde estuvo destinado varios años. Además, se le deben los principales trabajos en nuestro idioma sobre lacras sociales como la pobreza, la prostitución, la usura y la delincuencia infantil.

En el ámbito de la literatura, sus traducciones y artículos divulgaron en España obras y autores extranjeros entonces desconocidos por parte del gran público. También es autor de sendos trabajos sobre Quevedo, Jovellanos y Juan Valera.


IMPORTANCIA DEL TEMA DEL LIBRO

«[El libro de Julián Juderías] es el primer estudio sistemático sobre la imagen de una nación, incidiendo en la propaganda negativa. Su autor debe ser considerado, por tanto, como el pionero y primer padre de la «imagología» y del estudio sistemático de la propaganda. ¿Cómo es posible que la historia de una nación como España —creadora del primer imperio global, protagonista absoluta de la Edad Moderna y responsable de la primera gran hibridación cultural y humana entre pueblos de distintos continentes— sea hoy tan desconocida y escasamente valorada por parte de propios y extraños? Algunas respuestas se hallan en esta obra del erudito Julián Juderías, escrita en 1914”.[1]

Juderías definía así en qué consistía el objeto de su ensayo: “Por «leyenda negra» entendemos el ambiente creado por los fantásticos relatos que acerca de nuestra patria han visto la luz pública en casi todos los países; las descripciones grotescas que se han hecho siempre del carácter de los españoles como individuos y como colectividad […]; la leyenda de la España inquisitorial, ignorante, fanática, incapaz de figurar entre los pueblos cultos lo mismo ahora que antes, dispuesta siempre a las represiones violentas; enemiga del progreso o de las innovaciones; o, en otros términos, la leyenda que habiendo empezado a difundirse en el siglo XVI, a raíz de la Reforma [protestante], no ha dejado de utilizarse en contra nuestra desde entonces y más especialmente en momentos críticos de nuestra vida nacional”.

La extraordinaria originalidad de su planteamiento otorga a este libro un interés particularmente importante. Imitado y plagiado, este clásico merecía una cuidada edición que —por primera vez— enmienda erratas y contextualiza la obra de Juderías, cuya pionera valoración de la imagen se adelantó al tercer milenio y al desarrollo de los medios audiovisuales. En sus propias palabras: “Las naciones son como los individuos, de su reputación viven […], si la honra de los individuos se respeta, ¿por qué no ha de respetarse la de los pueblos?”


LA REEDICIÓN

La editorial «La Esfera de los Libros» en su Colección Historia reeditó el libro «La Leyenda Negra de España»,[2]bajo el cuidado de Luis Español , quien también redacta el prólogo y algunas de las notas completadas por el editor, y con el añadido de un acertado artículo de Ramiro de Maeztu que el editor ha incorporado al final de esta reseña. Luis Español Bouché es autor de numerosas obras entre las que destacan «Nuevos y viejos problemas en la sucesión de la Corona española», «Madrid 1939: del golpe de Casado al final de la Guerra Civil», «Franceses en el Camino» (I Premio Estatal de Investigación Histórica), «La Sierra del Rincón», el breve estudio cervantino «Los leones del Quijote» o antologías como «Tres poetas alicantinos».

Se le debe también la recuperación de obras publicadas en francés por distinguidos exiliados españoles como las memorias de guerra de Clara Campoamor, «La revolución española vista por una republicana», o los artículos publicados en Bélgica por Óscar Esplá, editados por J. de Kloe. Asimismo, en 2007 publicó: «Leyendas Negras. Vida y obra de Julián Juderías: la leyenda negra antiamericana», trabajo que no sólo rescató del olvido a Juderías sino que aportaba nuevos planteamientos acerca del concepto y la expresión «leyenda negra».

Escribe el editor: “Si fuera francés, inglés o alemán y leyese una obra con contenidos sobre mi país remotamente similares a los que revisa Julián Juderías sobre España, primero se me revolvería el estómago, luego vomitaría bilis amarilla y finalmente me invadiría una incontrolable ira. Pero los españoles que leyeron a Juderías hicieron oídos sordos a la abrumadora evidencia histórica manejada por este erudito, abriendo sus mentes, por el contrario, a quienes denuncia (con lujo de detalles) por su injustificado maltrato a nuestro país, por sus «absurdos prejuicios sobre la realidad española».”

Juderías falleció a los 40 años de edad, víctima de una gripe. Tuvo acceso a una ingente cantidad de fuentes documentales primarias gracias a su dominio de 16 idiomas (no es un error, hablaba 16 idiomas). Entre otras cosas, combatió el horror del colonialismo practicado por Francia, Inglaterra, Alemania, Holanda y Bélgica. Fue un convencido feminista (el sufragio femenino se aprobó en España en 1931, catorce años antes que en Francia) y demostró lo absurdo de la tesis de las dos Españas.

Así es como Juderías define la Leyenda Negra: “La España inquisitorial, ignorante, fanática, incapaz de figurar entre los pueblos cultos lo mismo ahora que antes, dispuesta siempre a las represiones violentas; enemiga del progreso o de las innovaciones; o, en otros términos, la leyenda que, habiendo empezado a difundirse en el siglo XVI, a raíz de la Reforma, no ha dejado de utilizarse en contra nuestra desde entonces y más especialmente en momentos críticos de nuestra vida nacional (…) los caracteres que ofrece la leyenda antiespañola no han cambiado a pesar del transcurso del tiempo. Se fundan en dos elementos principales: la omisión (de lo que puede favorecernos) y la exageración (de cuanto pueda perjudicarnos)”.

Tristemente, los autores del canon antiespañol han sido, también, españoles. Los mayores «enamorados» de la historia de España han sido extranjeros, a quienes recurre Juderías para sacudirse las posibles atribuciones de parcialidad.

El hecho de que España se convirtiese, durante los reinados de Carlos I y Felipe II, en la primera potencia global de la historia, sorprendió a todo el mundo. Se pregunta Luis Español en el prólogo a la obra de Juderías:

“¿Qué clase de gentes y qué país misterioso eran esos que surgían imparables en la historia superando todos los límites alcanzados por el Imperio Romano?(…) el asombro, la admiración y el temor debieron disputarse el corazón de varias generaciones de europeos (…) la «Leyenda Negra» es un medio para matar en efigie a quien se presume invencible en la práctica (…) el discurso antiespañol sirvió de pretexto para saquear los barcos españoles en tiempos de paz, pasar a cuchillo a sus tripulaciones y apoderarse de sus tesoros (…) la pereza y la ignorancia son los pechos que alimentan los prejuicios, y, por tanto, los juicios ponderados tienen todas las de perder”.

Es una desgracia que la obra de Juderías nunca se haya traducido a otros idiomas. La obra se divide en cinco partes: 1) La obra de España, 2) La España novelesca y fantástica, 3) La leyenda en la historia de España, 4) La leyenda negra en España y 5) La obra de Europa. Haremos un brevísimo repaso de sus contenidos…

1. LA OBRA DE ESPAÑA

Juderías se pregunta: “¿Ha hecho algo España en el mundo, como no sea quemar herejes y perseguir eminencias científicas, destruir civilizaciones y dejar por doquier huella sangrienta de su paso?” Se lo pregunta porque la Leyenda Negra se basa en una respuesta negativa. Innumerables detalles, sin embargo, demuestran que hizo mucho. Solo podemos señalar ahora algunos ejemplos.

En la época visigoda, “la iglesia prestó a España el servicio de organizar un gobierno regular, creando, sin esperar al Protestantismo ni a los filósofos del siglo XVIII, un régimen parlamentario (…) si ha habido un principio dominante en nuestra historia, más dominante que en la historia de otras naciones, es el de la intervención del pueblo en los negocios públicos, dando a la palabra «pueblo» un sentido amplio capaz de abarcar todos los elementos ajenos al poder de la realeza”.

La monarquía absoluta nunca existió en España, a diferencia de lo ocurrido en otros países de Europa. Antes de cerrar el siglo XV, “el afán de estudio alcanza a la teología, a las matemáticas, a la astronomía, a la medicina y a la historia (…) la superioridad de España no se debía solo a la fuerza de sus armas, ni siquiera a la riqueza de sus ciudades y al florecimiento de sus industrias, sino a la cultura de sus clases elevadas y al afán de saber que se había apoderado de grandes y pequeños”.

Juderías rescata las palabras del historiador norteamericano Charles F Lummis: “Cuando sepa el lector que el mejor libro de texto inglés ni siquiera menciona el nombre del primer navegante que dio la vuelta al mundo (que fue un español), ni del explorador que descubrió el Brasil (español también), ni de los españoles que descubrieron y formaron colonias en lo que es ahora los Estados Unidos, y que se encuentran en dicho libro omisiones tan palmarias y cien narraciones históricas tan falsas como inexcusables son las omisiones, comprenderá que ha llegado ya el tiempo de que hagamos más justicia de la que hicieron nuestros padres a un asunto que debiera ser del mayor interés para todos los verdaderamente americanos”.

No me extenderé en la destrucción del mito de la inquisición española, pero subrayaré algo que comenta Juderías: “Los tres siglos de Inquisición coinciden con el periodo de mayor actividad literaria y científica que tuvo España y con la época en la que más influimos en el pensamiento europeo (…) ningún filósofo fue condenado por el Santo Oficio (…) ¿cómo había en la España ominosa de los siglos XVI y XVII, 32 universidades y 4.000 escuelas de gramática?(…) a la enorme actividad política correspondía una enorme actividad en la esfera intelectual, porque el engrandecimiento de los países y sus diversas manifestaciones llegan siempre al mismo nivel”.

Juderías repasa la influencia de la cultura española sobre Francia, Inglaterra, Alemania, Italia o Flandes en los siglos XVI y XVII. No solamente en las letras, sino también en las ciencias. Un ejemplo que me cautivó fue que el Duque de Alba (supuesto asesino iletrado y cruel), fundó en Lovaina una Cátedra perpetua de Matemáticas. Otro ejemplo: las escuelas españolas para indígenas en América comienzan a funcionar en 1524 y en 1575 (un siglo antes de que los ingleses llevasen la imprenta a sus territorios conquistados –y esos sí arrasados-) se disponía en la ciudad de Méjico de un enorme número de libros editados en doce lenguas indígenas.

También destruye Juderías aquí los mitos que rodean el papel de España en América: “Ninguna nación culta y civilizadora ha hecho en tan poco tiempo lo que hizo España en aquellas regiones durante el siglo XVI, erigiendo edificios y fundando y dotando escuelas para la enseñanza de tantas ciencias (…) un escritor inglés hace observar la diferencia esencial entre la América española y la inglesa: la de que no existe el odio de razas; (…) el indio en las posesiones españolas nunca fue legalmente esclavo”.

Su visión sobre la decadencia de España es interesantísima. Con la llegada de los Borbones, España deja de defender su ideal, es decir, el concepto católico de la vida, que es espiritual, en contraste con el concepto protestante de la vida, que es materialista y utilitario (“a partir de Felipe V fuimos meros satélites de Francia”). Escribe nuestro autor: “Unos pueblos sirven para el comercio, otros para la industria, otros para reducir a moneda contante y sonante sus empresas, y otros para disfrazar sus aspiraciones más egoístas bajo el augusto velo de la libertad y de la justicia; el nuestro solo sirve para defender inverosímiles ideales y para acometer empresas que, aun hablando solamente al corazón y a la fantasía, dejan huella profunda y duradera en la historia de la humanidad.”

2. LA ESPAÑA NOVELESCA Y FANTÁSTICA

Esta es la parte más desagradable del libro de Juderías. Su repaso pormenorizado del maltrato hacia nuestro país genera auténtica repugnancia, y, por eso, omitiré los detalles.

Diré, únicamente, que lumbreras como Montesquieu o Voltaire cargan contra España sin piedad, aunque “ninguno se ha molestado en estudiar nuestra historia, ni nuestras leyes, ni nuestro modo de ser; dotados de superior ingenio, formulan juicios y dictan sentencia con un aplomo que pasma (…) los regeneradores del pensamiento humano sólo estaban de acuerdo en combatir a la Iglesia católica y en despreciar a España”.

3. LA LEYENDA EN LA HISTORIA DE ESPAÑA

En esta parte, nuestro autor demuestra que la campaña de difamación comienza con la lucha de Carlos I contra la Reforma, aunque el principal objetivo de esos ataques propagandistas fue su hijo, Felipe II (“más español, más perseverante, más inclinado a la desconfianza y el misterio, más hombre de gabinete que militar (…) la fantasía y el miedo bordaron una leyenda (…) era el Demonio del Mediodía (…) estos caracteres adjudicados al personaje simbólico, trascienden y se hacen propios del pueblo que rigió”).

Guillermo de Orange, el padre Bartolomé de Las Casas, Antonio Pérez (un traidor y una mala persona) y Reinaldo González Montes (un exaltado), alimentaron eficazmente la leyenda que prendió y exaltó la imaginación de los europeos.

Me resultó particularmente interesante la crítica que Juderías hace del análisis de Francis Galton sobre el deterioro de la «raza española» a consecuencia de su religiosidad y, por supuesto, de las supuestas actuaciones de la Inquisición:

“Es como si nosotros dijéramos: las persecuciones de los católicos en Inglaterra, las trabas puestas en este país a los judíos hasta fecha reciente, y los millares de brujos y brujas quemados en la Gran Bretaña en los siglos XVI y XVII tienen la culpa de que haya en este país escritores como Mr. Galton”.

4. LA LEYENDA NEGRA EN ESPAÑA

Aquí muestra Juderías nuestra tendencia a despreciar lo propio y admirar irreflexivamente lo ajeno. Nuestros «intelectuales» “admiraban las obras y seguían las doctrinas de los grandes difamadores de nuestra patria; (…) nuestros afrancesados, o como quiera llamárseles, han sido siempre los mismos. Alaban lo ajeno y desconocen lo propio; (…) todas las reformas se hacen bajo el peso de aquellas calumnias y difamaciones; (…) la leyenda negra ha ejercido su funesta influencia sobre la mayor parte de nuestros historiadores”.

5. LA OBRA DE EUROPA

Juderías subraya que “la existencia y el mantenimiento de la leyenda negra se debe a la humildad con que reconocemos la superioridad moral y material de Europa”. Esa Europa que se rige por la economía:

“El hombre económico, cuyo prototipo es dado hallar en los pueblos anglosajones, es aquel cuya única preocupación es el dinero; es aquel para el cual la vida de sus semejantes no significa nada, como no sea un elemento de riqueza; es aquel que explota a los obreros en sus talleres; que acapara los productos de una industria para venderlos al precio que les conviene, sin que le importen ni el hambre ni las privaciones de los demás; es aquel que fomenta la explotación de las razas indígenas por tal de que se vendan los cuchillos que fabrica o las telas que se hacen en sus fábricas; es aquel que encubre ingeniosamente sus propósitos bajo el velo de la cultura y del progreso cuando no de la misma libertad”.

Nuestro autor repasa la historia de Europa durante el mismo periodo en el que se nos atribuyen las atrocidades alimentadas por la leyenda. Y llega a la conclusión obvia: “La enemistad, el odio y el sectarismo dividen a los pueblos, promueven la guerra civil y penetran hasta en las familias, convirtiendo a sus individuos en enemigos (…) la Reforma religiosa, fundada en la libertad de pensamiento, no reconoció más libertad de pensamiento que la suya, y aplastó, lo mismo que los católicos, a los que pensaban de distinto modo; (…) no fue en España donde hubo que librar las mayores batallas por la libertad y la igualdad”.

Alemania, Inglaterra, Francia, Rusia, Suiza y los Países Bajos son fértiles en historias de intolerancia: “La contienda en que por espacio de treinta años se destrozaron con indescriptible refinamiento casi todos los pueblos de Europa, de esa Europa que, por boca de sus economistas, de sus filósofos, de sus historiadores, se asombra de la intolerancia demostrada por España, precisamente en aquellos tiempos”.

La revolución francesa no puede considerarse un modelo de tolerancia religiosa o política. Los orígenes de los Estados Unidos tampoco (“la epidemia de brujería estuvo a punto de acabar con la naciente colonia (…) España llevó a un nuevo mundo una sociedad vieja. ¿Qué novedades llevó Inglaterra a sus colonias de América? La persecución religiosa y las epidemias demoniacas”).

La colonización practicada por Francia, Inglaterra, Alemania, Holanda o Bélgica estuvo dirigida exclusivamente a enriquecer sus metrópolis. En cambio, los españoles se funden con los indígenas creando un pueblo nuevo.

Así concluye Juderías, usando las palabras de Morel Fatio, su enciclopédica obra:

“La nación que cerró el camino a los árabes; que salvó a la cristiandad en Lepanto; que descubrió un Nuevo Mundo y llevó a él nuestra civilización; que formó y organizó la bella infantería, que sólo pudimos vencer imitando sus Ordenanzas; que creó en el arte una pintura del realismo más poderoso; en teología, un misticismo que elevó las almas a prodigiosa altura; en letras, una novela social, el Quijote, cuyo alcance filosófico iguala, si no supera, al encanto de la invención y el estilo; la nación que supo dar al sentimiento del honor su expresión más refinada y soberbia, merece, a no dudarlo, que se la tenga en cierta estima y que se intente estudiarla seriamente, sin necio entusiasmo y sin injustas prevenciones”.

“Si España, «literariamente» hablando, es un país de manolas y toreros, de holgazanes y de mujeres con la navaja en la liga, «históricamente» es un país de frailes y de inquisidores, de verdugos y de asesinos, de reyes sanguinarios y de tenaces perseguidores de la libertad y del progreso en todos sus órdenes.” Quien resume así la percepción común de nuestro país, dentro y fuera de sus fronteras, es el todavía joven intelectual Julián Juderías y Loyot (1877-1918). Políglota consumado (parece ser que dominaba dieciséis lenguas), ha sido traductor y periodista, pero ante todo escribe y se considera historiador. Ya en 1913 Juderías fue premiado por la prestigiosa revista La Ilustración Española y Americana, y el resultado es el libro que presentamos (según su primera edición, de 1914).

En «La leyenda negra y la verdad histórica», Juderías se propone combatir esta visión tópica, cuyo punto de partida se pierde varios siglos atrás: sitúa su origen en el doble y ambicioso objetivo hispánico del siglo XVI: la supremacía europea y la conquista de América. Su crítica a la leyenda negra (expresión que se estaba generalizando en los últimos años, gracias a autores como Emilia Pardo Bazán), se centra fundamentalmente en dos aspectos. Por un lado en los excelsos y falsedades que comporta (por ejemplo en lo referente a la paradigmática Inquisición), y por otro en la constatación de que las mismas crueldades, intolerancias y tiranías que se quieren asociar a España están presentes en los demás países europeos, y con frecuencia en un grado superior.

Ahora bien, esta visión sesgada, originalmente extranjera, ha acabado afectando a los mismos intelectuales españoles: “Esta leyenda, convertida en dogma, hace que los «liberales», para serlo, tengan que afirmar públicamente que la historia de España va envuelta en las sombras de la intolerancia y de la opresión, y que los «reaccionarios», para serlo también, entonen himnos de alabanza al Santo Oficio y consideren como un timbre de gloria para nuestra patria el haber mantenido tan benéfica institución por espacio de tres siglos. Sería más justo, y hasta más patriótico, buscar la verdad donde la verdad se halla y alejarse por igual de extremos peligrosos y absurdos; pero esta conducta no se observa por nadie.”

Naturalmente, «La leyenda negra y la verdad histórica» es un ensayo histórico deudor de su época, de la visión nacionalista entonces dominante, y también de los propios presupuestos ideológicos del autor. Se puede observar la influencia (y a veces la reacción) del ambiente regeneracionista y noventayochista. Su mayor valor, quizás, radica en el hecho de abrir un debate sobre la supuesta excepcionalidad de la historia de España (y que dará lugar a obras tan destacadas como las contrapuestas —y por otra parte tan próximas— interpretaciones de Américo Castro y Sánchez Albornoz). Y al mismo tiempo, podemos considerarlo como el primer paso hacia la asunción de la normalidad de nuestra historia, hoy comúnmente aceptada por los historiadores.

Juderías escribe en vísperas del inicio de lo que se ha llamado guerra civil europea, la Gran Guerra. Desde esta perspectiva resultan luminosas y tristemente premonitorias las siguientes frases: “La intolerancia, no solamente es un fenómeno que se ha dado en todas partes y que en todas partes se da, sino que ofrece los mismos caracteres y produce las mismas persecuciones cualquiera que sea la vestimenta con que se disfrace, el color de esta vestimenta y la finalidad que se le atribuya. Lo mismo da que el católico persiga al protestante, como que el protestante persiga al católico y ambos a los judíos, y tanto monta que la persecución se realice en defensa de un ideal religioso como en defensa de un ideal racionalista. Los medios son los mismos, los vejámenes iguales, e idénticos los resultados.”


NOTAS

  1. De la introducción de la reedición de la obra de Juderías de 2014
  2. ISBN: 9788490601006

BIBLIOGRAFÍA

JUDERÍAS Julián; La Leyenda Negra de España. Ed. La Esfera de los Libros, Colección Historia, Madrid, 2014

MAEZTU RAMIRO DE, La hispanidad en crisis, en Acción Española, Madrid 16 de enero de 1933, Tomo IV, num. 21, pp. 225-234: sobre la “La leyenda negra“.

http://robertocolom.blogspot.com.es/2008/03/la-leyenda-negra.html

http://robertocolom.blogspot.com.es/2011/02/united-spaintates-of-america.html

http://robertocolom.blogspot.com.es/2012/09/vuelta-la-leyenda-negra.html

© LUIS ESPAÑOL BOUCHÉ