MÉXICO; Camino del nacimiento de un estado laico (XVI)

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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1929: El engaño hacia los “arreglos”

La atmósfera creada de posibles arreglos sobre la libertad religiosa hizo disminuir un poco la violencia del Estado. Sin embargo el gobierno, por boca de Aarón Sáenz, parece mantenerse inamovible sobre algunos puntos: se niega a reformar la ley en cuanto está; se rechaza dar lo que los obispos pedían y sólo se concedería algunos aspectos indispensables para el ejercicio público del culto en los lugares señalados y el gobierno continúa exigiendo el registro de los sacerdotes.

Se pide que la Santa Sede nombre un delegado que trataría con el político designado por el gobierno para ello (Sáenz), que a su vez referiría al Presidente; el delegado nombrado por Roma debería ser un mexicano; y que los tratos se discutan antes de la campaña presidencial (es decir, bajo el interinato de Portes Gil).

En el entramado de contactos aparecen varios personajes, conocidos unos, anónimos otros, políticos unos, seculares o religiosos otros, amigos de políticos y eclesiásticos: es todo un mundo de complicadas relaciones, donde todo es importante y cada cosa tiene su parte en el enmarañado tejido de aquellos difíciles momentos en los que un poco todos, incluido el gobierno, ya cansados y agotados deseaban salir sin saber cómo. Entre ellos se encuentra un jesuita, el Padre Ricardo Álvarez que le dice a Mons. Díaz Barreto que tiene amigos comunes con Portes Gil y que han platicado sobre el asunto:

“He hablado ya dos veces con el amigo de Portes. En Méx[ico]. Conocí mucho a una hermana de este Sr. Me contó la historia de sus relaciones con Portes de todo lo cual se deduce que es uno de sus más antiguos compañeros y amigos. Por esa causa opina que el éxito está en quien hable personalmente en Méx[ico]. con el Pres. Al mismo tiempo que hay de parte de la Iglesia quien le diga lo que debe proponer y pedir.

Ya sabe que hay oposición para algún arreglo de parte de muchos de ambos lados. Por eso desea guardar la más absoluta reserva en todo y la exige de parte de la Igles[ia].

Es muy de lamentar no tenerlo a Ud. aquí para que hablase con él. Es católico de convicción. Insiste en que esto se arregle porque teme (dice) la descatolización de la patria. Por haber sido revolucionario, teme también que los de la Igles[ia]. Lo miren con desconfianza y para tenérsela realmente hay que hablar con él.

Me voy a safar [zafar] porque si sale un fracaso, me crucificarán. El desea mucho lo acompañe en sus gestiones. No creo me den permiso y quién soy yo. Procuraré se comunique con quien quiere hablar en Mex[ico]. Por lo demás ya le dije cuál es el conducto para arreglar este negocio: la Delegación o directamente […].

Una pregunta: ¿No cree S.S. que el Sr. de la Mora sea hombre independiente para no dejarse influenciar de los elementos que conocemos? ¿Es rígido o amplio de criterio? Dígamelo con toda reserva y franqueza”.[1]


Díaz Barreto sabe muy bien que el asunto de posibles encuentros para unos arreglos está todavía en alta mar, como escribe al obispo de León Valverde. Algún obispo ha podido volver a su diócesis, como Don Antonio Guízar y Valencia que ha vuelto a Chihuahua. Pero todo está en la más completa incertidumbre y los vientos que hoy soplan en un sentido, pueden cambiar mañana.

“[…] Nuestro querido Miguelito de la Mora [obispo de San Luís Potosí], llegó a escribirme con un optimismo completo. Primero, cuando iniciaron la presentación de una nueva solicitud a las Cámaras por los católicos, supongo que algunos diputados le hicieron, o los católicos, algunos ofrecimientos, porque llegó a telegrafiarme que el asunto estaba arreglándose satisfactoriamente.

Cuando esto fracasó, al menos hasta hoy, porque las Cámaras nada han hecho para atender a las nuevas solicitudes, llegó a tener nuevas y halagadoras esperanzas acerca de la actitud que asumiría el nuevo Presidente Portes Gil; pero acaso después ha tenido menores ilusiones porqué nada ha vuelto a escribirme en el primer sentido.

Parece ser un hecho, que ha habido mucha mayor tolerancia con Portes Gil en lo que se refiere al culto privado; pero en lo que se refiere al público, las cosas continúan en el mismo estado que en tiempo de Calles; al menos en sus lineamientos generales.


Acaso aun cuando el mismo Portes Gil se sienta mejor animado, ya que en varias cosas ha dado muestra de sereno juicio y de independencia de criterio, no tenga la fuerza política bastante para un paso que pusiera término a esta ya más que larga y dolorosa situación […]. Hay, sin embargo, alguna cosa que merece una especial mención. El Ilmo. Sr. Guizar y Valencia consultó a la Delegación Apostólica si resultaría contrario a la mente del Soberano Pontífice, que volviera a su Diócesis, en caso de que no le opusiera el Gobierno obstáculos para ello; la Delegación le respondió que si realmente podía estar entre sus fieles, ayudándolos moralmente y sin hacer cosa alguna que pudiera creer que se sometía a las pretensiones del gobierno, no encontraba que su conducta estuviera opuesta a las miras del Santo Padre.


El Sr. Guízar penetró entonces a México, llegó hasta la capital ostensiblemente; hizo que las autoridades se enteraran de su vuelta, y nada hicieron éstas contra él. Entiendo que en los momentos actuales está en Chihuahua, ayudando a sus fieles en la forma que le fue prescrita por la Delegación, la que al mismo tiempo le hizo ver y ha hecho ver a algún otro hermano nuestro, que, si no ha de poder estar en su Diócesis, prefiera permanecer en el destierro.


La actitud de las autoridades significa realmente un paso hacia una actitud diversa de la que mantuvo Calles. Pudiera parecer; pero bien sabemos que, desgraciadamente, lo que hoy es blanco en nuestro desdichado país, resulta negro mañana, para tomar un color nuevo el día siguiente […]. El problema, pues para mí, sigue siendo completamente oscuro y complejo de una manera absoluta.


Mucho se habló también, con motivo del paso del Eminentísimo Cardenal Cerreti, de que las cosas iban a encontrar pronto remedio, porque él venía autorizado para comunicarse directamente con el Gobierno de México; a Mons. Ruiz lo han declarado en México dos o tres veces desde que regresó de Roma. Todos, pues, son decires, y la cosa sigue en su punto”.[2]

Pero hay algunas señales por parte del gobierno de querer efectivamente un cambio. ¿El gobierno se muestra disponible porque tiene el agua al cuello o porque ve la necesidad de acabar con una situación insostenible desde todos los puntos de vista?

El obispo de San Luís Potosí, Miguel de la Mora, objetará que Sáenz es protestante y además que no es un representante oficial del Gobierno; y que el delegado nombrado por el Vaticano no iba a ser recibido en forma oficial; propone a Tritschler, arzobispo de Yucatán,[3]como representante episcopal vaticano. Este es el texto del obispo Miguel de la Mora:[4]


“Con la más grande reserva te comunico lo siguiente para que tú a la vez lo comuniques con el mismo sigilo a la Santa Sede por medio de la Delegación Apostólica. Se trata del desarrollo de lo que te manifesté en una anterior acerca de los intentos de arreglos del conflicto que nos aflige.

  1. Dos personas seglares, una de ellas antiguo senador y ambos amigos del Presidente, se interesan por el arreglo de la cuestión religiosa. A sus insinuaciones les contesté, como recuerdas, que el asunto debe arreglarse con la Santa Sede. Después de esto, una de esas personas pudo hablar acerca del asunto con el mismo Presidente Portes Gil, quien manifestó que tenía firmes intenciones de tocar ese asunto, pero que no podía hacerlo por ahora por estar rodeado de elementos radicalmente opuestos a todo arreglo; que esperaran hasta que él pudiera hacer algunos cambios en su gabinete y entonces propondría el problema a sus cooperadores los Secretarios de Estado.
  2. No se desalentaron por esto los dos señores arriba mencionados y fueron a entrevistar a Aarón Sáenz y a proponerle el asunto. Sáenz recibió con sumo agrado la insinuación que se le hacía, pues era una oportunidad para conquistarse alguna popularidad y así tener más probabilidades de éxito en su campaña presidencial, que está muy desprestigiada de ante mano entre el pueblo.
  3. Para tratar el asunto pone como condición que haya absoluta reserva y discreción. Dice que en 1927 tenía ya arreglada la solución del conflicto en San Antonio, pero por la falta absoluta de discreción de los obispos todo se echó a perder. Esto lo cuenta a todos los que hablan del asunto. Naturalmente cuanto a mí me lo dijo el que traía la noticia, yo defendí a mis hermanos.
  4. Dice el Sr. Sáenz que para arreglar el conflicto se han de presuponer cuatro cosas: A) que no se reformarán las leyes ahora, pero que lo hará a poco después. La razón en que se le echarían encima tantos enemigos como tiene nuestra causa en el elemento oficial y en general entre los revolucionarios. B)- que es imposible concedernos todo lo que pedimos que se nos concederá lo indispensable. C)- Que es preciso que se haga el registro de los sacerdotes. D)- que nos comprometamos los obispos a no meternos en política.
  5. Sobre el registro dice que el asunto no es tan difícil y que nosotros lo hemos hecho así por mero capricho; que él ya tenía arreglado en San Antonio dicho registro en forma que no los sacerdotes, sino los mismos Obispos avisaran al Gobierno los cambios de Párrocos, encargados de templo etc. Que lo que importa al Gobierno es el registro, aunque no se guarde la forma constitucional (No sé cómo podrán hacer esto sin derogar la ley.)
  6. La forma de hacer el arreglo que propone es el siguiente: que la Sta. Sede envíe un delegado a México a tratar con él, con Aarón Sáenz, y acordamos los términos del arreglo, o sea, todo aquello en que puede ceder la Sta. Sede. Determinados estos puntos esenciales, él arreglará lo demás con el Presidente quien cree tener influencia decisiva.
  7. Para la venida de este delegado [el Obispo Díaz Barreto], que suponemos será un prelado de los ausentes, (ya ves como hostilizan a los extranjeros,) dice el Sr. Sáenz que yo le escriba a él una carta, diciéndole que no habiendo sido aceptados lo términos de nuestro memorial de 1926, para intentar un arreglo del conflicto religioso, le suplico que arregle con el Sr. Presidente Provisional licencia para que entre en el país un delegado que nombrará la Sta. Sede. Dice el Sr. Sáenz que el arreglo de esta licencia es seguro.
  8. Todo esto me lo comunicó una de las personas arriba mencionadas que se interesan por el arreglo. Dicha persona quería que se procedería sobre la marcha a pedir la licencia de que entre el Delegado, porque Aarón Sáenz desea a todo trance que se haga el arreglo antes de emprender su campaña presidencial, en la cual quiere hablar de la libertad de conciencia. Sáenz está seguro de escalar la Presidencia.
  9. Los Hermanos [obispos] y yo, con el mayor secreto, (ya que en guardarlo está el honor del Episcopado) discutimos el asunto y resolvimos manifestar todo detalladamente a la Santa Sede en señal de lealtad y confianza, pero manifestando a la vez los inconvenientes que hallamos con el fin de que la prudencia de la Sede Apostólica tenga todos los elementos para proceder en asunto tan grave con todo conocimiento de la causa.
  10. He aquí dichos inconvenientes:

1) Que Sáenz es candidato a la Presidencia y se le hace grande oposición y está muy desprestigiada su candidatura: a) porque es protestante, (él dice que no lo es; que lo son su padre y su hermano, pero él [...] será indiferente o ateo, lo sé); b) por ser el candidato de Calles y de los Estados Unidos, cuyo apoyo se cree que tiene por objeto la descatolización del país y el imperialismo; c) porque es candidato oficial y todos creen que será impuesto contra todo viento y marea. Por tanto, si él es el intermediario en este arreglo, parece que como la Iglesia toma partido por uno de los candidatos y la prestigia y por cierto el candidato impopular; y esto parece que hará antipatía nuestra causa ante los numerosísimos partidarios de los otros candidatos y como que en cierta forma entra en política.

2) Las proposiciones de Sáenz contrarían abiertamente las condiciones que por diversos conductos ha manifestado la Sta. Sede que son necesarias para tratar con el Gobierno Mexicano, a saber: a) no promover ella esas pláticas para no quedar desde luego en situación desventajosa; b) que el Gobierno nombre representante oficial (Sáenz no lo será, sino más bien oficioso, aunque seguramente obrará de acuerdo con el Gobierno al pedir el permiso de que entre en el país el delegado); c) que el arreglo sea sobre y base de la reforma de las leyes persecutorias, (y dice Sáenz que no se reformarán las leyes, por lo menos por ahora.)

     Adviértase que desconociendo la ley toda representación a la Jerarquía Católica, como se ve en la reglamentación del artículo 130 propuesta por Calles, el Gobierno a la hora que quiera podrá declarar nulo todo arreglo que hiciera por incapacidad de una de las partes. Así podría declararlo el Congreso si quisiera nulificar un arreglo oficial del Ejecutivo, cuanto más un arreglo no oficial.

3) Lo que Sáenz propone es precisamente lo contrario de lo que nosotros hemos pedido como indispensable, el registro y la no reforma de las leyes, por lo menos ahora y tal vez si se deja el registro se deje vigente la reglamentación del artículo 130 propuesta por Calles y aprobada por las Cámaras a fines de 1926, reglamentación que hace imposible el ministerio. 4) No se ofrecen garantías de que más tarde serán reformadas las leyes. Todo se basa en la palabra del Sr. Sáenz.

5) El Delegado que venga no será recibido en su carácter oficial; no se promete que lo recibirá el Presidente; ni Sáenz se presentará con representación oficial. Tampoco, se precisan los puntos del arreglo, ni de una manera vaga.

6) Estos inconvenientes expuestos, esperamos confiados la decisión que tome la Sta. Sede y ojalá que pronto pudieras comunicarme algo para calmar la ansiedad de estos señores. En todo caso, si hubiera de enviarse un delegado de entre los prelados Mexicanos, no olvides nuestra sugestión respecto del Sr. Tritschler, por las razones que te expuse en mi anterior.

Cualquiera de nosotros aquí tiene gravísimos inconvenientes y ningunas garantías. El que viniera, siquiera contaría con el beneplácito del Gobierno para entrar en el país y tratar el asunto. Otros muchos de los Prelados de los que están por allá son dignísimos, el Ilmo. Sr. Ruiz, tú, el Sr. Vera, pero el ambiente no es tan favorable como para con el Sr. Tritschler. Sin embargo, cuanto haga el Papa en este asunto, estará bien hecho”.

Pero Pascual Díaz, respondiendo a Álvarez se muestra pesimista sobre aquellos contactos, dado que actualmente Portes Gil no tiene la fuerza política necesaria para llevar a cabo los «arreglos»; la intransigencia se daba también por parte del Gobierno. Escribe Álvarez:

“Espero que cuando la persona interesada en el arreglo de las cosas de México lo vio a Ud., ya había recibido mi carta anterior. Yo también soy pesimista. Si en los primeros momentos alguna esperanza llegó a cohibirse, ahora parece que el Presidente no puede, por falta de fuerza política realizar lo que quisiera; o que tampoco quiere él; dada la intransigencia que en los dos lados reina en México...”.[5]

A pesar de todo se quiere tratar

Díaz Barreto escribe al obispo de San Luís que hay que tratar y que la Santa Sede está dispuesta a que las conversaciones tengan lugar; con una condición: que el Gobierno nombre un representante oficial:

“Acabo de regresar de Washington a donde lleve personalmente tus cartas del 29 y del 31 y las dos páginas anteriores de mi respuesta.

Tanto el Sr. Delegado, como Mons. Ruiz están enteramente conformes con lo que antes te digo; como ya celebran que Uds. hubieran resuelto someter a la Delegación las indicaciones que respecto a un posible arreglo te han hecho los dos Senadores a que te refieres, y el Sr. Delegado está enteramente dispuesto a designar el representante de la Iglesia que pretenden, tan pronto como el Gobierno de México designe oficialmente su propio representante, naturalmente guardándose todas las discreciones que estime prudente llenar. Bien clara muestra de discreción se acaba de dar en las negociaciones realizadas últimamente entre la Santa Sede y el Gobierno Italiano [se refiere a los Pactos Lateranenses].

Mientras no se haga el nombramiento oficial de ese representante del Gobierno de México, la Santa Sede preferirá esperar a que llegue el momento en que puedan en debida forma iniciarse las negociaciones. Así se evitarán mayores males.

Por de contado, que el Sr. Delegado [de los EEUU], Mons. Ruiz y yo juzgamos, como antes te lo decía, que no es conveniente dar paso alguno que haga aparecer ligados a los Obispos con partido o candidato alguno; pero, como es natural también, hay que evitar todo acto que signifique hostilidad para alguno o algunos de los que están luchando. Debemos a toda costa mantenernos, según la mente del Santo Padre, fuera de todo partido político”.[6]

Enseguida las ventanas parecen de nuevo cerrarse cuando el presidente Portes Gil acusa a Díaz Barreto de apoyar la rebelión en Jalisco y Guanajuato. Y es que las cosas no le van bien a su gobierno. Es una calumnia y todos lo saben. Y es que Portes Gil es un presidente movido por el «jefe máximo» Calles y se está esperando el nombramiento de un candidato oficial a la presidencia.

“[…] Después del anterior intento de arreglo, hubo otro mucho más formal de que di cuenta al Sr. Delegado [de los EEUU], en forma económica por la urgencia y especiales circunstancias del caso. Todo ha fracasado ya y por ahora no queda esperanza inmediata. Es muy difícil tratar con estos señores, que son verdaderamente cambiantes y violentos, pues cualquier acontecimiento desagradable los hace volver la cara y cambiar en odio y persecución, aunque estén convencidos como en el caso de nuestra ausencia absoluta de participación. Ellos la fingen o suponen y dan por hecha para desfogar su mala voluntad.

En mi anterior te contaba lo sucedido últimamente y las razones que tuvimos para indicar en nuestras declaraciones el peligro que corrían los sacerdotes. Pues bien para callarme, halló el Presidente un expediente muy sencillo: declararme en franca rebeldía, calumniarme diciendo que soy el probable director de los alzados de Jalisco y Guanajuato y prohibir a los periódicos que publiquen nada mío[...] y aquí me tienes de nuevo en una estricta reclusión de catacumba y por ende imposibilitado de volver a mi rebaño y de toda acción manifiesta. Y te advierto que el Presidente sabe muy bien que es falso lo que ha dicho, porque he estado en comunicación confidencial con él y había aceptado muy bien mis cartas, aunque no me las contestaba […].

También creo que toda esperanza de arreglo se cancelará hasta que pase la convención de Querétaro y el nuevo candidato pueda influir en el gobierno. Portes Gil no da esperanza porque está subyugado por los altos políticos”.[7]

A río revuelto, ganancia de pescadores

Un aire de rebelión aleteaba en el país. Los obregonistas acusan a los callistas e incluso se habla de que aquellos han entrado en contacto con algunos dirigentes cristeros. ¿Planean un nuevo alzamiento? Se rumora que el mismo Portes Gil contacta al general en jefe de los cristeros Enrique Gorostieta.[8]En marzo se sublevan los generales Manzo[9]y Escobar,[10]y quieren también una alianza con Gorostieta. También las pérdidas de los federales ante los cristeros están poniendo en crisis al Gobierno, que es atacado en la Cámara de Diputados por los obregonistas.

“Hablar de la Revolución es muy fácil, pero cuando nosotros concretamente preguntamos: ¿qué entiende usted del problema agrario, del problema hidráulico, del problema agrícola, del problema educacional? Entonces se ve que ni siquiera lo han oído [...] es curioso que aprovechando el problema religioso se venga a esta tribuna a echar más fuego [...]. Ese no es el problema. Allá en Zacatecas, Jalisco, Michoacán, cosa dolorosa, ¿quién es el que está pereciendo? El hombre del campo.

Ahora una pregunta muy curiosa: hay siete Jefaturas de Operaciones Militares para combatir no sé si 1, 3, 4, o 7.000 levantados en armas [...]; pero llevamos dos años para combatir dos mil y no se ha acabado con ellos. ¿Es que nuestros soldados no saben combatir rancheros, o no se quiere que se acabe la rebelión? Pues dígase de una vez y no estemos echando más leña. No se olviden de que, con tres estados más que se levanten de veras -con los tres que ya hay de veras- ¡cuidado con el poder político!(Caloca) -Compañero, quizá pudiera hacerlo, ¿por qué no? Y en cambio usted los ataca y son mexicanos, religiosos como usted [...] (Y a usted seguro que le encuentro una Virgen de Guadalupe si levanto el saco, y una medalla) [...]. El general Calles es el primer administrador que ha dado la República, pero es el político más malo que ha dado el país”.[11]

Portes Gil teme que explote uno o varios alzamientos militares agravando ya la difícil situación causada por la guerra cristera, donde el gobierno federal está pasando de derrota en derrota. A mediados de marzo de 1929 el presidente se ve en tales aprietos que invoca la ayuda de Morrow para llegar a unos acuerdos con la Iglesia antes de celebrar las nuevas elecciones presidenciales, donde se enfrentarán a un fuerte candidato opositor: José Vasconcelos.

¿Y la persecución contra la Iglesia, sacerdotes y católicos?

Se llega así a febrero de 1929. La secretaría de gobernación pide a los gobernadores que suelten a los sacerdotes presos. Parece ser que lo hace para acabar con la barbarie de los continuos asesinatos y torturas a los sacerdotes. Incluso invita a los sacerdotes a salir de la clandestinidad y dar sus nombres al Gobierno. Los obispos sospechan y lo desaconsejan.[12]

A pesar de que la persecución todavía sigue su cauce, ahora los levantados escobaristas intentan atraer a su causa a los católicos. La Cristiada, la fuerza perseverante de los católicos, demuestran que la Iglesia está más viva que nunca. El mismo funeral de José Toral, el asesino de Obregón, visto como un héroe contra la tiranía, demuestra que el Gobierno y cuantos están alineados ideológicamente con aquellas posiciones, tienen ante sí una multitud heroica que sabe responder y unirse ante la violencia, sin miedo y con ardor.

¡Al funeral de Toral acudieron unas cien mil personas! Los atentados a trenes, organismos y personas del Gobierno se suceden ante la impotencia y el descontrol del Estado. El mismo día del asesinato de Obregón el tren presidencial había sufrido un atentado abortado. Por su parte los obispos cuidan declarar que nada tienen que ver con aquellos atentados y que tampoco los comparten.

La situación es tan ambigua y compleja que los mismos obispos parecen desorientados, también porque muchos se encuentran desterrados o escondidos. Algunos, como Guízar y Valencia de Chihuahua que permite el registro a sus sacerdotes, o Corona[13]y Banegas[14]son conciliadores. Otros son críticos y sospechosos de todo entendimiento con un Estado tan escurridizo y hostil. Escribe el obispo de San Luís Potosí:

“Las declaraciones de los HH, especialmente de los Srs. Corona en primer lugar, Guizar y Banegas han mucho que murmurar al ala izquierda que es la más abundante. Pero no faltan murmuraciones de las derechas, especialmente contra mí. Dicen que mis declaraciones no son mías, sino que las hizo o me las hace otra persona que echa a perder todos los acuerdos del Subcomité.

Las izquierdas censuran mucho al Sr. Guízar por sus conversaciones con los políticos de este nuevo cuño y fingen mil cuentos. No creo que haya nada de cierto, ni siquiera que sean muchas las conversaciones. En fin, hermano, lo de siempre [...] la lengua larga y resbalosa con las inquietudes que de allí nacen. Yo sigo en las catacumbas”.[15]

Otros, como el enérgico Orozco y Jiménez de Guadalajara ve una nueva táctica del Gobierno que pretendería dividir a los obispos, precisamente con sus orientaciones que desorientan. Orozco y Jiménez es contrario al registro de los sacerdotes porque es un paso muy peligroso. Recuerda la posición de silencio de Jesús ante sus enemigos:[16]

“Los problemas que tenemos actualmente entre manos los Obispos de México, y principalmente quienes por especial Providencia de Dios nos hallamos todavía dentro del territorio de la Patria [él estaba escondido], son de tal trascendencia y arrojan sobre nosotros responsabilidades tan grandes, que he creído un deber dirigirme al V. Sub-Comité Episcopal, y a cada uno de de mis Hnos. en particular, rogándoles por el entrañable amor que tienen a la Iglesia Santa que consideren las razones que expongo.

Al hacer esta exposición debo notar que aparte de creerme obligado a ello por el bien general, he creído deber hacerla por la circunstancia de ser yo el obispo más antiguo de los que permanecemos en la República, lo cual digo no por jactancia, que no cabría alguna en ello, sino exclusivamente para atraer a mis palabras la atención de mis VV. Hnos.

En primer lugar insisto, en lo que otras veces he expuesto que nuestras dificultades y las condiciones de la Iglesia en México, no constituyen una serie de problemas locales, sino que son un sólo problema nacional: podrá suceder que en un lugar revistan una modalidad distinta: que en una parte se acentúe la persecución, por tales o cuales especiales motivos; pero el fondo de la cuestión es siempre el mismo, de tener o no tener la indispensable libertad para que la Iglesia viva: en tal virtud, es cosa de incuestionable trascendencia el que la solución que se pretenda darle, o la actitud que se tome, sea uniforme, pues muy bien sabemos que quien lucha tiene como base para la victoria el dividir al enemigo, y sin duda procurarán con especial empeño los que nos persiguen el dividirlos, para de esa suerte por lo menos hacer aparecer la conducta de unos en contraste manifiesto ante la conducta de los otros.

Precisamente a resolver el problema de la unidad de acción en el Episcopado vino el establecimiento del Comité Nacional, como todos podéis recordar muy bien, y cuando los más de los miembros del Comité fueron expulsados (fui yo el único que quedé en el país), entonces se procedió con magnífico sentido práctico a la integración del Sub-Comité. Es pues urgente que todos sepamos procurar el mayor acierto en el proceder del Sub-Comité; pero que una vez tomado un acuerdo tengamos todos interés en secundar sus actividades, y por ningún motivo desautorizarlo con nuestras palabras o nuestra conducta”.[17]

Algunos tienen prisa por sentarse a una mesa de tratativas. Todos no; sólo algunos obispos y ciertamente Morrow y el gobierno de Portes Gil. Cada cual por motivos diversos. Así el obispo de San Luís Potosí le dice a Díaz Barreto que a través de Sáenz ha escrito al presidente Portes Gil en tal sentido.

“Comunico a V.S. Ilma. y Rma. que el Sr. Ing. estuvo a verme y me informó que habló con el Sr. Presidente y le mostró el original de la carta de V.S. Ilma; y en vista de ella, dijo que le parecía muy bien todo; que él estaba animado de los mejores sentimientos para dicho arreglo; pero que esto hubiera sido bueno antes de que comenzara el actual conflicto armado; pero no obstante esto, que cambiando un poco la situación, lo viera a él, el Sr. Ing. para ver que acordaban”.

“Tengo que advertir a V.S. Ilma. y Rma. que según me di exacta cuenta, tanto el Ingeniero como el Lic., [Sáenz] procedieron de acuerdo y con anuencia del Sr. Presidente, al iniciarse estos arreglos”.[18]

La sublevación de Escobar contra el Gobierno federal avanza, mientras los cristeros están en su apogeo. Así lo recuerda el obispo de Tehuantepec, Jenaro Méndez del Río,[19]escribiendo al arzobispo de Morelia. Los primeros controlaban ya los Estados de Sinaloa, Chihuahua, Sonora y dos terceras partes de Durango, gran parte de Coahuila y todo Tepic. Los cristeros tenían Colima, gran parte de Jalisco amplias regiones de Zacatecas, [[ Aguascalientes | Aguascalientes]] Michoacán y Guerrero.

Parece que los generales Almazán y Amaro, viejos puntales callistas, estaban a punto de sublevarse también. Muchos creían que los cristeros estaban de acuerdo con el sublevado Escobar. El triunfo de los levantados en armas por razones muy diversas ya estaba a las puertas:

“[…] Hasta estos momentos el estado general es el siguiente: El movimiento ofensivo contra el Gobierno de México controla los Estados de Sinaloa. Chihuahua, Sonora y casi las dos terceras partes del Estado de Durango, cuya capital está en su poder, gran parte del Estado de Coahuila y todo Tepic; los heroicos libertadores disponen del Estado de Colima, una gran parte de Jalisco, y vastas regiones en Zacatecas, [[ Aguascalientes | Aguascalientes]] Michoacán, Guanajuato y Guerrero.

La Revista católica anuncia como cierta la toma de Puebla, y por el Istmo de Tehuantepec dominan los alzados. Este movimiento ha despertado las simpatías de toda la nación y cuenta con Jefes inteligentes. Por parte del Gobierno están descontados ya Almazán y Amaro que figuraban como los más prácticos; pero en cambio tiene la ayuda de este Gobierno Americano. Cuál será el resultado final. Parece que los católicos levantados en armas han llegado ya a una inteligencia con Escobar. Por otro lado, vemos que los banqueros americanos están divididos y no es general ya la simpatía de este pueblo con la política de la Casa Blanca en nuestras asuntos mexicanos[...]”.[20]

El mes de abril

El primero de abril de 1929 los obispos publican otra «Carta pastoral colectiva del episcopado mexicano a los venerables sacerdotes y fieles de la República». Se felicitan con el Papa por los Pactos Lateranenses y confiesan que es un ejemplo a seguir en México. Después de todo Italia había sido un estado totalmente anticlerical. ¿Pero, cómo llegar a formular unos acuerdos de tal envergadura? Los obispos no parecen ponerse de acuerdo sobre el camino a seguir.

También se explica el hecho por la diversidad enorme de sus experiencias y dolores. En Jalisco, Guanajuato, Michoacán y en otros Estados del centro norte los católicos se han reforzado con la persecución, y los cristeros están en alza. Ahora, el alzamiento escobarista ha agravado la situación para el Gobierno. Hay alguno que incluso imagina que los Estados Unidos podrían cambiar de dirección apoyando a los alzados de ambos bandos. El ya citado padre jesuita Álvarez así se expresaba:

“La revolución acaba de sufrir una derrota terrible en Jiménez. Pero a pesar de eso, debido a la sinceridad con que respecto de la libertad religiosa, hasta ahora todo el mundo espera de ellos el remedio, aunque se prolongue la lucha por tiempo y aunque los EE.UU. les ayuden a los perseguidores. Muchos elementos muy serios se han incorporado, tanto civiles como militares, católicos y no católicos, hijos de familias muy honorables etc. Creo no equivocarme en decirle que la simpatía está por ellos y que de hecho tratan con toda consideración a los Sacerdotes donde dominan. Esta actitud me parece es la que más que nada influye en todas las gentes para ayudarles como pueden. Hay maldiciones contra los primeros por todas partes y no sé lo que vaya a suceder si continúan en ese apoyo.

El plan militar que van a seguir nadie lo sabe bien; pero como no tienen los medios que los otros, de elementos fuertes etc.; van o se han ya dispersado en guerrillas por todas partes. Hay ciertamente al Sur de Torreón unos dos o tres mil hombres rebeldes. Gruesas partidas en Coahuila y el camino de Laredo ha tenido días hasta de seis voladuras de trenes.

En Jalisco y Michoacán se robustecen los católicos. Parece que había cierta reserva y desconfianza de los católicos en la palabra de Escobar. Pero hace dos días he tenido en mis manos un documento firmado de puño y letra de Escobar en que se compromete a dar libertad religiosa como en los EE.UU. y lo mismo libertad de enseñanza como en los EE.UU.

De esta esperanza, por los descalabros en parte sufridos se levanta el temor espantoso de que si no se apoya este movimiento por todos los elementos que se interesan por la fe en México, está perdida la causa por mucho tiempo y como consecuencia la decepción y desesperación y apatía consiguientes y estaremos perdidos quizá como una Inglaterra; porque el proyecto y determinación de acabar con la fe en México existe aquí en este país. Esto es cierto S.S. lo sabe mejor que yo […].

No hay ahora el pretexto de que se ayuda a una guerra religiosa porque el programa de estos levantados es amplio y político, no religioso formalmente hablando. En una palabra, todas las personas grandes y chicas han cifrado su esperanza en el movimiento. Por esto el que se opone, aunque sea de palabra, lo tienen por no católico, por callista […].

Me he detenido en decirle algo de los acontecimientos actuales, porque ya se empieza a murmurar de nuevo de los Obispos que no hacen nada y que dejan parecer la Iglesia, etc. Yo desearía saber qué opinión tiene de todo esto S.S. si necesario es en toda reserva y si debemos orientar a las personas en determinado sentido porque acuden a nosotros personas prominentes etc. y realmente no sabemos contestar palabra”.[21]

El mismo escribe:“Respecto de las probabilidades de un próximo cambio en la situación de México, yo las veo muy lejanas. Por desgracia, como acontece siempre entre nosotros, las luchas internas aún entre los que se creen mejor intencionados los destrozan bien pronto, más pronto que pudieran hacerlo sus enemigos. Tal parece que ha acontecido a quienes se proponían, según sus palabras, facilitar el problema religioso, según las informaciones de la prensa y algunas particulares que me han llegado […]”[22].

Pocos días después el mismo jesuita escribía a Díaz Barreto que el éxito de la guerra estaba sonriendo a los cristeros:

“Aquí sin embargo hay cierto optimismo acerca del resultado de las batallas que se van a dar, augurando por lo menos el de una derrota para el Gobierno, al mismo tiempo que con tener distraídos bastantes soldados del Ejército Callista, entre tanto los del Sur se hagan más fuertes según noticias que por fuentes particulares llegan, […]”.[23]

Mons. Banegas, obispo de Querétaro, intenta entonces justificar la necesidad de arreglarse con un gobierno que por aquellos días estaba en baja y mostraba todas las de perder. Buscando abrir cauces a un posible diálogo, trata de reducir la acción de los cristeros a algunas zonas; habla de las victorias del Gobierno sobre los escobaristas, y ve en la «Liga» y en los jesuitas los principales enemigos de los tratos con el Gobierno:

“Hay en la Capital de la República una desviación profunda y grave de la conciencia cristiana, originada por la excitación de las pasiones a causa de la lucha armada y de la actitud de ciertos grupos dirigentes.

Se tiene lícito por muchos, el asesinato, el secuestro para obtener dinero para la campaña, los atentados dinamiteros a las personas, a los grupos y a los trenes de pasajeros; se han publicado folletos defendiendo la doctrina del tiranicidio y el asesinato del General Obregón; la glorificación de Toral fue notabilísima, y es muy frecuente oír en conversaciones las ideas que se han mencionado.

Esta propaganda de excitación de pasiones continúa en diversas formas. Entre el clero mismo hay muchos que así piensan y así se expresan […]. Hay también algún Prelado que juzga lícitos los asesinatos extendiendo la doctrina del tiranicidio a todos los que participan del Gobierno. Así me lo ha preferido persona digna de crédito […]. El movimiento armado lleva dos años y meses de existencia y no ha podido salir de las montañas de Jalisco, Colima, Zacatecas, Guanajuato y parte de Querétaro [...]. Además, ni en México ni en ninguna parte la guerra de guerrillas o de montaña ha dado resultado sin otro y otros acontecimientos que vengan a cambiar su faz [...].

El Gobierno quedará más fuerte después de la rebelión militar. Qué importa que le sea adversa la opinión pública, si esta no ha derrocado jamás en México gobierno alguno, mientras este cuente con la fuerza de las armas. Es, en mi concepto pura ilusión, creer lo contrario […]. El triunfo de la revolución de Madero fue excepcional, y el de Carranza se debió a la ineptitud de Huerta y la ayuda de Wilson. En resumen, no hay probabilidad alguna de que el Gobierno pase a otro partido, y menos de que la Liga lo derroque.

Conclusión: Habrá, pues, que procurar obtener de este Presidente o del que venga después de él la mayor libertad que sea posible y restablecer el culto público y la administración pública de los sacramentos.

Hay probabilidad de obtener un acercamiento; pues la opinión de la necesidad de un arreglo se ha extendido, no sólo entre los liberales, sino también entre los revolucionarios. Para este acercamiento es necesario un periodo más o menos largo de relativa tranquilidad, como fácilmente se ve, porque si de continuo se están excitando las pasiones, se enseñarán los ánimos y lejos de acercarse, se alejarán, con lo cual, si Dios no le remedia, vendrán cosas peores para la Religión y la sociedad.

Obstáculos: Para ese periodo de relativa tranquilidad hay obstáculos por parte del Gobierno y por parte de los nuestros, los apasionados de allá y los apasionados de acá. De los apasionados de allá en mi concepto los más exaltados son muchos diputados por lo que hay temer más cuando se reúnan las cámaras después que esos diputados triunfantes, pues han ido a la lucha armada y están algunos en las tropas que operan contra los de la Liga. Por parte de acá la Liga no cesa de excitar las pasiones hasta en una forma decente como en uno de los engomados contra Morrow en que lo llaman el más cabrón [...]. Algunos sacerdotes y principalmente algunos miembros de la Compañía de Jesús (también lo digo con pena) son obstáculos, pues excitan o sostienen a los excitantes [...].

Medios: En estas circunstancias, habría que proceder de alguno de los modos siguientes, o mejor juntos. No solo que los prelados y el Clero se abstuvieran de ayudar al movimiento armado cosa que ya hacen, sino que aparecieran ajenos a él. Es notable el buen efecto que, en las esferas oficiales, produjo la manifestación en este sentido hecha por los Sres. Obispos de Chihuahua, de Papantla y de Zamora y por mí. Para aparecer así no es necesario condenar ese movimiento.

Aparecer igualmente separados de los políticos. Es aludir en las publicaciones ni del Comité ni del Sub-Comité al Gobierno ni a la persecución, sino limitarnos a lo meramente religioso y hablar sólo en general de los males, de los sufrimientos etc. Influir en los de la Liga para que cesen en su propaganda excitante. Pueden hacer la guerra sin esa excitación que sólo es en la Capital y en algunos centros, y que no sirve más que para desahogar pasiones, excitar otras y provocar represalias […].

Para poner estos medios hay los obstáculos dichos: para vencerlos se podría, en mi concepto, que los Prelados que no participan den la opinión contraria, a éste escribe, influyan en las damas para convencerles, o de algún modo hacerles que no obstaculicen esta labor; o bien se podría que cada uno de nosotros obrara individualmente según su conciencia […]”[24].

Mayo de 1929

En los comienzos de mayo se ve también un cambio en los tonos de las declaraciones del Gobierno federal en relación a la Iglesia. El 2 de mayo Portes Gil en una entrevista al periodista norteamericano Dubose se expresa con un lenguaje desconocido en labios de un presidente desde hacía años; como buen masón al único que no puede sufrir es al imbatible arzobispo de Guadalajara, Mons. Orozco y Jiménez:

“Los fanáticos […] no han sido dirigidos, en mi opinión, sino por sacerdotes de ínfima categoría […] en general, los miembros del clero se han mostrado, en cierto modo, indiferentes a este movimiento, con excepción de Mons. Orozco […]. Creo que es absolutamente imposible cargar a la Iglesia católica la responsabilidad tales actos”.

Coinciden con aquella entrevista las declaraciones en Washington de Mons. Ruiz y Flores, ahora ya presidente del Comité Episcopal. El arzobispo habla de la total disponibilidad de la Iglesia a dialogar con el gobierno mexicano:

“El conflicto religioso en México no fue motivado por ninguna causa que no pueda ser corregida por hombres de sincera buena voluntad. Como una prueba de buena voluntad, las palabras del presidente Portes Gil son de mucha importancia. La Iglesia y sus ministros están preparados para cooperar con él en todo esfuerzo justo y moral para el mejoramiento del pueblo mexicano.

No pudiendo en conciencia aceptar la ley que ha sido puesta en vigor en mi país, la Iglesia católica no por capricho, sino como un solemne deber, encontró necesario suspender completamente todos los actos públicos del culto. Con sincero respeto pido al Gobierno de mi país que reconsidere la legislación existente con un espíritu de sincero patriotismo y buena voluntad, para dar los pasos necesarios para eliminar la confusión entre la religión y la política y a preparar el camino para una era de verdadera paz y tranquilidad.

En caso de que surja alguna dificultad que parezca insalvable para evitar esa acción, la solución lógica consistirá en someter la disputa del punto a representantes autorizados y especiales de la Iglesia y el Gobierno, tal como se ha hecho con excelentes resultados en controversias similares. Los obispos católicos de los Estados Unidos, en su pastoral de 12 de diciembre de 1926, hicieron un llamamiento al pueblo de su país para que diera la aprobación y el apoyo de la opinión en favor de la sincera libertad religiosa en México, igual a la que se disfruta de acuerdo con la constitución y las leyes en los Estados Unidos. Ninguna nación carente de unidad religiosa, ha encontrado más efectivamente garantías de libertad.

En México la Iglesia católica no pide privilegios. Pide tan sólo que, sobre la base de una amistosa separación de la Iglesia y el Estado, se le permita la libertad indispensable para el bienestar y la felicidad de la Nación. Los ciudadanos católicos de mi país, cuya fe y patriotismo no se pueden poner en duda, aceptarán sinceramente cualquier arreglo que pueda celebrarse entre la Iglesia y el Gobierno.

Que Dios apresure el día en que como mexicanos unidos podamos nuevamente trabajar juntos para hacer efectivamente las tres garantías sobre las cuales descansa nuestra vida de nación independiente: Unión, esta santa unión en que el hermano respeta las opiniones y los derechos del hermano; Religión, la religión que profesaron nuestros padres y por lo medio de cuyo libre ejercicio se asegurará la felicidad y la independencia de nuestro país, y Patriotismo, en el cual la devoción a nuestra nación no conoce otros límites que los que se derivan del respeto al derecho de los demás”.[25]

La respuesta de Portes Gil no se dejó esperar. Al día siguiente, 3 de mayo, los periódicos de la capital salen con la noticia en sus primeras páginas con títulos tan elocuentes como el del «El Universal»: “Con buena voluntad de parte del Estado y de la Iglesia puede lograrse un arreglo”.[26]

Es entonces que se ven las actitudes y reacciones diversas de los obispos. Están los favorables a los compromisos, como Antonio Guízar y Valencia de Chihuahua, que ve con simpatía las circunstancias y la posibilidad de llegar a un acuerdo como escribe a Mons. Pascual Díaz Barreto:

“Unos momentos antes de recibir su carta ya tenía noticia del viaje del Sr. Obpo. de Chihuahua; pues Carreño por telégrafo me había comunicado no solamente ese viaje sino también la partida del mismo Sr. para Roma, la cual había al parecer arreglándo repentinamente. Me anunciaba el mismo Carreño que V.S.I. me escribiría sobre el mismo asunto. La constancia que en todas sus cosas tiene este Señor, así como la posición privilegiada que ha sabido obtener cerca de Portes Gil, hacen concebir alguna esperanza de que bien pudiera suceder que por este conducto se empezara a ver algo de luz. En fin, pronto podremos ver algo. Téngame, sin embargo, V.S.I. al tanto de todo lo que ocurra, mientras ando por estos rumbos alejados”.[27]

Hasta parece ser que el obispo de Chihuahua se haya encontrado secretamente con Portes Gil antes de ir a Roma, como lo dice el obispo Méndez a Mons. Díaz Barreto:

“[…] Debo participarle que la semana pasaba llegó de México, de paso para Washington, el Señor Obispo de Chihuahua y nos informó que había tenido algunas conferencias con Portes Gil de las que se desprende que están dispuestos a llegar a una solución en el conflicto religioso. Parece que lleva el Señor Guízar los puntos generales de lo que trataron en México, o al menos la expresión de la buena voluntad de un arreglo. Con las noticias que ayer publicó la prensa y las que trae ahora, se desprende que hay mar de fondo y que es muy posible que lleguemos a una solución el día menos pensado; quisiera ser más explícito pero le comunico «ad peden literae» lo que me consta V.S. Ilma. completará la madeja de estos detalles y espero me tendrá al corriente de cuanto sepa”.[28]

Y están los obispos que imaginan la derrota del callismo y de sus títeres y la victoria cristera sobre los federales. Por aquellos días los cristeros les habían causado una tremenda derrota en Tepatitlán.[29]Un buen número de obispos no comparten las actitudes y pasos que dan con el Gobierno los dos obispos Ruíz y Díaz. Entre ellos se encuentra el de Tacámbaro, Leopoldo Lara y Torres,[30]que protesta ante el secretario del Subcomité Episcopal, del proyectado viaje del arzobispo de Morelia a México para dialogar con el Gobierno, sin haber consultado antes al resto del episcopado residente en México. Además, el Gobierno continúa en su persecución violenta y tenaz a la Iglesia y no da muestra alguna de querer tratar en serio[31].

El presidente Portes Gil se destapa

Finalmente, el 8 de mayo de 1929 Portes Gil se felicita por las declaraciones del arzobispo Ruíz y Flores. Y el obispo Banegas, muy favorable a los tratos, publica una carta pastoral invitando a los fieles de mantenerse en el orden y en la tranquilidad. En la misma línea se expresan otros de los favorables: el de Puebla Vera y Zuria,[32]Maximiliano Ruiz,[33]auxiliar de México; mientras el de Chihuahua ya se ha embarcado para Roma buscando apoyo para los acuerdos.

Todo parece indicar que los «arreglos» están cercanos. Y como se expresaba el 10 de mayo Mons. Ruiz y Flores en un telegrama al periódico de la capital Excelsior: “Tengo muy fundadas esperanzas de que, contando con la buena voluntad de todos, sin distinción de partidos ni opiniones, Dios nos conceda llegar a una solución satisfactoria”.

El frágil bergantín de los «acuerdos» navegaba en aquel mar encrespado. Tan es así que a finales de aquel mes de mayo de 1929 el arzobispo Leopoldo Ruiz y Flores era nombrado por Roma delegado apostólico «ad referéndum» [para referir] para tratar con el gobierno mexicano la cuestión de la libertad religiosa.


NOTAS

  1. ACAM, Fondo Conflicto Religioso, correspondencia A-B 1928-29, N° 29 Legajo de Ricardo Álvarez S.J. De San Elizario Laredo Tex., Doc. Sin número, 24 enero 1929.
  2. ACAM, Fondo Conflicto Religioso, correspondencia Obispos V, N° 9 Legajo de Obispo de León Monseñor Emeterio Valverde Téllez, doc. sin número, New York 5 de febrero de 1929.
  3. Martin Tritschler y Cordova. Nace el 25 mayo 1868 en el estado de Puebla, de padres alemanes. A los 11 años entra en el Seminario Palafoxiano de Puebla. En 1883 entra en el Colegio Pio Latino Americano de Roma. En 1900 es llamado al episcopado de Yucatán. Muere en Mérida en 1942.
  4. ACAM, Fondo Conflicto Religioso, cor. Obispos C-G 1927-29, N° 10 Legajo de Obispo de San Luis Potosí Monseñor Miguel de la Mora, doc. Sin número, México 29 enero 1929.
  5. ACAM, Fondo Conflicto Religioso, correspondencia A-B 1928-29, N° 29 Legajo de Ricardo Álvarez S.J. De San Elizario Laredo Tex., Doc. sin número, 28 de enero de 1929.
  6. ACAM, Fondo conflicto religioso, correspondencia Obispos C-G 1927-29, N° 10 Legajo de Obispo de San Luis Potosí, Monseñor Miguel de la Mora, doc. sin número 14 de febrero de 1929.
  7. Ibidem.
  8. Enrique Gorostieta nace en 1899 en Monterrey. Se forma en el Colegio Militar de Chapultepec. Es uno de los generales más jóvenes del ejército de Victoriano Huerta. Durante la Cristiada es el general en jefe de la “Guardia Nacional”. Muere vilmente asesinado en 1929. “Este brillante soldado, notable por su fuerza física y su calidad intelectual, especie de Felipe Ángeles había sido el favorito de Huerta”: MEYER, La cristiada, I, 200. (Meyer cita a Francisco Naranjo, 1936, de David, t. II, p. 233). “El que iba a ser andando el tiempo “Gorra Prieta”, terror de los soldados federales…” gozaba de una veneración por parte de los cristeros: “la seducción que ejercitaba sobre los combatientes era exactamente proporcional a la que los campesinos cristianos ejercían sobre él. El militar y el hombre habían sido conquistados por él combatiente cristero, y Gorostieta, el sabio artillero, el general de carrerea, comprendió como nadie antes que él la guerra de guerrillas, de la cual llegó a ser un teórico y un práctico notable. Gorostieta (…) en medio de sus cristeros, a los que admiraba, sin indulgencia: “¿Con esta clase de hombres crees que vamos a perder? ¡No, esta causa es santa y con esos defensores no es posible que se pierda!”. Después de recibir en San Julián veinte centavos de manos de una mendiga, dijo a su asistente, muy emocionado: “Si [la causa] se pierde, será porque no sepamos defenderla, pero no, no se puede perder”( Gorostieta a Luis Alonso, relatado por Beltrán y Mendoza/Meyer, 1967 y testimonio unánime de todos los cristeros… que le acompañaron en operaciones y de Jerónimo Gutiérrez de San Francisco de Asís, que fue su guardaespaldas hasta el final.
  9. Francisco R. Manzo nace Sonora, obregonista se rebela contra Carranza en 1920. Capitán de las operaciones militares en Sonora. Participa directamente en la rebelión escobarista de 1929.
  10. José Gonzalo Escobar nace en Sinaloa; general de división, en 1920 se rebela contra Carranza. En 1927 cae prisionero del general Gómez. En marzo de 1929 se rebela de nuevo iniciando un movimiento llamado “renovador” y lazando un manifiesto en Hermosillo (Sonora) contra Portes Gil.
  11. MEYER, La Cristiada, 333.
  12. ACAM, Fondo Correspondencia Pascual Díaz, caja L 13 C 3, Archivo del Sub-Comité Episcopal 1926-1929 Varios, sección Gobierno, serie Conflicto Iglesia Estado, sub serie: Documentos del Subcomité Episcopal, periodo 1929, expediente N° 3, caja: 3, doc. 4B, 27 de febrero de 1929.
  13. Nicolás Corona y Corona nace el 1° diciembre de 1877 en el estado de Jalisco. Entra en el “Seminario Conciliar” de Guadalajara. En 1901 es ordenado sacerdote. En 1922 es creada la diócesis de Papantla y en 1923 viene a ser el primer obispo. En 1927 es expulsado y transferido a los Estados Unidos.
  14. Francisco Banegas Galván: nace el 5 de marzo en el estado de Guanajuato. En 1891 es consagrado sacerdote. De 1914 a 1918 vive en los Estados Unidos. En 1919 Es elegido obispo de Querétaro. Muere el 14 noviembre de 1932.
  15. ACAM, Fondo Conflicto Religioso, correspondencia Obispos C-G 1927-29, N° 10 Legajo de Obispo de San Luís Potosí, Monseñor Miguel De la Mora, doc. sin número, 11 marzo 1929.
  16. ACAM, Fondo Correspondencia Pascual Díaz, caja: L 13 C 3, Archivo del Sub-comité Episcopal 1926-1929 Varios, sección Gobierno, serie Conflicto Iglesia Estado, sub serie: Documentos del Subcomité Episcopal, periodo 1929, expediente N° 3, caja 3, doc. 2B, 14 marzo 1929.
  17. ACAM, Fondo Conflicto Religioso, correspondencia Obispos M-R 1928, N° 4 Legajo de Arzobispo de Guadalajara, Monseñor Francisco Orozco y Jiménez, doc. sin número, México 14 marzo 1929.
  18. ACAM, Fondo Conflicto Religioso, correspondencia Obispos C-G 1927-29, N° 10 Legajo de Obispo de San Luís Potosí, Monseñor Miguel De la Mora, doc. sin número 26 marzo 1929.
  19. Jenaro Méndez Del Río: nace el 20 de enero de 1867 en el estado de Michoacán. A los 11 años entra en el Seminario diocesano de Zamora. En 1890 es ordenado sacerdote. En 1923 es electo obispo de la diócesis de Tehuantepec. En 1926 parte hacia Roma y hace parte de la comisión de obispos que representan al Episcopado Mexicano. En 1933 es transferido a la diócesis de Huajuapam.
  20. ACAM, Correspondencia Obispos M-R 1928, N° 21 Legajo de Obispo de Tehuantepec, Monseñor Jenaro Méndez del Río, doc. sin número, San Antonio, 27 marzo 1929.
  21. ACAM, Fondo Conflicto Religioso, Correspondencia Obispos A-B 1928-29, N° 29 Legajo de Ricardo Álvarez SJ DE San Elizario Laredo Tex., doc. Sin número, San Elizario 9 de abril de 1929.
  22. Ibidem, San Elizario 16 de abril de 1929.
  23. Ibidem, San Elizario 23 de abril de 1929.
  24. ACAM, Fondo Conflicto Religioso, Correspondencia A-B 1928-29, N°51 Legajo de Obispo de Querétaro Monseñor Francisco Banegas, Doc. sin número, 23 de abril de 1929.
  25. ARCHIVO CALLES PEC ASUNTOS REL., Gav. 5 Arzobispados ExP. 137 Leg. 3-5 Inv. 364, Doc. N° 14, 2 mayo 1929. Entrevista concedida por el Señor Arzobispo Leopoldo Ruiz y Flores a los representantes de la prensa el 2 de mayo 1929 en Washington.
  26. ACAM, Fondo Cor. Pascual Díaz, L 13 C 3, Archivo del Sub-Comité Episcopal 1926-1929 Varios, sección Gobierno, serie Conflicto Iglesia Estado, sub Serie: Documentos del Subcomité Episcopal, periodo 03 - 1929 - 06 - 1929, expediente N° 4, doc. IA, 3 mayo 1929.
  27. ACAM, Fondo Correspondencia Pascual Díaz, COR 1926-36 GAV. 191, 3, Laredo 5 mayo 1929.
  28. ACAM, fondo conflicto religioso, cor. Obispos M-R 1928, doc. sin número, San Antonio 8 mayo 1929.
  29. Archivo Cristero CONDUMEX, fondo CLXXXVI, Manuscritos del Movimiento Cristero, Mar. 1929 - Nov. 1929, Documentos 122, Legajos 810- 932, Car. 9-46, doc. 826, 7 de mayo de 1929.
  30. Leopoldo Lara y Torres Nace el 15de noviembre de 1874 en el estado de Michoacán. Entra en el Seminario Tridentino de Morelia. Por un par de años es vicario de una importante parroquia de Celaya. En 1920 Benedicto XV lo promueve primer obispo de Tacámbaro. Muere el 30 de noviembre de 1939.
  31. ACAM, Fondo Correspondencia Pascual Díaz, L 13 C 3, Archivo del Sub-Comité Episcopal 1926-1929 Varios, sección: GOBIERNO, serie: Conflicto Iglesia - Estado, sub-serie: Documentos del Subcomité Episcopal, periodo 02 a 06 1929, expediente n° 1 caja 3, doc. 8 H, 11 mayo 1929.
  32. Pedro Vera y Zuria nace el 14 de enero de 1874 en Querétaro. En 1884 entra en el Seminario Conciliar Diocesano. Es ordenado en 1897. En 1924 es nombrado obispo de Puebla. Muere en Puebla el 28 de julio de 1945.
  33. Maximino Ruiz y Flores nace el 19 de agosto de 1875 en el estado de México. Entra en el seminario conciliar del arzobispado en 1893. En 1901 es consagrado sacerdote. En 1913 es nombrado obispo de Chiapas. Por seis años administra esta grande diócesis con espíritu misionero. En 1920 es Auxiliar de la Ciudad de México y es rector del seminario de esta Arquidiócesis.

BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES

ARCHIVO CRISTERO CONDUMEX

ARCHIVO CALLES PEC

ARCHIVO DE LA CURIA DEL ARZOBISPOADO DE MÉXICO (ACAM)

MEYER JEAN. La Cristiada. Ed. Siglo XXI, (3 vol.) México, 1975



FIDEL GONZÁLEZ FERNÁNDEZ- ANDREA MUTOLO----