Diferencia entre revisiones de «OLMOS, Fray Andrés de»

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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'''OLMOS, Fray Andrés de (Burgos, 1525? – Tampico, 1571) Franciscano, misionero.'''
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'''(Burgos, 1525? – Tampico, 1571) Franciscano, misionero.'''
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Nació en Burgos, España, pero durante varios años fue criado por su hermana en Olmos, cerca de Valladolid. En su juventud estudió los sacros cánones y leyes; a los veinte años de edad decidió ingresar en el convento franciscano de Valladolid, provincia de la Concepción. Cuando Fray Juan de Zumárraga fue nombrado obispo de México, eligió como compañero a Fray Andrés, a quien también había elegido anteriormente como compañero cuando Carlos V le dio la comisión del Santo Oficio para castigar a las brujas de Vizcaya; así que ambos se embarcaron rumbo a la Nueva España en 1528.
 
Nació en Burgos, España, pero durante varios años fue criado por su hermana en Olmos, cerca de Valladolid. En su juventud estudió los sacros cánones y leyes; a los veinte años de edad decidió ingresar en el convento franciscano de Valladolid, provincia de la Concepción. Cuando Fray Juan de Zumárraga fue nombrado obispo de México, eligió como compañero a Fray Andrés, a quien también había elegido anteriormente como compañero cuando Carlos V le dio la comisión del Santo Oficio para castigar a las brujas de Vizcaya; así que ambos se embarcaron rumbo a la Nueva España en 1528.

Revisión del 16:27 27 may 2014


(Burgos, 1525? – Tampico, 1571) Franciscano, misionero.


Nació en Burgos, España, pero durante varios años fue criado por su hermana en Olmos, cerca de Valladolid. En su juventud estudió los sacros cánones y leyes; a los veinte años de edad decidió ingresar en el convento franciscano de Valladolid, provincia de la Concepción. Cuando Fray Juan de Zumárraga fue nombrado obispo de México, eligió como compañero a Fray Andrés, a quien también había elegido anteriormente como compañero cuando Carlos V le dio la comisión del Santo Oficio para castigar a las brujas de Vizcaya; así que ambos se embarcaron rumbo a la Nueva España en 1528.


Ya en América aprendió una gran diversidad de lenguas indígenas como el náhuatl, totonaco, tepehua y huasteco, en las que escribió diversas e importantes obras y con las cuales predicó el Evangelio por las muchas provincias que recorría siempre a pie. De acuerdo con el antropólogo e historiador Georges Baudot, Fray Andrés de Olmos fue el “(…) primer investigador etnográfico sobre la cosmogonía de los mexicah, quien abrió todos los caminos intrincados de una labor pre-antropológica tan delicada (…) autor de las primeras gramáticas de la lengua náhuatl y de la lengua huasteca, así como, por fin, el primer introductor en aquellos idiomas amerindios de algunos textos importantes de la predicación católica, que tanto habían de complicar el panorama de la catequesis americana. El personaje es a la vez símbolo y clave de la empresa que forjará el México colonial.[1]. De esta manera, Fray Andrés de Olmos forma parte de aquél grupo de primeros evangelizadores como Fray Bernardino de Sahagún o Fray Toribio de Benavente que buscaron el encuentro con los indígenas y su cultura.


Tradujo del latín al castellano el libro Heresibus del padre Fray Alonso de Castro, y dos epístolas de judíos rabíes. Escribió en náhuatl un auto del juicio final, el cual hizo representar en la ciudad de México en presencia del virrey Antonio de Mendoza, del obispo Fray Juan de Zumárraga y de una gran multitud, provocando la conversión de muchos.


Llegó hasta las tierras del norte donde habitaban los chichimecas, tribu nómada sumamente belicosa, y donde su tarea evangelizadora rindió importantes frutos ya que muchos indios abrazaron la fe y adoptaron costumbres sedentarias. Se dice que en una ocasión, cuando estaba en un pueblo de españoles predicando sobre la devoción a la Virgen María, se levantó una llama muy grande entre sus pies que lo fue cercando y le subió hasta la cabeza, pero al llegar a auxiliarlo la llama desapareció quedando su cuerpo y ropa sin rastro ni olor a fuego.


Vivió en la Nueva España durante cuarenta y tres años. Murió en Tampico el 8 de octubre de 1571. Se cuenta que al morir se transfiguró su rostro en tan agradable semblante, que a todos provocaba un gran consuelo; también que su cuerpo comenzó a desprender un olor como no hay otro en la Tierra, el mismo que despedían los ornamentos de los altares con los que Fray Andrés decía misa.


Además, los indígenas entre quienes realizó su apostolado, dijeron haber escuchado una música celestial de diversos instrumentos a la hora en que murió Fray Andrés, por lo que se acercaron a la iglesia para saber a quién recibían con tal algarabía. De esta manera se enteraron de la muerte de Fray Andrés, la cual él mismo había presentido tiempo antes cuando fue a reunirse con aquellos indios, quienes “con mucho sentimiento se despidieron de su verdadero padre y apóstol, teniendo por cierto que no lo verían más, pues él lo decía[2]. En efecto, al acontecer su fallecimiento “mostraron los naturales por la muerte de su apóstol notable sentimiento, y todos se cubrieron de luto[3].


Obra(s): Arte de la lengua mexicana; Vocabulario de la lengua; El Juicio Final, en lengua mexicana; Pláticas que los señores mexicanos hacían a sus hijos, en lengua mexicana; Tratado de los Sacramentos, en lengua mexicana; Tratado de los sacrilegios, en lengua mexicana; Los siete sermones principales sobre los siete pecados mortales y las circunstancias en fin de cada uno por modo de pláticas, en lengua mexicana; Arte de la lengua huasteca; Vocabulario de la lengua huasteca; Confesionario, en lengua huasteca; Arte de la lengua totonaca; Vocabulario de la lengua totonaca.


Notas

  1. Baudot, p. 223.
  2. Mendieta, p. 649.
  3. Mendieta, p. 650.


Bibliografía

  • Baudot, Georges. “Fray Andrés de Olmos y la penetración del luteranismo en México: nuevos datos y documentos”, en Nueva revista de filología hispánica, Vol. 40, no. 1 (1992), El Colegio de México, pp. 223-232.
  • Mendieta, Fray Gerónimo de. Historia Eclesiástica Indiana. Porrúa, México, 1980.


SIGRID MARÍA LOUVIER NAVA