Diferencia entre revisiones de «PANAMÁ; COFRADÍAS EN LA COLONIA»

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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Un documento importante nos da una lista detallada de las cofradías de 1650. Se trata de un informe mandado por el obispo fray Fernando Remírez al cronista de Indias, para ayudarle en la redacción de la historia del Nuevo Mundo. Una década antes, el maestrescuela Juan Requejo Salcedo había redactado para el cronista Tomás Tamayo de Vargas un informe de finalidad análoga muchos más detallado, que utilizamos para comparar dos listas levemente diferentes de las cofradías de la catedral:
 
Un documento importante nos da una lista detallada de las cofradías de 1650. Se trata de un informe mandado por el obispo fray Fernando Remírez al cronista de Indias, para ayudarle en la redacción de la historia del Nuevo Mundo. Una década antes, el maestrescuela Juan Requejo Salcedo había redactado para el cronista Tomás Tamayo de Vargas un informe de finalidad análoga muchos más detallado, que utilizamos para comparar dos listas levemente diferentes de las cofradías de la catedral:
  
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Revisión del 14:19 6 ago 2014

Las cofradías desempeñaron un papel de primera importancia en el Panamá Colonial como en toda Hispanoamérica. Fueron sin duda las primeras estructuras de asistencia social y ayuda mutua estables en Castilla del Oro. La cofradía suministraba un marco en el que los miembros podían afirmar su identidad gremial, étnica y religiosa. En las cofradías no era raro que se fraguaran negocios y se tejiesen alianzas matrimoniales y de compadrazgo. En la América hispana muchas cofradías fundaron hospitales, colegios, orfanatos, suministraron dotes para niñas huérfanas. Todas asistían a sus cofrades en su enfermedad.

La caja común, alimentada por un modesto derecho de ingreso –generalmente de dos reales a un peso- y una limosna de más o menos medio real por semana en las cofradías de españoles, se volvía un seguro providencial en momentos de dificultades económicas. Todas las cofradías aseguraban el digno entierro de sus miembros y los sufragios para el eterno descanso de sus almas. La fiesta patronal de cada cofradía consistía para los pueblos un momento fuerte de vida religiosa y de esparcimiento.

Las cofradías llegaron a ser regidas por la ley 25 del título IV del libro I de la Recopilación de leyes de los reynos de las Indias. Dicha ley remontaba a un decreto de Felipe III (25 de mayo 1600) completado luego por Felipe IV. Luego de un período de cierta improvisación las normas eclesiásticas para la fundación de cofradías, fueron determinadas por la constitución Quaecumque de Clemente VIII en 1604, completada por la Quae salubriter de Paulo V en 1610.

El número de cofradías creadas para atender a una población relativamente modesta deja suponer que una proporción importante de los residentes, sin duda la inmensa mayoría, pertenecían a alguna de ellas. No era raro que un vecino rico perteneciera a varias cofradías. En 1650, en la mera ciudad de Panamá, para una población de apenas 16,300 habitantes, se cuentan no menos de 28 cofradías. El hecho de que no aparezcan cofradías bajo la advocación de San Francisco, Santo Domingo o San Agustín, deja suponer que dichas advocaciones se reservaban para las órdenes terceras que sin duda corrían paralelas. Las cofradías de Castilla del Oro aparecieron muy temprano. Eran parte importante de la herencia pastoral española que se trasplantó a América. Sabemos por el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo cuando fue capitán y teniente de gobernador en Santa María la Antigua cuando Pedrarias la abandonó por la ciudad de Panamá, que ya en 1522 existía la cofradía de San Sebastián, protector contra los indios flecheros, “de que todo el pueblo eran cofrades y yo uno de ellos”. (Historia general de las Indias, libro XXIX, cap. XVII). Si existía una cofradía en una capillita en el arrabal del pueblo de Santa María la Antigua, debieron existir una o varias cofradías en la catedral y el convento de los franciscanos. Hay buenos motivos para pensar que ya alrededor de 1580 había por lo menos cuatro cofradías en la modesta iglesia catedral de Panamá la Vieja, correspondientes a los cuatro altares dedicados a: La Pasión de Nuestro Señor; Nuestra Señora de la O; Nuestra Señora de la Concepción; las Ánimas. De hecho las cofradías de Nuestra Señora de las Ánimas están mencionadas en las actas de la visita canónica que hiciera en 1590 el obispo Martínez Menacho al capítulo catedral. Otras se fundarían en los conventos a medida de que se irían instalando las distintas comunidades religiosas en la ciudad de Panamá, pues en aquel tiempo difícilmente se podía imaginar un convento sin una o varias cofradías. La cofradía de Nuestra Señora de la Concepción era muy antigua en Panamá. En su testamento Francisco Pizarro legó cien pesos de oro al hospital de la cofradía de la Concepción en la ciudad de Panamá. Como el conquistador del Perú murió en 1541, la dicha cofradía necesariamente existía antes. Y como la tercera y última salida de Pizarro desde Panamá para el Perú se sitúa a principios de 1531, se supone que la cofradía se pudo erigir en la primera década de la fundación de Panamá, o sea antes de 1529, o más probablemente, que fuera una herencia de la modesta catedral de Santa María de la Antigua del Darién. Particularmente interesante es el dato de que esta cofradía tenía su hospital. Un documento importante nos da una lista detallada de las cofradías de 1650. Se trata de un informe mandado por el obispo fray Fernando Remírez al cronista de Indias, para ayudarle en la redacción de la historia del Nuevo Mundo. Una década antes, el maestrescuela Juan Requejo Salcedo había redactado para el cronista Tomás Tamayo de Vargas un informe de finalidad análoga muchos más detallado, que utilizamos para comparar dos listas levemente diferentes de las cofradías de la catedral:

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