PRENSA Y EDUCACIÓN EN EL MÉXICO DE CARLOS III

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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La historiografía ha mostrado el dinamismo cultural y educativo del último tercio del siglo XVIII en México.[1]En la base de esa renovación pedagógica se encuentra el crecimiento demográfico del virreinato, la recepción de las ideas ilustradas y la urgencia de afrontar la dramática crisis que siguió a la desaparición de los colegios de la Compañía de Jesús tras la inesperada expulsión de los religiosos en 1767.

Se fundaron escuelas, colegios, y centros de docencia e investigación superior; los obispos mexicanos, reunidos en el IV Concilio provincial celebrado en la ciudad de México en 1771, debatieron sobre educación y dieron normas a los maestros de escuelas; en los sermones los clérigos impulsaron a educar a niños y jóvenes; también en los periódicos se escribió sobre la educación. Se detecta un clima que urgía a extender y renovar la educación en que en una sociedad que se estaba transformando.

En estos años hubo un juego de oferta y demanda educativas en la Nueva España. La oferta educativa institucional amplia fue promovida por diferentes instancias educadoras. La sociedad novohispana en sus sectores criollos e indígenas estableció escuelas. Los obispos y las órdenes y congregaciones religiosas impulsaron también centros de educación. La administración virreinal y los municipios fundaron escuelas. La corona, desde España determinó medidas para impulsar la educación. Analizar el iter de las instituciones docentes permite detectar el motor inicial de esas iniciativas y, con ello, calibrar la efectiva demanda educativa de cada una de las instancias educadoras.[2]

El trabajo que sigue se propone analizar la oferta y la demanda educativas en la prensa periódica mexicana durante el reinado de Carlos III (1759-1788).[3]El estudio se ha hecho en las tres publicaciones periódicas más destacadas de esos años: el « Diario Literario de México», de D. Joseph Antonio de Alzate y Ramírez, publicado en 1768;[4]el « Mercurio Volante», de José Ignacio Bartolache, que salió en 1772-1773,[5]y « La Gazeta de México», de Manuel Antonio Valdés,[6]compendio de noticias de Nueva España, que se inició en la década de 1780 -ya en los últimos años del reinado de Carlos III- y que fue el primer periódico que alcanzó una cierta continuidad en el virreinato. Las dos primeras fueron revistas de divulgación científica; la Gazeta de Valdés fue un periódico informativo.


OFERTA Y DEMANDA EDUCATIVAS DE LA PRENSA MEXICANA CAROLINA

Las tres publicaciones periódicas mexicanas señaladas presentaron a sus lectores un proyecto cultural dirigido al progreso de la Patria. Ofrecieron un horizonte de conocimientos, de realidades, de objetivos valiosos y señalaron medios para superar o paliar los nocivos, esto es, las desgracias naturales, la ignorancia, la ociosidad o los hábitos perniciosos al desarrollo de la persona y, consiguientemente, de la sociedad.

El progreso de la Nueva España requería de la colaboración de los mexicanos, que deberían contribuir con su trabajo y que exigía para hacerlo de una preparación intelectual. Los contenidos e ideas recogidos en las tres publicaciones periódicas constituyeron una oferta y una demanda educativas para sus lectores. Esa propuesta educativa va dirigida a adultos y, fundamentalmente, tiene en el horizonte a los criollos.

Las revistas científicas se constituyen en diálogo de los elementos intelectuales del país; el periódico va dirigido a los lectores e, indirectamente a los que reciben sus noticias y propuestas por transmisión oral en tertulias familiares. Para calibrar las ofertas y demandas de educación en los medios estudiados es preciso tener en cuenta los sectores de la sociedad y los niveles educativos más desasistidos.

El sector indígena novohispano, mayoritario en la región,[7]en una gran mayoría no estaba integrado al proyecto que lanzaba la prensa escrita; los autores de esos medios de comunicación parece que lo deberían haber tenido en cuenta. Además, tras la expulsión de la Compañía de Jesús, centenares de indígenas en las misiones y en los colegios habían sido privados de toda formación.

De hecho, se promocionó la educación del indígena desde las diversas instancias educativas;[8]esas iniciativas tenían objetivos diferentes: la corona buscó la incorporación del indígena a la monarquía;[9]los prelados se propusieron mejorar la formación de los ya bautizados y potenciar las misiones de frontera;[10]los cabildos comunales y la propia comunidad indígena establecieron escuelas.[11]

La expulsión de la Compañía en 1767 supuso, además, la paralización inmediata de una amplia red de colegios que los jesuitas mantenían en todo el territorio novohispano. En 1786, tras la hambruna que azotó a la Nueva España, hubo una importante inmigración de campesinos a la ciudad de México que vio invadidas sus calles por vagabundos. Hubo una fuerte demanda de la escolaridad de nivel primario y medio, que se agudizó en la capital novohispana.

La reforma de las religiosas, promovida por obispos exponentes de la Ilustración católica y por la corona, obligó a salir de la clausura conventual a las niñas y jóvenes que las monjas educaban; siguió una crisis en la educación de la mujer, paralela a la ocasionada por la expulsión de los jesuitas, aunque de menores proporciones.[12]

Valorar la oferta y demanda educativas de la prensa estudiada requiere también tener en cuenta las características de cada publicación. Las dos revistas de divulgación científica, deberían tratar lógicamente de las ciencias elegidas y de sus aplicaciones técnicas; a nivel institucional se interesarían por la Universidad, por los centros de nivel superior ilustrados y por la incorporación de las nuevas tendencias pedagógicas a nivel secundario.[13]

La oferta y demanda educativas de la Gazeta de México, informativo novohispano, correspondería alertar de las necesidades pedagógicas de la sociedad novohispana y presentar la oferta y demanda educativas de los tres niveles institucionales -primario, secundario y superior- en la región.

Ante todo, los tres periódicos proporcionan al lector adulto la afirmación de la Patria mexicana; la región novohispana tenía una identidad comúnmente participada por todas sus provincias y se distingue de las otras regiones latinoamericanas - Cuba, Guatemala-, aunque con estas aparece insertada en la Monarquía hispana. Bartolache y Valdés, adoptan actitudes obsequiosas ante el poder constituido.

Tan sólo Alzate presenta la legitimidad de soluciones políticas diversas, en un momento en que el mundo norteamericano y el europeo están gestando la revolución. Quizás apunta en el único clérigo de los tres periodistas, la libertad de adhesión a la opción independentista que sostendría buena parte del clero en los años de la Independencia.

El periódico de Valdés despierta el interés del mexicano por la América sajona, como realidad diversa y en alza. Todos sitúan en Francia la prioridad cultural de Europa, continente a la cabeza del progreso que aspiran a lograr para la Nueva España. Francia es seguida de Inglaterra, Alemania y Holanda. Se dan a conocer algunos científicos italianos, pero a menor escala.

A otro nivel se presenta a la sede de Roma, como referente: lo hace Alzate apoyando sus tesis en la autoridad de Benedicto XIV (1740-1758) y La Gazeta al dar a conocer los privilegios y concesiones otorgados a México por la sede apostólica. Bartolache, frente a la Reforma luterana, sostiene la unidad con Roma.

Los tres periódicos ofrecen la imagen de México como un valor en alza que despierta en los lectores la conciencia de contribuir a su desarrollo. Se aprecia su naturaleza y el americano está dotado de capacidades para protagonizar el progreso de la patria. En Bartolache aparece la mujer con cualidades para aportar su contribución al proyecto común de engrandecer la Nueva España. De hecho, los tres medios muestran los avances técnico-científicos logrados por el ingenio de los mexicanos. El periódico manifiesta las dotes empresariales del novohispano.

Las dos revistas científicas, que reconocieron el retraso científico americano establecen cauces para desarrollar la observación y la crítica del lector con resultados positivos. Ninguna de las tres publicaciones afrontó la incorporación y educación del indígena, sector que requería mayor atención, según hemos visto. Fue la lectura ilustrada de la sociedad americana que aún hoy exige ser revisada.

Alzate, que se nos presenta como el más lúcido de los editores de los medios estudiados, al presentar la herencia de la Antigua América en el México de su momento, abrió una vía para captar en todas sus dimensiones la cultura novohispana. Por el contrario, Bartolache identificó cultura mexicana y cultura europea; sostuvo que los americanos que recibieron a los primeros europeos que atravesaron el Atlántico estaban en la barbarie. Alzate y Valdés conocieron y valoraron las grandes culturas del México antiguo.

Alzate dio a conocer la ciudad-fortaleza y centro religioso de Xochicalco (650- 900 dC.) que él había explorado y editó la Historia Antigua de México del jesuita Clavijero. La Gazeta de México ofertó a sus lectores la noticia de hallazgos arqueológicos mexicanos. Esa realidad de la Antigua América fue contextualizada por Alzate en su Diario literario en la Historia de la salvación. Valdés presentaba en su periódico, al nivel de los hechos, tanto la cultura novohispana ilustrada como la que enlazaba con la tradición.

La oferta histórica de Bartolache es más pobre y parcial, a la par que se cierra a la cultura precolombina, rechaza la cultura medieval que identifica con el escolasticismo decadente apoyado en la abstracción metafísica, que no alcanza a comprender. Esa doble lectura de la historia ha continuado viva en amplios sectores intelectuales de la República.

El lector del periódico de Valdés percibe una vida eclesial novohispana activa y renovada en la que continuaba vigente la normativa del IV Mexicano. Los prelados residían en sus sedes, realizaban las visitas diocesanas, se ocuparon de la formación de su clero, eran benefactores y promovían la cultura. Presentan señales de una catequesis renovada, permanece el Ripalda, a pesar del extrañamiento de los jesuitas y se incorporan textos recientes; era abundante la predicación.

El lector contacta en la Gazeta una espiritualidad cristiana de calidad con dimensiones trinitaria y cristológica; y la notable presencia del culto mariano. Los libros de espiritualidad y teología anunciados en La Gazeta no animan a posiciones extremadas que el debate de escuelas teológicas mantenía aún en Europa. En la prensa estudiada aparecen los oratorianos como continuadores de la formación espiritual y de la renovación docente de los expulsos.

Los franciscanos de Propaganda Fide cubrieron los huecos dejados por los jesuitas en las misiones. En todos los casos, fue difícil suplir a los expulsos. El novohispano siguió apreciando a la Compañía y no rompió con la herencia de los ignacianos: continuó con las devociones aprendidas de los jesuitas, estudió el catecismo de Ripalda y leyó las obras de los jesuitas exiliados en las que percibió la grandeza de su cultura.

La demanda educativa de las dos revistas científicas se dirige por su mismo carácter a cada uno de sus lectores. Les pide que colaboren en el progreso científico del país, ejercitando su observación y aplicando su capacidad crítica. Ambos se ofrecen como cauce de diálogo y debate cultural. Se percibe una respuesta, no muy abundante pero significativa. Es una respuesta, lógicamente, del sector culto, de la elite intelectual; en ella aparecen los sostenedores de las nuevas tendencias, de la experimentación y de las ciencias y técnicas aplicadas y, también, los que salen en defensa de la tradición. Son los sectores que continuarán en el México independiente.

A nivel institucional es significativo que ni Alzate, ni Bartolache, lanzaran propuestas para animar a la formación científica en la Universidad de México. Parece que ambos hubieran dado por perdida la batalla. Alzate, socio correspondiente de la Academia de Ciencias de Francia, adjudica a estas instituciones extrauniversitarias el desarrollo de las Ciencias y las Artes. Tampoco contemplan las revistas la incorporación de la nueva filosofía y de las ciencias a la educación secundaria.

Ni Alzate ni Bartolache son pedagogos; y no conciben un proyecto escolar modernizado. Es más, Bartolache aunque reconoce a la escuela secundaria la función de preparar para el nivel superior, transmite a sus lectores una cierta minusvaloración de la misma al presentarla en paralelo con la función de escuela-guardería de la juventud en los años en que espera el ingreso a la Universidad.

En La Gazeta la educación institucional está muy presente y viva. El lector percibe el papel destacado de los centros de nuevo cuño para el progreso del país; pero también detecta la transmisión de cultura que realiza la Universidad, de la que se recogen los actos públicos y los debates de ideas. El periódico refleja como noticia muy positiva la donación del obispo de Guadalajara, Fr. Antonio Alcalde, op, para fundar una Universidad en la capital de Jalisco.

Aprecia los progresos de escuelas secundarias; destaca la labor del Colegio de los oratorianos y sigue con atención la fundación y progresos de la Escuela Patriótica de Veracruz, que incorpora nuevas tendencias pedagógicas y curriculares. Hay referencias a la Real Sociedad Bascongada y a su Colegio de Vergara. A nivel primario refleja La Gazeta una amplia demanda de escuelas.

El lector conoce la apertura de escuelas por iniciativa de la sociedad, de los ayuntamientos, de los prelados y de las órdenes religiosas. Ofrecen sus servicios maestros particulares. La Gazeta da noticias de algunos actos de los colegios para la mujer: sobre todo del de Vizcaínas. Sigue con mucho interés los progresos educativos del colegio del Pilar de la Compañía de María en México y la apertura de nuevos centros semejantes en el interior. Asimismo se refleja la iniciativa social para promover colegios para las niñas mexicanas.

El indígena es el gran ausente del amplio panorama institucional educativo que se ofrece al lector de la Gazeta. Este dato cobra más dimensiones a la vista de la mayor necesidad que presentaba este sector de la sociedad novohispana. El lector del periódico conoce las iniciativas de formación del indio en las misiones; se presenta la labor del colegio establecido por el obispo de Sonora en las orillas del río Yaqui.

En México se vuelve a abrir el Colegio de Tlaltelolco. Sin embargo, la Gazeta no refleja el establecimiento de escuelas por los cabildos de los pueblos de indios. Es un dato importante de la escisión que se dio en el México ilustrado entre el sector criollo y la realidad del indígena con la que convivía. Al día de hoy no podemos ofrecer datos estadísticos de la incidencia en los novohispanos de las propuestas educativas de los tres medios estudiados.

Por la dificultad de mantener con continuidad las dos revistas culturales se puede deducir que llegó a un sector reducido. Sin embargo, como dijimos más arriba, accedió a la elite intelectual del México de esos años y sus propuestas culturales y las reacciones de los que se les oponen van a estar presente en la República por bastantes decenios.

De otra parte, la Gazeta tuvo una difusión más amplia y una mayor continuidad en el tiempo. Su proyecto cultural novohispano alentó, sin duda, el movimiento criollo; fue, a la vez, resultado del progreso cultural novohispano e incentivo para la configuración del proyecto de la Patria mexicana.

NOTAS

  1. LUQUE ALCAIDE 1970; FOZ Y FOZ 1981; GONZALBO AIZPURU 1987, 1990 a, 1990 b, 2001; MENEGUS BORNEMANN 1997; MURIEL DE LA TORRE 1982; SIEBZEHNER 1992; TANCK DE ESTRADA 1999 Y 1977; VÁZQUEZ 2000 a y 2000 b.
  2. LUQUE ALCAIDE 2003 a.
  3. El estudio de las dos fuentes de la investigación que realizo, sermón (discurso oral) y prensa (discurso escrito), nos ha llevado a una perspectiva menos bipolar, pues ambos discursos participaron de la oralidad y de la transmisión escrita. El sermón perdura en versión impresa susceptible de rectificación posterior. La prensa escrita era leída en reuniones familiares y de amigos, como manifiestan las cartas que escriben los lectores mexicanos. Sobre el sermón y su carácter escrito vid. CHILLIDA 2004. Un panorama amplio y bien perfilado de los sermones mexicanos del momento en HERREJÓN PEREDO 2003
  4. Diario Literario, de D. Joseph Antonio de Alzate y Ramírez, México 1768, Biblioteca Nacional, Fondo Antiguo, REV. micro/910.
  5. Mercurio Volante (1772-1773), de José Ignacio Bartolache, Roberto Moreno, Ed., México 31993[1979].
  6. La Gazeta de México, Compendio de Noticias de Nueva España, de Manuel Antonio Valdés, t. I-III, México. 1784-1789.
  7. Según el padrón realizado en 1742 por José Antonio Villaseñor y Sánchez, de los cinco millones de habitantes en la Nueva España, tres millones (60%) eran indígenas. El 90% de ellos fueron registrados como moradores en los pueblos; el 10% vivían en haciendas, en centros mineros o en Ciudades de españoles: cfr. TANCK DE ESTRADA 2002.
  8. TANCK DE ESTRADA 1999; LUQUE ALCAIDE 1999. GONZALBO AIZPURU 1996.
  9. La corona, además de promocionar al clero indígena indicando que un tercio de las becas de los seminarios se destinasen a los naturales, indicó en 1766 que se abrieran todos los centros de enseñanza a los indios y que se les promovieran en dignidades y oficios públicos; en 1778 autorizó que el presupuesto de las escuelas de pueblos de indios saliera de las cajas de comunidad; en I782 erigió en las misiones de la Comandancia del Norte dos Custodias misioneras minoritas, a propues ta del obispo de Sonora, Antonio de los Reyes, ofm (1783-1787); y se aprobó el colegio de Nuestra Sra. de Guadalupe, en las márgenes del río Yaqui, al que se dotó de catorce becas, para dos jóvenes de cada uno de los siete pueblos de la región; alguno de sus alumnos se ordenó de presbítero. LUQUE ALCAIDE 2003 a.
  10. En 1765, el arzobispo de México, Manuel José Rubio y Salinas informaba que había establecido en el arzobispado 228 escuelas para niños y niñas indios en las que, se les enseñaba a leer y escribir: AGI., México, 1.937, Manuel José, arzobispo de México al rey. Méjico, 3-IV-1765. LUQUE ALCAIDE 1970, págs. 235-236 y cuadro inserto. En el IV Concilio Mexicano de 1771 se adoptaron medidas educativas Y en los debates se perfilaron dos posiciones sobre el tema: cfr. LUQUE ALCAIDE 2005 a y 2006.
  11. Los pueblos de indios más importantes del arzobispado de Méxicoo fundaron escuelas ya en 1754; a partir de 1786 los cabildos y cofradías de indios sostuvieron a mayoría de las escuelas de los pueblos de naturales: vid. TANCK DE ESTRADA 2002.
  12. Real Cedula del 22 de mayo de 1774, ordenando que salieran de los conventos de religiosas novohispanas el personal ajeno a la Orden: sirvientas y niñas educandas; el Arzobispo Alonso Núñez de Haro, para afrontar el problema acogió a un buen número de educandas en el Colegio de Belén que dependía de la mitra y pidió a la Cofradía de Aranzazú que recibiera a algunas en el Colegio de las Vizcaínas: FOZ y FOZ: 1981, pág. 350 y n. 14; LUQUE ALCAIDE 1995, págs.129-132. d
  13. Los oratorianos en el Colegio de San Francisco de Sales, de San Miguel el Grande habían introducido la enseñanza de la filosofía de Descartes, Malebranche, Wolff y Leibnitz, del que impugnaban su armonía preestablecida; también incluyeron en su plan de estudios las matemáticas y la física.

BIBLIOGRAFÍA

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- Historia de la educación en la época colonial: el mundo indígena. México, 1990 b
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