Diferencia entre revisiones de «PUEBLA DE LOS ÁNGELES; Ciudad»

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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==Razones de la fundación de la Ciudad==
 
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Concluida la conquista del Imperio Azteca en agosto de 1521, tras los conquistadores llegaron a [[NUEVA_ESPAÑA;_Virreinato_de_la | la Nueva España]] todo tipo de personas, tales como los extraordinarios primeros doce frailes franciscanos↗ que arribaron en 1524, y algunos españoles que se sumaban a la política establecida por la Corona para integrar a los indígenas a la civilización y cultura cristiana; pero muchos otros fueron aventureros que buscaban únicamente enriquecerse de la manera más fácil y rápida posible, incluyendo a algunos que vejaban y maltrataban a los indígenas. Por esa razón  el obispo Zumárraga se enfrentó con el presidente de la primera audiencia Nuño Beltrán de Guzmán y lo  denunció ante el Rey, lo que dio por resultado la destitución y juicio de Beltrán de Guzmán y sus oidores y el nombramiento de una nueva Audiencia.<ref>Cfr. Lopetegui - Zubillaga, Historia de la Iglesia en la América Española. Ed. BAC, Madrid, 1965,  p. 345</ref>Pero el desorden estaba presente en la naciente sociedad.
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Concluida la conquista del Imperio Azteca en agosto de 1521, tras los conquistadores llegaron a [[NUEVA_ESPAÑA;_Virreinato_de_la | la Nueva España]] todo tipo de personas, tales como los extraordinarios primeros doce frailes franciscanos que arribaron en 1524, y algunos españoles que se sumaban a la política establecida por la Corona para integrar a los indígenas a la civilización y cultura cristiana; pero muchos otros fueron aventureros que buscaban únicamente enriquecerse de la manera más fácil y rápida posible, incluyendo a algunos que vejaban y maltrataban a los indígenas. Por esa razón  el obispo Zumárraga se enfrentó con el presidente de la primera audiencia Nuño Beltrán de Guzmán y lo  denunció ante el Rey, lo que dio por resultado la destitución y juicio de Beltrán de Guzmán y sus oidores y el nombramiento de una nueva Audiencia.<ref>Cfr. Lopetegui - Zubillaga, Historia de la Iglesia en la América Española. Ed. BAC, Madrid, 1965,  p. 345</ref>Pero el desorden estaba presente en la naciente sociedad.
  
 
“No lamentaban menos este desorden los Misioneros franciscanos que en el ejercicio de su apostólico ministerio experimentaban el perjuicio que causaba, retardando e impidiendo en mucha parte la conversión de los indios (…) Nos les era menos sensible la vida licenciosa que tenían muchos de los cristianos, que olvidados de su deber y entregados a los vicios, especialmente  de codicia y lascivia, fomentados a la ociosidad, queriendo vivir y enriquecerse a costa de los indios, eran incesantes los excesos de aquellos y las quejas de éstos a los Misioneros, siendo el mal ejemplo una fuerte rémora para que abrazasen la Religión Cristiana. Estos, y no otros, fueron los motivos que estimularon el fervoroso celo del Señor  Obispo (de Tlaxcala, fray [[GARCÉS,_Fray_Julián | Julián Garcés]] O.P.↗) para ocurrir por su parte, como lo hicieron los Franciscanos por la suya, a representarlos a la Real Audiencia (la segunda), pidiendo las providencias convenientes y proponiendo como la más oportuna en las presentes circunstancias, el que se hiciese una población de españoles en esta Provincia de Tlaxcala.”<ref>Mariano Fernández Echeverria y Veytia. Historia de la fundación de la Ciudad de la Puebla de los Ángeles. Ed. Gobierno del Estado de Puebla, 1990. (Edición facsimilar) Vol. I, p. 60-61</ref>
 
“No lamentaban menos este desorden los Misioneros franciscanos que en el ejercicio de su apostólico ministerio experimentaban el perjuicio que causaba, retardando e impidiendo en mucha parte la conversión de los indios (…) Nos les era menos sensible la vida licenciosa que tenían muchos de los cristianos, que olvidados de su deber y entregados a los vicios, especialmente  de codicia y lascivia, fomentados a la ociosidad, queriendo vivir y enriquecerse a costa de los indios, eran incesantes los excesos de aquellos y las quejas de éstos a los Misioneros, siendo el mal ejemplo una fuerte rémora para que abrazasen la Religión Cristiana. Estos, y no otros, fueron los motivos que estimularon el fervoroso celo del Señor  Obispo (de Tlaxcala, fray [[GARCÉS,_Fray_Julián | Julián Garcés]] O.P.↗) para ocurrir por su parte, como lo hicieron los Franciscanos por la suya, a representarlos a la Real Audiencia (la segunda), pidiendo las providencias convenientes y proponiendo como la más oportuna en las presentes circunstancias, el que se hiciese una población de españoles en esta Provincia de Tlaxcala.”<ref>Mariano Fernández Echeverria y Veytia. Historia de la fundación de la Ciudad de la Puebla de los Ángeles. Ed. Gobierno del Estado de Puebla, 1990. (Edición facsimilar) Vol. I, p. 60-61</ref>

Revisión del 14:46 29 jun 2015

La ciudad de Puebla de los Ángeles fue fundada el 16 de abril de 1531. Se encuentra asentada en el Altiplano central de México, en un valle rodeado por las montañas y volcanes más altos del País: el volcán activo Popocatepetl (5500 msnm), el Iztaccihuatl (5286 msnm), el Citlaltépetl o Pico de Orizaba (5610 msnm) y La Malintzin o Malinche (4420 msnm). La ciudad se encuentra situada a 110 kilómetros al sureste de la ciudad de México y a 275 del puerto de Veracruz. Con una altitud de 2160 metros sobre el nivel del mar, clima subtropical templado y lluvias puntuales y abundantes de mayo a octubre, la ciudad goza de una temperatura muy agradable casi todo el año. Durante el periodo virreinal Puebla fue la segunda ciudad en importancia en la Nueva España↗;en la actualidad cuenta con millón y medio de habitantes[1]y dos millones setecientos cincuenta mil en su zona metropolitana, siendo la cuarta más poblada de México.

Razones de la fundación de la Ciudad

Concluida la conquista del Imperio Azteca en agosto de 1521, tras los conquistadores llegaron a la Nueva España todo tipo de personas, tales como los extraordinarios primeros doce frailes franciscanos que arribaron en 1524, y algunos españoles que se sumaban a la política establecida por la Corona para integrar a los indígenas a la civilización y cultura cristiana; pero muchos otros fueron aventureros que buscaban únicamente enriquecerse de la manera más fácil y rápida posible, incluyendo a algunos que vejaban y maltrataban a los indígenas. Por esa razón el obispo Zumárraga se enfrentó con el presidente de la primera audiencia Nuño Beltrán de Guzmán y lo denunció ante el Rey, lo que dio por resultado la destitución y juicio de Beltrán de Guzmán y sus oidores y el nombramiento de una nueva Audiencia.[2]Pero el desorden estaba presente en la naciente sociedad.

“No lamentaban menos este desorden los Misioneros franciscanos que en el ejercicio de su apostólico ministerio experimentaban el perjuicio que causaba, retardando e impidiendo en mucha parte la conversión de los indios (…) Nos les era menos sensible la vida licenciosa que tenían muchos de los cristianos, que olvidados de su deber y entregados a los vicios, especialmente de codicia y lascivia, fomentados a la ociosidad, queriendo vivir y enriquecerse a costa de los indios, eran incesantes los excesos de aquellos y las quejas de éstos a los Misioneros, siendo el mal ejemplo una fuerte rémora para que abrazasen la Religión Cristiana. Estos, y no otros, fueron los motivos que estimularon el fervoroso celo del Señor Obispo (de Tlaxcala, fray Julián Garcés O.P.↗) para ocurrir por su parte, como lo hicieron los Franciscanos por la suya, a representarlos a la Real Audiencia (la segunda), pidiendo las providencias convenientes y proponiendo como la más oportuna en las presentes circunstancias, el que se hiciese una población de españoles en esta Provincia de Tlaxcala.”[3]

El sueño de fray Julián

La Real Audiencia estuvo de acuerdo con la propuesta del obispo de Tlaxcala y comisionó a los franciscanos para que, en compañía de la Justicia Real, eligieran el sitio donde se asentaría la nueva población. Los religiosos franciscanos empezaron a recorrer la Provincia mientras fray Julián Garcés oraba por el buen cumplimiento de su cometido. Dice el ilustre abogado e historiador del siglo XVIII Mariano Fernández Echeverría, que las oraciones del Obispo “fueron tan poderosas que la elección del terreno no se debió a los hombres sino al mismo Dios, por una particular y milagrosa ilustración.”[4]

Mariano Fernández continua diciendo: “Referiré el suceso, cumpliendo con las leyes de historiador, como lo he oído desde mi niñez a personas doctas, juiciosas, y timoratas, que lo aprendieron de sus mayores y como le hallo escrito en los documentos que tengo entre manos para la formación de esta obra (…) Dicen, pues, que entregado a la quietud del sueño, el señor obispo Don Julián Garcés, una noche, que asientan haber sido víspera del Arcángel San Miguel, en su festividad, que celebra la Iglesia a 29 de septiembre…le fue mostrado un hermoso dilatado campo, por medio del cual corría un cristalino río, y estaba rodeado por otros dos que le ceñían y le circunvalaban (…) haciéndole entender al venerable prelado, que aquel era el lugar que tenía el Señor preparado para la fundación que se pretendía, a cuyo tiempo vio descender de los cielos a él algunos ángeles, que, echando los cordeles, planteaban y delineaban la nueva población…Despertó muy de madrugada y la primera diligencia que hizo fue celebrar el santo sacrificio de la misa, con mucha devoción y recogimiento y haciendo llamar después a los Religiosos Franciscanos, que se hallaban en Tlaxcala (entre los cuales fue uno el Padre Fray Toribio Motolinía, que algunos afirman estaba de Guardián) y a otras personas distinguidas y de su confianza, así españoles como indios, les refirió el sueño y les dijo que estaba resuelto a salir en persona a reconocer la tierra, por si en ella hallaba el sitio que se había mostrado en el sueño, para cuyo efecto quería que le acompañasen. Salió, pues, con esta comitiva, dirigiéndose, no sin superior impulso hacia la parte del sur y habiendo andado como cinco leguas, llegando al paraje en que hoy está la Ciudad, suspendió su marcha, haciendo alto en él y tendiendo la vista por uno y otro lado, conocía ser el mismo que se había manifestado en el sueño, volviendo a los que le acompañaban les dijo estas palabras: Este es el lugar que me mostró el Señor y donde quiere que se funde la nueva Ciudad.[5]

Sobre el «sueño de fray Julián» que determinó el lugar donde se asienta la «Ciudad de los Ángeles», Fernández Echeverría afirma: “El común y general consentimiento, a más de asegurarlo los mismos escritos, es tan notorio, que apenas se hallará en esta Ciudad persona medianamente instruida que lo ignore y finalmente, no he hallado hasta ahora testimonio coetáneo o inmediato, que lo contradiga, pero ni alguno de los más modernos de nuestros tiempos, ni persona que lo impugne, antes al contrario, hallo en los monumentos antiguos que se guardan en el Archivo de la nobilísima ciudad, que desde aquellos tiempos se creyó que la elección del sitio en que se fundó la Ciudad, no procedió de industria humana.”[6]

Fundación de la Ciudad

El río que atraviesa el lugar previsto en el sueño de fray Julián fue llamado Río San Francisco, y en su ribera oriental, en El Alto de San Francisco, se fundó la ciudad el domingo 16 de abril de 1531, octava de la Pascua de Resurrección. “Concurrieron en este día los pobladores con los Religiosos Franciscanos y los indios de las dichas tres ciudades (Tlaxcala, Tepeaca y Huejotzingo, las cuales tenían ya conventos de la Orden franciscana), que el mismo Padre Torquemada[7]y los que le copian aseguran haber sido diez y seis mil, los ocho mil de Tlaxcala, cuatro mil de Tepeaca y cuatro mil de Huexutzingo. Que dispusieron una choza de enramada y en ella levantaron un altar, aderezado en la mejor forma que se pudo, en el cual ante todas las cosas, celebró el santo sacrificio de la misa el Venerable Padre Fr. Toribio de Benavente, conocido por Motolinía, y concluido éste, bendijo la tierra y se procedió a echar los cordeles para delinear y formar las calles y a repartir los sitios, para las casas, entre los pobladores.”[8]

Cinco meses después, el 29 de septiembre de ese mismo año de 1531, se formalizó la fundación con la autoridad Real y los pobladores españoles se trasladaron a la ribera occidental del Río de San Francisco, donde se empezó la construcción del primer templo, pero los franciscanos permanecieron en la ribera oriental donde construyeron su convento. Los españoles que se avecindaron en ese inicio y a quienes se les dotó de solares fueron treinta y tres varones y una viuda, siendo el primer alcalde Alvar López.[9]

Para el año de 1534, recibida ya la Cédula Real de fundación y formadas sus ordenanzas, se procedió a celebrar las primeras elecciones de Alcaldes Ordinarios y Regidores “Arregladas al fuero y costumbres de las ciudades de España y el día primero de enero del dicho año de 1534 se halla la primera que hicieron en dicho libro número 3 a su hoja 122,”[10]nombrando regidores a Francisco de Oliveros, Cristóbal de Soto, Alonso de Buisa, Gonzalo Díaz, Sebastián Rodriguez, Martín de Calahorra, Juan Bernal y Alonso Enco de Peñaranda.

Otorgamiento de Escudo de Armas a la Ciudad

Respondiendo a la solicitud que la Ciudad hizo al Emperador en 1534, reiterándola en 1537 para que la dotara de Escudo de Armas, la Reina Isabel de Portugal, esposa de Carlos V, “expidió una Real Cédula en pergamino, que trajo consigo el mismo Gonzalo Díaz de Vargas, fecha en la Villa de Valladolid, a 20 días del mes de julio del año de 1538 en que se le da por Armas un Escudo y dentro de él una Ciudad con cinco torres de oro, asentada sobre un campo verde y dos Ángeles, uno de cada parte vestidos de blanco realzados en púrpura y oro asidos a la dicha Ciudad a la mano derecha una letra como esta K y a la parte izquierda otra letra como esta V que quieren decir las dos letras Carlos V é las dichas letras han de ser de oro y en la parte baja de la dicha Ciudad y bajo del campo verde dó está asentada la dicha Ciudad, un río de agua en campo celeste y una orla en torno del dicho escudo unas letras de oro en campo colorado que digan Angelis suis Deus Mandavit de Te ut custodiant te in ómnibus vystuis.”[11]Esta frase (Envió Dios a sus Ángeles a que custodien tus caminos) es el verso undécimo del Salmo 90. Los Ángeles, asidos a la Ciudad, hacen referencia a “una Ciudad de hombres, fabricada, sostenida y defendida de los Ángeles y esto es puntualmente lo que hace alusión al sueño misterioso.”[12]

El nombre de la ciudad

Los primeros vecinos, que estaban perfectamente enterados del «sueño de fray Julián», espontáneamente llamaron a la nueva población como «la Puebla de los Ángeles», usando la palabra «Puebla» como verbo (la acción de poblar) y no como sustantivo. Esta designación fue aceptada por todos, y ya el 14 de junio de 1532 la Audiencia de México envió una “Real provisión” dirigida “a la Puebla de los Ángeles” para reglamentar la elección de alcaldes y regidores.[13]Pero la naciente población era sólo una «villa», no una ciudad.

Sin embargo, contra las normas y tradiciones de la época, en sólo 22 meses la «Puebla de los Ángeles» fue elevada a la categoría de ciudad mediante una Cédula Real expedida por la Reina Madre que dice: “por quanto los nuestros Oydores de a nuestra Audiencia y Chancillería Real de la Nueva España han poblado de Christianos españoles, un Pueblo, que se dize Puebla de los Ángeles, que es entre Cholula y Tlaxcala, por ende, por la voluntad, que el Emperador mi Señor y Yo tenemos, que el dicho Pueblo se ennoblezca y augmente, y otros se animen a vivir en él, es nuestra merced, é voluntad, que de aquí adelante se llame, ó intitule Ciudad de los Ángeles…”[14]

Sin embargo muchos siguieron agregando la palabra «Puebla» al nombre de la «Ciudad de los Ángeles», “por lo que la Ciudad junta en su Cabildo se vio precisada a mandar por un acuerdo del día ocho de marzo del año de 1543 (…) que el Escribano de Cabildo y los demás de la Ciudad en todos los instrumentos que ante ellos pasasen no pusiesen Puebla, sino Ciudad de los Ángeles, cuando la nombrasen imponiéndoles pena para su cumplimiento. Pero no bastó esto para desarraigar la costumbre de nombrarla Puebla de los Ángeles (…) por lo que el Rey… mandó por otro acuerdo de 2 de enero de 1578 que se publicase por bando y que todos los Escribanos públicos y Reales pusiesen en todos los autos y escrituras muy noble y muy leal Ciudad de los Ángeles. Ni esto bastó para olvidar el nombre de Puebla, que continuó no sólo entre el vulgo, sino también entre la gente principal, de suerte que habiendo venido a ocupar la silla Episcopal el Ilustrísimo y Exmo. Señor Dn. Juan de Palafox y Mendoza↗ y no queriendo seguir el estilo de sus antecesores, que se firmaban Obispos de Tlaxcala, fue el primero que se firmó Obispo de la Puebla de los Ángeles.”[15]

En la época independiente el Presidente Benito Juárez↗ decretó la eliminación del nombre de Puebla «de los Ángeles» para sustituirlo por el de Puebla «de Zaragoza», en honor al General Ignacio Zaragoza quien el 5 de mayo de 1862 comandó al Ejército de Oriente que rechazó en Puebla a las fuerzas expedicionarias francesas. Así Puebla «de Zaragoza» es hoy el nombre oficial de la Ciudad, pero a semejanza de lo ocurrido con los decretos virreinales, la mayoría de la población designa a la ciudad como Puebla «de los Ángeles», utilizando también el término «Angelópolis».

La Arquidiócesis de Puebla de los Ángeles

Después de formalizada la fundación de la «Ciudad de los Ángeles» en la festividad del Arcángel San Miguel del año 1531, otros españoles se avecindaron en ella, y para abril de 1532 eran ya ochenta y dos.[16]El cuidado espiritual de los vecinos españoles avecindados en la ribera occidental del río San Francisco, quedó a cargo del Padre Alonso Ruíz de Arévalo, designado Párroco por el obispo fray Julián Garcés en una primera Iglesia construida en el portal de Borja (hoy Portal Iturbide). El cuidado espiritual de los indígenas quedó a cargo de los frailes franciscanos en la “Doctrina del barrio del Alto” situada en la ribera oriental donde construyeron su convento.

El 13 de octubre de 1525 S.S. Clemente VII emitió la bula “Devotionis tuae” con la cual erigió la diócesis de Tlaxcala, primera en la Nueva España, designando al Obispo Carolense fray Julián Garcés O.P como su titular[17]. En Tlaxcala tuvo fray Julián su sueño y desde esa ciudad participó en la fundación de la Angelópolis e impulsó su crecimiento. Para 1539 fray Julián residía ya en la Angelópolis, así como el tesorero y tres canónigos de la Iglesia de Tlaxcala. En 1541 “el Señor Obispo, con todo su Cabildo determinó, que la residencia de todos fuese en esta Ciudad (de los Ángeles) y en su Iglesia se hiciesen todas las funciones de Catedral, así parece haberlo practicado desde entonces y habiéndolo aprobado S.M., se sirvió expedir una Real Cédula el Príncipe Gobernador (Felipe II), fecha en Madrid a 6 de junio de 1543, por la cual ordena que la Iglesia de esta Ciudad de los Ángeles sea la Catedral del Obispado.”[18]

Ilustres prelados ocuparon la Silla Episcopal de la Angelópolis, destacando Don Juan de Palafox y Mendoza↗ quien, en 1644, fundó el Seminario Conciliar (después llamado «Seminario Conciliar Palafoxiano») y reanudó los trabajos de construcción de la Catedral Angelopolitana, concluyéndola y consagrándola el 18 de abril de 1649. El 9 de agosto de 1903, mediante la Bula Praedecessoris Nostri, S.S. san Pío X elevó la Diócesis de Puebla de los Ángeles al rango de Arquidiócesis, siendo el Siervo de Dios Mons. Ramón Ibarra y González↗ su último Obispo y primer Arzobispo.

Acontecimientos relevantes

De los acontecimientos relevantes ocurridos en la Puebla de los Ángeles destacan la ocupación por las tropas de los Estados Unidos del general Scott en 1847, y la ya mencionada defensa ante las fuerzas expedicionarias francesas, las cuales fueron rechazadas el 5 de mayo de 1862, así como el sitio y caída de Puebla ante esas mismas fuerzas al año siguiente. Durante la retirada del Ejército francés de México, el general Porfirio Díaz ↗ derrotó al general Bazaine en las afueras de la Ciudad, tomándola el 2 de abril de 1867.

De hecho la Revolución de 1910 convocada por Francisco I. Madero dio inicio en Puebla cuando el 18 de noviembre de ese año, la Policía quiso catear la casa de los hermanos Serdán Alatriste, desatándose una balacera en la cual resultaron muertos el jefe de la Policía, Máximo y Aquiles Serdán.

El domingo 28 de enero de 1979 S.S. Juan Pablo II inauguró los trabajos de la Tercera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano↗ que se celebró en el Seminario Palafoxiano. El llamado «Documento de Puebla», producto de esa Asamblea, se convirtió desde entonces en uno de los principales puntos de referencia de la acción Pastoral de la Iglesia en América Latina.

Notas

  1. El Censo de 2010 indica 1,539 819 habitantes y 406 507 viviendas familiares (INEGI)
  2. Cfr. Lopetegui - Zubillaga, Historia de la Iglesia en la América Española. Ed. BAC, Madrid, 1965, p. 345
  3. Mariano Fernández Echeverria y Veytia. Historia de la fundación de la Ciudad de la Puebla de los Ángeles. Ed. Gobierno del Estado de Puebla, 1990. (Edición facsimilar) Vol. I, p. 60-61
  4. Ibídem, p.65
  5. Ibídem pp.65-67
  6. Ibídem, p.72
  7. Se refiere a Fray Juan de Torquemada y a su obra “Monarquía Indiana”
  8. Ibídem, p.84
  9. La lista de los primeros vecinos en las páginas 131-133 del Tomo I de la obra de Mariano Fernández.
  10. Ibídem, p. 181
  11. Ibídem, p. 196
  12. Ibídem, p. 199
  13. Ibídem, p.171
  14. Ibídem, p. 170
  15. Ibídem, pp. 176-177
  16. Ibídem, Vol. II, p. 11
  17. Fray Julián había sido consagrado Obispo de la Diócesis Carolense ( Yucatán), la cual nunca llegó a establecerse.
  18. Mariano Fernández, Vol. II, p. 45

BIBLIOGRAFÍA:

Mariano Fernández Echeverria y Veytia. Historia de la fundación de la Ciudad de la Puebla de los Ángeles. Ed. Gobierno del Estado de Puebla, 1990. (Edición facsimilar) Volúmenes I y II

Enciclopedia de México. Tomo XI, México, 1993

Lopetegui – Zubillaga. Historia de la Iglesia en la América Española. Ed. BAC, Madrid, 1965


JUAN LOUVIER CALDERÓN