SANDOVAL, Alonso de

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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(1576, Sevilla – 1652, Cartagena de Indias)

Alonso de Sandoval fue un sacerdote jesuita español que se dedicó a la evangelización de los esclavos negros que fueron transportados por la trata de esclavos de los países europeos a Cartagena de Indias. Es particularmente conocido por su tratado «De instauranda Æthiopum salute», una importante contribución al estudio del comercio de esclavos y el impacto de la religión en los procesos de esclavización.

Hijo de Tristán Sánchez, toledano y personaje destacado de la elite limeña del siglo XVI, y de su segunda mujer, María de Aguilera, Alonso de Sandoval nació en Sevilla el 7 de diciembre de 1576, donde su familia se encontraba por estar su padre tramitando la obtención de un oficio burocrático.

El padre de Sandoval había trabajado como funcionario del gobierno en la burocracia española y viajó a América a finales del año 1550, a regiones que incluyen lo que ahora se conoce como Chile y Bolivia. Sandoval tenía 11 hermanos, nacidos de relaciones que su padre había tenido con tres mujeres distintas, uno de los cuales fue descrito como un hijo mestizo.

Su padre regresó a España en 1573, llevando con él a su esposa, a un hijo mestizo «ilegítimo», a otros cuatro de sus hijos, a su suegra, a dos sirvientes y a un esclavo. Se supone que la primera esposa del padre de Sandoval falleció de camino a España o poco después, porque él se habría casado con otra mujer tras llegar a España. Esa nueva esposa de su padre sería la madre de Alonso y de varios de sus hermanos.

Cuando Sandoval cumplió siete años, él y su familia acompañaron a su padre a Lima en otro empleo burocrático. Fue en Lima, capital del virreinato del Perú, donde Sandoval recibió gran parte de su educación. Sandoval estudió en el colegio jesuita de San Pablo en Lima, considerado como uno de los mejores colegios de las Américas en ese momento.

En 1583 su padre consiguió la plaza de contador de la Real Hacienda de Lima y se embarcó rumbo a su destino junto a su mujer y sus doce hijos, de los cuales seis serían religiosos. Ya en la Ciudad de los Reyes, Sandoval estudió en el Colegio de San Martín y, en 1595, ingresó en la Compañía de Jesús. Algunos dan la fecha de 1593. Tras cursar allí el noviciado y la Filosofía, se trasladó a Cuzco donde completó un año de Teología y fue ordenado sacerdote en 1604.

Al año siguiente fue destinado al recién fundado Colegio de Cartagena de Indias, donde se convirtió en el principal impulsor del apostolado entre los esclavos negros y donde permaneció por el resto de su vida. Fue nombrado como director del colegio de jesuitas de Cartagena hasta su muerte, ocurrida el 25 de diciembre de 1652, cuando cayó víctima de una epidemia que afectó a la ciudad en aquel año. En 1606 y 1608 realizó viajes de misión por las regiones de Urabá y Antioquia respectivamente. Su experiencia con los negros bozales le llevó a cuestionar la nulidad del bautismo que recibían en las costas africanas y a proponer métodos alternativos para su catequesis.

Visitaba las bodegas de los navíos negreros cuando llegaban a puerto y, allí mismo, alimentaba y consolaba a los esclavos del penoso viaje. Con la ayuda de intérpretes nativos, averiguaba su procedencia y quiénes no habían recibido un bautismo válido, para catequizarlos y poder bautizarlos ajustándose debidamente al rito sacramental.

Aunque sus propuestas encontraron respaldo entre diferentes teólogos, e incluso recibieron la aprobación del arzobispo de Sevilla en 1614, durante algún tiempo se prohibió a los jesuitas bautizar a los esclavos por ser competencia de los párrocos. Entre 1617 y 1619 se trasladó a Lima para resolver unos asuntos económicos de su colegio y dejó como sustituto en Cartagena a san Pedro Claver, quien sería desde entonces el principal discípulo de sus métodos misionales.

Alonso de Sandoval dedicó cuarenta y cinco años a observar los despojos humanos que los barcos negreros trasladaban desde la lejana África al puerto de Cartagena de Indias. Dicen que bautizó a más de sesenta mil, que vomitó sus entrañas al bajar a las fétidas bodegas donde se hacinaban vivos y muertos junto a moribundos y heces, y que de tanto hablarles en un latín que nadie entendía terminó entendiendo él mismo lo que significaba ser africano.

Dejó de verlos entonces como lo que no eran, pero todos suponían: bestias, y los supo humanos, y su inicial tarea evangelizadora cambió a una labor humanitaria, de ayuda al moribundo, al desesperado, al más evidente paralelismo de su adorado «ecce homo». Incluso escribió un largo tratado sobre el africanismo y cómo tratar a esos seres despojados de cualquier humanidad.

Como premio a tanto desvelo contrajo la peste bubónica y agonizó durante tres años hasta que murió a los setenta y tres. Por si fuera poco, su obra se diluyó en la historia y el eco que mereció su esfuerzo lo acaparó Pedro Claver, que fue su alumno y además le adelantó al ser elevado a los altares como santo por su lucha contra la esclavitud.

Entre sus contemporáneos no faltó quien vio un castigo divino en tan horrible muerte porque si en algo se había distinguido Alonso fue en una crítica inteligente al incontestable negocio de la esclavitud y en arrastrarse por los bajos fondos de la Cartagena virreinal, procurando alivio a esos pobres seres arrancados de sus selvas para languidecer cargados de cadenas bajo el sol del Caribe.

Un recuerdo que hoy sigue grabado en la mente colectiva de las poblaciones afro-colombianas, sobre todo de los cartageneros negros, y en un folclore que el cantautor de música caribeña –nacido en Cartagena de Indias– José (Joe) Arroyo González (1955-2011) inmortalizó en su letra «Rebelión»:

Cuando aquí

Llegaban esos negreros

Africanos en cadenas

Besaban mi tierra

Esclavitud perpetua


“A mí me ha cabido por gran dicha y bienaventuranza mía ser padre de todos los negros e indios de toda esta ciudad y sus estancias”, decía Sandoval mientras murmuraban los negreros. Pocos hubieran sospechado cuando salió de su Sevilla natal que Alonso destacaría en la defensa de aquellas miserables criaturas reducidas por la trata a la esclavitud más oprobiosa y tampoco lo creerían sus vecinos de Lima, donde se había establecido su familia.

Formado como jesuita, su primera misión le llevó a Cartagena para descubrir aquellos rostros humillados. Y para descubrir también como eran malamente bautizados, incluso por sus mismos hermanos jesuitas, simplemente arrojándoles un jarro de agua por la cabeza, en silencio. Ahí le surgen las grandes dudas sobre la validez de aquellos bautismos, por lo que escribe un tratado de nombre laberíntico: «Preguntase si es lícito baptizar los morenos de Cartagena como los padres de la Compañía los baptizan», una posición que le granjeó no pocas hostilidades por parte de algunos clérigos y de los negreros sin escrúpulos.

Alonso debió de horrorizarse cuando comprobó que los curas bautizaban a los esclavos mientras los encadenaban, que les soltaban largos latinajos en un idioma que les resultaba ininteligible y que les aseguraban que el paraíso les aguardaba tras la fachada de una vida sometida al yugo de los trabajos forzados. Por todo ello, y tras larga observación y convivencia con aquella traumática realidad, Alonso, el jesuita misionero, sintió renacer en él el llamado vocacional misionero en favor de aquel mundo africano, degradado y humillado.

Fruto de tal experiencia vocacional fue su obra más conocida escrita en 1627: «Naturaleza, policía sagrada y profana, costumbres y ritos, disciplina y catecismo evangélico de todos los etíopes», luego más conocida como «El mundo de la esclavitud negra en América». Una larga relación de la historia y ritos de los pueblos de Guinea y Angola, aunque para él como para la mentalidad común de entonces todo era «Etiopía», la terrible experiencia de la esclavitud y los malos tratos que recibían de manos de sus patronos esclavistas.

La obra de Sandoval denuncia la lamentable situación en la que se encontraban miles de seres humanos a los que nadie concedía incluso la existencia del alma inmortal. Su obra encontró eco en su alumno Pedro Claver, que dedicó toda su vida a los esclavos con tanta pasión que entró en el santoral por la puerta grande.

«De instauranda Æthiopum salute» Tratado de la esclavitud

En Lima comenzó la redacción de su obra «Naturaleza, policía sagrada y profana, costumbres y ritos, disciplina y catecismo evangélico de todos los etíopes», publicada en Sevilla en 1627 y dividida en cuatro libros. El primero de ellos es toda una descripción antropológica de los pueblos africanos de los que procedían los esclavos. El segundo detalla la injusta situación de los negros sin llegar a condenar, no obstante, la esclavitud. El tercero recoge la metodología fruto de su propia experiencia y aborda el problema de los «rebautismos». El cuarto, finalmente, es una apología del apostolado jesuítico con los negros de Nueva Granada.

En 1620 se le nombró procurador general de la provincia del Nuevo Reino de Granada, y entre 1624 y 1628 fue rector del Colegio de Cartagena de Indias, cuya dirección le valió también incluso críticas desfavorables por parte de sus superiores.

Por ese motivo, y por querer cambiar los métodos imperantes en el trabajo misional con los esclavos africanos, los padres generales de la Compañía le negaron la profesión de los cuatro votos que emiten los jesuitas, el cuarto según y cuando el Prepósito General lo considere oportuno; y ello, a pesar del insistente ruego de sus hermanos jesuitas de la provincia.

Su obra mereció una segunda edición, publicada en Madrid en 1647 con el título de «De instauranda aethiopum salute», que solo incluyó el primero de los libros de la anterior, si bien muy ampliado y corregido tras años de observación y convivencia con las poblaciones africanas. Murió en la Navidad de 1652, víctima de la enfermedad contraída en la epidemia que asoló Cartagena el año anterior.

La publicación de su obra «De instauranda Æthiopum salute»

«De instauranda Æthiopum salute» se publicó originalmente en español en Sevilla en 1627, con el título de «Naturaleza, policía sagrada y profana, costumbres y ritos, disciplina y catecismo evangélico de todos los etíopes o De instauranda Aethiopum salute». Actualmente, solo pocas bibliotecas en América Latina, Europa y Estados Unidos tienen copias de la edición original de este texto.

La obra se divide en cuatro libros: el primero –que es de gran utilidad– señala la ubicación geográfica y las características físicas y etnográficas de los esclavos que llegaban a Cartagena desde el río Senegal hasta la isla de Luanda y aún más allá hasta el océano Índico. El segundo es el más ilustrado con abundancia de citas de apóstoles, tratadistas y doctores de la Iglesia, dirigidas todas a encender en el corazón de los sacerdotes el deseo de ocuparse de la conversión y salud espiritual de los desgraciados esclavos.

El tercero suministra métodos prácticos para conocer si los negros que llegaban a Cartagena estaban bautizados o no, para catequizarlos y bautizarlos, y si fuese del caso, confesarlos, darles la comunión y administrarles la extremaunción, y –desde luego– para curar sus graves y dolorosas enfermedades e infundirles ánimo y consuelo.

Finalmente, el libro cuarto, trata particularmente de la tarea cumplida por los jesuitas en favor de los negros de África y Asia (es decir, los indios arios) y Oceanía (melanesios), especialmente por San Francisco Javier, a cuya labor espiritual dedica cuatro capítulos, y de la importancia que los superiores y provinciales de la Compañía de Jesús daban a la conversión de los «morenos» (término que entrará a designar precisamente al mundo de color de origen africano).

También es difícil encontrar hoy en día la edición de 1647. El tratado «De instauranda Ӕthiopum salute», representa la perspectiva española y católica sobre los africanos y los esclavizados africanos traídos a América en las cuatro primeras décadas del siglo XVII, la evangelización negra y el proceso de esclavitud que se vivió en Cartagena de Indias.

El objetivo misional de Sandoval fue cristianizar a los esclavos, administrarles los sacramentos una vez que eran desembarcados en los puertos, por lo cual se convirtió en motivo para mostrar y evidenciar las irregularidades y las graves injusticias a las que eran sometidos, llevándolo a denunciar las agresiones y abusos que pasaban. Sandoval vivió su trabajo apostólico como una vocación que pedía la inclusión humana y justa de los africanos en la Iglesia Católica y en la sociedad civil como personas libres.

En «De instauranda», Sandoval se basa en las tradiciones jurídicas, filosóficas y teológicas profesadas por los jesuitas, fruto claro de su aprendizaje precisamente en la escuela jurídico-teológica española de Salamanca, así como en sus experiencias personales de educación y formación jesuita, que habían incidido en su visión acerca de la evangelización de las personas africanas.

«De instauranda» constituyó ciertamente un estudio valioso y único sobre el argumento, pero desafortunadamente pronto cayó en el olvido, pues todo da a entender que la élite colonial de entonces (los nuevos criollos) y los propios jesuitas estuvieran beneficiándose de aquella triste y penosa situación, por lo que tales intereses podrían haber influido en la falta de interés por la difusión de aquella obra.

Llama la atención de que una obra tal crudamente acusadora de la situación como la «De instauranda» tampoco se tradujo en otras lenguas europeas para convertirse en un arma contra una España, entonces ya objeto preciso de los ataques feroces de la bien conocida leyenda negra, nacida precisamente en aquellos Estados protestantes europeos que controlaban de manera casi absoluta la trata de esclavos africanos con el Nuevo Mundo. Las historias de crímenes en el comercio de esclavos y el descuido en la cristianización de los esclavos africanos no fueron objeto de interés para quienes lucraban inmensamente con aquel tráfico infernal.[1]

La obra de Sandoval, además de contener información relevante sobre la vida de los esclavos, también posee grandes conocimientos desde el punto de vista lingüístico y de la fonética, cuyos estudios fue uno de los primeros en mostrar la existencia de un criollo de base portuguesa en la Isla de Santo Tomé y el primero en darnos la primicia del criollo de base española que se hablaba seguramente en Cartagena de Indias, en el siglo XVII, como bien lo ha demostrado Germán de Granda en algunos de sus trabajos.

“Esta obra constituye una valiosa fuente para quienes están interesados en explorar los imaginarios sociales que entre europeos y americanos euro-descendientes [los criollos] circulaban a principios del siglo XVII sobre Etiopía y los etíopes. En tanto estos imaginarios son en gran parte articulados como estrategias de eterización y en negativo; son una importante fuente para escudriñar las imágenes asociadas a lo europeo, sus valores y criterios.

Los aportes de Sandoval también se constituyen en una fuente que da cuenta de modalidades de captura, de las formas en que eran transportados y tratados los bozales una vez llegaban al puerto de Cartagena, así como de los términos en los cuales se legitimaban o problematizaban tales prácticas. Además, Sandoval deja un registro detallado de un programa y una tecnología misional de intervención sobre la reducción al cristianismo de los esclavizados. Finalmente, aunque más puntualmente y subsumidos un discurso eurocentrado, existen múltiples pasajes donde aparecen sugeridas formas de resistencia, prácticas e interpretaciones de los propios esclavizados”.[2]


NOTAS

  1. Gwendolyn Midlo, Slavery and African ethnicities in the Americas: restoring the links (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2007), p. 27.
  2. Eduardo Restrepo, «De instauranda æthiopum salute: sobre las ediciones y características de la obra de Alonso de Sandoval», Tabula Rasa, 3 (2005): 25.


BIBLIOGRAFÍA

Cenci, Márcio Paulo. “African Slavery and Salvation in the 'De Instauranda Aethiopum Salute' of Alonso de Sandoval S. J. (1577-1652)”, Patristica et Mediaevalia (36), (2015).

Domínguez, Joaquín Mata y Charles E. O’Neill. Diccionario histórico de la Compañía de Jesús. Biográfico-Temático, vol. IV. Roma-Madrid: Institutum Historicum Societas Iesus-Universidad Pontificia de Comillas, 2001.

Germeten, Nicole Von. Treatise on slavery: selections from De instauranda æthiopum salute. Indianápolis: Hackett, 2008.

Midlo, Gwendolyn. Slavery and African ethnicities in the Americas: restoring the links. Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2007.

Restrepo, Eduardo. “De instauranda æthiopum salute: sobre las ediciones y características de la obra de Alonso de Sandoval”, Tabula Rasa, 3 (2005).

Sandoval, Alonso de y João de Lucena. Historia de la Vida del Padre Francisco Xavier y de lo que en la India Oriental hizieron los religiosos de la Compañia de Iesus. Sevilla: Francisco de Lyra, 1619.

Sandoval, Alonso de. Tomo primero De instauranda aethiopum salute: Historia de Aethiopia, naturaleça, policia sagrada y profana, costumbres, ritos y cathecismo evangelico de todos los aethiopes... : dividida en dos tomos. Madrid: Alonso de Paredes, 1647. Disponible en: https://books.google.es/books?id=mqeoRPCNBdYC&printsec=frontcover&dq=alonso+de+sandoval&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwign4j27a_PAhUCXhQKHfoyCtEQ6AEIITAB#v=onepage&q=alonso%20de%20sandoval&f=false

Sandoval, Alonso de y Ángel Valtierra. De Instauranda æthiopum salute, El mundo de la esclavitud negra in América. Bogotá: Biblioteca de la Presidencia de Colombia, 1956.

Sandoval, Alonso de. Un tratado sobre la esclavitud. Madrid: Alianza Universidad, 1987.

Valtierra, Ángel. Cuarto centenario del nacimiento de San Pedro Claver, 24 de junio de 1580-24 de junio de 1980, vol. I. Bogotá, Banco de la República, 1980.

Vilar Vilar, Enriqueta. En torno al P. Sandoval, autor de un tratado sobre la esclavitud. Bordeaux: Presses Universitaires, 1984.


Elaboración: DHIAL

Créditos: Jaime José Lacueva Muñoz