Diferencia entre revisiones de «SANTO TOMÁS, Fray Domingo De»

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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Revisión del 20:10 15 oct 2017

(Sevilla, 1499 - La Plata, 1570) Obispo, Religioso dominico, Misionero, Lingüista

Infancia y formación

Nació en Sevilla de modesta familia, hijo de María de Albarrazin[1]y de Lucas de Medina, favorito y tal vez criado de Fr. Diego de Deza, O.P., arzobispo de Sevilla. A la edad de 18 años, Domingo de Medina, que así se llamaba por este tiempo el futuro Fr. Domingo de Santo Tomás, fue nombrado por el arzobispo como uno de sus tres familiares, o sea auxiliar de los colegiales del Colegio Santo Tomás de Aquino, recién erigido por una bula de 1516; entre los colegiales se encontraba también su hermano Fr. Lucas de Medina, O.P.

Según Diego I. Góngora, que nos ofrece todos estos datos, “era Domingo muy recogido, humilde y estudioso”, y antes de ingresar en el Colegio “por mantener a su honrado y anciano padre servía en una parroquia una capellanía”.[2]Esto quiere decir que había recibido, por lo menos, la tonsura clerical. Ingresado en el Colegio, Domingo de Medina “estudió los cursos primeros que se leyeron de Artes [...] desde el 1º de Diciembre de 1517 hasta 23 de Junio de 1520”.[3]Las artes, es bien sabido, que abarcaban la filosofía del tiempo.

Luego ingresó en el convento de San Pablo el Real,[4]en la misma ciudad de Sevilla, donde vistió el hábito dominicano en 1520. Al concluir su noviciado hizo la profesión religiosa con el nombre de Fray Domingo de Santo Tomás y, en adelante, no se le conocerá ya como «Domingo de Medina»; siguió en el mismo convento sus estudios de Artes y Teología.

Algunos años después, según Fr. Joseph de Herrera, O.P., al vacar una prebenda de colegiatura en el Colegio de Santo Tomás, ganó por oposición la beca vacante y fue nombrado colegial decennio, el 28 de junio de 1532; pasando a ser colegial perpetuo el 26 de noviembre de 1535, donde permanecerá aproximadamente hasta inicios de 1540.[5]

Quedan un tanto en la penumbra la fecha del nacimiento, algunos detalles de los orígenes familiares y el medio social en que se desarrollaron los primeros años de su vida. La fecha del nacimiento que proporciona Diego I. Góngora es el año 1499, y la aceptan la mayoría de los historiadores, pero tal fecha está en contradicción con el testimonio del propio Fray Domingo de Santo Tomás en dos declaraciones. La primera en la probanza de reivindicación de los descendientes del Inka Ataw Wallpa, hecha en la ciudad de Los Reyes el 5 de octubre de 1555; declaró entonces que “es de hedad de quarenta y çinco años poco más o menos” . El segundo testimonio de Fray Domingo de Santo Tomás acerca de la fecha de su nacimiento se halla en un informe sobre el presbítero Baltasar Loaysa: “Dijo que es de hedad de quarenta y siete años poco más o menos”, “y como la declaración la hace en 1557, quiere decir que nació hacia 1510” . Con lo cual tuvo que tomar el hábito en años posteriores a 1520. Si aceptamos por cierto el testimonio de Fray Domingo, tendríamos que aumentar diez años a todos los datos que ofrece Góngora. Otro asunto no muy aclarado es la razón del cambio de apellido, de «Medina» por «Navarrete». Los miembros del cabildo catedralicio en su carta al rey, hacen notar que se añadió el apellido «Navarrete» el día que aceptó su nombramiento. En todo caso fue después de su consagración episcopal, y no antes. Ya de obispo, en los documentos oficiales figura como Fray Domingo de Santo Tomás Navarrete; así lo encontramos, por ejemplo, en las provisiones de curas doctrineros, y también en las Actas del II Concilio Limense. El P. Isacio Pérez, que cita un documento, impropiamente dice: “Quien siendo obispo se suele firmar «Fray Domingo de Santo Tomás Navarrete»”. En ninguna de las cartas firma con este apellido, y tampoco en otros documentos, sino que lo hace siempre de esta manera: “Frater Dominicus, episcopus de La Plata”.

Misionero en línea lascasiana

Fray Domingo de Santo Tomás pasó a las Indias, el Nuevo Mundo, el año 1540, y no antes; algunos cronistas, sin embargo, afirman que habría arribado al Nuevo Mundo entre 1530 y 1533, pero estas fechas se descartan comúnmente en la actualidad, pues no existen documentos que apoyen semejantes datos.

Así, por ejemplo, su nombre no figura en el documento de erección de la nueva provincia de San Juan Bautista del Perú, el 4 de enero de 1540; por lo tanto, su arribo debemos colocarlo en un momento posterior a esta fecha, tomando en cuenta el propio testimonio de Fray Domingo en su carta escrita al rey el 1º de julio de 1550; refiriéndose al año de su llegada afirma textualmente: “Nada diré que no lo aya visto con los propios ojos en esta tierra, Porque a diez años que estoi en ella”; y añade más adelante: “Oy ha diez años que a que yo entré en ella”. También en el prólogo a su «Grammatica o Arte» afirma: “Y que en quinze años continuos, que estuue en los grandes Reynos del Peru», refiriéndose al tiempo que estuvo antes de regresar a España a principios de 1556. Asimismo L. López-Ocón Cabrera afirma: “Fr. Francisco [Martínez] Toscano, organizador de la expedición dominica al Perú de 1540 en la que se enroló fr. Domingo de Santo Tomás, se encontraba en 1539 en Europa recabando apoyos para sus correligionarios peruanos”; después añade que en una cédula real de 9 de abril de 1540, “el Rey señalaba a los oficiales de la Casa de Contratación de Sevilla que fray Francisco Toscano había venido comisionado por los dominicos del Perú para llevar a aquel reino religiosos que entendiesen en la instrucción y conversión de los naturales, y les ordenaba que pagasen al mencionado fray Francisco Toscano y a los doce religiosos que llevaba consigo —entre los que iba fray Domingo de Santo Tomás— lo que fuese necesario para el matalotaje”. Llegado al Perú se dedicó a la evangelización en el valle de Trujillo, Huaylas y Conchucos, Chancay y Auqallama, y muchos otros pueblos; y a la par que fundó los conventos de Chicama (1541) y Chincha (1542), en este último convento aprendían la doctrina cristiana más de 700 jóvenes. Aprovechando a la vez su contacto con los indígenas para conocer sus costumbres y esforzarse por aprender su lengua. Una alusión a estos pueblos evangelizados por Fray Domingo de Santo Tomás lo encontramos en Cieza de León: “Antes que vaya contando los valles de los llanos y las fundaciones […] diré aquí algunas cosas a estos tocantes […] que yo vi y otras que supe de fray Domingo de Sancto Thomás, de la orden de Sancto Domingo: el cual es uno de los que bien saben la lengua, y que ha estado mucho tiempo entre estos indios, doctrinándolos en las cosas de nuestra sancta fe cathólica. Assí que por lo que yo vi y comprehendí el tiempo que anduve por aquellos valles: y por la relación que tengo de fray Domingo, haré la destos llanos.” Llegó a ocupar diferentes cargos dentro de la Provincia dominicana del Perú. En el primer Capítulo Provincial celebrado en 1544 salió elegido como uno de los definidores, y al año siguiente, 1545, fue electo prior del convento del Santísimo Rosario de la ciudad de Los Reyes o Lima, único convento entonces en aquella ciudad, al mismo tiempo continuó con su labor evangelizadora entre los indígenas. En 1548, camino de Lima a Qusqu al segundo Capítulo Provincial, se encontró con el recién llegado gobernador Lic. Pedro de La Gasca, enviado para pacificar el Perú, que estaba en campaña contra el alzado Gonzalo Pizarro; allí comenzaría una estrecha colaboración entre ambos. En dicho Capítulo fue nombrado Predicador General y Lector de Teología del convento de Lima; y también, se instituyó en este convento un Estudio General de la Orden; Fray Domingo colaboró decididamente junto a Fray Tomás de San Martín en la marcha de este Estudio General, que sería la base de la Universidad San Marcos de Lima. Este Capítulo envío también como misioneros a Fray Domingo de Santo Tomás y Fray Miguel de Céspedes a las encomiendas de Waruchiri, Canta, Checras y Kajatanpu. Durante el año 1549, como miembro de la comisión nombrada por La Gasca, junto al arzobispo Loaysa, el provincial de los dominicos Fray Tomás de San Martín y el oidor Andrés Cianca, participó en la tasación de los tributos con la finalidad de limitar la sobreexplotación de los indígenas. Posteriormente, en 1551 el Capítulo General de la Orden le nombró profesor de Sagrada Escritura en la cátedra que entonces se estableció en la Ciudad de los Reyes: “Item approbamus lectionem sacræ scripturæ in conventu civitatis regum provinciæ supradictæ [Provincia sancti Ioannis Baptistæ del Peru], pro qua damus in lectorem fratrem Dominicum de sancto Thoma”. En el mismo año de 1551 fue nombrado Visitador General de la Provincia por el Maestro General de la Orden, Fray Francisco Romeo de Castiglione, con amplias y extraordinarias facultades; y en 1552 fue designado Vicario General de la Provincia por orden real. Participó, como se ha dicho, en las sesiones del I Concilio Limense (1551-1552), como procurador del obispo de Quito, al menos durante la primera parte del Concilio, donde se aprobaron las «Constituciones de los naturales». Según Primitivo Tineo fue representante de la Orden de Santo Domingo, pues afirma que “estuvo representada por fray Domingo de Santo Tomás, uno de los más experimentados misioneros de indios que hubo en el Perú y de los mejores conocedores tanto de la lengua nativa y como de sus usos y costumbres.” Sin embargo, lo que si queda ciertamente documentado es que fue Procurador, pues así es mencionado en las actas del I Concilio Limense. En el Capítulo Provincial de 1553 fue electo Prior Provincial de la Provincia San Juan Bautista del Perú; además, entre otras determinaciones, este Capítulo mandó que ningún religioso dominico pudiese predicar, ni confesar indios, sin previa aprobación de sus conocimientos de la lengua qhishwa por el mismo Provincial; asimismo, decidió establecer la Real Universidad en el convento de Lima, conforme al privilegio que había dado el emperador Carlos V, dando autoridad a Fray Domingo para proveer las cátedras que faltaban. Manuel de Mendiburu, asegura que: “En ella fue el primero que se graduó de doctor, y fue el primer catedrático de prima de teología”. En realidad no fue así como veremos más adelante. A principios de 1556, Fray Domingo, emprendió viaje al Viejo Mundo con varios propósitos: informar a la Corte sobre la deplorable condición de los nativos, hacer imprimir sus obras, conseguir más religiosos dominicos para el Perú, y aparentemente con la intención de participar en el Capítulo General de la Orden dominicana. Sin embargo, cuando viajó a Roma a principios de 1557 como él mismo menciona en una carta: “Fui a Italia por Alemania a negociar con el General de nuestra Orden”; no pudo cumplir con sus propósitos porque el Maestro General, Fray Esteban Usodimare, había muerto el 3 de marzo de 1557. Durante su estadía en Europa se entrevistó dos veces con Felipe II, en Bruselas (1557) y Mazarambroz (Toledo, 1561), para informar sobre la situación de los indios del Perú, y gestionar en nombre de ellos la oposición a la declaración de perpetuidad de las encomiendas en el reino del Perú, ya que tenía el poder concedido por los indios principales y caciques del Perú a él y a Fr. Bartolomé de Las Casas, el 19 de julio de 1559 y renovado el 26 de febrero de 1560, y de hecho presentaron, hacia septiembre de 1560, un nuevo Memorial al Consejo de Indias contra la perpetuidad. Por su posición lascasiana él mismo se opuso a la institución de la encomienda, lo que le llevó a un enfrentamiento directo con muchos encomenderos, especialmente con Francisco Hernández Girón. Fray Domingo de Santo Tomás fue un decidido defensor de los indios junto a Las Casas, su hermano de religión, con quien mantenía una estrecha vinculación epistolar, y tuvo la oportunidad de encontrarse con él varias veces durante su estadía en España. Después de sus intentos fallidos a principios 1557, y luego de sus diligencias para enviar a los primeros veinte dominicos que reunió para el Perú, Fray Domingo se desplazó de nuevo a Roma a mediados de 1558 para buscar algunos privilegios para la Ciudad de Los Reyes y su Provincia en la Curia Romana y en la Curia Dominicana. Asimismo, al examinar el libro de «Registro del Maestro de la Orden Fray Vicente Justiniani», se comprueba que el 7 de septiembre de 1558 se le otorgó la facultad de recibir, tanto el título de Becalaureado, como el título de Maestro en Teología —supremo título en la Orden de Predicadores— en cualquier «universidad aprobada». Para tal obtención se le dispensó la lectura o docencia de cuatro años de arte o filosofía y demás requisitos. Posteriormente, el Maestro General aceptó, el 8 de septiembre de 1560, el magisterio de Fray Domingo de Santo Tomás que había obtenido en Bolonia. Y finalmente, en el mes de mayo de 1561, el Capítulo General de su Orden realizado en Aviñón aprobó el título de Maestro: «In provincia sancti Ioannis del Peru magisterium fr. Dominici de sancto Thoma». Gran conocedor de la lengua de los incas, el «runasimi», a la que Fray Domingo dio el nombre genérico de «qhishwa», lo aprendió a los pocos meses de su llegada, y según Cieza de León ya para 1550 había elaborado un arte: “Se ha hecho arte para hablar su lengua con gran industria, para que se entiendan los vnos y los otros. En lo qual no ha trabajado poco el reverendo padre fray Domingo de sancto Thomás de la orden de señor sancto Domingo”, y añade más adelante: “El qual es vno de los que bien saben la lengua, y que ha estado mucho tiempo entre estos Indios, doctrinándolos”. El resultado final de su investigación y conocimiento del runasimi, lo publicó en 1560 en Valladolid; fue la primera «Grammática o Arte de la lengua general de los Indios de los Reynos del Perú», y el primer «Lexicon o Vocabulario de la lengua general del PERV», luego de haber conseguido los permisos correspondientes para imprimirlos, uno del Maestro de la Orden Fray Vicente Justiniani el 20 de julio de 1558, condicionado a la aprobación del Rector del Colegio de San Gregorio de Valladolid: “Concessum fuit, ut possit typis […] et arte cum dictionario ejusdem idiomatis dummodo per Rectorem Collegii Sancti Gregorii approbentur”; y una Real Cédula con fecha de 13 de diciembre de 1559, que en la parte resolutiva expresaba lo siguiente: “Por la presente doy liçençia e facultad a uos, el dicho frai domingo de sancto tomás, o a quien vuestro poder ubiere, para que, por tiempo y espaçio de diez años primeros siguientes, que corran y se quenten desdel día de la data desta mi çédula, en adelante, podáis ynprimir la dicha arte y bocabulario, en estos nuestros reynos y en las dichas nuestras Yndias, yslas e tierra firme del mar océano”. El propósito de sus obras tenía una doble finalidad: ayudar a otros religiosos a aprender el «qhishwa» para transmitir el mensaje del Evangelio y, demostrar la capacidad que tenían los naturales para manejar una lengua de civilización o sea reafirmar la humanidad y la capacidad racional de los nativos, como él mismo escribía en el prólogo a la «Grammática» dedicado a Felipe II. Le decía que le ofrecía “este Artezillo” para que viese “quan falso es lo que muchos os han querido persuadir, ser los naturales de los reynos del Perú bárbaros, e indignos de ser tractados con la suavidad y libertad que los demás vassallos vuestros lo son”. Un cronista en 1607 resaltaba que: “Ha sido y es de tanta importancia aquel arte de fray Domingo, que por él saben la lengua piruana los ministros del Evangelio y sacerdotes en muy breve tiempo. Beneficio grande que con esto se hace a las almas de aquellos naturales”. Además, Fray Domingo en su «Grammática» incluyó como suplemento la “Plática para todos los indios”, un resumen de la doctrina cristiana y modelo de la prédica pre-tridentina en el Perú en la lengua qhishwa, que ilustraba las reglas explicadas en el libro. También, durante los años que estuvo en España, su colaboración con Las Casas, que databa de tiempo atrás, que no sólo fue política, sino también cultural, aún se profundizó más; asesoró sobre los negocios políticos peruanos y trabajó con él en la lucha contra la venta de la perpetuidad de los repartimientos, y fue uno de sus informantes sobre el modo de vida de los naturales del Perú, plasmada en su obra «Apologética historia sumaria». Asimismo, como conocedor de las costumbres, tradiciones, ritos y creencias de los pueblos indígenas, llegó a ser un informante valioso para los escritos de Cieza de León, por lo que podríamos afirmar con seguridad que Fray Domingo de Santo Tomás es el coautor de estas obras, ya que el mismo cronista Cieza afirmaba: “Por la relación que tengo de Fr. Domingo haré la de estos llanos”, después declara: “Pondré vna relación que me dio dello en la ciudad de Los Reyes el padre fray Domingo de sancto Thomás [...]. Esto me dio de su misma letra fray Domingo, que por todos es conocido, y saben quan amigo es de verdad”, y en otra parte le llama “Gran investigador destos secretos”. Regresó de España a principios de 1561, trayendo consigo a 56 dominicos, 4 criados y cargando mil y quinientos ejemplares de su «Grammática» y «Léxicon». En la carta que escribió a algún amigo suyo, el 25 de marzo de 1562, Fray Domingo le informaba de su llegada o retorno a Lima sin ningún percance. Ya en Lima, como procurador legal de los indios del Perú continuó luchando contra las pretensiones de los encomenderos de perpetuar el sistema de la encomienda. Mientras seguían las negociaciones con los encomenderos sobre el modo de concesión y la cantidad que se comprometían a entregar, la actividad de Fray Domingo de Santo Tomás y otros religiosos contra la perpetuidad fue intensa, al punto que “el mismo virrey y comisarios dirán, en su carta del 4 de mayo de 1562, que los religiosos han predicado «en púlpito y fuera dellos» y han recogido firmas contra ella y hasta han negado la confesión a los españoles”.

Por mandato del mismo rey, Fray Domingo recorrió durante el año 1562 parte del virreinato peruano, desde la ciudad de Lima hasta la ciudad de La Plata, asistiendo a numerosas juntas con los curacas o caciques para tratar el negocio de la compra de la perpetuidad de las encomiendas, junto al Lic. Polo de Ondegardo, recogiendo como resultado la negativa de los indígenas y de sus representantes. Asimismo, a su regreso de Europa, como Regente de estudios, se entregó a impulsar la marcha de la Universidad que funcionaba, como sabemos, en el convento del Santísimo Rosario de la ciudad de Lima.

Obispo de La Plata, Charcas

Ante la vacante de la sede platense, Fray Domingo fue presentado al Papa para obispo de Charcas por el rey Felipe II a través de su embajador en Roma, el 18 de enero de 1562, “por la buena Relación que tengo de Fray Domingo de Santo Tomás de la Orden de Santo Domingo y de su vida y méritos le he presentado como por la presente le presento para Obispo de la villa de Plata”; adjunto envió la Carta de Creencia con la misma fecha, “Umilmente suplico a Vuestra Santidad que dándole entera fee y creencia a aquel lo mande asy despachar haziendo Gracia y merced a dicho Fray Domingo de Santo Tomás”.

Previamente, el rey a través de un oficio firmado el 24 de diciembre de 1561 ya le daba a conocer a Fray Domingo su presentación, y por Cédula Real de 14 de marzo de 1562 le mandaba “que con toda brevedad vays al dicho Obispado [...] sin aguardar las dichas Bulas”. . Las Cartas Ejecutoriales de su nombramiento le fueron remitidas el 1° de noviembre de 1562. Al saber de su nombramiento Fray Domingo se excusó de asumir el encargo a través de una carta con fecha de 20 de diciembre de 1562: “La cédula que Vuestra Magestad me mandó enviar en que me hace merced de mandarme presentar para la yglesia de las Charcas recibí [...] con licencia de Vuestra Magestad me he resumido con Dios en no osarme ofrecer de mi voluntad a tan gran carga”; y en otra carta dirigida también al rey con fecha de 10 de diciembre de 1563 manifestaba que: “Aunque había un año que había rescibido la cédula de vuestra alteza en que me hazía merced de presentarme para la yglesia de la Plata, provincia de las Charcas, no lo había aceptado ni usado de ella”.

Mientras tanto, Fray Domingo ya había sido preconizado por el papa Pío IV en el consistorio de 6 de julio de 1562: “Die luna sexta julii [MDLXII] fuit consistorium secretum apud Sanctum Marcum [...] Referente Reuerendisimo Domino Guidone Ascanio Cardinale Santæ Floræ Santæ Romanæ Ecclesiæ Camerario ad præsentationem Regis Catholici Sua Sanctitas prouidit Ecclesiæ Villa de la Plata in Indiis Occidentalibus uacanti per obitum bonæ memoriæ Ferdinandi Gonzalez Licentiati de la Cuesta qui dictæ Ecclesiæ cui tunc per obitum bonæ memoriæ Thomæ de Sancto Martino uacanti de eius persona prouisum fuerat, professione non habita extra Romanam Curiam diem clausit extremum de persona Domino Dominici de Sancto Thoma Ordinis Prædicatorum professoris, absoluens”. Las bulas le llegaron en noviembre de 1563: “Baltazar de Loayza trajo de España la orden terminante del Rey y al mismo tiempo las Bulas y demás documentos pertenecientes al Obispado”, hecho que lo confirma el mismo Fray Domingo en su carta de 1 de diciembre de 1563: “Baltazar de Loaysa vino y truxo las bulas y demás recaudos”. Finalmente, ante los pedidos del Virrey Conde de Nieva y del Arzobispo de Lima, Fray Jerónimo de Loaysa, que le exponían los daños que sufriría la iglesia vacante si él no aceptaba, y a pesar de la opinión contraria de algunos de sus hermanos religiosos, retiró su negativa, y fue consagrado en la iglesia de Santo Domingo de Lima por el metropolita y también dominico, el arzobispo Loaysa, el 26 de diciembre de 1563, como él mismo lo mencionó anticipadamente en dos cartas suyas con fecha de 1 de diciembre de 1563: “Consagrarme he el segundo día de navidad y pasadas las fiestas me yré a nuestra yglesia a entender en la obra. Plega a Nuestro Señor haga mejor obispo que he hecho fraile”; y en otra carta de 10 de diciembre de 1563 dirigida al rey expresaba lo siguiente: “Aceptado esta carga y estoy con ella y en consagrándome (que será presto) me yré a nuestra yglesia de la Plata”. Sin embargo, algunos autores erróneamente colocan la fecha de su consagración un año antes. Poco tiempo después de su consagración, Fray Domingo de Santo Tomás, tomó el camino rumbo a su sede episcopal en la ciudad de La Plata, provincia de los Charcas, a donde arribó a principios de 1564; pero, antes de su partida, el 20 de enero de 1564 contrató a dos copistas de Lima para hacer copia de cerca de una veintena de libros litúrgicos para la catedral de su diócesis. En el primer pueblo de indios al que llegó, Pauqarqullu, al ver que no tenían la iglesia mandó construirla a su costa, y de igual manera en Chukiapu (La Paz), mandó aplicar parte de su renta para acabar la iglesia matriz. Para la construcción de estas iglesias, Fray Domingo pidió a la Corona su apoyo económico. El P. Lizárraga nos cuenta que: “Llegando a la ciudad de La Plata, [Fray Domingo] fue recibido con gran aplauso de la ciudad e indios de toda la marca, y de los que vinieron de Potosí; amábanle como padre”; el cronista Meléndez añade: “Cuyos Caziques, y Principales vinieron a besarle las manos, por ver al que era su defensor ya su Obispo, entendiendo (en que no se engañauan) que con la dignidad tendría más manos, para continuar en los beneficios grandes”. Era el primer obispo que llegaba a La Plata. Como primer obispo residente, Fray Domingo de Santo Tomás se consagró a la organización de su diócesis, comenzando por la vida parroquial en la misma ciudad de La Plata; dividió la parroquia de indios en dos: San Lázaro y San Sebastián; después, en 1569, hizo donación de una casa a ambas parroquias, para el sustento de los curas que adoctrinaban en ellas; dotó de curas doctrineros a todas las doctrinas para llevar a cabo la evangelización de los indígenas, insistiendo en que se hiciera la instrucción catequética en la lengua qhishwa; también prosiguió con la construcción de la catedral; dio impulso a la cátedra de la lengua qhishwa, asimismo, dotó a la catedral de los ornamentos y otros implementos necesarios; y mandó construir dos órganos, uno pequeño y otro grande . Además, dio un gran ejemplo de caridad y desprendimiento, pues gastaba su renta, que no llega a ocho mil pesos, en socorrer a los pobres, y su casa carecía de toda comodidad y aún de las cosas más precisas; finalmente, fundó una casa de recogimiento llamada de Santa Isabel para doncellas mestizas, hijas de conquistadores e hidalgos pobres. En 1567 tuvo que ausentarse de su sede para participar en el II Concilio provincial Limense, convocado por el arzobispo de Lima, Fray Jerónimo de Loaysa. De regresó a su diócesis, Fray Domingo, se dedicó a poner en práctica las determinaciones de este Concilio, pero también, tuvo que enfrentarse a la oposición de algunos miembros del cabildo catedralicio y la enfermedad que fue minando su vida hasta el final. Su posición lascasiana en la defensa de los abusos y la explotación del indio, y su oposición a la elección de los doctrineros por los encomenderos, le consiguieron enemigos gratuitos de parte de las autoridades y sobre todo del cabildo catedralicio, que no querían perder sus privilegios a los que estaban acostumbrados durante los años de sede vacante.

Fray Reginaldo de Lizárraga, un testigo muy cercano a Fray Domingo de Santo Tomás, al respecto menciona lo siguiente: “Y volviendo a su silla y llegando a ella diole Nuestro Señor un purgatorio o, por mejor decir, dos: el uno con sus prebendados (no todos), que yo conocí, no ahora tales como su estado requería y favorecidos por la mayor parte de la Audiencia, a los cuales, queriendo corregir no podía. El otro fue el mayor, pues le acabó la vida: una enfermedad.”

La enfermedad a la que se refiere era el mal de piedra o cálculo úrico. Y Fray Juan Meléndez añade que: “Por assentar a sus Prebendados el estilo más decente a su estado y a sus puestos, se le lebantaron mil pleytos, disgustos, y pesadumbres que duraron hartos años”. Los prebendados del cabildo, si no eran todos, al menos una parte, enviaron al rey una carta extensa, con fecha de 2 de octubre de 1566, con una sarta de acusaciones y calumnias, que contradecían la acción de Fray Domingo, conocido por todos, en favor de los indígenas. Después de más de seis años de haber ejercido un fecundo episcopado con el mismo espíritu de humildad, abnegación y servicio que siempre había mostrado, sobre todo a favor de los indígenas y pobres, Fray Domingo de Santo Tomás falleció el 28 de febrero de 1570; así informaba el arcediano Dr. Palacios Alvarado al rey Felipe II el 15 de marzo de 1570: “Don fray domingo de santo tomás [...] después de aber regido y gobernado con mucha prudencia y christiandad seis años le llebó nuestro señor a su sancta gloria último día del mes de febrero deste año de setenta por cuya muerte quedó esta yglesia y obispado muy desconsolado”.

También algunos miembros del cabildo catedralicio informaron al rey el 16 de marzo de 1570: “Abrá quinze días que fue a postrero de febrero falleció el obispo don frai domingo de Sancto Thomás”. En otra carta de fecha 15 de noviembre de 1570, el Dr. Hernando Palacio Alvarado añadía que “su muerte a dolido mucho aunque le faltó ánimo para executar las cosas que entendía conbenía castigar por su mucha bondad”. . Fray Domingo murió rodeado de sus hermanos dominicos, y su muerte fue sentida por todo el pueblo, especialmente por los indios y sus curacas o caciques que se hicieron presentes en su entierro, y cuando los obstaculizaban a acercarse decían: “Déjanos ver a nuestro padre, pues ya no le veremos más, y no queda quien mire por nosotros”. Fray Domingo “fue sepultado en su Yglesia Catedral en la Capilla mayor, al lado del Evangelio”.

NOTAS

  1. Cf. AGI, Charcas 140, Carta del deán y cabildo de la catedral de La Plata a Su Magestad, La Plata, 2 de octubre de 1566, publicada por L. LÓPEZ-OCÓN, ed., «Documento del deán y del Cabildo de La Plata».
  2. Historia del Colegio Mayor, II, 75.
  3. Ibid., 76.
  4. La data de fundación del convento de San Pablo el Real es el 1248. Llegando a ser, como dice Huerga, «uno de los centros religiosos más importantes en la configuración de las relaciones entre España y las Indias en los años inmediatos al Descubrimiento. San Pablo de Sevilla fue, en realidad, la cabeza de puente de la evangelización dominicana del Nuevo Mundo». Constituido en Studiun Generale en 1504, y «en 1552 Julio III lo eleva a rango de Universidad de la Orden».
  5. Cf. Varones ilustres, II, f. 26r. El autor, Joseph de Herrera, usando datos confiables desmiente los datos que da Góngora, que dejaban un aparente vacío de diez años entre el tiempo en que Fr. Domingo de Santo Tomás deja el Colegio de Santo Tomás y su partida hacia el Nuevo Mundo.

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GERARDO WILMER ROJAS CRESPO