SANTUARIOS NACIONALES. Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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BRASIL: NUESTRA SEÑORA DE APARECIDA

Historia de la advocación

“Si el Brasil nació a la sombra de la cruz, se organizó, creció y prosperó, amparado siempre por la Madre Santísima, venerada tiernamente e invocada bajo numerosos títulos a cuál más bello y expresivo”.[1]A unos cuantos kilómetros de Guaratinguetá, villa del estado de Sao Paulo, se encuentra el pueblo de la Aparecida, que debe su nombre y origen al Santuario de la Virgen que fue levantado en 1743.

La fecha del descubrimiento de Brasil es el 22 de abril de 1500 por el hidalgo portugués Pedro Álvarez Cabral. El primer nombre que se le dio a esta tierra fue el de Isla de Vera Cruz, después Tierra de Santa Cruz y finalmente Brasil; este nombre le viene de un arbusto, el palo- brasil, cuya madera era muy utilizada para tintes rojizos.

Estamos en el nacimiento de Sâo Paulo. Es el año 1554. Un grupo de jesuitas dirigidos por el P. José de Anchieta llegan con el deseo de transmitir el tesoro de la fe cristiana a los indios Tupis y Guaranís. Fundan la ciudad y esta se convierte en un importante centro de evangelización.

Los misioneros inculcaban con mucho celo la devoción a María Santísima, poniendo de relieve el papel que Ella, como Madre de Dios, realizó en la obra de la redención. Todas las tardes se tenía la catequesis y se rezaba el santo rosario. En muchas aldeas y villas existían las célebres cofradías del rosario, se hacían procesiones y se realizaban novenas de preparación a las fiestas religiosas.

Así, bajo la protección y el cuidado de María se siguió desarrollando la historia de Brasil. Llegó el año 1717. El gobernador de la capitanía de Sâo Paulo, don Pedro de Almeida, estaba haciendo un viaje hacia Minas Gerais siguiendo el camino del Valle del Paraíba. Para la alimentación del gobernador y su comitiva habían pedido a los pescadores del lugar que reunieran la mayor cantidad de pescado que pudieran.

Los pescadores, entre los que estaban Domingo Martins, Juan Alves y Felipe Pedroso, tomaron sus canoas, se dirigieron al río Paraíba y comenzaron a pescar llenos de entusiasmo. Lanzaban las redes una y otra vez, pero era inútil. No conseguían pescar nada. Navegaron unos seis kilómetros río arriba, hacia el puerto de Itaguassú.

Echaron nuevamente las redes y lo único que sacaron fue una figura de cerámica, cubierta de barro y sin cabeza. Al lanzarlas nuevamente apareció la cabeza y descubrieron que se trataba de la imagen de Nuestra Señora de la Concepción. Después de esto obtuvieron una gran cantidad de peces. Los pescadores regresaron a sus casas felices de haber conseguido una pesca tan maravillosa y muy admirados por lo que había ocurrido.

Felipe Pedroso conservó esta imagen en su casa, junto a Lorenzo de Sá por unos seis años. Luego se fue a vivir a Ponte Alta donde permaneció unos nueve años y pasado este tiempo marchó a vivir a Itaguassú, donde había encontrado la imagen. En 1733 Felipe regaló la imagen a su hijo Atanasio Pedroso. Atanasio hizo construir un oratorio y colocó la imagen de la Virgen sobre el –así llamado– altar de Paus. En este oratorio se reunía todos los sábados con su familia y un grupo de vecinos para cantar la tercera parte del rosario y alabar a la Santísima Virgen.

Pronto comenzaron a suceder prodigios extraordinarios y la fama de la Virgen empezó a correrse espontáneamente. El número de peregrinos que venían de los poblados cercanos creció mucho y la capillita de Itaguassú ya era insuficiente. Entonces el P. José Alves, vicario de la parroquia de Guaratinguetá mandó construir una capilla más grande en el Morro de los Coqueiros, que estaba más cerca de la parroquia.

El templo se inauguró el 26 de julio de 1745 bajo la invocación de Nuestra Señora Aparecida, y dos años después surgió en torno a él un pequeño poblado. El número de peregrinos siguió creciendo de modo extraordinario y la devoción se extendió por todo Brasil. Muy pronto comenzaron a dedicarse capillas e iglesias a nuestra Señora Aparecida y por todas partes era invocada como madre y patrona.

En 1852 se hizo una nueva construcción y más tarde otra en 1888. En 1904 la imagen fue solemnemente coronada y 1908 el templo fue elevado a la categoría de Basílica menor. El 16 de junio de 1930 el papa Pío XI declaró a Nuestra Señora Aparecida Patrona del Brasil. En 1946 se comenzó la construcción de la actual Basílica y el 4 de junio de 1980 fue consagrada por el santo padre Juan Pablo II.

Coronación de Nuestra Señora de Aparecida, Patrona y Reina de Brasil

Juan Pablo II envió un mensaje a Mons. Raymundo Damasceno Assis, arzobispo de Aparecida, en Brasil, en ocasión del centenario de la coronación de la estatua de Nuestra Señora de la Concepción de Aparecida.

El santo padre se unía espiritualmente al querido pueblo brasileño en este homenaje a la que era su reina y protectora, y nombraba al cardenal Eugenio Araujo Sales como su enviado especial a los ritos y a las celebraciones de este significativo evento, que tendría lugar en el Santuario Nacional de Nuestra Señora Aparecida.

“Hace casi tres siglos –explicaba el Santo Padre– que la Virgen tuvo un encuentro singular con el pueblo brasileño de este lugar”. De hecho, “los orígenes del santuario están relacionados con el descubrimiento, por parte de tres pescadores, de una pequeña imagen de Nuestra Señora, de color negro y con el rostro sonriente, que vieron surgir de entre las aguas, pescada en una red, con la cual pudieron después recoger una pesca muy abundante”. Los tres pescadores reconocieron en esta acción una señal de protección especial de la Virgen.

Y a partir de este remoto mes de septiembre de 1717, “creció, en el pueblo, un culto por la imagen, a la que comenzaron a llamar « Aparecida». La multitud inmensa de personas y fieles que acuden al santuario de su Reina y Protectora, obedece –escribía el Papa–, a un conmovedor y sincero llamamiento al alma de este pueblo brasileño en su búsqueda de Dios a través de Nuestra Señora”.

“En el transcurso de la historia de esta imagen morena de Reina y Madre tan amada –proseguía el Pontífice–, multitud de hombres y mujeres de todas las culturas y condiciones la han proclamado «Soberana». Por eso mi venerable predecesor, Pío X, sensibilizado por la solicitud los hijos devotos de la Virgen Aparecida, coronó a Nuestra Señora como Reina del Brasil en el año 1904”.

“[…] La certeza de que Nuestra Señora, por un lado, se encuentra siempre junto a Dios donde aboga por la causa de sus hijos, fue la causa para que fuera denominada «omnipotente y suplicante»”. Por otra parte, “es de nuestra misma estirpe, hija de Eva, nuestra verdadera hermana que compartió plenamente, como mujer humilde y pobre, nuestra misma condición”.

Juan Pablo II confiaba a cada una de las Comunidades Eclesiales brasileñas la protección de Nuestra Señora Aparecida, para que permanecieran sus hijos fieles en la pureza de la fe, colaboradores de la esperanza y generosos en la caridad. A Ella, el Papa suplica para que les infunda un mayor dinamismo, haciendo de cada cristiano un verdadero apóstol.

En Aparecida se celebró en 2007, del 13 al 31 de mayo, la V Conferencia General del CELAM donde participó el papa Benedicto XVI (El Documento final del papa Benedicto XVI aprobando las conclusiones de “ Aparecida” es del 29 de julio de 2007). En aquella Conferencia participó también el entonces arzobispo de Buenos Aires Jorge Mario Bergoglio, futuro papa Francisco.


CHILE: NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN DE MAIPÚ

Este Santuario mariano chileno, declarado Monumento Nacional, está situado en el lugar donde se libró la batalla de Maipú entre insurgentes y realistas, que selló la independencia de Chile.

La devoción mariana llegó a Chile con los primeros conquistadores españoles en el siglo XVI. La antigua devoción carmelitana se remonta a los frailes del Monte Carmelo en Tierra Santa. En el siglo XVI –durante el tiempo de la conquista de América– Santa Teresa de Ávila, junto con San Juan de la Cruz, llevaron a cabo en España la reforma de la orden carmelita.

La devoción aumentó y llegó al Nuevo Mundo. En el año 1785 don Martín de Lecuna encargó a un escultor de Quito, Ecuador, una imagen de Nuestra Señora del Carmen. Durante las guerras independentistas chilenas los insurgentes tomaron a la Virgen del Carmen como patrona de su ejército. Todo parecía indicar que fueron vanas las tentativas de emancipación, emprendidas por los mismos, cuando el 5 de enero de 1817 el ejército de los Andes se disponía a atravesar la cordillera.

Las fuerzas militares tenían como generala de las tropas libertadoras a la Virgen del Carmen. Luego de atravesar la barrera de montañas y en vísperas del combate, los combatientes pidieron el auxilio de la sagrada imagen. Un año más tarde, 1818, en Maipú se llevó a cabo la batalla final que estuvo capitaneada por el Supremo Director O´Higgins.

Los combatientes se reunieron en la Catedral y, renovando el juramento de tener por patrona a la Virgen del Carmen, prometieron si se consolidaba la victoria, construirle un templo en el mismo campo de batalla. La victoria coronó los esfuerzos de los insurgentes y O´Higgins colocó la primera piedra del futuro templo. El templo tardó en construirse y el 5 de abril de 1892 se bendijo el primer templo de Maipú, que sería parroquia local hasta 1974.

El terremoto de 1906 y el temblor de 1927 hicieron necesario reconstruir el templo porque su estructura quedó muy dañada. El 8 de diciembre de 1942, el Congreso Mariano que se celebró en Santiago tomó como único acuerdo de esta reunión prometer convertir el modesto Templo de Maipú en un grandioso Santuario de la Patria.

Su construcción comenzó a realizarse el 16 de julio de 1944 y se terminó en 1974. El templo simboliza la imagen de la Virgen, con su velo y sus brazos acogiendo a su pueblo. El nombre de Templo Votivo de Maipú quedó oficialmente establecido mediante el decreto que firmó don Carlos Ibáñez del Campo, en 1958. En 1923 fue nombrada como Patrona de Chile y en 1926 fue coronada solemnemente.

El templo nuevo del Santuario Nacional de Maipú fue entregado a la Iglesia chilena el 23 de Noviembre de 1974, en una ceremonia que congregó a todos los obispos del país, encabezados por el cardenal Silva Henríquez. Desde entonces se ha reafirmado como tierra de encuentro para el pueblo de Chile, que confirma aquí, día a día, su profunda devoción a la Patrona de Chile.

El 3 de abril de 1987 el papa san Juan Pablo II visitó el Templo Votivo de Maipú remarcando de nuevo así la gran importancia del santuario en la vida católica de Chile. Así ya en 1968 los obispos de Chile lo describieron de esta manera:

“El Santuario de Maipú será santuario donde conozcamos y honremos mejor a María y la descubramos como una verdadera Estrella para Chile... Estrella donde resplandecen las virtudes que hacen posible y fecunda la convivencia: respeto, confianza, amor responsable. Estrella que guía, que exige caminar, desarrollarse, porque Ella misma no se detuvo nunca en el crecimiento de su gran servicio histórico: ser enteramente Madre del Señor que divide los tiempos. Será lugar de oración y ofrecimiento, donde los católicos agradezcan, pidan filialmente, hagan penitencia, alaben a nombre de ellos y de Chile entero”.

La devoción a la Virgen del Carmen en Maipú se conserva viva y operante; cada año, en las proximidades de la fiesta de Nuestra Señora del Carmen, el 16 de julio, se escoge un lema que capta el momento que está viviendo el país y las inquietudes actuales de los peregrinos; se lo refiere a la Virgen María y se colocan estas intenciones en sus manos maternales; este mismo lema ocupa el centro de la novena de preparación a la fiesta y se conserva para todo el año como motivación.


COLOMBIA: NUESTRA SEÑORA DEL CHIQUINQUIRÁ

Cuenta la tradición que, entre los primeros conquistadores del Nuevo Reino de Granada, Antonio de Santana, encomendero de los pueblos de Suta y Chiquinquirá, era especialmente devoto de la Virgen del Rosario. Por este motivo fabricó en el pueblo de Suta, su residencia, una pequeña capilla hacía el año 1563. Deseando poner en ella una imagen de la madre de Dios, mandó pintar una imagen de Nuestra Señora del Rosario en una manta de algodón al pintor Alonso de Narváez.

El encargo era pintar la Virgen del Rosario, pero como sobraba tela a los lados, pintaron al lado derecho de la Virgen a San Antonio (patrono de D. Antonio de Santana) y al lado izquierdo a San Andrés (apóstol del Hno. Andrés); este santo tiene a su lado la cruz en que lo crucificaron (en forma de X) y San Antonio lleva sobre un libro al Niño Jesús (porque se dice que se le aparecía el Divino Niño).

El cuadro fue colocado en la Capilla de Sutamarchán pero como el techo era de paja, poco a poco empezaron a caer goteras, y unos años después la pintura estaba casi totalmente borrada. En 1578 el cuadro estaba tan borroso y deteriorado que el párroco, P. Leguizamón, lo hizo quitar del altar y lo envió a una finca que el Sr. Santana tenía en Chiquinquirá, finca llamada Aposentos, palabra que significa: casa grande para dar alojamiento a indios y campesinos.

En 1585 llegó de España una sencilla mujer llamada María Ramos, familiar de la esposa de don Antonio de Santana, quien se fue a trabajar como doméstica a la casa de ellos en Chiquinquirá. Allí en el ranchejo que hace de capilla encontró María Ramos el cuadro que en 1578 había sido quitado de la capilla de Sutamarchán por estar demasiado deteriorado y que con los años se había deteriorado aún más, carcomido por la polilla.

La piadosa mujer lo observó y al ser informada de que en un tiempo fue una imagen de la Santísima Virgen, pero que por estar ya tan en mal estado se había empleado para poner semillas a secar al sol, empezó a quitarle el polvo y la mugre y lo colgó en una especie de marco.

María Ramos pasó largos ratos de rodillas allí ante el borroso cuadro pidiendo a la Virgen que la consolara porque extrañaba su casa y su patria, y rogándole que por favor se dignara hacerse un poco más visible porque allí en aquella tela casi no se notaba nada. Pasaron los meses, y María Ramos suplicaba: “Rosa del cielo ¿cuándo te pondremos contemplar bien?”.

La renovación

Dicen las crónicas de aquel tiempo que así las cosas el día 26 de diciembre de 1586, a eso de las 9 de la mañana pasaba una india cristiana llamada Isabel que llevaba en la mano a su hijo de 4 años llamado Miguel y al pasar frente a la capilla le dijo: “Madre mía, mire a la Madre de Dios que está en el suelo” volvió la india hacia el altar y vio como la imagen de la Madre de Dios estaba en el suelo despidiendo de si un resplandor celestial que inundaba toda la capilla.

Quedó asombrada la india y muy despavorida le dijo en altas voces a María Ramos: “mire señora que la Madre de Dios se ha bajado del sitio donde estaba y parece que se está quemando”. Volvió María Ramos el rostro y vio que la imagen de la Sma. Virgen estaba de la manera que decía la india y admirada de ver tan estupendo portento, llena de asombro y pasmo, dando voces y derramando lágrimas fue corriendo hasta el sitio donde estaba la imagen y arrodillándose se quedó mirándola y rezándole con gran fe y devoción.

A los clamores de María Ramos y de la india, acudió Juana de Santana, y juntas, las tres piadosas mujeres, postradas de rodillas estuvieron largo rato contemplando gozosas aquellos resplandores de gloria que llenaban de luz la capilla y de alegría los corazones.

Y siguen diciendo las crónicas de aquel tiempo: Estaba la milagrosa imagen en el suelo recostada e inclinada hacia el altar en el mismo sitio en el que acostumbraba hacer oración María Ramos. La pintura se había vuelto tan renovada y de celestiales colores, que era una gloria el verla. Cesaron los resplandores que despedía la milagrosa imagen de la Madre de Dios y después de un rato, con respeto y devoción levantaron de aquel sitio el milagroso cuadro y lo colocaron en el puesto que había ocupado antes, sobre el altar.

Apenas estuvo colocado el cuadro en su sitio, llegaron otras mujeres del servicio y viendo la bendita imagen en aquella hermosura nunca vista y con el rostro tan encendido, renovada de colores toda la imagen, se quedaron asombradas y postrándose de rodillas todas las presentes hicieron adoración y todo aquel día estuvo llena de gente la humilde capilla, pues muchos venían a dar gracias a Dios y a contemplar la maravillosa imagen y la celestial hermosura que se veía al presente.

La fama de tan impresionante suceso corrió rápidamente por todo el vecindario. Indios y españoles comenzaron a acudir de todos los alrededores, y en un par de meses todo el territorio del virreinato de Nueva Granada estaba informado del acontecimiento, y los milagros empezaron a duplicarse.

Tras aquel portento, a los 15 días llegó también el párroco de Sutmarchán a comprobar el hecho. Se quedó admirado de la renovación milagrosa. Habiendo reverenciado a la Virgen con mucha devoción, llamó a los testigos que habían presenciado la renovación y ante un escribano les hizo hacer declaraciones juramentadas de lo que habían visto, con todos sus detalles.

Todos declararon bajo la gravedad del juramento lo que acabamos de narrar, y el 10 de enero de 1587, en sobre cerrado y sellado, fueron enviadas estas declaraciones al arzobispo de Santa Fe de Bogotá. El Sr. arzobispo, ante la noticia de que de todas partes se dirigían peregrinos a rezar ante el ya famoso cuadro, envió a unos investigadores a indagar todos los detalles; después de mil averiguaciones, los especialistas concluyeron que lo acontecido era algo excepcional, algo sobrenatural.

Entonces el arzobispo fue él mismo a visitar el cuadro y no le quedó más remedio que repetir las palabras de Jacob en la Biblia: “Verdaderamente Dios está en este sitio, y yo no lo sabía”.[2]La gente acudía de todas la regiones y la Madre bendita comenzó a obrar curaciones y conversiones en favor de los devotos.

Pío VII la declaró patrona de Colombia en 1829 concediéndole fiesta litúrgica propia. “La Chinita” como la llama su pueblo, fue coronada canónicamente en 1919 y su santuario declarado Basílica en 1927. El 9 de julio de 1919, las autoridades civiles y religiosas (Mons. Herrera, arzobispo de Bogotá y don Marco Fidel Suárez, presidente de la República) coronaron solemnemente a nuestra señora de Chiquinquirá como Reina de Colombia. Su fiesta se celebra el 16 de julio.


COSTA RICA: NUESTRA SEÑORA DE LOS ÁNGELES

Historia

Se dice que una mujer parda (podría ser india, mestiza o morena) se encontraba recogiendo leña en un breñal cercano a su casa la mañana del 2 de agosto, cuando encontró sobre una piedra una imagen de la Virgen con el Niño en brazos. Era una estatua de piedra de unos veinte centímetros de alto.

Juana Pereira la recogió y la guardó en una caja en su casa. Sin embargo, dos veces más halló la escultura en la misma piedra donde la había aparecido y al querer guardarla en su casa, creyendo que era otra imagen, notó que ya no estaba. Ante este hecho, la mujer se asustó y fue a buscar al cura de Cartago, a quien le contó lo sucedido y le entregó la imagen.

El sacerdote la guardó en una caja, pero al día siguiente apareció nuevamente sobre la piedra; entonces el cura, acompañado por varias personas la recogió y la guardó de nuevo, pero al otro día volvió a aparecer en la misma piedra. Entonces comprendieron que la Virgen quería tener su casa en ese lugar. Se le bautizó con el nombre de Virgen de los Ángeles, pues el 2 de agosto los franciscanos celebran la festividad de Nuestra Señora de los Ángeles.

Poco tiempo después, los vecinos decidieron hacer una ermita en el lugar; estaban empeñados en hacer un templo digno de ella. Se sabe que en el año 1681 el templo estaba prácticamente terminado. Por desgracia, la iglesia quedo destruida pocos años después de estrenada, con el terremoto de principios de enero de 1715.

Los fieles se organizaron para levantar por segunda vez el templo. Esta segunda iglesia se terminó entre 1723 y 1727. Después, poco a poco lo fueron ampliando y embelleciendo, pero quedo destruido después del terremoto del 7 de mayo de 1822. Dos años después volvieron a organizarse para iniciar los trabajos de la construcción de otro templo. Entonces ocurrió otro terremoto el 2 de setiembre de 1841, que daño parte de la estructura, pero pudo repararse.

Sin embargo, el terremoto del 4 de mayo de 1910 lo destruyó por completo. Una vez más, los devotos de la Virgen de los Ángeles se organizaron para iniciar las obras de la actual basílica, que se terminó en 1930. Esta estructura tiene bases antisísmicas, que han resistido muchos temblores e incluso el terremoto de 1924, cuando el templo todavía estaba en construcción. La basílica sirve de refugio a la imagen y es visitada por miles de fieles.

El padre Baltazar de Grado era el cura de Cartago en el momento de la aparición de la Virgen de los Ángeles y al morir hizo una donación para que con su producto cada año de hiciera la fiesta “como de costumbre”. Su fiesta litúrgica se celebra el 2 de agosto.


CUBA: VIRGEN DE LA CARIDAD DEL COBRE

La Basílica menor de la Virgen de la Caridad pertenece a la arquidiócesis de Santiago de Cuba. Se encuentra en un pueblo que se llama El Cobre, que está a unos 12 km de la ciudad de Santiago de Cuba. Fue en 1608 cuando la Santísima Virgen, Madre de Dios quiso manifestar su amor por la tierra de Cuba y sus hijos gracias a la aparición, según figura en el Archivo de Indias (AGI) el legajo que documenta cómo en 1738, a petición del rey de España, se enviara a la corte para proveer de capellán al Santuario de la Virgen, en el Cobre.

Los relatos se remontan al año 1687. El declarante es el negro esclavo Juan Moreno, que niño de 10 años, acompañó a los hermanos Juan y Rodrigo de Hoyos, “indios naturales del país” en su viaje a Nipe para buscar sal, cuando ocurrió el hallazgo de la imagen de la Virgen. Juan Moreno, anciano de 85 años y único sobreviviente de aquel acontecimiento, relata los recuerdos de su infancia con la voz sencilla y poética de los humildes. Así dice así la narración:

“Estando una mañana la mar en calma, salieron de dicho cayo francés para la dicha salina, antes de salir el sol, los dichos Juan y Rodrigo de Hoyos y este declarante, embarcados en una canoa y apartados de dicho cayo francés vieron una cosa blanca sobre la espuma del agua, que no distinguieron lo que podría ser, y acercándose más les pareció pájaro y ramas secas. Dijeron dichos indios, parece una niña, y en estos discursos, llegados reconocieron y vieron la imagen de Nuestra Señora de la Santísima Virgen con un niño Jesús en los brazos sobre una tablilla pequeña, y en dicha tablita unas letras grandes, las cuales leyó dicho Rodrigo de Hoyos y decían: «Yo soy la Virgen de la Caridad», y siendo sus vestiduras de ropaje se admiraron que no estaban mojadas, y en esto, llenos de gozo, cogiendo solo tres tercios de sal, se volvieron”.

También aquí concurren aspectos y datos comunes a buena parte de las historias de hallazgos y apariciones marianas. La imagen de la Virgen de la Caridad fue encontrada por tres personas de las clases más pobres y explotadas: dos indios y un negro esclavo.

Muy poco después la imagen de la Virgen fue trasladada al pueblo del Cobre de donde tomó el nombre. Desde la aparición de la estatua, la devoción a la Virgen de la Caridad se propagó con asombrosa rapidez por toda la isla a pesar de las difíciles comunicaciones.

Durante la guerra de independencia –como en otras muchas historias de la misma en otros países hispanoamericanos–, los insurgentes se encomendaban a la Virgen de la Caridad. En 1915, después de la guerra de independencia, los veteranos pidieron al Papa que declarase a la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba. En documento del día 10 de mayo de 1916, firmado por el cardenal obispo de Hostia, el papa Benedicto XV declaró a la Virgen de la Caridad del Cobre patrona principal de la República de Cuba, fijando su festividad el 8 de septiembre.

Con los años se adquirió un recinto mayor para construir un nuevo santuario que pudiese acoger al creciente número de peregrinos, haciéndose la inauguración con el traslado de la Virgen el día 8 de septiembre de 1927. La Virgen fue coronada el 20 de diciembre de 1936. El papa san Pablo VI reconociendo esa presencia de la Virgen de la Caridad en medio del pueblo cubano, envió el 30 de diciembre de 1977, como delegado suyo al cardenal Gantin, portador de la bula por la que se proclamaba Basílica menor el hasta entonces Santuario Nacional.

El 24 de enero de 1998 san Juan Pablo II coronó la imagen de la Virgen de la Caridad, en la ciudad de Santiago de Cuba, como Reina de Cuba. Durante los meses de preparación para aquella visita del Papa a Cuba, diez imágenes peregrinas de la Virgen de la Caridad recorrieron las distintas diócesis del país. Su fiesta litúrgica se celebra el 8 septiembre, fiesta de la Natividad de la Virgen, como sucede con muchas otras advocaciones marianas.


NOTAS

  1. Pío XII en el radiomensaje Embora, septiembre de 1954.
  2. Gn. 28, 16.


REFERENCIAS

III Conferencia General del CELAM. Documento de Puebla. Bogotá: CELAM, 1979.

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Francovich, Guillermo. Tito Yupanqui, escultor indio. La Paz: Librería Editorial Juventud, 1978.

Iglesia Uruguaya, «El Santuario Nacional de la Virgen de los Treinta y Tres». Disponible en https://iglesiacatolica.org.uy/santuario-virgen-de-los-treinta-y-tres/

Intendencia de Florida, «Florida cuenta con monumento a la Virgen de los Treinta y Tres» (24 de agosto de 2007). Disponible en http://www.florida.gub.uy/wps/wcm/connect/imf/imf/noticias/virgendelos33/

Juan Pablo II, Discurso a rectores en Santuarios de Francia, Bélgica y Portugal (Roma, 22 de enero de 1981). Disponible en http://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/speeches/1981/january/documents/hf_jp-ii_spe_19810122_rettori-santuari.html

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París García, José Gregorio. El Tiempo de los Tiempos. Alcobendas, Madrid: De Buena Tinta, 2013.

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Vargas Ugarte, Rubén. Historia del Culto de María en Iberoamérica y de sus imágenes y santuarios más celebrados. Madrid: Talleres Gráficos, 1956.


RAÚL FERES