SANTUARIOS NACIONALES. Ecuador, El Salvador, Guatemala

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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ECUADOR: NUESTRA SEÑORA DEL QUINCHE

“En América Latina el catolicismo popular como expresión cultural, es una combinación de elementos indígenas precolombinos, catolicismo hispano popular de la colonia y las enseñanzas oficiales de la Iglesia”. A esto habría que añadir todo el juego de creencias y mitos generados contemporáneamente, particularmente a partir de los medios masivos de comunicación, la industria cultural y los requerimientos actuales de respuesta a las necesidades de la vida.

En el área del Distrito Metropolitano de Quito se encuentra en pueblo de El Quinche en las faldas de la cordillera oriental, a una altura de 2 664 metros a nivel del mar, sobre una franja estrecha de terrenos. La zona del Quinche está relativamente cerca de los lugares de paso hacia la región oriental, y como tal fue parte del complejo sistema de confluencias entre las culturas de la sierra y las selváticas orientales.

La Virgen de Oyacachi (El Quinche) De acuerdo a las crónicas, una vez erigido el Santuario de Guápulo en 1586, los indios de Lumbisí desearon tener una copia de la imagen de la Virgen de Guápulo, para lo cual contrataron al mismo escultor español radicado en Quito, don Diego de Robles quién trabajó la imagen con el cedro que le sobró de la escultura de Guápulo. Según el historiador, padre Julio Matovelle, estos indiecitos o no quisieron o no tuvieron con que pagar a Robles el precio convenido; lo cierto es que la regresó a su taller de Quito.

Los indiecitos de Oyacachi enclavados en la región montañosa oriental tuvieron la visita prodigiosa de una señora con su niño, que por tres ocasiones conversó con los caciques y les prometió librarles de la plaga de los osos que devoraban a los niños, a cambio de que pidieran el doctrinero del Quinche para que les instruya en la nueva religión cristiana. Este milagro se dio cuando desapareció de inmediato dicha plaga.

Diego de Robles trasladó la imagen al villorrio de Oyacachi “una vez en poder de los indios la imagen, la colocaron con gran alborozo y contentamiento en una cueva natural en la confluencia de dos ríos y la cubrieron protegiéndola de la intemperie” hasta que le construyeran su pequeña capilla.

Según este cronista, la imagen permaneció en Oyacachi 14 años entre 1588 y 1604, estos son años con hondo significado para la historia posterior de la devoción ya que son los que definen sus rasgos o características simbólicas. A pesar de los 65 km que separan de Quito a Oyacachi, comenzaron las grandes romerías atravesando páramos y cordilleras hasta llegar al montañoso Santuario, catando por las aguas cristalinas del río y de las canoras aves de las montañas.

Inicios de la evangelización Esta imagen que mide 64 cm y tiene al niño inseparable de la imagen de su madre, en cedro, enchapada en oro y con hermosísimas filigranas, fue el instrumento de Dios para comenzar a evangelizar a este pueblo pagano y desde allí a la región central de la sierra ecuatoriana; allí se obraron los grandes prodigios y aún milagros que Dios pudo realizar a través de esta imagen de la Virgen que se hizo milagrosa.

Por razones pastorales, el IV obispo de Quito Fray Luis López de Solís ordenó el traslado de la sagrada imagen al pueblo de El Quinche.

El Santuario de El Quinche La Virgen fue trasladada a la antigua iglesia de El Quinche, distante de la actual a 15 cuadras, y en 1630 se construyó su primer templo por mandato de fray Pedro de Oviedo, obispo de Quito. Fue recibida por el pueblo de El Quinche el 10 de marzo de 1604, fecha histórica en que la imagen milagrosa dejó para siempre su primer asiento para radicarse desde la Colonia hasta nuestros días. Aquí tomó definitivamente el nombre de Nuestra Señora de la Presentación de El Quinche, en lugar de Oyacachi, y su fiesta principal pasó al 21 de noviembre, en vez del 2 de febrero.

Bajo la dirección del clero diocesano fue creciendo el amor a la Virgen en el pueblo, creció el número de peregrinaciones y con ello el conocimiento de Jesucristo como único Salvador. Siguieron obrándose los favores y portentos de modo que su fama abarcó la región de la sierra norte del país.

La Virgen de El Quinche y la ciudad de Quito Aunque el santuario de la Virgen se encuentra ubicado en una zona agraria, la relación con la ciudad ha sido más o menos permanente. Quizá las pinturas no lo expresen de modo suficiente ya que la mayoría de estas nos remiten a paisajes rurales y a milagros relacionados con la vida en el campo.

La Virgen sirvió, no obstante, de amparo a la población urbana frente a las calamidades públicas. Apenas dos años después de estar en El Quinche –dice el historiador Sono– fue trasladada a Quito a fin de curar una grave y peligrosa dolencia del presidente de la Real Audiencia de Quito don Martín de Arbola; los anales del santuario muestran que hasta la actualidad tiene más de 200 salidas a Quito para calmar enfermedades, plagas, pestes y terremotos.

Coronación canónica Ante la gran popularidad y aceptación de fe y de piedad mariana, el pueblo de Quito pidió a la autoridad eclesiástica la coronación canónica de tan veneranda imagen; ante los pedidos de las instituciones educativas y de gobierno, como también el clero y sus parroquias y miles de firmas, el señor arzobispo de Quito, Mons. Carlos María de la Torre realizó los trámites petitorios ante la Santa Sede.

Conocida la aprobación pontificia, con alborozo se anunció esta noticia que consoló mucho al pueblo ecuatoriano afligido por la guerra. La sagrada imagen fue coronada el 20 de junio de 1943 por decreto del papa Pío XII y delegado Mons. Carlos María de la Torre. Su fiesta se celebra el 21 de noviembre.

El santuario actual Quince años permaneció la imagen al cuidado de los indios hasta que, en 1604, el obispo del lugar ordenó el traslado de la imagen de Oyacachi al poblado del Quinche (de donde finalmente tomó su nombre), más cimentado en la vida cristiana, y fue puesta en la iglesia parroquial, convertida en su nuevo santuario. Pronto tuvieron que pensar en la construcción de un templo más grande.

En 1630 la sagrada imagen fue trasladada a su nuevo santuario. Con el tiempo la construcción sufrió varias modificaciones. Después del terremoto de 1869 el templo fue reconstruido. La última construcción del templo se remonta al año de 1905 y su consagración al año 1928.

La imagen es una fina talla en madera de cedro de unos 62 cm. de alto. La Virgen lleva un cetro en la mano derecha y con la izquierda sostiene el Niño en actitud de bendecir, mientras sostiene una esfera de oro coronada por una cruz. A los pies de la imagen, la peana y la gran media luna –ambas de plata–, y las pesadas coronas imperiales de oro y piedras preciosas manifiestan la generosidad del pueblo ecuatoriano. El rostro de Jesús evoca las facciones de los niños mestizos de aquellas sierras, así como mestizo es también el color de la Madre, síntesis del alma del inca y del español.

Esta advocación es muy popular en Ecuador, especialmente entre los indios que llaman con afecto “La Pequeñita” a su protectora del cielo. El pueblo ecuatoriano le tiene gran devoción y la manifiesta por medio de una gran variedad de cantos que se entonan en honor de la Virgen del Quinche, con textos en quechua, en jíbaro y en otras diversas lenguas de la región y también en español; muchos de ellos se cantan desde hace cuatro siglos.

La Congregación de los Misioneros Oblatos El señor arzobispo de Quito Mons. Carlos María de la Torre, en nombre de la arquidiócesis, confió el cuidado pastoral de la parroquia y Santuario de Nuestra Señora de El Quinche a la Congregación de Misioneros Oblatos de los Corazones Santísimos de Jesús y de María, fundados en Cuenca el 5 de octubre de 1884 por el hoy venerable padre Julio María Matovelle, haciéndose cargo el 30 de mayo de 1944; desde esa fecha la Congregación ha procurado responder los anhelos y mandatos de la curia arquidiocesana de Quito.

Hoy el nombre de la Virgen de El Quinche es amado y conocido en todo el Ecuador, evangelizando a cuantos acuden a su Santuario; en las fiestas de 21 de noviembre las grandes caminatas y romerías sobrepasan las 600.000 personas. Las réplicas de Nuestra Señora de El Quinche se encuentran en Argentina, EEUU, España, Jerusalén, Italia y Brasil, pues donde van los ecuatorianos van llevando esta advocación y los oblatos han procurado organizar esta devoción y fiestas en dichos países.

El Santuario de Nuestra Señora de El Quinche ocupa el primer lugar en el Ecuador por su concurrencia, la devoción y los resultados de evangelización al pueblo de Dios.


EL SALVADOR: NUESTRA SEÑORA DE LA PAZ

En el año de 1682 unos mercaderes encontraron en la orilla del Mar del Sur salvadoreño una caja abandonada. Estaba tan bien sellada que no pudieron abrirla con sus herramientas. Seguros de que contenía algún objeto valioso, ataron la caja sobre el lomo de su burra y la llevaron a la ciudad de San Miguel. Esperaban poder allí encontrar como poder abrirla. Llegaron a la ciudad el 21 de noviembre.

Con la intención de asegurar la propiedad del posible tesoro, se dirigieron primero a las autoridades del lugar para dar cuenta del hallazgo; cuando al pasar por delante de la iglesia parroquial, hoy Catedral, la burra se echó en tierra sin que nadie pudiese moverla de ahí. Entonces, sin esfuerzo alguno lograron abrir la caja y descubrieron que el tesoro que contenía era una hermosa imagen de Nuestra Señora con el Niño en brazos.

El origen de la imagen permanece en el misterio, pues nunca se pudo conocer qué destino tenía aquella caja, ni cómo llegó a las playas de El Salvador. Se cuenta que al arribar la imagen había una cruenta lucha entre los habitantes de la región, y al correr la voz del maravilloso hallazgo, todos depusieron las armas e inmediatamente cesaron las hostilidades.

También se refiere que en las luchas fratricidas del 1833, el bando triunfador, en vez de tomar represalias –como se esperaba– hizo colocar la bendita imagen en el atrio de la parroquia y a los pies de María se juró solemnemente no guardar rencores y borrar el odio de los corazones para que la paz germinara en fraternidad y reconciliación.

Ciertamente fue un milagro maravilloso. Por esto dieron a la imagen el título de Nuestra Señora de la Paz, cuya fiesta litúrgica se celebra el 21 de noviembre, en recuerdo de su llegada a la ciudad de San Miguel. Con ocasión del Congreso Eucarístico Nacional en 1942, el papa Pío XII dirigiéndose al pueblo salvadoreño, exclamó “que Nuestra Señora de la Paz os coloque a todos bajo el amparo del simbólico ramo en su Iglesia de San Miguel alza en su mano derecha y cuyo nombre amaríamos ver proyectado sobre el mundo entero”.

Protección milagrosa La fe y confianza depositadas en la Virgen de la Paz viven desde que llegó a las playas de El Salvador, con fuertes raigambres, en el alma del pueblo salvadoreño, esperanzas que no han quedado frustradas. Son numerosos los ejemplos que dan fe de ello:

1. El 21 de septiembre de 1787 –105 años después del hallazgo– el volcán Chaparrastique entre grandes y espantosos temblores de tierra y tempestuosas tormentas, hizo una de sus más formidables erupciones. La lava ardiente casi llegaba a la Ciudad, amenazando su inminente destrucción. Angustiados los vecinos se congregaron en la plaza principal, junto a las autoridades locales, sacerdotes y religiosos franciscanos y mercedarios, quienes infundían confianza al afligido pueblo, exhortándolo a pedir a Dios misericordia con arrepentimiento de los pecados y a invocar la protección maternal de la Virgen de la Paz. Decidieron en clamor unánime sacar la imagen de Nuestra Señora de la Paz a la puerta principal de la antigua Iglesia parroquial. Y colocada que fue frente a las fuerzas volcánicas, al aparecer la sagrada imagen, al grito de “Sálvanos Reina de la Paz”, la lava inmediatamente tomó otro rumbo buscando al sur de la Ciudad; cubrió grandes extensiones de tierras fértiles, a la vez que gran parte de la laguna El Jocotal. Se refiere que después de efectuarse aquel portentoso milagro, en el límpido cielo se dejó ver con toda la claridad una bellísima palma formada por blancas nubes, cuyo pie fue a posarse en el inmenso cráter del turbulento volcán. Tan admirados quedaron quienes vieron aquella magnífica señal, que el pueblo optó por colocar en la diestra de la Sagrada Imagen, una palma de oro en conmemoración de aquel acontecimiento que la tradición se ha encargado de hacer prevalecer como algo notable, asombroso y único en estas latitudes.

2. El jueves 25 de junio de 1903, entre cinco y seis de la tarde, un estruendo conmovió a la ciudad de San Miguel. Un rayo fulminó la cúpula de la Iglesia de San Francisco, templo santuario de la patrona e iglesia parroquial. La chispa solo produjo un incendio que comenzó en el camarín de la Virgen, quemando las vestiduras de la Imagen, ennegreciendo y ampollando el retoque, sin dañar las perfecciones escultóricas. La lluvia arreciaba y el huracán amenazaba a la ciudad. Las descargas eléctricas consecutivas embargaban los ánimos. Las fuerzas huracanadas derribaron árboles y los tejados de las casas eran arrancados por la violencia de la tempestad. Pronto se supo la noticia de la desgracia, y no obstante que por las calles se hacía difícil transitar, se llenó el templo de fieles. La consternación era general. Se llamó a un renombrado escultor guatemalteco, D. Cipriano Dardón, para restaurar la imagen. Con ese fin se la llevó en procesión de desagravio de la iglesia parroquial a la de Santo Domingo, llevando la imagen y el Niño cubiertos el rostro, en medio de una gran manifestación de fieles. El trabajo lo hizo el escultor en la sacristía de este último templo. Después de casi tres meses, fueron entregadas las imágenes, siendo conducidas en solemne y fervorosa procesión a la iglesia parroquial.

La Catedral-Basílica, Santuario Nacional de la Patrona de El Salvador. El 21 de noviembre de 1862 el capitán general Gerardo Barrios, natural del departamento de San Miguel, colocó la primera piedra de la actual catedral, santuario que guarda a la Patrona de la Nación. El 21 de noviembre de 1962 –justamente cien años después– se abrió el templo, siendo obispo de la Ciudad Mons. Miguel Ángel Machado.

La imagen se trasladó desde su primer templo, la Iglesia de San Francisco. En la parte exterior lucen en mármol las estatuas del capitán D. Luis Moscoso, fundador de la ciudad y la del capitán general Gerardo Barrios, iniciador de los trabajos de la catedral. A instancias de los obispos de El Salvador, a una con el clero y fieles y autoridades civiles, el papa san Pablo VI declaró a la Santísima Madre de Dios bajo el título de Nuestra Señora de la Paz, Patrona principal de toda la República de El Salvador y elevó su catedral y Santuario Nacional al rango de Basílica Menor.

Coronación de la Virgen de la Paz El primer obispo de San Miguel, Mons. Dueñas y Argumedo –yacente en la cripta del Santuario– obtuvo del papa Benedicto XV la Coronación Canónica de la Virgen de la Paz, que se efectuó el 21 de noviembre de 1921 en presencia del presidente de la República, D. Jorge Meléndez, acompañado de su Gobierno, del cuerpo diplomático, del arzobispo y obispos de Centroamérica y miles de personas.

En el momento de ser colocada la Corona en la Imagen, el Jefe de Estado depositó el simbólico bastón de mando a los pies de la Madre Espiritual del pueblo salvadoreño y más de 150 palomas blancas fueron echadas al vuelo. En memoria de este acontecimiento se celebra cada aniversario con solemnes festejos eucarísticos y grandiosa procesión. También desde entonces quedo establecida la Romería de Peregrinos en honor a la Reina de la Paz. Su fiesta litúrgica es el 21 de noviembre, Presentación de la Virgen María.


GUATEMALA: NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO

Patrona de Guatemala, su festividad se celebra el 7 de octubre. La devoción a María bajo la advocación de la Virgen del Rosario se remonta al Medioevo, cobrando fuerza durante el Renacimiento. En Guatemala, con el establecimiento de los dominicos en Ciudad Vieja, Almolonga, se empezó a difundir la tradición del rezo del Rosario. La primera cofradía del Rosario fue fundada en 1559.

Francisco Marroquín, primer obispo de Guatemala, exhortó al pueblo de Santiago –hoy Antigua Guatemala– a “que sería conveniente se erigiese en la iglesia de Santo Domingo la Confraternidad del Rosario, como había en muchos conventos de la Orden, para que ahí se extendiese tan santa devoción”.

La imagen de Nuestra Señora del Rosario, obra de artistas desconocidos, fue terminada hacia el 1592. Mandada hacer por el dominico fray López de Montoya, fue confeccionada totalmente en plata pura. Su forma original no puede ser apreciada, pues la imagen se presenta a los fieles revestida de elaboradas vestiduras y adornos.

La imagen lleva un gran rosario en la mano derecha y la otra sostiene al Niño. La imagen es producto de la orfebrería colonial. Es típicamente barroca y representa a María reina del cielo y tierra, con manto y corona imperial, y con el cetro en sus manos. Completa el cuadro la luna bajo sus pies, símbolo de pureza inmaculada.

Fue declarada patrona de Santiago, hoy Antigua Guatemala, en 1651 con ocasión de los temblores que azotaron la ciudad. Luego, en 1717 y 1773, la imagen fue restaurada debido a los daños ocasionados por los terremotos de Santa Marta. El 1 de enero de 1776, con la instalación de los dominicos en la Nueva Guatemala –hoy la capital del país– la imagen fue trasladada al templo de Santo Domingo en la ciudad de Guatemala, donde se encuentra actualmente.

Los líderes de la independencia la proclamaron Patrona de la nueva nación en 1821 y ante ella juraron luchar por la independencia de Guatemala. La Virgen del Rosario fue solemnemente declarada Reina de Guatemala en 1833 y coronada canónicamente el 28 de enero de 1934.

Con motivo de la solicitud de la coronación pontificia de la imagen de la Virgen del Rosario de Guatemala, el papa Pío XI concedió el Decreto de Coronación Pontificia de la Virgen del Rosario, reconociéndola como Patrona de Guatemala. Fue monseñor Luis Durou y Sure, arzobispo de Guatemala, quien como representante pontificio coronó solemnemente a la imagen el día 28 de enero de 1934, en el atrio de la Catedral Metropolitana.

En el año 1969, el papa san Pablo VI en bula papal elevó el templo de Santo Domingo a la dignidad de Basílica Pontificia de Nuestra Señora del Rosario. La primera nación del mundo que celebró la fiesta de la coronación de la Santísima Virgen por Reina de todo el universo, fue Guatemala. En 1992, a 400 años de que la imagen fuera terminada, fue nombrada Alcaldesa Perpetua de la Ciudad de Guatemala.


NOTAS

RAÚL FERES