Diferencia entre revisiones de «SEMINARIO MAYOR INTERDIOCESANO DE CRISTO REY»

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El Seminario Mayor Interdiocesano de Cristo Rey fue fundado por Mons. Jacinto Vera, primer obispo de Montevideo, con jurisdicción sobre todo el territorio de la República Oriental del Uruguay. Esta fue una de sus primeras medidas de gobierno y respondía a la necesidad de formar, para la naciente iglesia uruguaya, ministros propios, a fin de poder responder a las necesidades pastorales con sacerdotes originarios e instruidos en el país.
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El Seminario Mayor Interdiocesano de Cristo Rey fue fundado por Mons. [[VERA_Y_DURÁN,_Jacinto | Jacinto Vera]], primer obispo de Montevideo, con jurisdicción sobre todo el territorio de la República Oriental del Uruguay. Esta fue una de sus primeras medidas de gobierno y respondía a la necesidad de formar, para la naciente iglesia uruguaya, ministros propios, a fin de poder responder a las necesidades pastorales con sacerdotes originarios e instruidos en el país.
  
En 1880, en el centro de Montevideo, bajo la dirección de los padres de la Compañía de Jesús, se dio inicio formal a los cursos de formación sacerdotal en el Uruguay. En 1897, con la creación de la Provincia Eclesiástica, al ser elevada Montevideo a la dignidad arzobispal y erigirse las diócesis de Melo y Salto, comenzó a generarse una dinámica conceptual que buscaba definir la realidad institucional del hasta entonces Seminario de Montevideo.  
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En 1880, en el centro de Montevideo, bajo la dirección de los padres de la [[JESUITAS_(Compañia_de_Jesús) | Compañía de Jesús]], se dio inicio formal a los cursos de formación sacerdotal en el Uruguay. En 1897, con la creación de la Provincia Eclesiástica, al ser elevada Montevideo a la dignidad arzobispal y erigirse las diócesis de Melo y Salto, comenzó a generarse una dinámica conceptual que buscaba definir la realidad institucional del hasta entonces Seminario de Montevideo.  
  
En diversos documentos se lo llamaría indistintamente Seminario Metropolitano, Seminario Interdiocesano, Seminario de Montevideo, Seminario Arzobispal, sin que apareciera, aparentemente, conflicto de formación. Esta situación de hecho, quedaría definida de derecho por el acuerdo entre la Conferencia Episcopal del Uruguay y la Congregación para la Educación Católica, que establecería, en Estatuto aprobado en 2002, que el Seminario es «Interdiocesano», siendo responsabilidad de todos los obispos del Uruguay, y sería gestionado por la Comisión Episcopal del Seminario, organismo de tres miembros obispos, siempre presidido por el Arzobispo de Montevideo.
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En diversos documentos se lo llamaría indistintamente Seminario Metropolitano, Seminario Interdiocesano, Seminario de Montevideo, Seminario Arzobispal, sin que apareciera, aparentemente, conflicto de formación. Esta situación de hecho, quedaría definida de derecho por el acuerdo entre la Conferencia Episcopal del Uruguay y la Congregación para la [[ASOCIACIÓN_URUGUAYA_DE_EDUCACIÓN_CATÓLICA | Educación Católica]], que establecería, en Estatuto aprobado en 2002, que el Seminario es «Interdiocesano», siendo responsabilidad de todos los obispos del Uruguay, y sería gestionado por la Comisión Episcopal del Seminario, organismo de tres miembros obispos, siempre presidido por el Arzobispo de Montevideo.
  
En  1932 el Seminario se trasladó a una nueva sede en la intersección de la Avenida de las Instrucciones y la actual Avenida Batlle y Ordoñez, alejada del centro de la ciudad. En la década de los 50, el arzobispo de Montevideo, Mons. Antonio María Barbieri, inició, junto con los demás obispos uruguayos, una gran colecta nacional a fin de edificar un nuevo Seminario, en un amplio terreno ubicado en la localidad de Toledo, Canelones, que aún formaba parte del territorio de la arquidiócesis de Montevideo. El enorme edificio fue inaugurado en 1961, momento en que comenzaba a manifestarse una grave carencia de vocaciones para la vida sacerdotal, lo que hizo de aquella sede un espacio totalmente desproporcionado a las necesidades de la Iglesia uruguaya.  
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En  1932 el Seminario se trasladó a una nueva sede en la intersección de la Avenida de las Instrucciones y la actual Avenida Batlle y Ordoñez, alejada del centro de la ciudad. En la década de los 50, el arzobispo de Montevideo, Mons. Antonio María Barbieri, inició, junto con los demás obispos uruguayos, una gran colecta nacional a fin de edificar un nuevo Seminario, en un amplio terreno ubicado en la localidad de Toledo, Canelones, que aún formaba parte del territorio de la [[ARQUIDIÓCESIS_DE_MONTEVIDEO | arquidiócesis de Montevideo]]. El enorme edificio fue inaugurado en 1961, momento en que comenzaba a manifestarse una grave carencia de vocaciones para la vida sacerdotal, lo que hizo de aquella sede un espacio totalmente desproporcionado a las necesidades de la Iglesia uruguaya.  
  
En 1966, la Conferencia Episcopal Uruguaya introdujo cambios significativos en la formación del clero. En primer lugar, se agradeció a los padres Jesuitas los largos años de trabajo en la formación del clero y se encomendó la tarea a los sacerdotes seculares. Otra novedad fue que los integrantes del clero secular pasaron a vivir en pequeñas comunidades, pero en unidad de proyecto, en casas familiares insertas en barrios de Montevideo. Lo seminaristas pasaron a vivir también en estas comunidades, realizando los estudios junto a formandos de familias religiosas presentes en el Uruguay, en el Instituto Teológico del Uruguay, que  en el año 2000 se transformaría en la Facultad de Teología del Uruguay.
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En 1966, la Conferencia Episcopal Uruguaya introdujo cambios significativos en la formación del clero. En primer lugar, se agradeció a los padres [[EVANGELIZACIÓN_DE_AMÉRICA;_contribución_de_los_jesuitas | Jesuitas]] los largos años de trabajo en la formación del clero y se encomendó la tarea a los sacerdotes seculares. Otra novedad fue que los integrantes del [[EVANGELIZACIÓN;_participación_del_clero_secular | clero secular]] pasaron a vivir en pequeñas comunidades, pero en unidad de proyecto, en casas familiares insertas en barrios de Montevideo. Lo seminaristas pasaron a vivir también en estas comunidades, realizando los estudios junto a formandos de familias religiosas presentes en el Uruguay, en el Instituto Teológico del Uruguay, que  en el año 2000 se transformaría en la Facultad de Teología del Uruguay.
  
 
A mitad de los ‘70 comenzó a pensarse nuevamente en un edificio único que albergara a todos los seminaristas. El primer paso fue congregar a los estudiantes de Teología en un edificio sobre la Avenida Centenario, y a los de Filosofía en una casona sobre la Avenida 8 de Octubre, que había dejado vacante el Instituto de Filosofía, Ciencias y Letras.  
 
A mitad de los ‘70 comenzó a pensarse nuevamente en un edificio único que albergara a todos los seminaristas. El primer paso fue congregar a los estudiantes de Teología en un edificio sobre la Avenida Centenario, y a los de Filosofía en una casona sobre la Avenida 8 de Octubre, que había dejado vacante el Instituto de Filosofía, Ciencias y Letras.  
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Finalmente, en un terreno ofrecido por los padres Orionitas, en la calle Juan Rodríguez Correa casi Avenida Millán, se colocó, en 1979, la piedra fundamental del nuevo  edificio. Este fue inaugurado en 1983; tenía capacidad para 80 estudiantes, 9 sacerdotes formadores, y una comunidad de religiosas, las Hermanas Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús y de María, que acompañaron y enriquecieron con su carisma religioso la formación hasta el año 2009.
 
Finalmente, en un terreno ofrecido por los padres Orionitas, en la calle Juan Rodríguez Correa casi Avenida Millán, se colocó, en 1979, la piedra fundamental del nuevo  edificio. Este fue inaugurado en 1983; tenía capacidad para 80 estudiantes, 9 sacerdotes formadores, y una comunidad de religiosas, las Hermanas Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús y de María, que acompañaron y enriquecieron con su carisma religioso la formación hasta el año 2009.
  
El más que centenario periplo del Seminario Mayor Interdiocesano «Cristo Rey», revela  la invariable preocupación de los obispos uruguayos, comenzando por el Siervo de Dios Mons. Jacinto Vera, por la formación de un clero sabio y comprometido, capaz de establecer el diálogo entre la fe y la cultura, siempre necesario en la evangelización, más aún en ámbitos como el Uruguay, fuertemente marcados desde el siglo XIX por el racionalismo, el liberalismo y el secularismo.
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El más que centenario periplo del Seminario Mayor Interdiocesano «Cristo Rey», revela  la invariable preocupación de los obispos uruguayos, comenzando por el Siervo de Dios Mons. [[VERA_Y_DURÁN,_Jacinto | Jacinto Vera]], por la formación de un clero sabio y comprometido, capaz de establecer el diálogo entre la fe y la cultura, siempre necesario en la evangelización, más aún en ámbitos como el Uruguay, fuertemente marcados desde el siglo XIX por el [[CARTA_PASTORAL_CONTRA_LA_FE_RACIONALISTA | racionalismo]], el liberalismo y el secularismo.
  
 
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'''GONZALO ESTÉVEZ'''
 
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[[VERA_Y_DURÁN,_Jacinto|VERA Y DURÁN, Jacinto]]
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[[JESUITAS_(Compañia_de_Jesús)|JESUITAS (Compañia de Jesús)]]
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Revisión del 16:57 11 jun 2015

El Seminario Mayor Interdiocesano de Cristo Rey fue fundado por Mons. Jacinto Vera, primer obispo de Montevideo, con jurisdicción sobre todo el territorio de la República Oriental del Uruguay. Esta fue una de sus primeras medidas de gobierno y respondía a la necesidad de formar, para la naciente iglesia uruguaya, ministros propios, a fin de poder responder a las necesidades pastorales con sacerdotes originarios e instruidos en el país.

En 1880, en el centro de Montevideo, bajo la dirección de los padres de la Compañía de Jesús, se dio inicio formal a los cursos de formación sacerdotal en el Uruguay. En 1897, con la creación de la Provincia Eclesiástica, al ser elevada Montevideo a la dignidad arzobispal y erigirse las diócesis de Melo y Salto, comenzó a generarse una dinámica conceptual que buscaba definir la realidad institucional del hasta entonces Seminario de Montevideo.

En diversos documentos se lo llamaría indistintamente Seminario Metropolitano, Seminario Interdiocesano, Seminario de Montevideo, Seminario Arzobispal, sin que apareciera, aparentemente, conflicto de formación. Esta situación de hecho, quedaría definida de derecho por el acuerdo entre la Conferencia Episcopal del Uruguay y la Congregación para la Educación Católica, que establecería, en Estatuto aprobado en 2002, que el Seminario es «Interdiocesano», siendo responsabilidad de todos los obispos del Uruguay, y sería gestionado por la Comisión Episcopal del Seminario, organismo de tres miembros obispos, siempre presidido por el Arzobispo de Montevideo.

En 1932 el Seminario se trasladó a una nueva sede en la intersección de la Avenida de las Instrucciones y la actual Avenida Batlle y Ordoñez, alejada del centro de la ciudad. En la década de los 50, el arzobispo de Montevideo, Mons. Antonio María Barbieri, inició, junto con los demás obispos uruguayos, una gran colecta nacional a fin de edificar un nuevo Seminario, en un amplio terreno ubicado en la localidad de Toledo, Canelones, que aún formaba parte del territorio de la arquidiócesis de Montevideo. El enorme edificio fue inaugurado en 1961, momento en que comenzaba a manifestarse una grave carencia de vocaciones para la vida sacerdotal, lo que hizo de aquella sede un espacio totalmente desproporcionado a las necesidades de la Iglesia uruguaya.

En 1966, la Conferencia Episcopal Uruguaya introdujo cambios significativos en la formación del clero. En primer lugar, se agradeció a los padres Jesuitas los largos años de trabajo en la formación del clero y se encomendó la tarea a los sacerdotes seculares. Otra novedad fue que los integrantes del clero secular pasaron a vivir en pequeñas comunidades, pero en unidad de proyecto, en casas familiares insertas en barrios de Montevideo. Lo seminaristas pasaron a vivir también en estas comunidades, realizando los estudios junto a formandos de familias religiosas presentes en el Uruguay, en el Instituto Teológico del Uruguay, que en el año 2000 se transformaría en la Facultad de Teología del Uruguay.

A mitad de los ‘70 comenzó a pensarse nuevamente en un edificio único que albergara a todos los seminaristas. El primer paso fue congregar a los estudiantes de Teología en un edificio sobre la Avenida Centenario, y a los de Filosofía en una casona sobre la Avenida 8 de Octubre, que había dejado vacante el Instituto de Filosofía, Ciencias y Letras.

Finalmente, en un terreno ofrecido por los padres Orionitas, en la calle Juan Rodríguez Correa casi Avenida Millán, se colocó, en 1979, la piedra fundamental del nuevo edificio. Este fue inaugurado en 1983; tenía capacidad para 80 estudiantes, 9 sacerdotes formadores, y una comunidad de religiosas, las Hermanas Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús y de María, que acompañaron y enriquecieron con su carisma religioso la formación hasta el año 2009.

El más que centenario periplo del Seminario Mayor Interdiocesano «Cristo Rey», revela la invariable preocupación de los obispos uruguayos, comenzando por el Siervo de Dios Mons. Jacinto Vera, por la formación de un clero sabio y comprometido, capaz de establecer el diálogo entre la fe y la cultura, siempre necesario en la evangelización, más aún en ámbitos como el Uruguay, fuertemente marcados desde el siglo XIX por el racionalismo, el liberalismo y el secularismo.

BIBLIOGRAFÍA

Archivo del Seminario Interdiocesano Cristo Rey;

HERNÁNDEZ, Mario Pbro., Seminario de 1950, en: Seminario Interdiocesano Cristo Rey. 1880 – 132 años – 2012: http://seminariomayorcristorey.blogspot.com/p/historia.html (consulta: 1º-VIII-2012)


GONZALO ESTÉVEZ