Diferencia entre revisiones de «SERRA, Fray Junípero»

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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  '''(Mallorca, 1713–  California, 1784) Beato; Religioso franciscano'''
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  (Mallorca, 1713–  California, 1784) Beato; Religioso franciscano
  
 
Nació el 24 de noviembre de 1713 en la villa de Petra de la Isla de Mallorca, España. Sus padres fueron Antonio Serra y Margarita Ferrer, humildes labradores, quienes bautizaron el mismo día de su nacimiento a su pequeño hijo con el nombre de Miguel José. Recibió el sacramento de la confirmación el 26 de mayo de 1715, en la misma parroquia de la villa donde había sido bautizado.
 
Nació el 24 de noviembre de 1713 en la villa de Petra de la Isla de Mallorca, España. Sus padres fueron Antonio Serra y Margarita Ferrer, humildes labradores, quienes bautizaron el mismo día de su nacimiento a su pequeño hijo con el nombre de Miguel José. Recibió el sacramento de la confirmación el 26 de mayo de 1715, en la misma parroquia de la villa donde había sido bautizado.

Revisión del 11:29 28 may 2014

(Mallorca, 1713–  California, 1784) Beato; Religioso franciscano

Nació el 24 de noviembre de 1713 en la villa de Petra de la Isla de Mallorca, España. Sus padres fueron Antonio Serra y Margarita Ferrer, humildes labradores, quienes bautizaron el mismo día de su nacimiento a su pequeño hijo con el nombre de Miguel José. Recibió el sacramento de la confirmación el 26 de mayo de 1715, en la misma parroquia de la villa donde había sido bautizado.


Estudió en el convento de San Bernardino, en Mallorca; desde muy temprana edad sintió deseos de ingresar en la orden franciscana por lo que, en cuanto tuvo edad, fue llevado por sus padres a la ciudad de Palma para que realizara sus estudios superiores. El 14 de septiembre de 1730, a la edad de dieciséis años, tomó el hábito en el convento de Jesús; una vez pasado el año de su aprobación, el 15 de septiembre de 1731 profesó en dicho convento, tomando el nombre de Junípero por la devoción que le tenía a aquel compañero de San Francisco.


Respecto de su profesión, solía decir que a raíz de ella mejoró su salud: “(…) en el noviciado estuve casi siempre enfermizo, y tan pequeño de cuerpo, que no alcanzaba al facistol ni podía ayudar a los connovicios en los quehaceres precisos del noviciado, por cuyo motivo sólo me empleaba el padre maestro en ayudar a misas todas las mañanas; pero con la profesión logré la salud y fuerzas, y conseguí crecer hasta la estatura mediana; todo lo atribuyo a la profesión, de la que doy infinitas gracias a Dios[1]. Después se mudó al convento principal de la ciudad para estudiar filosofía y teología; obtuvo el grado de doctor en Sagrada Teología por la Universidad Lulliana y en 1738 fue ordenado sacerdote. Los sermones que daba durante sus predicaciones, especialmente en la Cuaresma, le hicieron famoso debido a que muchos que le escuchaban se convertían.


A pesar de haber mantenido una estatura y salud medianas, aún después de la referida profesión, respondió al llamado que sintió a trabajar en la conversión de los habitantes del nuevo continente. Se unió a una misión que partió hacia el Colegio de San Fernando en México, saliendo de Cádiz el 2 de noviembre de 1749, en compañía de su amigo, discípulo y biógrafo fray Francisco Palou. Durante la travesía enfrentaron un fuerte temporal y la sublevación de la tripulación contra el capitán de la nave. Finalmente arribaron a Veracruz el 6 de diciembre del mismo año. Pidió permiso al padre presidente de la misión para realizar el camino a pie hasta la ciudad de México y en el trayecto sufrió la picadura de un insecto que le provocó una úlcera y una cojera que le aquejó el resto de su vida. Llegó al colegio de San Fernando el 1º de enero de 1750, donde permaneció durante cinco meses hasta su partida a las misiones en la Sierra Gorda, en Querétaro, para evangelizar a los indios pame.


En este lugar se establecieron cinco misiones, cada una de las cuales estaba a cargo de dos misioneros. Comenzaron levantando chozas, tanto para los indios como para los padres, y una capilla del mismo material; los misioneros se dedicaron a administrar los sacramentos y a instruir a los indios en la doctrina católica, ya que a pesar de haber sido bautizados muchos de ellos cuando pequeños, habían vivido como gentiles alejados de las poblaciones españolas; obtuvieron del gobierno virreinal herramientas necesarias para sembrar, así como ganado para mantener a la comunidad. Aprendió Fray Junípero el idioma pame y tradujo a él las oraciones y el texto de la doctrina; procuró fomentar la devoción a la Sagrada Eucaristía, a la Inmaculada Concepción, a San Miguel Arcángel, a San José y a San Francisco de Asís, entre otros. Posteriormente inició la construcción de la iglesia de mampostería, obra que tardó siete años en quedar concluida.


Se dedicó a esta misión durante nueve años hasta que fue llamado a México por el padre guardián del colegio de San Fernando para encargarse de la conversión de los indios apaches del río de San Sabá. No obstante, esta misión nunca se llevó a cabo por razones ajenas a fray Junípero y a la orden, y al no ser enviado de regreso a la Sierra Gorda se dedicó a trabajar en los obispados de México, Puebla de los Ángeles, Antequera y Valladolid. “Aquel pequeño franciscano mallorquín (…) recorrió predicando buna parte de México, anduvo unos 4,500 kilómetros, casi siempre a pie, y siempre cojo.”[2].


En 1767 a raíz de la expulsión de los jesuitas de todo el Imperio Español ordenada por el rey Carlos III, las misiones de la California que estaban a cargo de la Compañía de Jesús fueron encomendadas por el virrey Marqués de Croix al colegio de San Fernando de México. Entonces fray Junípero partió, al frente de quince franciscanos más, del puerto de San Blas el 12 de marzo de 1768, después de una larga caminata de treinta y nueve días, desembarcando en Loreto el 2 de abril. Días después partieron para fundar las misiones, divididos en dos expediciones: una por tierra y otra por mar. La primera misión en fundarse fue la de San Fernando, a la cual le siguieron las de San Diego, San Carlos y San Buenaventura. Para la fundación de las misiones de San Francisco, Santa Clara, San Gabriel Arcángel, San Antonio de Padua y San Luis obispo de Tolosa, se solicitaron al padre guardián del colegio de San Fernando, diez franciscanos más; y para la fundación de San Joaquín, Santa Ana, San Juan Capistrano, San Pascual Bailón y San Félix de Cantalicio, otros diez religiosos. En 1772 partió hacia México para informar al nuevo virrey Antonio María de Bucareli sobre la obra de las misiones en la California y evitar el desamparo de lo conquistado, obteniendo más de lo que pedía para la subsistencia del puerto de San Blas y de las misiones.


Ocupó los últimos años de su vida en tareas administrativas, sin perder el ansia de seguir fundando misiones; asimismo visitaba anualmente las ya establecidas. Su celo misionero es descrito por fray Palou de la siguiente manera: “fueron de tan sagrado fuego las ansias de este Seráfico y Apostólico Junípero, que ni sus graves y habituales accidentes, ni la incomodidad de los continuos y dilatados viajes, ni la espesura y fragosidad de los caminos, ni la falta de su preciso sustento, ni la barbaridad de sus bozales y fieros habitadores, pudieron detener el curso á sus Apostólicas empresas[3].


Falleció el 28 de agosto de 1784 en la misión de San Carlos en Monterey, California, a los setenta años de edad. “Numerábanse cuando murió cinco mil y ochocientos los bautizados, que con los que bautizaron en la antigua California pasaban de siete mil, y dejó confirmado en esta California a cinco mil trescientos y siete (…)” y todavía, poco antes de morir, prometía a fray Palou “que no se olvidaría de nosotros ni de pedir a Dios por la conversión de la inmensa gentilidad que dejaba sin bautizar, para que logren el santo bautismo[4]. Esta promesa la compartía el referido biógrafo a sus compañeros de las misiones californianas al comunicarles la muerte de fray Junípero, los cuales le respondieron que ya veían los frutos de esa intercesión, “pues en estos cuatro meses últimos hemos bautizado más gentiles que en los tres años últimos[5].


A sus funerales asistieron una gran cantidad de soldados, marineros e indígenas de todas las edades quienes buscaban tocar rosarios y medallas con su cadáver o trataban de obtener un trozo de su vestimenta o cabello, considerando éstos como reliquias por la estima en la que tenían a fray Junípero. Fue beatificado en Roma por San Juan Pablo II el 25 de septiembre de 1988.


Notas

  1. Palou, p. 15.
  2. Iraburu, 2ª parte, 13.
  3. Palou, p. 2.
  4. Palou, p. 192.
  5. Ibid.


Biliografía

Iraburu, José María. Hechos de los Apóstoles en América. Fundación Gratis Date, 1992. Consultado el 22/05/2014, disponible en: http://www.gratisdate.org/nuevas/hechos/

Palou, Francisco. Vida de Fray Junípero Serra y Misiones de la California Septentrional. Ed. Porrúa. México, 1990.


SIGRID MARÍA LOUVIER NAVA