SINALOA; Primeras acciones evangelizadoras

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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Presencia de la Compañía de Jesús en la Nueva España

La primera invitación que se le hizo a la Compañía de Jesús para venir a misionar a la Nueva España, fue realizada por el Excelentísimo Sr. Don Vasco de Quiroga, que envió a España a Don Diego Negrón para que se entrevistara con el Padre General y formalmente le realizara la invitación. Este encuentro no se pudo realizar debido que a los pocos días de llegado, el fundador y padre General de la Compañía falleció. Don Diego se unió al doloroso suceso y regresó con la esperanza de realizar la invitación en otra ocasión.

Sucedió a Ignacio de Loyola el Padre Diego Laínez. Don Vasco de Quiroga realizó un viaje a Cádiz, para informar al rey Católico sobre los trabajos que se estaban realizando en su Diócesis de Michoacán. Pero también llevaba la intención de entrevistarse con el Padre General de la Compañía, cosa que realizó con éxito. El Padre Laínez le concedió cuatro padres Jesuitas. Tal parecía que todo iba saliendo bien, pero en el viaje de regreso los padres se enfermaron gravemente en el puerto de San Lúcar, por tal motivo tuvieron que permanecer en tierra y no pudieron embarcarse. Don Vasco tuvo que regresar solo a su Diócesis, y al poco tiempo murió.

El Virrey de la Nueva España Don Pedro Moya de Contreras, el Señor Villaseca y otros particulares, conociendo la pedagogía de los Padres Jesuitas, consideraron que su venida a la Nueva España sería de gran ayuda para la educación de la juventud, para la evangelización de los naturales, y para la conservación de la fe del pueblo católico. Escribieron al Rey Felipe II, pidiéndole su intervención para que estos misioneros vinieran a prestar sus generosos servicios a México.

El Rey enterado del admirable trabajo y del provechoso fruto que rendían en las otras provincias, envió una carta al Padre provincial de Castilla, Manuel López para pedirle que enviara misioneros a la Nueva España. Como Provincial de Castilla, no tenía potestad para cumplir con esta petición, solo el Padre General que estaba en Roma, podía concederlo. Enterado el Rey de esto, envió una carta similar al Padre General que ya para entonces era Francisco Borja:[1]“Reverendo y devoto Padre General…Ya savéis (sig.) cómo, por la relación que tubimos (sig.) de la buena vida, dotrina y exenplo de las personas religiosas de esa orden, por algunas nuestras cedulas os rogamos y encargamos que fuesen a algunas partes de las Indias a entender en la instrucción y conversión de los naturales dellas…”[2]

El Padre General, recibió esta carta con mucho agrado y tomó la decisión de no fundar una misión que dependiera de España, sino que optó por realizar una provincia autónoma. Fue así como surgió la Provincia de México. Como Padre Provincial nombró al Padre Pedro Sánchez.[3]El Padre General nombró a ocho jesuitas que le acompañaron: El padre Diego López, que irá como Rector del colegio que se fundara y como predicador, el padre Pedro Díaz, como maestro de Novicios, el padre Diego López de Meza, como confesor y maestro de la doctrina cristiana, el padre Pedro López, el padre Francisco Bazán y tres estudiantes teólogos, Juan Curiel, Pedro Mercado y Juan Sánchez.[4]

Francisco de Borja dio por escrito 27 recomendaciones que tocaban los puntos más esenciales: desde su llegada el Padre Provincial debe ofrecer el servicio del Instituto al Virrey, procurando tenerlo siempre contento hasta donde se pueda. Sólo aceptar por principio el colegio en México. No aceptar escuelas, es mejor primero dedicarse a la predicación y enseñanza de la doctrina cristiana. No tomar asunto en reparticiones de la doctrina cristiana sino a que ayuden con misiones sin tomar estipendio aunque sea licito, deben tomar solo lo necesario para el sustento de las limosnas que les ofrezcan. Para edificar Iglesias y casas, se acepte en justicia solamente las limosnas necesarias.[5]

El día 13 de junio de 1572 se embarcaron, dividiéndose en dos navíos. Llegaron a San Juan de Ulúa el 9 de septiembre, el Virrey e Inquisidor encargó a algunas personas para que los cuidaran y abastecieran de todo lo necesario. Los condujeron a Veracruz, los recibieron a la entrada de la ciudad el Gobernador, el Clero, un Regimiento de Oficiales Reales y personajes importantes del lugar.

Permanecieron por nueve días en Veracruz y el 18 continuaron su viaje a la ciudad de México. Llegaron el día 28 de septiembre de 1572, donde se les había preparado un lujoso recibimiento por parte del Excelentísimo Sr. D. Martín Enríquez y el Sr. Inquisidor Don Pedro Moya de Contreras. Los Padres Jesuitas decidieron entrar con discreción, llegaron a las nueve de la noche sin que se dieran cuenta, el padre Sedeño se había adelantado desde Puebla a preparar el hospedaje; llegaron a su lugar donde vivirían que era un hospital, fundación de Hernán Cortés, sus habitaciones no tenían puertas ni ventanas, sus camas eran de petates, ellos lo vieron justo para la vida de pobreza que profesaban. Muchos eclesiásticos y personas de buen corazón preocupadas por el bienestar de los religiosos, les ofrecían sus casas y propiedades, pero ellos no quisieron cambiar de residencia, como lo informa el Padre Provincial en su carta al padre general. El primer día de su llegada 8 o 9 de los padres enfermaron de fiebre aguda y maligna, esto ocasionó la muerte del Padre Francisco Bazán el 28 de octubre.

Expansión hacia la Nueva Vizcaya

Como consecuencia de la Guerra de conquista sobrevino en la región del Noroeste una época fuerte de crisis. Escaseaba la comida, surgieron fuertes epidemias, que dieron como resultado la mortandad de un gran porcentaje de indígenas. La Villa de San Juan Bautista de Sinaloa quedó completamente abandonada, pero el deseo de grandeza del Gobernador de la Nueva Vizcaya lo motivó a querer reconquistar la región de los Zauques; quería someter a los indios rebeldes y a extender sus dominios a tierras más al Norte. En el año de 1583 el Teniente de Gobernador de la Nueva Vizcaya Hernando Trejo y Carvajal acordó con el Comendador Diego de Ibarra de comisionar al capitán Pedro Montoya para que repoblara la Provincia de Sinaloa.

Pedro Montoya salió de la villa de Guadiana con un gran grupo de soldados y nativos; al llegar a la villa de San Miguel de Culiacán reclutó 36 soldados experimentados en el combate contra los indios, llegaron a las orillas del río Zauque a media legua de donde había estado la antigua Villa de Sinaloa. El 30 de abril fundaron la villa de San Felipe y Santiago de Carapoa, fue nombrado alcalde Mayor Pedro Montoya de esta Villa y de todas las Villas que repoblara, mando una misión a reconocer los pueblos y sementeras que se encontraban en las cercanías, de los cuales encontraron bastantes.

Empezaron a llegar muchos colonos españoles con la finalidad de poder asentarse y hacer fortuna, pero por los constantes ataques de los Zauques, no fue posible. En un ataque dieron muerte al Capitán Pedro Montoya y a Hernando de Trejo sobrino del gobernador de la Nueva Vizcaya. Tiempo después una expedición encontró los cuerpos de todos los que murieron en esa cruel batalla, solo el cuerpo del Capitán Montoya no se encontraba, se presume que los indígenas se lo comieron para poder así adquirir sus dotes de luchador.

Los Ocorinis también se alzaron en armas, los habitantes de la Villa de San Felipe y Santiago aterrorizados pidieron ayuda a la Villa de San Miguel de Culiacán, que les correspondieron mandando al Capitán Gaspar Osorio con 20 soldados. Al llegar a la villa de San Felipe y Santiago de Carapoa y ver todos los terribles estragos que habían dejado los constantes ataques de los rebeldes, el capitán decidió llevarlos a la Villa de Culiacán donde había más seguridad; solo que en el camino, al cruzar el río Petatlán, se encontraron con las fuerzas militares que provenían de San Sebastián al mando del capitán Juan López de Quijada, enviado por el Gobernador de la Nueva Vizcaya Hernando de Bazán para darles protección.

No permitió que fueran a Culiacán, los hizo que regresaran a la Villa de San Felipe y Santiago de Carapoa bajo pena de muerte al que intente abandonarla. A su regreso acamparon en los márgenes del río Petatlán donde iniciaron la construcción de sus nuevas casas. En agosto de 1584 esta villa sería llamada después Villa de San Felipe y Santiago de Sinaloa, el gobernador de la Nueva Vizcaya Hernando de Bazán, llego en abril de 1585 con un grupo de 100 soldados, un contingente de indios aliados y el capellán Juan Tenorio.

Los intentos de Bazán por mantener la paz en la Villa fracasaron, los Zauques continuaban con sus constantes ataques, dando muerte a muchos soldados y vecinos de la villa, y de nuevo se empezó a abandonar el lugar; al final solo permanecieron 5 soldados.[6]Los habitantes de Culiacán sabían que había algunas minas de metales preciosos en territorios de Sinaloa pero era muy arriesgado extraerlos, hicieron algunos intentos pero siempre sin éxito alguno. En 1590 Rodrigo del Río Loza sustituyó como gobernador a Antonio Monroy, que a la vez había sustituido a Hernando Bazán. Con Rodrigo como gobernador se intentó de nuevo reconquistar las regiones de Sinaloa, pero ahora con una nueva estrategia. Esta vez sería con la ayuda del ejército en las luchas armadas y con la obra evangelizadora de los misioneros.

Escribió el 25 de octubre de 1591 una carta para informar a Felipe II sobre la situación que se estaba viviendo en la Nueva Vizcaya. Resalta la violencia que se daba debido a la falta de doctrina. Según lo comenta en su carta, en su provincia se cuenta con pocos misioneros pertenecientes a la comunidad de San Francisco, y estos pocos no están trabajando de buen agrado, en sus actitudes se veía el descontento. En Sinaloa, los indígenas dieron muerte a los religiosos junto con una gran parte de los españoles. La poca población estaba constituida por 30 españoles y 3 padres teatinos. Los padres que habitaban en las provincias de Chametla, San Andrés, Topia y Papudos, no realizaban labor de conversión, simplemente se dedicaban a atender a los españoles; y a los indígenas no querían ofrecerles los sacramentos; cuando los visitaban lo hacían movidos por algún tipo de interés.[7]

Conociendo el buen desempeño de la Compañía de Jesús, Rodrigo decidió invitarlos para que vinieran a colaborar en la conversión de los indígenas en su provincia. En esta época se encontraba presente en la Nueva España el padre Avellaneda, que el 23 de Marzo de 1590 había sido nombrado visitador de México por el padre General. A éste le agrado la invitación que hizo el gobernador, vio que era el momento oportuno para poder abrir un colegio en territorio de los gentiles.

Envió una carta al Padre General Claudio Acquaviva, para informarle sobre su trabajo realizado y entre ellos las modificaciones que hizo para poder mandar a Sinaloa a dos Padres con el Padre Gonzalo de Tapia, y otros dos más a Topia.[8]Pero el Padre Provincial Pedro Díaz, por la escasez de sacerdotes, creyó que no era prudente aceptar la invitación en este momento, cosa que no agradó al Padre Avellaneda. Había entre ellos ya cierto mal entendido, y este sería uno de los más fuertes que afrontarían. Sería una especie de lucha de poder, dos cabezas dentro de una provincia. Pero Avellanada se afirmó en su propósito de enviar a la Compañía a la Nueva Vizcaya. Como parte de su estrategia primero acepto una residencia en Zacatecas, para después poco a poco irse adentrando en territorios de los gentiles del Norte.[9]

A mediados de 1591 envió a los padres Gonzalo de Tapia y Martín Pérez como misioneros a la Nueva Vizcaya, que de ahí fueron enviados a Sinaloa. El Padre Avellaneda el 11 de marzo de 1592 vuelve a escribir al padre Acquaviva, aludiendo sobre el comportamiento Negativo del Padre Provincial Pedro Díaz: “…y en esto de promover las lenguas y alentar las missiones (sig.) a indios, que aunque verbis, como le tengo avisado, en bezes (sig.), dice que si y que sí, quando (sig.) se viene a la obra, veo la flaqueza y aún repugnancia…[10]En esta misma carta, aparte de hablar negativamente del Padre Provincial, pide ayuda para que se refuerce la misión de Sinaloa.

El padre Pedro Díaz escribió el 12 de Mayo de1592 al Padre General, para aclararle hasta dónde habían llegado los problemas y pedir que se diera una solución a esta situación, ya que las cosas iban en aumento, y cada día él iba perdiendo la autoridad en la Provincia: “…llegando a las cosas particulares en ninguna le puedo hacer, porque las tiene reservadas para sí: y ansí, no se pone remedio de las cosas, y están encalmadas, porque ni yo puedo, ni su reverencia las remedia… proponemosle las cosas, y se cierra de tal suerte, y muestra tanto enojo, …como tiene tanta caridad, querría estendernos a muchas partes y dar contento a todos, créese fácilmente; y, si ubiera estado más tiempo en la tierra, entendiera lo que la experiencia nos a señalado, que antes conviene ceñirnos y apretarnos… más a atendido a governar que no a visitar y a remediar abusos y faltas..[11]

El día 21 de junio de 1592 el Padre General mandó una carta para intervenir en estas diferencias que había entre el Padre Visitador y el Padre Provincial, dando una solución justa. Admira la caridad que tiene el Padre visitador y también la disponibilidad que tiene al pronto servicio para con los demás, especialmente con los gentiles de Zacatecas, Sinaloa, etc.; pero resalta las dificultades de que son pocos misioneros, y al apoyar a todos los lugares que lo solicitan corren el peligro de la dispersión, aludiendo que donde hay pocos, por experiencia se sabe que hay poca paz, poca religión y mucha libertad. Recomendó que Sinaloa y Zacatecas fueran, por lo pronto, ayudadas solo con misiones.[12]

En 1592 se envió a la provincia de la Nueva Vizcaya, a los Padres Martín Peláez y Nicolás de Anaya, para que atendieran en la predicación, en la confesión y en todos los ministerios posibles a los indígenas y españoles. Su trabajo fue duro y fatigoso, pero los frutos se dejaron ver. Como no conocían la lengua (Canabilla) de la región tuvieron que auxiliarse de intérpretes.

A los españoles tuvieron que dedicarles también un tiempo especial ya que conocían la doctrina, pero existía una problemática fuerte. El pueblo se encontraba dividido en dos grandes bandos, ambos andaban armados y estaban dispuestos a jugarse la vida. Los Padres llenos de valor fueron hablando con cada una de las familias haciéndolas entrar en razón, los reunieron y llegaron a un acuerdo en Paz: donde había enemistad brillo la amistad.

NOTAS

  1. Estaba ligado a una familia perteneciente a la Monarquía. Dentro del árbol genealógico de la familia, hubo dos Papas, el Papa Calixto III (1455-1458) y el Papa Alejandro VI (1492-1503). Antes de ser electo Rodrigo de Borja (Alejandro VI) compro para su hijo Pedro el Ducado de Gandía. A la muerte de Pedro, le sucedió su hermano Juan, que contrajo matrimonio con María Enríquez de Luna. De este matrimonio nació el 28 de octubre de1510 Francisco de Borja, Nieto de Alejandro VI y Bisnieto de Fernando el católico, razón por la cual Carlos V lo trataba de duque primo. A los dieciocho años, formo parte de la corte del Rey. Contrajo Matrimonio a los 19 años con Leonor de Castro y tuvo ocho hijos. Recibió del emperador el título de marqués de Lombay. A los 29 años, Carlos V le nombró virrey de Cataluña. A la muerte de Su esposa en 1546 se unió a los Jesuitas en una profesión secreta. Ignacio de Loyola no quería que Francisco renunciara a sus títulos nobiliarios, veía en ellos una oportunidad para que la Compañía se extendiera. El 1 de febrero de 1548 para cumplir el proceso de formación espiritual y profesar dentro de la compañía, se desliga de todos los títulos nobiliarios. LÓPEZ, E. Teófanes - REVUELTA GONZÁLEZ, Manuel - BURRIEZA SÁNCHEZ, Javier, Los jesuitas en España y en el mundo hispánico Ambos Mundos, Editado por Pons Historia, 2004, 49-58.
  2. Philippus II, Rex, Patri Francisco Borgiae, Gen. Matrito 4 Maii 1571- Romam, Cod. AGI Indif. General 2869 f. 13. , en Monumental Mexicana Vol. I, (1570-1580) a cargo de Félix Zubillaga, Institutum Historicum Societatis Iesu, doc. 3, Romae, 1956, 5-6.
  3. Catalogus Primorum Sociorum In N. Hispaniam Designatorum, Mense Iunio Ineunte 1571, Cod. Méx. 4 f. 1. , en Monumental Mexicana Vol. I, (1570-1580) a cargo de Félix Zubillaga, Institutum Historicum Societatis Iesu, doc. 4, Romae, 19567, 8.
  4. ALEGRE, Francisco Javier, Historia de la compañía de Jesús en Nueva España, Tomo I, Imprenta de J. M. Lara, México 1841, 44-49.
  5. Pater Franciscus Borgia, Gen. Patri Emmanuel Lopez, Prov. Roma 15 Iunii 1571, Cod. Hisp. 69 f. 86v. en Monumental Mexicana Vol. I, (1570-1580) a cura de Félix Zubillaga, Institutum Historicum Societatis Iesu, doc. 5, Romae, 1956, 21-29.
  6. GRANDE, Carlos, Sinaloa en la Historia, tomo I, Universidad Autónoma de Sinaloa, Culiacán, Sin., 2000, 437- 442.
  7. Rodrigo Del Rio y Loza, Gobern. A Felipe II, Rey Vizcaya 25 de Octubre 1591, AGI, Guadalajara 28 de cuatro folios: 0,30 X 0, 219 no numerados, 4v, en Monumental Mexicana Vol. IV (1590-1592) a cura de Félix Zubillaga, Institutum Historicum Societatis Iesu, doc. 29, Romae 1971, 79-80.
  8. El padre Diego de Avellaneda, Visit. Al Padre Claudio de Acquaviva, Gen. Tepotzotlán 25 de septiembre de 1591, Cód. Mex. 16 f. 91r-94v (ant. 486-488), en Monumental Mexicana Vol. IV (1590-1592) a cargo de Félix Zubillaga, Institutum Historicum Societatis Iesu, doc. 27, Romae 1971, 59-71.
  9. ASTRAIN, Antonio, Historia de la compañia de Jesús en la Asistencia de la Nueva España Tomo IV Acquaviva (segunda parte) 1518-1615, Madrid 1913, 128.
  10. El Padre Diego de Avellaneda, Visit. Al Padre Claudio Acquaviva, Gen. México 11 de Marzo de 1592, Cód Méx. 16 f 60r-61v (ant. 658r-659v), en Monumental Mexicana Vol. IV (1590-1592) a cargo de Félix Zubillaga, Institutum Historicum Societatis Iesu, doc. 84, Romae 1971, 280-285.
  11. El Padre Pedro Díaz, Prov. Al Padre Claudio Acquaviva, Gen., México 12 de Mayo de 1592, Cód. Méx. 16 f. 68r-v, en Monumental Mexicana Vol. IV (1590-1592) a cargo de Félix Zubillaga, Institutum Historicum Societatis Iesu, doc. 92, Romae 1971, 400-402.
  12. ASTRAIN, P. Antonio, Historia de la Compañía de Jesús en la Asistencia de España, Tomo IV Aquaviva (segunda parte) 1581-1615, Madrid 1913,428-429.

BIBLIOGRAFÍA

ALEGRE, Francisco Javier, Historia de la compañía de Jesús en Nueva España, Tomo I, Imprenta de J. M. Lara, México 1841

ASTRAIN, P. Antonio, Historia de la Compañía de Jesús en la Asistencia de España, Tomo IV Aquaviva (segunda parte) 1581-1615, Madrid 1913

GRANDE, Carlos, Sinaloa en la Historia, tomo I, Universidad Autónoma de Sinaloa, Culiacán, 2000

LÓPEZ E. TEÓFANES - REVUELTA GONZÁLEZ, Manuel - BURRIEZA SÁNCHEZ, Javier, Los jesuitas en España y en el mundo hispánico Ambos Mundos, Ed. Pons Historia, 2004

ZUBILLAGA Félix. Monumental Mexicana Vols. I y IV (1590-1592), Institutum Historicum Societatis Iesu, Romae 1971


JOEL MEZA REYES