TENOCHTITLÁN. Mitos, leyendas y realidades

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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Orígenes de Meshico-Tenochtitlan

¿Qué se puede decir de los orígenes de los nahuas mexicas o aztecas? Los relatos míticos lo sitúan en Chicomoztoc (en náhuatl: chicome-oztotli-co, «Lugar de las siete cuevas»), sitio relacionado y supuestamente cercano a Aztlán (lugar de las garzas) —de donde viene el gentilicio «azteca»—, aunque hasta la fecha no existe indicio creíble sobre el punto donde se encontraría tales sitios míticos.

La leyenda dice que de Chicomostoc emigraron al sur siete tribus, las que tenían en común la lengua náhuatl, por lo que se les conoce como las «siete tribus nahuatlacas»; la última en emigrar habrían sido los que se llamaban a sí mismos «tenochcas» porque el sacerdote que los guiaba en su peregrinaje era «Tenoch». Al llegar al Valle de Anáhuac fundaron la ciudad de Tenochtitlán. La palabra « aztecas» fue acuñada muy posteriormente por cronistas europeos en razón de su procedencia de Aztlán, al igual que el gentilicio «mexicas», que es la castellanización del vocablo náhuatl «meshico» que quiere decir «en el ombligo de la luna», con el cual designaban al lugar donde fue fundada Tenochtitlán.

Tenochtitlan se funda, según la leyenda, tras la «peregrinación», ordenada y guiada por el dios Huitzilopochtli para llevar a su pueblo al lugar para levantar su ciudad en donde encontraran un águila devorando una serpiente. Y en un pequeño islote en el lago de Texcoco los tenochcas empezaron la edificación de Tenochtitlán. Mediante una ingeniería hidráulica de rellenos, pilotes y canales internos, así como diques contenedores de aguas y puentes fue paulatinamente desarrollando la ciudad hasta alcanzar unos 13.5 kilómetros cuadrados.[1]

Demografía

¿Cuántas personas vivían en Tenochtitlan? “Los cálculos de población realizados con testimonios y métodos muy diversos, desde los primeros años hasta los más recientes, son desconcertantes”, le explicaba a «BBC Mundo» el investigador Andrés Lira González.[2]El académico considera como «los más acertados» los que cita el historiador José Luis de Rojas de la Universidad Complutense de Madrid, en su libro «México-Tenochtitlan, economía y sociedad en el siglo XVI».[3]

De Rojas da como más probable un máximo de 200.000 habitantes. “Tomemos en cuenta, por otra parte, que México-Tenochtitlan y Tlatelolco (su ciudad gemela) formaban un conjunto humano en movimiento en constante relación e interpenetración”. Otro investigador, Esteban Mira,[4]está de acuerdo en la falta de «fuentes fiables». No existe un consenso entre los estudiosos sobre la población de Tenochtitlan. Varios historiadores la calculan entre 80 000 a 200 000 habitantes.[5]´

Al tiempo de la llegada de la expedición de Hernán Cortés, según las cifras maximalistas, tendría más habitantes que la mayor parte de las ciudades europeas de su época. Constantinopla (con 200.000 habitantes), París (con 185.000) y Venecia (con 130.000); Sevilla que pasa de 60.000 en 1500; baja a 55.000 en 1534, debido a masiva emigración hacia América y pestes crónicas que la azotan; sube de nuevo a 109.000 en 1565; y a 129.000 en 1588.[6]

En el caso de la ciudad de México- Tenochtitlán los historiadores dan estimaciones muy variadas. Carlos Pereyra hizo un cálculo basado en las dimensiones de la ciudad y las características de sus edificios y canales, y concluye que no podía albergar más de 70 mil habitantes. Eduardo Noguera, basándose en mapas antiguos, calcula 50.000 casas y 300 mil habitantes; Soustelle calcula 700 mil habitantes pero incluye la población de Tlatelolco y la de las ciudades periféricas al Lago (Chalco, Texcoco, etc.). Tlatelolco originalmente era una ciudad independiente del poder mexica, pero eventualmente fue sometida y convertida en un suburbio de Tenochtitlan.

Idealizada por alguna historiografía de cuño indigenista que se basa en las cifras maximalistas, dice que Tenochtitlán «era una de las ciudades más pobladas del planeta, de bastante mayor tamaño que Roma, París o Sevilla y justo por detrás de Pekín, Constantinopla o Bagdad». “Para alimentar a una población como esa se requerían al menos 4.000 cargadores diarios, lo que implicaba un trasiego constante de personas y un amplísimo mercado”, según el citado investigador Esteban Mira. La falta de precisión y la escasez de datos sobre los habitantes de aquella ciertamente gran ciudad según las medidas de la época, han alimentado todo tipo de mitos en torno a su construcción.

La mitología ante la historia

Pero la mitología no coincide con la historia. Esteban Mira dice que, contrariamente al mito de la peregrinación, “hoy sabemos que su fundación en medio del lago Texcoco, rodeado de ciénagas y juncos, no fue exactamente voluntaria sino obligada porque, siendo una población emigrante, los mexicas habían sido expulsados de casi todos sitios”. “Fue en esta zona aparentemente inhóspita (el centro del Lago) donde se les permitió establecerse”.

La mitología también ha contribuido a su idealización, además de las narraciones de los escritores de la época. “Los cronistas españoles tienen la costumbre de comparar lo que ven con lo que ya conocen", señala Mira. “Por tanto, las alusiones a ciudades europeas suelen partir de su imaginación”. Así, representaban ciudades mexicanas -como Tenochtitlan y Cholula- o peruanas -como Cusco, Tumbes o Cajamarca- “con caracteres arquitectónicos europeos que no se corresponden en absoluto con la realidad”. Ciertamente la arquitectura que desconocía el arco y la bóveda no podía corresponder a la que tenía su principal forma de construcción en la pirámide.

Más allá de la mitología idealizada, sobre todo a partir de la independencia de México, la historia real es más dura y árdua de cuanto el mito nos ha dejado también reflejado incluso en códices antiguos o en tradiciones recogidas en las crónicas novohispanas. La región lacustre donde establecieron los mexicas tras su largo recorrido desde sus asentamientos originales antiguos hasta establecerse en el ya mencionado islote del lago de Texcoco, tuvo unos azarosos comienzos. Aquel asentamiento daría lugar a la ciudad-estado de Tenochtitlan para convertirse con el tiempo en la ciudad de México-Tenochtitlan.

Aquel islote y sus aledaños, anteriormente estuvieron casi deshabitados.[7]Quizá sólo sirvió de asiento de pescadores y recolectores de productos lacustres y paso obligado de comerciantes. Los «mexicas», después del descalabro que sufrieron al intentar establecerse en el área de Chapultepec (principios del siglo XIV) y tras breves asentamientos en varias regiones ribereñas, lograron finalmente fundar una población estable hacia 1325.

Años más tarde la ciudad se dividió en dos grandes porciones: Tenochtitlan al sur y Tlatelolco al norte. Ellos estaban ya acostumbrados a vivir en medio del agua, pues su cultura provenía de la llamada «atlacachichimeca», es decir, «gente chichimeca que vive en el agua». Como Aztlán, la tierra donde originalmente residían los mexicas, se describe como una isla en medio de un lago, los mexicas construían chinampas y así fueron capaces no sólo de sobrevivir sino de hacer crecer precisamente allí una ciudad-estado.

“Tenochtitlan era una ciudad impresionante por sus dimensiones, por sus jardines y por sus espaciosos palacios y plazas. Pero no hay que olvidar que era muy diferente a cualquier ciudad europea”, dice el historiador español citado. “Tenía un encanto muy especial pero no se parecía en nada a las ciudades occidentales”. Las ruinas que quedan de la antigua capital mexica, destruida tras el sitio y combates que dieron la victoria a Cortés tampoco se parecen en nada al México moderno. Pero visitar las ya reducidas ruinas que quedan, fundamentalmente sólo parte del Templo Mayor y fruto de excavaciones todavía en curso, en el corazón de Ciudad de México, sigue teniendo un encanto especial que recuerda la grandeza de lo que había sido un una ciudad-estado extinguido con la conquista.

. El escritor y colonizador español Fernández de Oviedo la describió como “una ciudad palaciega, edificada en medio del lago Texcoco, con casas principales, porque todos los vasallos de Moctezuma solían tener residencia en la capital, donde vivían una parte del año”. “Era una urbe refinada, con baños públicos, con una treintena de palacios que albergaban finas cerámicas y elegantes enseres textiles", añade el historiador español. “Mira dice que el palacio de Moctezuma, incluyendo sus jardines, ocupaba dos hectáreas y media, es decir, era más extenso que muchos alcázares españoles”. “Los propios mexicas se sentían orgullosos de su capital, así como de los grandes logros que habían conseguido, especialmente en las décadas inmediatamente anteriores de la llegada de los hispanos”, cuenta el historiador. “El ejemplo más claro del alto grado de desarrollo de su ingeniería es sin duda el acueducto que abastecía la ciudad, el de Chapultepec, que traía el preciado líquido desde un extremo del lago Texcoco. Y poseía dos complejas canalizaciones, una siempre en activo mientras se limpiaba la otra. Todo ello demuestra los grandes conocimientos en ingeniería hidráulica que llegó a alcanzar esta civilización”. Un acueducto, añade Mira, que fue cortado por Cortes antes del asedio definitivo a la ciudad en 1521, “lo que implicó un sufrimiento extremo para los asediados, privados en pocas semanas de agua dulce”. Y es que Tenochtitlan era impresionante, “pero también extremadamente vulnerable, pues dependía en todo momento de recursos hídricos y de alimentos llegados del exterior”.

Sin embargo, Lira González dice que “son evidentes en la traza y orientación” que Tenochtitlan se fundó “sobre la experiencia urbana de la antigua cultura tolteca”. En ese sentido, los «mexica» “aprovecharon los recursos para orientar y ensanchar su espacio en el medio lacustre que les dejaron otros pueblos anteriormente asentados en los alrededores, desarrollando técnicas innovadoras y efectivas para edificar su ciudad (…) Destaca una original «ingeniería» para dominar el espacio en torno al lago y, por obra de su situación y cultura guerrera y comercial, el desarrollo de una actividad expansiva, de la que fue testigo y hábil usufructuario Hernán Cortés”.

México-Tenochtitlan; cambios demográficos tras la Conquista

Consumada la Conquista en agosto de 1521, los españoles decidieron edificar una nueva ciudad en el mismo sitio que había ocupado Tenochtitlán. La élite gobernante mexica fue integrada gradualmente a la nueva sociedad novohispana, así como los primeros grupos de los pueblos aliados en los primeros pasos de la conquista, siéndoles dado cargos y prebendas a los unos y recuperando muchos de sus antiguos cargos y privilegios los segundos, en aquella dinámica del mestizaje que abarcaba todo el abanico de la vida social, incluso con la celebración de matrimonios mixtos, base importante del mestizaje cultural y étnico.

La sociedad mexica sufrió una serie de colapsos -principalmente demográficos debido a las pestes y enfermedades crónicas que azotaron a la sociedad naciente-, pero también al derrumbarse las estructuras tradicionales políticas sobre las que se sustentaba el ya fenecido «imperio» político mexica y las antiguas formas de vida. No obstante, estos factores estructurales muy negativos, fueron muchas las continuidades e incluso permanecieron de manera natural mentalidades y tradiciones en los pueblos indígenas, la nueva forma de vivir.

NOTAS

  1. Conocemos el área urbana de México-Tenochtitlan gracias a estudios con representaciones cartográficas que se han venido haciendo desde la época virreinal. El historiador mexicano Andrés Lira González en una entrevista a la BBC de Londres publicada en Red Internet, señalaba la descripción y mapa de antiguos barrios indígenas que elaboró el sacerdote y cartógrafo mexicano Antonio Alzate en 1789, además de informes sobre testimonios, planos de la ciudad de siglos XVI y XVII e importantes estudios de los arqueólogos Eduardo Matos Moctezuma y Leonardo López Luján. Esteban Mira añade que hay planos "bastante ajustados a la realidad", como el famoso mapa de Núremberg, el cual se editó en la ciudad alemana en 1524. "Asimismo, disponemos de la fuente arqueológica que está rescatando y verificando muchos de los lugares que describieron esos cronistas, sacando a la luz complejos arqueológicos como el impresionante Templo Mayor, el edificio del juego de la pelota y el tzompantli o altar de los cráneos". Además de los relatos de Cortés y del conquistador Bernal Díaz, los códices indígenas también nos permiten hacernos una idea de cómo era aquella imponente civilización. "En la obra de Bernal Díaz del Castillo hallará el lector la impresión que causó a los conquistadores el panorama que contemplaron al asomarse al Valle de México", cuenta Lira González en su entrevista a la BBC. Cortés, "convencido de la grandeza de México, se empeñó en establecer ahí la capital de los dominios que había logrado y los que lograría después, pese a los inconvenientes del suelo cenagoso". "Recordemos que Tenochtitlan y Tlatelolco se asentaron en islotes y se extendieron ganando espacio sobre la laguna y ciénagas que ocupaban el 'Valle de México' (en realidad, una cuenca cerrada por montañas en el sur, que impidieron la salida del agua)", señala. "Era una ciudad lacustre, la 'Venecia americana' [del Nuevo Mundo] ubicada en medio de un lago, aislada, a la que solo se podía acceder por tres calzadas y que debía ser abastecida desde el exterior", explica Mira. Para que se hagan una idea: "Se ubicaba en medio de más de 2.000 km2 de lagos en los que había muchos peces, mientras que en las tierras circundantes se practicaba una agricultura muy productiva que permitía altos índices de población de la zona", dice el historiador.
  2. Andrés Lira González es un abogado, escritor, historiador, investigador y académico mexicano. Autor de más de 30 ensayos entre ellos: "El amparo colonial y el juicio de amparo mexicano" (1972), "Comunidades indígenas frente a la Ciudad de México. Tenochtitlan y Tlatelolco, sus pueblos y barrios, 1812-1919" (1983).
  3. JOSÉ LUIS DE ROJAS, México Tenochtitlan. Economía y sociedad en el siglo XVI, FCE, ISBN 9789681629397.
  4. Esteban Mira Caballos es doctor en Historia de América por la Universidad de Sevilla, España. Miembro correspondiente extranjero de la Academia Dominicana de la Historia (2004) y del Instituto Chileno de Investigaciones Genealógicas (2012), está especializado en las relaciones entre España y América en el siglo XVI. Ha publicado una veintena de libros y más de un centenar de colaboraciones en obras colectivas, congresos y revistas de investigación.
  5. JIMÉNEZ MARTÍNEZ, E. . (2021). En torno a la población de México-Tenochtitlan en 1519. Anuario De Historia Regional Y De Las Fronteras, 27(1), 125–152.
    https://revistas.uis.edu.co/index.php/anuariohistoria/article/view/12873.
  6. No es fácil precisar con exactitud la población sevillana del siglo XVI dada la carencia de estudios demográficos en la época y la población flotante de Sevilla en este siglo. Los datos se suelen extraer de censos fiscales, que sólo recogían a los cabezas de familia y no de toda la población. Se escapan las minorías étnicas, los habitantes de los corrales de vecinos y otros colectivos como cárceles, hospitales, los exentos de aparecer en ciertos censos y los arrabales. Además, los censos registraban "familias" o "vecinos", no individuos. Por ello, decía el cronista Morgado: "Y assí no se puede dar cuenta de cierta en la vezindad de Sevilla, y porque también se usa bivir muchos vezinos (de gentes que no pueden tanto) en una casa, como yo se entre otras casas de vezindad, una de ciento y diez y ocho vezinos". Comoquiera que los censos, además de excluir a muchos colectivos, sólo computaban las familias, sólo podemos efectuar cálculos aproximados de la población de Sevilla en esta época. Aquí, cada historiador utiliza un coeficiente multiplicador diferente: 4.5, 5 ó 6 para deducir el total de habitantes. Por otra parte, una valiosa fuente son los registros parroquiales, los llamados libros sacramentales. El Concilio de Trento estableció en 1563 que todos los párrocos llevasen unos libros donde se registrasen los bautismos y matrimonios que se celebrasen: Cf. Datos de ALMA MATER HISPALENSE: de la Universidad de Sevilla. Siglo XVI, De Cómo creció la población sevillana. Francisco Sánchez-Montes González, La población andaluza en el siglo XVI, en Identidad e Imagen de Andalucía en la Edad Moderna: http://www2.ual.es/ideimand/la-poblacion-andaluza-en-el-siglo-xvi/
  7. Cf. GALINDO, RICARDO, Historia del México antiguo. ISBN 978-3-6380-82


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  • Códice Mexicanus, I y II: cf. CASTAÑEDA DE LA PAZ, MARÍA / OUDIJK, MICHEL R.: Editor/Coeditor(es): Instituto de Investigaciones Antropológicas. El Colegio Mexiquense, Fundación Alfredo Hurp Helú Oaxaca Coordinación de Humanidades, Instituto de Investigaciones Históricas, Instituto de Investigaciones Filológicas; MIGUEL ÁNGEL RUZ BARRIO [Universidad Complutense, Madrid], « María CASTAÑEDA DE LA PAZ y Michel R. OUDIJK, El Códice Mexicanus », Journal de la Société des américanistes, 107-1 | 2021, 231-235; MIGUEL ÁNGEL RUZ BARRIO, « María CASTAÑEDA DE LA PAZ y Michel R. OUDIJK, El Códice Mexicanus », Journal de la Société des américanistes [En ligne], 107-1 | 2021, mis en ligne le 30 septembre 2021, consulté le 23 février 2022. URL : http://journals.openedition.org/jsa/19680 ; DOI : https://doi.org/10.4000/jsa.19680.
  • Códice Ramírez. SEP 1975. Aunque anónimo, se considera que fue creado por el jesuita Juan de Tovar alrededor de 1583-1587, probablemente trabajando bajo los auspicios del historiador jesuita José de Acosta. No debe ser confundido con el Códice Tovar, es un manuscrito creado a fines del siglo XVI, con el título Relación del origen de los indios que habitan esta Nueva España según sus Historias. Entre sus láminas se encuentra una sobre los mexicas son sitiados en Chapultepec por los tepanecas y culhuas por órdenes de Coxcoxtli, rey de Culhuacán (Códice Ramírez, lámina 3).

Recibe su nombre por el erudito José Fernando Ramírez, quién lo descubrió en el convento de San Francisco en la Ciudad de México en 1856. Se encuentra hoy en: Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, MNA 35-100 de México.

  • Códice Ríos o Códice Vaticano A.: Es un códice virreinal temprano procedente del Valle de México. Realizado sobre papel europeo en 101 hojas de 46 x 29 cm, a partir del Telleriano Remensis. Fue escrito en italiano, probablemente para ser enviado al Vaticano, donde por inventario ya se encontraba en 1596 y allí permanece rotulado con el número 3738.
  • Códice Telleriano-Remensis. Es un cuaderno adivinatorio de 260 días con imágenes de los días, dioses, y prácticas para adivinar el futuro durante los veinte períodos de trece días. Producido en el México del siglo XVI. Está pintado en cincuenta folios de papel europeo de 32x22 centímetros y supone la supervivencia de una finísima muestra de pintura manuscrita mexica-azteca.
  • Códice Magliabechiano. (se encuentra en Florencia).
  • Codice Tudela del Museo de América.
  • Códice Ixtlilxóchitl (calendario ritual).
  • Códice Tro-Cortesiano o Códice Madrid.
  • Códice de Dresde. (de los mayas).
  • Códice de París (Biblioteca Nacioonal de París).
  • Códice Durán; el fraile dominico Diego Durán, en 1581, cuando era vicario en Hueyapan, concluyó "Historia de las Indias de Nueva España e Islas de Tierra Firme" también conocido como Códice Durán. Fue editado por primera vez entre 1867 y 1880. Se encuentra en la Biblioteca Nacional de España.
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FIDEL GONZÁLEZ FERNÁNDEZ