TEOTIHUACÁN

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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Ciudad prehispánica


Al noreste del Lago de Texcoco se levantó la que fuera la mayor ciudad prehispánica de Mesoamérica: Teotihuacán, la cual llegó a ocupar una extensión de 22 kilómetros cuadrados y a tener aproximadamente cien mil habitantes. Se desconoce cuál fue su nombre original pues el nombre de Teotihuacán -que en lengua náhuatl significa “lugar donde nacieron los dioses”- le fue asignado por los pueblos nahuatlacas que hacia el siglo X arribaron al Anáhuac cuando Teotihuacán era ya una ciudad despoblada y en ruinas, pues llevaba más de doscientos años de haber sido totalmente abandonada. Los recién llegados nunca habitaron la desierta ciudad.


La urbanización de Teotihuacán fue un proceso largo y también único en la historia prehispánica. Entre 150 a.C., y el inicio de nuestra era, abarcaba tan solo 9 km, pero 150 años después llegó a ocupar una superficie de 22 kilómetros cuadrados, la misma que tuvo la ciudad cuando vivía, a finales del (período) Clásico, su clímax demográfico. Fue entonces cuando se levantaron edificios monumentales a lo largo de la Calle de los Muertos; uno de ellos, ligeramente desplazado hacia el este, sería el basamento piramidal, hoy emblemático, conocido como la Pirámide del Sol. Esa calle, eje rector del asentamiento desde entonces, se prolongaría en el Clásico hasta el cerro Patlachique; desde ese punto hasta su remate, en el complejo arquitectónico de la Pirámide de la Luna, son alrededor de cinco kilómetros.[1]


En los aproximadamente nueve siglos en que Teotihuacán fue un pueblo vivo y habitado (100 a.C.-800 d.C) se construyeron las que sin duda son los edificios prehispánicos más impresionantes y de mayor envergadura: las ya mencionadas pirámides del Sol y de la Luna, y los templos de Quetzalcóatl y de Quetzalpapálotl (el quetzal-mariposa); todos alineados sobre una avenida de 40 metros de ancho y cuatro kilómetros de largo, bordeada por numerosas pirámides pequeñas que los arqueólogos inicialmente pensaron eran mausoleos, por lo que llamaron a esta avenida “calle de los Muertos” o Micaotli.


La Pirámide del Sol “mide en su base, de oriente a poniente, 222 metros, y de norte a sur 225; tiene cuatro cuerpos en talud, uno con tablero, y su altura es de 63 metros aproximadamente. Sus escaleras están limitadas por anchas alfardas y sus escalones tienen la misma medida en la huella y el peralte.[2]En el límite norte de la calle de los muertos se encuentra la Pirámide de la Luna; mide en su base de oriente a poniente 140 metros y de norte a sur 149 y su altura es de 45.72 metros. Las escalinatas de acceso a su cúspide se encuentran en su fachada sur. Se deduce que la primera en ser edificada fue la Pirámide de la Luna porque ella y su gran Plaza ceremonial llamada Plaza de la Luna, determinan el eje de la ciudad.


El trazo de la ciudad, su extensión, el tamaño de su población, su relativa alta densidad demográfica y sus artesanos de tiempo completo –que dependían de los excedentes alimentarios producidos por los agricultores del sitio o de la región- le daban al lugar el carácter de una verdadera ciudad. Pero era, en realidad, una ciudad de bajo nivel de urbanización. No sería hasta ya bien entrado el Clásico (150-650 d.C.) cuando Teotihuacán se convirtió en fuerte imán de la población rural a su alrededor. Su crecimiento sin duda obligó a introducir cambios en su organización. Se trazó un eje adicional, el eje este-oeste que cruza el centro de la ciudad, interrumpido en su trazo por la Ciudadela y el Gran Complejo. El cruce de los dos ejes mayores dividió el asentamiento en cuadrantes, un reflejo de la división espacial que los indígenas hacen hasta nuestros días del mundo y plano de referencia de sus mitos de creación.[3]


El templo dedicado a Quetzalcóatl ubicado en La Ciudadela, es una extraordinaria obra de arte; la alfarda está decorada con grandes cabezas de serpientes en lato relieve y talladas en piedra. “Pero las serpientes de cada tablero muestran, en escultura, dos cabezas, una de serpiente y otra del dios Tláloc, que viene a ser la Serpiente de Nubes, o Mixcóatl, deidad de la lluvia. Estas serpientes, que también están en los taludes, parecen reptar sobre conchas, caracoles y cuentas de coral, indicando que Quetzalcóatl es una deidad creadora.[4]En el ángulo suroeste de la Plaza de la Luna se encuentra el Palacio de Quetzalpapálotl, llamado así porque sus columnas tienen talladas numerosas representaciones de mariposas y plumas de quetzal. Probablemente este edificio fue la residencia de la élite sacerdotal de Teotihuacán.


Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1987, Teotihuacán sigue siendo objeto de un riguroso proceso de investigación arqueológica que ha permitido un mejor conocimiento sobre la civilización que le dio origen y que la hizo ser el principal centro urbano de Mesoamérica durante ocho siglos; sin embargo continua siendo un misterio su nombre original y la filiación étnica de sus fundadores.


Notas

  1. Historia General de México (ilustrada) Volumen I. Ed. El Colegio de México- LXI Legislatura Cámara de Diputados. México, 2010, p. 92
  2. Enciclopedia de México. Tomo XIII. México, 1993, p.7635
  3. Obra citada, Historia General de México (ilustrada) Volumen I, p. 92
  4. Enciclopedia de México. Tomo XIII. México, 1993, p.7636

Bibliografía

  • Enciclopedia de México. Tomo XIII. México, 1993
  • Historia General de México (ilustrada) Volumen I. El Colegio de México- LXI Legislatura Cámara de Diputados. México, 2010


JUAN LOUVIER CALDERÓN

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