Diferencia entre revisiones de «TEZCATLIPOCA; Deidad azteca»

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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A Tezcatlipoca se atribuye una leyenda  según la cual  ''“predijo que el reino de Colhuacán se perdería algún día, que cesaría el culto de los antiguos dioses y se verían sujetos al de un Dios solo no visto ni conocido, y al mando de unos remotos extranjeros.”''<ref>Clavijero,  p. 180</ref>
 
A Tezcatlipoca se atribuye una leyenda  según la cual  ''“predijo que el reino de Colhuacán se perdería algún día, que cesaría el culto de los antiguos dioses y se verían sujetos al de un Dios solo no visto ni conocido, y al mando de unos remotos extranjeros.”''<ref>Clavijero,  p. 180</ref>
  
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Sahagún, Bernardino de. ''Historia General de las cosas de Nueva España''. Porrúa, México, 1989
 
Sahagún, Bernardino de. ''Historia General de las cosas de Nueva España''. Porrúa, México, 1989

Revisión del 10:43 15 mar 2014

TEZCATLIPOCA; Deidad azteca

Llamado también «Titlacauan», y «Yaótl» y «Telpochtli», era tenido como “criador del cielo y de la tierra y era todopoderoso, el cual daba a los vivos todo cuanto era menester de comer y beber y riquezas, y el dicho Titlacauan era invisible y como oscuridad y aire, y cuando aparecía y hablaba a algún hombre, era como sombra.”[1]

Tezcatlipoca era representado de dos maneras; la principal era una estatua de piedra negra la cual “tenía zarcillos de oro y plata y pendíale del labio inferior un canutillo de cristal, dentro del cual estaba una pluma verde o azul…Tenía atado el cabello con una cinta de oro, y por remate una oreja del mismo metal con unos humos pintados en ella, que representaban los ruegos de los afligidos. Cerca de esta oreja le salía un gran número de garzotas; del cuello le colgaba un joyel de oro tan grande que le cubría todo el pecho. En ambos brazos tenía brazaletes de oro, en el ombligo una esmeralda, y en la mano izquierda un mosqueador de plumas preciosas que tenían su origen en una chapa de oro tan bien bruñida que servía de espejo.”[2]La otra manera de representarlo para significar su justicia era sentado, “con una cortina colorada en que se veían labradas calaveras y canillas de muertos; en la mano izquierda una rodela con cinco piñas de algodón y cuatro saetas, y en la derecha un dardo levantado en ademán de arrojarlo; el cuerpo teñido de negro y la cabeza coronada de plumas de codornices.”[3]

En la ciudad de Tenochtitlán, Tezcatlipoca tenía dedicado uno de los dos santuarios ubicados en las torres del Templo Mayor. En ese sitio realizaban en su honra las fiestas y sacrificios del quinto mes llamado «Toxcatl» del Calendario azteca. “En esta fiesta mataban un mancebo, muy acabado en disposición, el cual habían criado por espacio de un año en deleites, (pues) decían que era la imagen de Tezcatlipoca. En matando al mancebo que estaba de un año criado, luego ponían otro en su lugar para criarle por espacio de un año.”[4]

A Tezcatlipoca se atribuye una leyenda según la cual “predijo que el reino de Colhuacán se perdería algún día, que cesaría el culto de los antiguos dioses y se verían sujetos al de un Dios solo no visto ni conocido, y al mando de unos remotos extranjeros.”[5]


Notas

  1. Sahagún, p.194
  2. Clavijero, p. 149
  3. Ibídem.
  4. Sahagún, Libro II, Cap. XXIV p. 107.
  5. Clavijero, p. 180


Bibliografía

Sahagún, Bernardino de. Historia General de las cosas de Nueva España. Porrúa, México, 1989 Clavijero, Francisco Javier. Historia Antigua de México. Porrúa, 5 edición, México, 1976

JUAN LOUVIER CALDERÓN