TRATA DE ESCLAVOS; Comienzos y expansión

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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Los comienzos sistemáticos de la trata atlántica de esclavos

La trata de los esclavos africanos hacia América tiene su inicio en el Descubrimiento y alcanzará su máxima expansión en los siglos XVII y XVIII. El comercio, iniciado por compañías portuguesas desde los tiempos de sus expediciones africanas, en el caso de las Américas estuvo progresivamente fomentado y controlado por los intereses comerciales portugueses y después por los de otras potencias europeas, muy vinculadas al mundo capitalista y al religioso calvinista.

El comercio triangular sirvió económicamente los intereses de las colonias americanas y era base del sistema de producción de las plantaciones, así como del crecimiento pre-industrial en Europa. Se trata del camino de los barcos portugueses, ingleses, holandeses y franceses, cargados de esclavos en la costa oeste de África hacia el Caribe.

Las regiones americanas donde el comercio de esclavos floreció vigorosamente fueron: primero el Brasil, y en algunas de sus partes que estuvieron bajo dominio holandés; las Trece Colonias Inglesas norteamericanas; y las colonias del «algodón, del azúcar y del café»: las islas de las Antillas bajo el dominio inglés, holandés y francés, así como sus grandes enclaves continentales de las Guayanas inglesa, francesa y holandesa, y el de Belice en Centro América. También en las regiones españolas de Cuba, Santo Domingo y Puerto Rico; y en los puertos atlánticos de Nueva Granada.

Rutas atlánticas de la trata

Las rutas de la trata de esclavos africanos hacia las Américas salen fundamentalmente de las costas atlánticas africanas. La llamada «Costa de los Esclavos», conocida también como de «Diego Cao», que se extendía al Sur del Sahara. Es el nombre histórico de las costas comprendidas entre la boca del rio Níger y el reino de Dahomey, en el golfo de Guinea, y que tiene una longitud de unos 450 km; corresponde a los estados de Togo, Benín y de la parte occidental de Nigeria.

Fue centro importante del comercio de esclavos desde el siglo XVI, cuando fue descubierta por los navegantes portugueses, hasta el siglo XIX, cuando sería abolida oficialmente la trata. Entre los centros tristemente famosos se encuentran Porto Novo, Lagos, Elmina e islas Goree. La Costa de los Esclavos -que no fue la única zona comprometida en el comercio atlántico de esclavos-, en el periodo colonial decimonónico fue una de las zonas más densamente pobladas de todo el continente africano.

Los otros puntos de salida de la trata atlántica de esclavos más al sur corresponden a diversos puntos o enclaves comerciales coloniales europeos de la actual Cabinda (en la desembocadura del rio Congo o Zaire) y Luanda (Angola). El comercio de los esclavos sigue los varios destinos de su comercio.

En sentido inverso al comercio, desde las Américas hacia Europa, los navíos llevan numerosos productos, desconocidos hasta entonces por el mundo europeo y que entran en la vida diaria de los europeos, como el azúcar de caña, el café, el algodón, el tabaco, el cacao, las patatas, el maíz, además de plata y oro. Los puertos europeos más comprometidos en la trata fueron los de Lisboa, Burdeos, Nantes, Londres, Liverpool y Ámsterdam.

Desarrollo de la Trata

Hasta el siglo XV fueron las República marineras italianas, Amalfi, Génova, Pisa, Venecia, Ancona, Ragusa, Gaeta y Noli, las que dominaron en Europa occidental la búsqueda hacia Oriente de las especias y su comercio.[1]Ya en el mismo siglo XV Portugal se asoma al escenario internacional en su búsqueda, y por ello inaugura prácticamente la gran aventura occidental de las exploraciones y navegaciones interoceánicas.

A partir de entonces –y a lo largo de la primera parte del siglo XVI-, los portugueses tuvieron en sus manos buena parte del comercio de las especias con Oriente. Ellos utilizan el puerto de Lisboa como centro para la importación y exportación de estos productos. Antes de la rebelión neerlandesa-holandesa[2]contra la Corona española; Amberes había jugado un papel importante como centro comercial de su re-distribución en el norte de Europa.

Sin embargo, después de 1591 los portugueses utilizan a las poderosas familias de comerciantes alemanas Fugger y Welser, que junto a otras españolas e italianas escogen Hamburgo como el puerto para las distribución de las mercancías asiáticas en el norte de Europa, lo cual socavaba el poder comercial de los comerciantes holandeses. A partir de aquí se explica el despliegue comercial holandés, que va unido a la revuelta contra la Corona española en una larga lucha por crear en las Provincias Unidas (Bélgica y Holanda), entonces parte de la Corona española, un Estado independiente calvinista, lucha liderada por el Guillermo de Orange.[3]

La Corona portuguesa no sólo transigió la trata, sino que también la promovió en su política colonial. En Brasil y en otros puntos portugueses en las costas africanas y asiáticas, su sistema colonial se fundaba sobre el trabajo agrícola y minero, que exigía una abundante mano de obra. Enseguida los mercaderes portugueses se dieron cuenta de los beneficios económicos ingentes que producía la trata, muy por encima de otros tipos de actividades comerciales.

En los tiempos del rey don Manuel de Portugal (1495-1521) se establecieron algunas restricciones, pero sus medidas restrictivas, lejos de la metrópoli, fueron letra muerta. Así el gobernador Paulo Dias de Novais, llegando a Luanda (Angola) en 1575 tuvo fuertes contrastes con los mercaderes portugueses, cuyos negocios prosperaban gracias a aquel comercio. Se hacían guerras únicamente para capturar negros y reducirlos a la esclavitud, praxis seguida generalmente por todos los gobernadores de aquella colonia.

Así en la sangrienta batalla de Bumbi de 1622 fueron asesinados muchos nobles congoleños, y muchos otros fueron apresados y mandados a Brasil como esclavos. Un testigo del tiempo, llamado Duarte Lopes, afirma que mitad de la carga humana moría en la travesía marítima; otra mitad perecía antes de aclimatarse en el Nuevo Mundo o sobrevivía a duras penas, especialmente aplastados por el trabajo en las minas.[4]

Factores que contribuyeron a la trata de los esclavos negro-africanos

Está demostrado que en la antigüedad egipcios y fenicios intentaron la penetración de África (intentada también por los romanos), y su circunnavegación. Lo mismo fue intentado con mayor éxito por varios reinos musulmanes en algunas de sus costas. Ese continente suscitó el interés del mundo europeo occidental cristiano en la Baja Edad Media, destacándose en ello las Repúblicas marineras italianas de Génova y Venecia (en esta se encuadra la aventura Marco Polo, el gran viajero que llega hasta China), y contemporáneas a otras muchas.

A partir del siglo XV entran en esta aventura de las navegaciones ultramarinas los Reinos cristianos Ibéricos (Portugal y España), por una parte como «continuación» de la reconquista ibérica contra el poderío musulmán en la península, y como factor importante el suscitado por la economía europea cuando ésta comenzó el comercio de nuevos bienes de consumo, como las especias y las telas como la seda. Los motivos económicos prevalecieron en aquellos primeros contactos entre la Europa Occidental cristiana y los mundos africanos y asiáticos.

Tales motivaciones se colocaban en un contexto más amplio de contraste político y militar entre el Islam, que controlaba el Mediterráneo desde el Magreb a Constantinopla (la Estambul ya conquistada en 1453 por los turcos otomanes), y el cristianismo, con preocupación especial en los Reinos Ibéricos, que se veían amenazados por el peligro continuo de nuevas invasiones musulmanas, además de la interrupción de las rutas hacia los mercados de Oriente.

A estos problemas se podía hacer frente con la circunnavegación de África. Pioneros de aquella aventura fueron los portugueses. La figura histórica fundamental la encarna Bartolomé Díaz, quien representa el comienzo efectivo de la gran aventura de las navegaciones portuguesas. Fue el primer explorador europeo en doblar a principios de 1488 el extremo sur de África, llegando al océano Índico a partir del Atlántico. Bartolomé Díaz fue el primer navegante que viajó alejado de la costa en el Atlántico Sur. Su viaje, continuado por Vasco da Gama una década más tarde (1497-1499), contribuyó al descubrimiento de la ruta marítima a la India.

El descubrimiento que realizó Bartolomé Díaz supuso el final del proyecto que había establecido Enrique «el Navegante»[5]en la década de 1410 para encontrar el extremo sur de África y buscar por ahí una ruta alternativa hacia las Indias, más segura que atravesar el mar Mediterráneo y el Medio Oriente, cuyo paso estaba vedado por los otomanos en la segunda mitad del siglo XV. Su viaje contribuyó a sentar las bases para establecer el Imperio portugués a comienzos del siglo XVI, dando lugar a un incremento del comercio en África y Asia con Portugal.[6]

Ya antes, el portugués Pêro da Covilhã (1450?-1530?) había viajado vía Medio Oriente hasta Calicut, explorando posibles fuentes de aprovisionamiento de especias del subcontinente indio, y ya antes en busca del mítico «preste Juan» en las tierras etiópicas. Ahora se intentaba otra vía.[7]El explorador y navegante Vasco da Gama (1469-1524) dobla el Cabo de Buena Esperanza en noviembre de 1497, tocando las costas por el llamadas de Natal (Navidad), Mombasa (1498), Malindi, ayudado por su sultán, que pone a su disposición un experto navegante yemenita: Ahmad b. Majid al-Najdi, quien lo guió hasta la India.

El 20 de mayo de 1498 desembarca en Calicut en el Malabar, en la costa sur-occidental del subcontinente indio. Por primera vez una nave europea llegaba a aquellas costas. Tras complejas negociaciones con el príncipe de aquellos territorios llega a un tratado comercial. Vasco de Gama puede regresar a Portugal habiendo establecido allí una colonia comercial. Regresará en 1502 con una flota de 21 naves, colocando a lo largo de las costas africanas orientales guarniciones militares para asegurar la ruta marítima; combatió a los mercaderes árabes y derrotó a la flota de Calicut, imponiendo un tratado que aseguró a Portugal el monopolio del comercio de las especies entre la India y Europa. Tal empresa puso así las bases de la hegemonía comercial portuguesa en el Océano Indico.

La segunda misión hacia la India fue dirigida en 1500 por Pedro Álvares Cabral, quien será el primero en arribar a las costas orientales de Brasil,[8]para luego regresar hacia la ruta africana-asiática, llegando a Calicut y descubriendo que los hombres allí dejados por Vasco de Gama habían sido asesinados. Tras bombardear aquella ciudad, regresa a Lisboa nombrado «Almirante del Océano Índico».

Vasco da Gama se enfrentó a los mercaderes locales llevando a cabo duras represiones contra los habitantes del lugar. Entre otros hechos se le acusa de haber hecho matar en Madayi a unos 400 hombres y unas 50 mujeres, peregrinos musulmanes, y a un embajador egipcio que viajaba con ellos, cuando viajaban en una nave desde Calicut a La Mecca, según algunos testimonios de portugueses. Vasco de Gama será nombrado en 1524 virrey en India, muriendo en Cochin poco después.[9]

Significado y visión portuguesa de la empresa africana y americana

En la búsqueda de rutas más convenientes para el comercio de las especias, se planteaba en primer lugar la circunnavegación oceánica de África. Al principio Portugal miró a esas tierras africanas, cuya geografía desconocía totalmente, como costas donde podría fundar puntos de apoyo en su ruta hacia las Indias Orientales; en segundo lugar como una tierra rica en algunos productos y materias primas; y en un tercer lugar –pero esto más tarde-, aquellas tierras se convertirán en un mercado de mano de obra cuando se ponga enfrente la explotación comercial de las tierras nuevas descubiertas por los españoles en 1492: América. Nacería así la trata de esclavos africanos para aquella explotación.

Si por tanto la trata de los esclavos constituyó una de las fuentes de ganancias más importantes y prosperas para el comercio europeo, al mismo tiempo representó la imposibilidad histórica de establecer un verdadero encuentro de la fe cristiana y de la cultura europea con el mundo negro-africano, que permanecerá aislado y despreciado por más de cuatro siglos. El mismo mensaje evangélico llevado por los misioneros cristianos, dejando inalteradas aquellas tristes situaciones degradantes y no respondiendo por lo tanto a las necesidades elementales e inmediatas de libertad de aquellos oprimidos, acababa resultando poco atrayente, y no lo podía ser ante la imagen que los esclavistas daban de la fe cristiana que decían profesar; además, por otra parte, se mostraban hostiles, o al menos poco favorables a favorecer la actividad misionera cristiana entre los esclavos, como lo demuestran las pesadas dificultades puestas por los negreros, tanto portugueses “católicos” como por los calvinistas holandeses, ingleses y todos los involucrados en la trata con el apoyo explícito de sus respectivos gobiernos.

Comercio atlántico de esclavos

La esclavitud era practicada en algunas partes de África, América, Asia y Europa antes del comienzo del comercio atlántico de esclavos. En África existe evidencia de la existencia de la esclavitud llevada a cabo por algunos estados africanos, quienes exportaban esclavos a otros estados africanos, europeos y asiáticos con anterioridad a la colonización europea de América. También en la América precolombina existía una esclavitud variada y cruel en casi todos sus pueblos.

El comercio de esclavos a través del Océano Atlántico tristemente floreció entre los siglos XVI y XIX. La inmensa mayoría de los esclavos fueron africanos de las zonas centrales y occidentales de África, en su mayoría prisioneros de las guerras entre etnias rivales que eran vendidos por comerciantes africanos de esclavos a compradores europeos (negreros). En América los esclavos eran obligados a trabajar en las plantaciones de café, coco, tabaco y algodón, en las minas de oro y plata, en los campos de arroz, en la industria de la construcción, en la madera, en la construcción de barcos y como sirvientes en hogares de los colonos.

Aspectos dramáticos de una gran tragedia: la «maafa»

En África el comercio de esclavos tuvo lugar desde muchos siglos antes de la «trata atlántica», precedida y continuada por la «trata árabe», que incluso numéricamente supera a la atlántica en tiempo y número, no obstante el notable volumen e intensidad de la «atlántica». Tal y como Elikia M’bokolo escribió en «Le Monde diplomatique», “el continente africano fue sangrado de sus recursos humanos por todas las rutas posibles”.[10]A través del Sahara, del mar Rojo, desde los puertos del océano Índico y a través del Atlántico.

Al menos diez siglos de esclavitud en beneficio del mundo musulmán (desde el siglo noveno al diecinueve). Cuatro millones de personas esclavizadas exportados a través del mar Rojo, otros cuatro millones a través de los puertos Swahili del océano Índico, aproximadamente nueve millones en la ruta de las caravanas transahariana, y después de once a veinte millones (según cada autor) a través del océano Atlántico.

Este comercio de esclavos es denominado hoy día por algunos académicos africanos y afroamericanos con el término Swahili «Maafa», que significa «holocausto» o «gran desastre». El término Swahili «Maafa» fue introducido por Marimba Ani en su libro «Let the Circle Be Unbroken: The Implications of African Spirituality in the Diaspora» (1998). Algunos lo traducen con «Holocausto Africano» o «Holocausto Negro».

Este neologismo quiere describir la historia y los efectos de las atrocidades cometidas sobre los pueblos africanos, subrayando particularmente las llevadas a cabo por no-africanos (árabes y europeos), incluyendo en ella la trata árabe de esclavos y la trata atlántica. Algunos autores insisten que la trata continua todavía bajo otras formas (imperialismo, colonialismo, etc.…), extendiéndola también a la destrucción de la identidad cultural de los pueblos originarios y la posibilidad de una relación intercultural.

También muchos prefieren el término «Maafa» al de «Holocausto Africano», por considerarlo más en consonancia con la historia de los hechos, y comprende también su sentido cultural y las huellas y traumas psicológicos dejadas, como la negación fundamental de la existencia de una humanidad e igualdad en los africanos con las demás personas (negación de los derechos fundamentales de la persona y su nulificación, reduciéndola a «res» – cosa-).

Para estos autores los términos «trata trasatlántica» de esclavos no expresaría la realidad total del fenómeno en cuanto tal. Ya que no fue solamente una trata comercial, o una instrumentalización racista con fines de utilitarismo comercial (trabajo forzado). Fue ante todo una concepción antropológicamente inaceptable y moralmente insostenible, por lo que fijarse solamente en su aspecto comercial, como originario de la misma sería limitarse en uno de los aspectos colaterales sin llegar al fondo ético de moral natural sobre la concepción antropológica de la persona humana y de la ley natural.

Sin embargo buena parte de los autores insisten que el término «trata» incluye esos mismos conceptos, y cómo sea imposible disculpar a cuantos en la edad moderna y contemporánea han sostenido tal “comercio” y las estructuras que llevaron a él intentando justificarlo, incluso desde un punto de vista de una ética acomodada e insostenible.

Pero hay otro punto fundamental, olvidados por muchos, y es que la trata fue posible gracias a los mismos africanos. Grupos africanos sociales organizados, tribus, pequeños o grandes reinos, reyezuelos, intermediaros y comerciantes negro-africanos que capturaban y vendían a su hermanos de raza, fueron los cazadores de esclavos, por lo tanto hermanos de raza, que tristemente suministraban y vendían a los negreros europeos. Sin aquellos cazadores de esclavos, la trata habría sido casi imposible.[11]


Además hay que tener presente la otra trata contemporánea, la árabe, y con un volumen cuantitativo incluso mucho mayor, e iniciada muchos siglos antes que la atlántica, y que duraría hasta mucho después de la misma, prácticamente hasta el siglo XX; en ella también los árabes musulmanes la podían llevar a cabo porque contaban con el apoyo indiscutible de reyezuelos y jefes tribales africanos.

Viaje atlántico

El comercio atlántico de esclavos comenzó tras las primeras relaciones entre Europa y la entonces casi desconocida África, explorada por los europeos casi simultáneamente con América. Durante siglos se habían hecho en frágiles y rudimentarios barcos veleros, viajes arriesgados a través de los mares, lo que había impedido el contacto entre esos continentes. En el siglo XV nuevos desarrollos tecnológicos europeos permitieron la construcción de navíos mejor preparados para enfrentarse a las condiciones marítimas, como los llamados «vientos alisios»,[12]haciendo posible los viajes por el océano Atlántico. Al lograrlo, los navegantes europeos entraron en contacto con sociedades en la costa oeste de África, y en América con quienes nunca antes habían entrado en contacto.

El comercio atlántico de esclavos suele dividirse en dos eras, conocidas respectivamente como el Primero y el Segundo Sistema Atlántico. El Primer Sistema Atlántico fue el comercio de africanos esclavizados hacia las colonias americanas de los imperios portugués y español. Representó solo alrededor del 3% de todo el comercio atlántico de esclavos. Comenzó, en una escala significativa, hacia 1502 y se mantuvo hasta 1580, cuando Portugal se unió temporalmente con España.

Mientras que los portugueses comerciaban por sí mismos con esclavos, el imperio español utilizaba el sistema del «asiento», concediendo a los barcos mercantes (de países no españoles) la licencia para comerciar con esclavos con sus territorios. Durante el primer Sistema Atlántico, la mayor parte de los traficantes de esclavos fueron portugueses, quienes ostentaron un monopolio de este tráfico, aunque algunos comerciantes holandeses, ingleses, franceses, también participaron en el comercio de esclavos. Tras la unión de las Coronas de España y Portugal en tiempos de Felipe II, y a lo largo de los 80 años que duró tal unión, Portugal quedó debilitado en esta empresa esclavista, siendo su imperio colonial atacado por los holandeses e ingleses.

El Segundo Sistema Atlántico se refiere al tráfico de esclavos realizado mayoritariamente por negreros holandeses, ingleses, portugueses y franceses. El principal destino de esta fase fueron el Caribe, Brasil y Norteamérica, ampliándose a medida de que los países europeos construían colonias económicamente dependientes de la esclavitud en el Nuevo Mundo. Entre los impulsadores y aguerridos sostenedores de este sistema negrero están los piratas ingleses John Hawkins,[13]y Francis Drake.[14]

De las personas esclavizadas, solo una cifra ligeramente superior al 3% fue comerciada en los siglos XV y XVI; el 16% en el XVII; el 50% en el XVIII, y el 31% restante en el XIX. Todavía en 1860 llegó a Alabama el último barco negrero estadounidense, el «Clotilde». A bordo iban más de un centenar de esclavos capturados en África.[15]

El comercio triangular

Los colonos europeos en el Nuevo Mundo inicialmente practicaron la esclavitud de indios americanos, pero la prohibición expresa en el Derecho indiano español aunado a su fragilidad para trabajos pesados en la agricultura y en la minería, y su propensión a enfermarse y morir debidos a epidemias como la viruela, contra las que el mundo indígena americano no estaba inmunizado naturalmente, pensaron en la conveniencia de importar esclavos africanos como mano de obra. En las Colonias inglesas de Norteamérica, las luchas contra los indígenas por parte de los colonos blancos anglosajones los eliminaron sistemáticamente, considerándolos como una especie de «nuevos cananeos» a los que se debían arrebatar las tierras por Dios prometidas a los nuevos elegidos blancos. Pero necesitando también mano de obra, enseguida los colonos ingleses fomentaron la introducción de esclavos africanos.

Esa misma situación se repitió tras la independencia de las Trece Colonias y la incorporación de los territorios comprados o arrebatados a México. La eliminación de los pueblos indígenas que habitaban Texas, Nuevo Méjico, California, para ocupar sus tierras usando todos los medios, incluida la violencia, la guerra sin cuartel, y falsos o engañosos tratados de paz.

La trata tenía una estructura atlántica triangular: esta partía de los traficantes que compraban los negros africanos a los cazadores de esclavos. La segunda parte del triángulo era el transporte de aquella “mercancía” humana, como si de cosas se tratase y no personas. El tercer y último lado del triángulo lo formaba el regreso de los navíos con bienes para Europa. En buena parte, estos bienes eran fruto de plantaciones y minas trabajadas por los esclavos.

Rutas atlánticas de la trata

Las rutas de la trata atlántica hacia las Américas salen fundamentalmente de las costas atlánticas africanas. La llamada «Costa de los Esclavos», conocida también como de «Diego Cao», que se extendía al Sur del Sahara, comprende la costa entre la boca del rio Níger y los varios reinos de la Región del Dahomey, en el golfo de Guinea, y que tiene una longitud de unos 450 km; corresponde a los estados actuales de Ghana, Togo, Benín y de la parte occidental de Nigeria.

Fue centro importante del comercio de esclavos desde el siglo XVI hasta el siglo XIX, cuando sería abolida oficialmente la trata. Entre los centros tristemente famosos se encuentran Porto Novo, Lagos, Elmina e islas Goree. La Costa de los Esclavos no fue la única zona comprometida en el comercio atlántico de los esclavos; en el periodo pre-colonial africano decimonónico, era una de las zonas más densamente pobladas de todo el continente africano.

Otros puntos de salida de la trata, más al sur, corresponden a diversos enclaves comerciales coloniales europeos de la actual Cabinda (en la desembocadura del rio Congo, llamado también Zaire) y Luanda (Angola). Los destinos principales eran la Luisiana, Virginia, las Antillas, las Costas de América Central y las Costas de Brasil. Los puertos del regreso hacia Europa fueron Lisboa, Burdeos, Nantes, Londres, Liverpool y Ámsterdam.

La petición de esclavos y cantidad aproximada del tráfico: sus dimensiones globales

La petición de esclavos dependía, ante todo, de la vasta expansión de las plantaciones de las minas, y del empleo de mano de obra que los colonos y empresarios mineros europeos requerían en las Américas. La capacidad de absorción de la mano de obra africana por parte del Nuevo Mundo permaneció baja hasta el segundo cuarto del siglo XVII. Durante ese tiempo no fue roto el monopolio portugués de su explotación.

Luego pasa a manos holandesas con la intervención de la «Compañía Holandesa de las Indias Occidentales», que establece su monopolio. Desde ese momento el número de esclavos transportados a las Américas creció constantemente hasta los años 90 del siglo XVIII, cuando las guerras revolucionarias y napoleónicas francesas comenzaron a interrumpir el tráfico a través del Atlántico.

Los historiadores durante mucho tiempo sostuvieron que el número de esclavos africanos llevados a las Américas podría haber alcanzado los 15 millones de personas. Hacia 1960, Philip D. Curtin descubrió que esta cifra se derivaba de los cálculos hechos en 1861 por un comentador político americano. La cifra fue entonces retocada y estimada por él en 9.566.000 personas, con un posible error del 20 por ciento, por defecto o por exceso de la realidad.

Sin embargo esta es la estima sobre el número de africanos «desembarcados» en las Américas, no la de los que habrían dejado África. Parece que el porcentaje de los esclavos muertos durante el viaje haya sido, quizás, el 16%.[16]

Considerando todo el conjunto de la trata atlántica, el periodo más pesado de la misma va desde la mitad del siglo XVII, cuando el comercio atlántico comienza a asumir dimensiones muy considerables, hasta casi la mitad del siglo XIX, con un total de unos 12.500.000 millones. Hay que tener en cuenta que las mujeres representaban solamente una tercera parte de los esclavos llevados a las Américas.

La trata atlántica se nutría obviamente de las regiones de la costa occidental atlántica africana; en la época de la agresión y rapiña holandesa de Angola, los esclavos transportados desde la costa angoleña al Brasil podían haber llegado a la cifra de 13.000 al año. Un gran desarrollo y crecimiento de tal despojo tendrá lugar en el siglo siguiente, el XVIII, con el aumento de la petición norteamericana anglosajona de esclavos.

Se debe además presumir que África haya perdido cantidades considerables de vidas humanas debido a las acciones de rapiña y asaltos organizados para capturar los esclavos. A esto hay que añadir las carestías, las hambrunas consecuentes y las epidemias que con frecuencia traían consigo también aquellos depredadores negreros. Otras muchas vidas humanas tuvieron que perderse durante la misma captura violenta y luego en el traslado de los esclavos hacia la costa atados con cuerdas y cadenas.

Luego, llegados a los puntos de la costa, donde se amontonaban, debían esperar, a veces tiempos largos, hasta que llegasen los posibles compradores y los navíos negreros para su transporte a las Américas. Los dibujos hechos «in situ», y que han llegado hasta nosotros, de aquellas caminatas del dolor y luego los de su transporte marítimo, se asemejan a cadenas de seres humanos esqueléticos, atados los unos a los otros, como reses, y hacinados luego en las bodegas de las naves negreras como en «latas de sardinas».

En resumen: según la «Trans-Atlantic Slave Trade Database», que se limita a dar cifras a partir de la mitad de la segunda década del siglo XVI, entre 1525 y 1866, en toda la historia del tráfico esclavista al Nuevo Mundo, 12.5 millones de africanos habrían sido embarcados al Nuevo Mundo. 10.7 millones habrían sobrevivido la travesía.[17]

¿Y cuántos de estos 10.7 millones de africanos fueron enviados directamente a América del Norte? Según la misma fuente citada habrían sido unos 388,000, pero se considera que este es ciertamente un porcentaje muy pequeño. En realidad, la abrumadora mayoría de esclavos africanos fueron embarcados directamente al Caribe y América del Sur. Tan solo Brasil habría recibido 4.86 millones de africanos. Algunos estudiosos del tema estiman que otros 60,000 o 70,000 terminaron en los Estados Unidos luego de haber llegado primero al Caribe, por lo que la cifra total de africanos que habrían sido transportados a los Estados Unidos sería de unos 450,000. Por lo que bien se podría decir que muchos de los 42 millones de miembros de la comunidad Afroamericana en los Estados Unidos descenderían de este reducido grupo de menos de medio millón de africanos.[18]

La economía y la evangelización en el comercio esclavista

La trata de los esclavos africanos constituyó una de las fuentes con mayores ganancias del comercio europeo. A partir del siglo XVII serán los comerciantes de esclavos calvinistas quienes, al controlar la trata atlántica de los esclavos, lograrán su máximo rendimiento económico. Pero ello fue uno de los obstáculos históricos más fuertes que impidió un anuncio auténtico de la fe cristiana al mundo negro-africano y al negro-americano tras la esclavitud.

Estos dos mundos, que constituyen una unidad racial profunda, quedarán al margen de la evangelización cristiana hasta casi finales del siglo XIX. En África no se comenzará la evangelización debida y muy débilmente sino a partir de la segunda mitad del siglo XIX, en medio de oposiciones lamentablemente mayoritarias en el mundo cristiano occidental.

Los esclavos afro-americanos recibían el bautismo de sus dueños esclavistas prácticamente como un rito sin catequización alguna, por lo que las creencias ancestrales traídas desde África se transmitieron ininterrumpidamente formando un sustrato sincretista donde pervivían las creencias religiosas paganas del mundo africano en las diversas formas de su procedencia.

Se pueden señalar: «vudú», «cadomblé», «wica», «ubanda», religiones y cultos de raíces yorubas (Nigeria) o de otras partes del África atlántica, fetichismo, culto a los antepasados, prácticas de hechicería y sanaciones, «santerías» que escondían antiguos cultos paganos y sus diversas formas fetichistas, las prácticas de adivinación, magia, sacrificios de animales, etc….etc…, y que en parte perviven hasta nuestros días.

La santería, el culto lucumí o regla de Ifá u Ocha, que es el culto propio de los afrocubanos, forman parte del grupo de las que bien se pueden llamar « religiones afroamericanas». Muchos de estos cultos esconden formas religiosas muy enraizadas en el mundo afro-caribeño que combina aspectos animistas y panteístas con la adoración de los antepasados y el catolicismo cubano. Es una religión sincretista que mezcla la creencia en los orichas o los dioses del panteón yoruba, un pueblo al suroeste de Nigeria, con los santos católicos.

En Brasil el mosaico de este tipo de cultos y ritos religiosos es abundante y muy difundido en una población de raíces africanas, que cuándo Brasil se proclamó en República (1888) y se abolió la esclavitud, la población afro-brasileña parece ser que constituía entre el 40 y el 43% del total de la población.

En los Estados Unidos de Norteamérica la población afro estadounidense representa hoy un 16 % de la población total de Estados Unidos, siendo esta la segunda minoría más grande luego de la población hispanoamericana. Desde los tiempos coloniales hasta mediados del siglo XX, los afro-estadounidenses se concentraban en el sureste de los Estados Unidos, pero luego se fueron expandiendo a otras ciudades como Chicago, Nueva York, Nueva Jersey, Baltimore, Los Ángeles, Atlanta, Detroit, Nueva Orleans y Boston.

En cuanto a la tímida acción misionera, sobre todo católica, en las costas atlánticas africanas, ésta fue duramente combatida y obstaculizada por los esclavistas, primero portugueses, y más tarde por los calvinistas holandeses y franceses y por los protestantes ingleses. Otras veces, cuando se intentó una acción evangelizadora cristiana, ésta fue tan sumamente débil e irrelevante que no tocó mínimamente aquellas situaciones degradantes. No respondiendo a las necesidades más elementales e inmediatas de libertad y dignidad de aquellas poblaciones oprimidas y vejadas, la acción de los misioneros resultaba estéril y sin atracción alguna. No podía serlo ante la imagen que los negreros ofrecían de su fe cristiana.

El 17 de diciembre de 2007, la Asamblea General de las Naciones Unidas en la Resolución 62/122 designaba el 25 de marzo «Día internacional de recuerdo de las víctimas de la esclavitud y la trata transatlántica de esclavos», para que se celebre anualmente a partir de 2008 como complemento del ya existente «Día Internacional del Recuerdo de la Trata de Esclavos y su Abolición de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura»[19].

Se trata de un gesto debido, el reconocimiento de una terrible y ignominiosa injuria hecha por el mundo occidental, que en aquel entonces se profesaba mayoritariamente cristiano, del plurisecular atropello de los derechos naturales fundamentales de la persona humana. Pero, hoy las esclavitudes continúan con otras formas terribles y destructoras de esos derechos, proclamados en los ámbitos internacionales, pero lejanos a ser tomados debidamente en serio.

Distribución de esclavos (1519–1867)[20]
Destinación Porcentual
América Portuguesa 38.5%
British West Indies 18.4%
Imperio Español 17.5%
Américas Francesas 13.6%
Colonias Atlánticas Británicas / Estados Unidos 9.7%
Indias Occidentales Holandesas 2.0%
Indias Occidentales Danesas 0.3%
Nota: El número de africanos que llegó a cada región se calcula del número total de esclavos importados calculando un número global de unos 10,000,000, incluidos los de la Guayana Británica y los de la Honduras Británica [el número global los estudiosos del tema lo consideran el mínimo].

NOTAS

  1. La expresión “repúblicas marineras” es un término acuñado por la historiografía del siglo XIX. Ninguno de estos Estados se definió como “república marinera”. Los elementos que las definían eran: la independencia de iure y de hecho; la autonomía económica; la política y la cultura basadas fundamentalmente en la navegación con finalidades comerciales, y por lo tanto con la posesión de buenas flotas navales; la constitución de ciudades-estado; la presencia en los puertos mediterráneos de propios almacenes de tejidos y otros productos y de consulados; y la existencia de los mismos en ciudades y países extranjeros; el uso de una propia moneda, aceptada en todo el Mediterráneo y de propias leyes marítimas; el gobierno de carácter republicano; la participación en las cruzadas y la represión de la piratería.
  2. Los Países Bajos (en neerlandés: Nederland) forman el Reino de los Países Bajos. Con frecuencia, el país es conocido por el nombre de su región histórica más influyente o relevante, Holanda, situada en la parte occidental del país.
  3. Guillermo de Orange-Nassau (Dillenburg, Alemania, 4 de abril de 1533-Delft, 10 de julio de 1584), llamado el Taciturno, fue miembro de la Casa de Nassau y se convirtió en Príncipe de Orange en 1544. Fue nombrado estatúder de aquellas Provincias por Felipe II. Buscará una total independencia del poder político de España; tras el luteranismo, pasó al catolicismo, para luego adoptar definitivamente por razones políticas el protestantismo calvinista- como otros príncipes alemanes habían adoptado por los mismos motivos políticos el luteranismo reformado rebelándose contra la Corona Imperial. Así se convirtió en el principal caudillo de la Guerra de los Ochenta Años. Dicha guerra culminó con el reconocimiento de la independencia de las Provincias Unidas (precursoras de los actuales Países Bajos) en 1648 (final de la Guerra de los 30 años, y celebración de la paz de Wesfalia). Muere asesinado en 1584. Guillermo de Orange tuvo dieciséis hijos de sus cuatro matrimonios y varias relaciones extramatrimoniales. Muchos de ellos fueron importantes figuras de la historia de los Países Bajos.
  4. Citato in BRASIO, Monumenta Missionalia..., IV, 515.
  5. Enrique de Portugal (Oporto, 1394 - Sagres, 1460), infante de Portugal y primer duque de Viseu, apodado El Navegante por su protagonismo en las exploraciones marítimas transoceánicas portuguesas, y la creación de lo que bien se puede llamar una escuela de observación y estudios náuticos en Sagres, Portugal.
  6. El poeta portugués Luís de Camões dedicó póstumamente al navegante Bartolomé Dias el canto V de su epopeya Os Lusíadas (1572).
  7. En 1486 el rey Juan II de Portugal había ya confiado a Bartolomé Dias el mando de una pequeña flota para que recorriera África por el sur, con el fin de conocer noticias sobre el mítico reino cristiano del Preste Juan, con el que el rey deseaba entablar relaciones amistosas. El propósito no declarado de la expedición era investigar el verdadero alcance de las costas del sur de África, para evaluar la posibilidad de una ruta marítima a la India. A Díaz le costó diez meses preparar la expedición y partió de Lisboa a finales de julio de 1487, con dos carabelas armadas de 50 toneladas y una naveta de provisiones. En este viaje lo acompañarían Pêro de Alenquer, como piloto de la nave capitana, São Cristóvão, que relató el primer viaje de Vasco da Gama; João Infante, al mando de la carabela S. Pantaleão, que era pilotada por Álvaro Martins; y Pêro Dias, hermano de Bartolomé, comandando el barco de provisiones. En la expedición también participaba João Grego e iban acompañados por dos hombres y cuatro mujeres de raza negra, capturados por Diogo Cão en la costa occidental africana, que servirían de intérpretes para explicar a los nativos el objetivo de la expedición. Bien alimentados y vestidos, serían liberados en la costa oriental para que testimoniaran a las poblaciones la bondad y grandeza de los portugueses, al tiempo que recopilaban información sobre “el reino del Preste Juan”.
  8. Pedro Álvarez Cabral (Belmonte, 1467 - Santarém, 1520) comandante militar, navegante y explorador portugués, es considerado el primero que llegó a Brasil. Asimismo, Cabral es conocido por ser uno de los primeros europeos en llegar en la costa noreste de América del Sur, que reivindicó para Portugal.
  9. Luís Vaz de Camões en su poema, Os Lusiadas trata principalmente de los viajes de Vasco da Gama.
  10. Elikia M’BOKOLO, The impact of the slave trade on Africa, en Le Monde diplomatique, 2 April 1998. Obadina TUNDE, «Slave trade: a root of contemporary African Crisis», en Africa Economic Analysis (2000). (Consultados en Wikipedia: Comercio atlántico de esclavos).
  11. José E. Mosquera, Los africanos que vendían africanos. Colombia, octubre 2011. Un análisis de la otra cara de historia de la trata de negros a raíz de la declaración por parte de la ONU del 2011 como el Año Internacional de los afro-descendientes y del día de la raza.
  12. Los vientos alisios soplan de manera relativamente constante en verano (hemisferio norte) y menos en invierno. Circulan entre los trópicos, desde los 30-35º de latitud hacia el ecuador. Se dirigen desde las altas presiones subtropicales, hacia las bajas presiones ecuatoriales. Los vientos alisios donde se muestran procedentes de las latitudes subtropicales soplando hacia el Ecuador, siendo modificados hacia el Occidente por la rotación terrestre. (Tomado de Wikipedia).
  13. Sir John Hawkins (1532 – 1595) fue un traficante de esclavos, mercader, armador, y marinero (almirante) inglés, ennoblecido por la reina Isabel de Inglaterra. Tuvo como asociado en sus turbios negocios a su hermano William.
  14. Sir Francis Drake (Inglaterra, 1540 – Portobelo, 1596), primo de Hawkins, fue un pirata-corsario inglés al servicio de la reina Isabel I de Inglaterra, traficante de esclavos y luchador acérrimo contra la potencia naval española de entonces. Murió durante uno de sus ataques a la ciudad de Portobelo.
  15. Hasta tiempos recientes se creía que el último superviviente de ese grupo había sido Oluale Kossola, Cudjo Lewis, que murió en 1935, pero una investigación de aquel año señaló a una mujer llamada Rodisha, a la que su amo le puso el nombre de Sally Smith, como la última esclava africana ya que murió dos años después, en 1937.
  16. Sobre la trata atlántica de los esclavos: cfr. “Dossier/Afroamericani. I loro 500 anni”, in Nigrizia [Verona, Italia], 2, febbraio 1992.
  17. Parecer ser que uno de los análisis más completos de los buques que transportaban esclavos es el de Trans-Atlantic Slave Trade Database, editado por los profesores David Elits y David Richardson. Si bien los editores son cautelosos en decir que las cifras ahí presentadas son sólo estimaciones.
  18. Henry Louis GATES Jr, How Many Slaves Landed in the U.S.?, en The Root (oct. 15, 2012).
    historiaglobalonline.com › 2013/03/25 › cuantos-esclavos-llegaron-a-los-est.
  19. Cf. «Sitio Oficial del Día Internacional de Rememoración de las Víctimas de la Esclavitud y la Trata Transatlántica de Esclavos». Organización de las Naciones Unidas.
  20. Fuente: Stephen D. BEHRENDT - David RICHARDSON - David ELTIS - W. E. B. DU BOIS, Institute for African and African-American Research, Harvard University. Basado en "records for 27,233 voyages that set out to obtain slaves for the Americas". Stephen BEHRENDT, "Transatlantic Slave Trade". Africana: The Encyclopedia of the African and African American Experience. New York (1999).: Basic Civitas Books. ISBN 0-465-00071-1.

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DHIAL

(Edición y notas de FIDEL GONZÁLEZ FERNÁNDEZ)