TRAVADA Y CÓRDOVA; Su vida y su obra

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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Algunos datos sobre Ventura Travada y Córdova

Ventura Antonio Fernández de Córdova y Peredo nació en Arequipa el 14 de julio de 1695. Hijo legítimo de don Juan Fernández de Córdova y de doña Francisca de Peredo. Sus padrinos fueron don Antonio Pérez de Rivera y Travada, y doña María Ayarde, quienes eran sus tíos.[1]Este sacerdote es el autor de la famosa obra «Suelo de Arequipa convertido en cielo» concluida en 1752, considerada como la «primera Historia General de Arequipa».

De hecho, puede comprobarse que a partir de su conocimiento, otros autores que incluyen al arcediano Francisco Xavier Echeverría y Morales; el licenciado Juan Domingo de Zamácola y Jáuregui; el presbítero Antonio de Pereyra y Ruiz y el deán Juan Gualberto Valdivia, la han tomado como base para preparar sus respectivas «Historias de Arequipa»; inclusive lo han copiado literalmente, a tal extremo, que han repetido errores consignados en el texto del mencionado sacerdote, como el de considerar fundador de Arequipa a Pedro Anzures de Campo Redondo.[2]

El título completo de la obra es «Suelo de Arequipa convertido en cielo. En el estreno del religioso monasterio de Santa Rosa de Santa María que fundó el Ilustrísimo Señor Doctor don Juan Bravo de Rivera del Consejo de su Magestad, digníssimo Obispo de Arequipa». Del manuscrito del autor concluido en 1750 y de sus copias, se ha hecho varias ediciones.

La primera en 1877, es la más antigua; una, más reciente en 1993, que tiene el valor de tener el texto completo en forma facsimilar.[3]También se hicieron dos ediciones en folletín, como lo señala Galdós Rodríguez, en el desaparecido diario católico «El Deber» en 1899; otra en 1954 a la que se puso por título: «Historia General de Arequipa».[4]En la de 1899, dice Mostajo, faltan las «Prelusiones» de cada una de las partes del texto; en la de 1954 el texto está mutilado. En ambas, continúa, “el poético título aparece convertido en este otro: «Historia General de Arequipa»”.[5]

En 1958, en el primer Festival del Libro Arequipeño se incluyó esta obra con el título de: «El Suelo de Arequipa convertido en cielo» y un subtítulo erróneo, entre paréntesis: «Historia General de Arequipa». Además el texto estaba incompleto.

En cuanto al apellido del autor, generalmente se le conoce como «Travada». El autor puso en el manuscrito de 1750 el de Ventura Trabada [sic] y utilizó para firmarlo el apellido Travada, nuevamente. Por tal razón los estudiosos de esta obra y la tradición lo mencionan sencillamente como Travada.

El asunto del nombre y apellido merece una explicación: en la partida de bautismo figura como Ventura Antonio Fernández de Córdova y Peredo. Según el historiador Guillermo Galdós; nuestro autor, tomó el apellido Travada por “gratitud hacia su padrino don Antonio Pérez de Rivera y Travada”. Comienza a utilizar los apellidos Travada y Córdova que resultan del uso del segundo apellido del padrino, unido a la segunda parte del apellido paterno: Fernández de Córdova. Esta explicación es fundamental para comprender que la obra de nuestro autor sea reconocida como de «Ventura Travada». Si nos atenemos a la onomástica, debería ser Ventura Antonio Fernández De Córdova y Peredo, como está registrado en sus partidas en el Archivo Arzobispal de Arequipa.[6]

Debemos aceptar que el autor decidió utilizar el apellido que figura en el texto manuscrito de 1750. Respetamos así su voluntad y la tradición histórica, al mencionarlo formalmente como Ventura Travada y Córdova, autor de: «Suelo de Arequipa convertido en cielo».

La biografía de este sacerdote es poco menos que desconocida, y ello es contradictorio con el reconocimiento de la importancia que tiene esta monumental «primera historia general de Arequipa» que ha sido muy conocida y utilizada como fuente histórica.

Es modesta la información que tenemos acerca de su infancia y de sus estudios para el sacerdocio católico. Estamos frente a un problema histórico que seguramente se resolverá con el tiempo, cuando se investigue completamente al archivo del Seminario de San Jerónimo en Arequipa, donde debió estudiar dado que era arequipeño de nacimiento. Francisco Mostajo insinúa la posibilidad de que Travada estudiase en el Cusco.[7]Tampoco sabemos si perteneció al clero secular o al de una orden religiosa. Por el momento, las preguntas acerca de su vida no tienen aún cabal respuesta.

Lo que sí puede afirmarse con certeza es que fue sacerdote, ya que fue párroco en varios lugares como Camaná, así lo menciona Zamácola en la copia que hizo de la obra de Travada que existe en la biblioteca del Club Arequipa. También fue párroco en la doctrina de Salamanca, Lari, Pocsi y Cabanaconde, como lo señala el historiador Echeverría y Morales. Guillermo Galdós lo confirma en un párrafo donde lo llama “párroco de pueblos”.

No existe correspondencia entre la importancia y valor de la obra que escribió, y este desconocimiento de su vida. Como autor revela cultura vasta, incluyendo el conocimiento de la mitología y por supuesto el de la teología católica; dominio del lenguaje que demuestra costumbre de escribir, y sobre todo, práctica en el manejo de fuentes y redacción historiográfica.

La búsqueda de información sobre la vida del clérigo Travada nos lleva al historiógrafo Ladislao Cabrera Valdez quien dice: “En cuanto a la persona de este escritor nada sabemos, si no lo que está puesto en el título de su obra llamada «Historia General de Arequipa», por el doctor don Ventura Travada y Córdova, cura que fue de las doctrinas de Salamanca y Pocsi de la Diócesis, año de 1752”.[8]

Por lo pronto nos damos cuenta que Cabrera, al publicar su obra en 1924, ha tenido a la vista la copia del manuscrito de Travada, hecha por el licenciado Zamácola, y que en la actualidad se conserva en el Club Arequipa. Queda claro que Cabrera no poseía información sobre la persona de Travada, ya que afirma: “Como clérigo no aparece más tarde ocupando sillas de coro catedralicio, u otros puestos de que tan digno era. Quizá muriese temprano, y como su apellido no se encuentra en ninguna familia conocida, probable es que fuese español; aunque con fuerte arraigo en la tierra como lo prueban todas las páginas de su obra”.[9]

Ahora sí sabemos que Ventura Travada no fue español sino arequipeño. En 1926 el canónigo e historiador monseñor Santiago Martínez exhumó en el archivo de la parroquia del Sagrario, las partidas de bautismo y defunción de Ventura Antonio Fernández de Córdova y Peredo.[10]Este hallazgo pone fin a las dudas expresadas por Cabrera, y a la polémica que sostuvo Mostajo con el mencionado historiógrafo sobre el tema.

Guillermo Zegarra Meneses ha recogido la información de Martínez y la reproduce en su libro sobre Arequipa.[11]Nacido en 1695 en la ciudad de Arequipa, bautizado en la Catedral de Arequipa; según Guillermo Galdós, en 1723 se encontraba de vicario de la Villa de Camaná.[12]Murió en 1758. En su partida de defunción figura como bachiller don Buenaventura Fernández de Córdova, fallecido el 18 de abril, “enterrado en la Iglesia de la Recolección o sea la de la Recoleta; con cruz alta y una sola capa sin posas, con derechos sencillos”.[13]

Por su parte, el historiador mercedario fray Víctor M. Barriga transcribe el poder para hacer testamento, otorgado el 4 de marzo de 1758 por el presbítero don Buenaventura Fernández de Córdova ante el escribano Bernardo Gutiérrez, a don Francisco Fernández de Córdova. Los datos allí consignados confirman, para una biografía de nuestro autor, quiénes fueron sus padres, su nombre y apellido paterno.[14]

No es mucho lo que se ha avanzado, en el aspecto biográfico, con el descubrimiento de las partidas en 1926 por Mons. Santiago Martínez, ni con el poder publicado por el P. Barriga en 1946. Desde el punto de vista de la investigación histórica, los problemas señalados tienen relación directa con las explicaciones que debiéramos ofrecer acerca de la época, y circunstancias como fue redactada la obra de Travada.

La importancia de la misma, la naturaleza de su contenido, la riqueza de la información que exhibe, la cultura superior que demuestra, nos llevan a hacemos más preguntas sobre la génesis de la obra y las influencias que pudo haber recibido su autor. Es todo lo que se ha podido avanzar, haciendo un estado de la cuestión, sobre la biografía de Travada.[15]

La referencia bibliográfica

La referencia bibliográfica básica es la edición facsimilar de la obra de Ventura Travada y Córdova, titulada «Suelo de Arequipa convertido en cielo. En el estreno del religioso monasterio de Santa Rosa de Santa María, que fundó el Ilmo. Señor Dr. Dn. Juan Bravo de Rivero del Consejo de su Magestad. Dignísimo Obispo de Arequipa, por el Doctor Don Ventura Trabada» [sic]. 1750.[16]

Hay que señalar que esta es una edición facsimilar del manuscrito original, completo e inédito, firmado por el autor y fechado en 1750. Un primer tema tiene que ver con lo que algunos estudiosos consideran 1752 como la fecha de conclusión del texto.[17]Por su parte, Víctor Sánchez-Moreno sostiene que este libro “fue escrito en el año de 1752”.[18]

En la edición publicada en Arequipa en 1958, en el primer Festival del Libro Arequipeño, se consigna el año de 1752.[19]El director de ese festival, doctor Vladimiro Bermejo, propone 1747 como fecha en que Travada escribió su obra, considerando que ese año, el 13 de junio, se inauguró el monasterio de Santa Rosa; agrega Bermejo que “muchos comentaristas han aceptado el año de 1752, como fecha en que habría concluido la obra”.[20]

El investigador Raúl Porras Barrenechea dice que “Travada publicó en 1732 [sic] un libro titulado «El suelo de Arequipa convertido en cielo»”.[21]Resulta obvio que Porras tomó erróneamente una fecha consignada por Mendiburu: 1732, que es en realidad 1752, aunque ambas resulten inconsistentes en cuanto a la crítica de las mismas.

Al no citar su fuente, Odriozola motivó una cadena de errores, impidiendo un correcto análisis heurístico de Travada. Guillermo Galdós Rodríguez plantea que “este libro se escribió durante varios lustros, pero que la primera parte de ella fue escrita en 1750 y la concluyó en 1752”.[22]En la «Historia general de Arequipa», de la que es coautor, Galdós reproduce un título y una fecha, que es 1752, insistiendo en que: “se sabe que don Ventura concluyó de escribir su libro en 1752”.[23]

Hay que despejar dos cuestiones fundamentales en tomo a la obra de Travada. La primera se refiere al título, y la segunda al año de conclusión. Si nos atenemos a que la edición facsimilar, conforme lo sostiene el editor: “es una reproducción exacta, facsimilar y completa del único manuscrito original y firmado por el autor”,[24]deberemos aceptar que estamos ante el manuscrito principal, que nos proporciona información sustantiva sobre el título y la fecha de conclusión del mismo.

Señalemos que el título en la portada de este manuscrito dice: “Suelo de Arequipa convertido en cielo” y que en algunas ediciones se le ha agregado, indebidamente, el artículo “el”, poniendo el título como: “El suelo de Arequipa convertido en cielo”, error que se repite con frecuencia, y que la edición facsimilar permite aclarar definitivamente.

En este mismo texto que citamos, el autor del manuscrito ha colocado –en la parte inferior de la portada– el año 1750 como año de elaboración o conclusión del mismo. La edición facsimilar nos facilita corregir otro error: el de considerar 1752 como fecha de elaboración del documento. Esta fecha ha sido también reiterada en varias ediciones de la obra de Travada.

El origen de ambos errores, sobre el título y la fecha, se encuentra en la edición que en 1877 publicó el coronel don Manuel de Odriozola en su “Colección de documentos literarios del Perú”, tomo décimo, en donde consigna como título: “El suelo de Arequipa convertido en cielo...” y pone el año 1752 en la parte inferior de la portada. Quiere decir que Odriozola tuvo a la mano una copia hecha ese año, sobre la cual consignó indebidamente el título de la obra.[25]

Esta deducción tiene un sustento. Lamentablemente Odriozola, en su afán loable de “dar a conocer libros que se relacionan íntimamente con el Perú...”, agrega: “ha llamado mi atención un manuscrito titulado «Suelo de Arequipa convertido en cielo»”. Dijo que estaba inédito, pero no nos proporcionó ninguna información heurística acerca del documento, salvo que era manuscrito e inédito. Por tal razón la edición Odriozola de 1877 ha quedado, hasta 1993 –cuando aparece la edición Prado Pastor– como la base a partir de la que se hicieron las demás.

Podemos pues afirmar que el origen de los errores mencionados –y que no son de modesta magnitud ya que atañen a los elementos fundamentales de identificación y fecha del manuscrito– tienen su punto de partida en la incompleta edición Odriozola de 1877, lo que no significa que no reconozcamos el mérito del notable erudito al salvar textos que no hubieran sido conocidos por nosotros sin su esfuerzo.

Debemos, lamentar, sin embargo, la ausencia del cuidado bibliográfico en esa edición. El historiador arequipeño Francisco Mostajo,[26]utilizó la edición Odriozola cuanto trató el tema de Travada y su libro. Lo declara expresamente en un artículo “Aportes para la historia de Arequipa”, publicado en la revista «Escocia».[27]

Sin embargo Mostajo, leyendo el texto –sobre todo en las páginas 29, 105 y 275 de la edición de 1877– hace una deducción correcta en cuanto a la fecha de redacción del mismo, y nos dice: “A juzgar por diversos dichos del libro lo escribió Travada en 1750”, lo que concuerda con la fecha colocada en la parte inferior de la portada del manuscrito original con que Prado ha editado la edición facsimilar, y que Mostajo no consultó o no conoció, porque no lo señala.

No apreció Mostajo que en el texto que utiliza –la edición Odriozola– en su página 207, dice Travada: “Llegóse el tiempo del estreno del templo para cuya dedicación se destinó el día de la Purificación de Nuestra Señora 2 de Febrero de este presente año 1750”.[28]Ni Mostajo ni Bermejo han reparado en esta referencia tan precisa: Travada escribía en 1750 su obra. Pero Mostajo expresa en su mencionado artículo en «Escocia» que Travada debió completar su libro el 22 de mayo de 1752, “ya que es la fecha que pone al pie de la página 208, de la edición de Odriozola, que es la que aprovecho”.[29]

Si utilizamos con rigor la lógica histórica, confrontamos la mención citada por Mostajo, y encontramos en la parte final de la página 208 de la edición Odriozola, que Travada dice: “Murió en 22 de mayo de 1752” refiriéndose al obispo Bravo.[30]En el parágrafo número diecisiete, que comienza en la página 188 de la edición que utilizamos en esta parte, se inicia la «Vida del Ilustrísimo Señor Doctor don Juan Bravo de Rivero», vale decir, y su biografía, que termina en la página 208. Nada permite concluir esta forma de argumentar, que la fecha de fallecimiento del obispo Bravo de Rivero, sea la misma en que concluyó de escribir su manuscrito Travada.

Obsérvese así la ausencia de recaudos heurísticos en la edición Odriozola, la plaga de errores que se han reiterado y que recién tienen cabal aclaración, al publicarse en 1993 la edición facsimilar o edición Prado.

También es verdad que en las diferentes ediciones de Travada que luego mencionaremos, se ha avanzado muy poco en cuanto a conocimiento de la biografía de este autor. Ello tiene relación con esta parte de este ensayo, porque es método ya aceptado en la investigación histórica el recurrir a la información biográfica del autor de un texto, para comprenderlo mejor y explicar su forma, sus alcances y el contexto social y cultural en que éste se produjo.

Por tanto, desde el ángulo de la biografía de Travada no tenemos tampoco mayores referencias que las escasas que contiene el texto «Suelo de Arequipa convertido en cielo» para conocer, por lo menos, cuándo fue redactado el manuscrito. Extrañamente, dentro de un texto tan importante de historia de Arequipa, más parece haberse preocupado el autor por mostrarnos su dominio del idioma y su conocimiento de la mitología y de la astrología, que de proporcionamos pautas que nos sirvieran como «pistas» en una investigación histórica.

Si aplicamos las clásicas cuestiones sugeridas por W. Bauer para el examen crítico de las fuentes,[31]es bien poco lo que podremos sacar en claro de la obra de Travada. Eso no quita ningún punto en cuanto a la importancia de su contenido, ni disminuye la riqueza de su información sobre la Arequipa de 1750.

Presentamos ahora una relación de las ediciones del texto de «Suelo de Arequipa convertido en cielo». El manuscrito principal ha sido editado en 1993 por Ignacio Prado Pastor y es el que podemos considerar como original y auténtico, ya que está firmado por Travada. A partir de este año, tal edición pasa a ser la fundamental y la más completa, a la que debemos referimos al hacer investigación histórica sobre Arequipa.

Hasta 1993 la edición más difundida, por ser la más cercana al manuscrito, era la que hizo en 1877 el coronel Manuel de Odriozola y que publicó en la «Colección de documentos literarios del Perú», en el décimo tomo. Técnicamente, desde el punto de vista heurístico y bibliográfico, esta edición es modesta y carece de las más elementales referencias que permitan establecer las características y el origen del texto transcrito; tampoco señala los procedimientos metodológicos a que se ciñó la transcripción.

No describe el manuscrito original y no indica dónde se localiza este; ni ha incluido información alguna sobre el mismo, de modo que no sabemos a ciencia cierta si trabajó Odriozola con una copia o un original múltiple.

Obsérvese que en la edición Prado de 1993, la firma del autor sirve como medio para certificar la autenticidad y considerar el manuscrito como original. De ello deducimos que Odriozola consultó y transcribió una copia. No sabemos, sin embargo, cuál copia fue; aunque al haber reproducido como año de referencia de la portada el de 1752, puede pensarse que se trata de un traslado o copia hecha dos años después del manuscrito original, ya que nos parece haber demostrado que 1750 es el año de redacción del manuscrito original básico, tanto por que consta así en la portada del mismo, como por la referencia de la página 459 de su texto.

Aplicando la metodología del cotejo de fuentes, podemos afirmar que la edición Odriozola de 1877 es incompleta, ya que del texto del manuscrito original –publicado en 1993– toma sólo 758 páginas, faltando cien de la tercera parte y que conforman un corpus de poesías: epigramas, sonetos, elegías y loas a Santa Rosa, así como elogios a personas como el obispo Juan Bravo de Rivero.[32]

La transcripción paleográfica adolece de serias deficiencias, justificables, puesto que en la época que fue hecha solo se aplicaba la normativa aprobada por la Real Academia de la Lengua, y no existían aún reglas de transcripción para documentos históricos. A pesar de ello, debe señalarse que Odriozola no explicó en parte alguna los criterios con que hizo la transcripción, como lo hemos reiterado varias veces en esta investigación; tampoco entregó referencia alguna acerca del manuscrito con que había realizado su labor.

Ello impide hacer comparaciones que serían hoy indispensables. Podemos afirmar que, si bien no es exigible la metodología vigente hoy a la época en que hizo su transcripción Odriozola, sí era necesario que nos remitiera al manuscrito que consultó. Con la edición facsimilar podemos considerar los errores que cometió Odriozola en la transcripción, y las omisiones que pueden detectarse en ese texto, como las referencias marginales colocadas por Travada en su manuscrito, así como las expresiones en latín que son abundantes en el mismo.

Se puede concluir que un estudio heurístico científico de esta fuente era imposible con la edición Odriozola de 1877. Para comprobarlo, bástenos decir que quienes se han referido desde entonces a Travada han repetido los errores de todo tipo que su edición contiene. Se imponía una crítica textual, más que una exégesis, puesto que no se conoce hasta ahora su origen, su naturaleza, sus características, ni su localización.

No es el caso practicar una detallada revisión del texto de la edición Odriozola: la simple comparación con la edición facsimilar de 1993 que ahora disponemos, revela modificaciones arbitrarias tanto en la puntuación como en la transcripción. El esfuerzo de actualización hecho por Odriozola para facilitar la comprensión de la lectura del texto, lo perjudica más que lo mejora, ya que el lector no tenía manera de establecer, por comparación, la versión más correcta. Esta edición carece de índices y de tabla de contenido, de modo que contraría la posibilidad de ubicar la información que contiene la fuente.

No es exagerado pedir que en 1877 se hubiera dotado a una edición de fuentes, de referencias indispensables, de criterios de transcripción y de índices muy necesarios. Pensemos que Mariano Felipe Paz Soldán en su «Historia del Perú independiente» y en la «Biblioteca peruana» desarrolla, sin dificultad, un sistema de clasificación de fuentes que revela conocimiento de esa técnica.[33]

En suma, la edición facsimilar Prado de 1993 ha logrado no solamente despejar incógnitas, sino llenar grandes vacíos heurísticos en relación con la obra de Travada. La edición de 1877 fue la única a la que se podía recurrir para examinar la historia, de la que es autor el benemérito sacerdote arequipeño; de la que todos hablaban y a la que todos se referían, sin haber podido lograr un conocimiento cabal de ella como fuente.

En esta investigación se deja precisado el hecho de que existiendo la edición facsimilar, la de Odriozola pasa a un segundo plano, no por el hecho de ser la de 1993 una mejor edición, si no por las enormes deficiencias, erratas y dificultades que planteó la primera y que no han sido aclaradas totalmente, si no cuando hemos tenido acceso al manuscrito original primigenio, editado por Prado.

Afirma Guillermo Galdós que Odriozola, para publicar la obra de Travada, “sacó copia que es la que se encuentra ahora en la «Sección Peruvian Collection» de la biblioteca de la Universidad de Duke... con el número 2912”.[34]Sobre este código de localización, dice Galdós que quien lo ha recogido es el R.P. Rubén Vargas Ugarte S. J. en sus «Manuscritos peruanos» en las bibliotecas de América, citando la edición de Buenos Aires de 1945, tomo IV, p. 233.

Si fuera esta la copia que utilizó Odriozola, estaríamos ante un nuevo problema heurístico: el de una copia de copia, sin que poseamos –hasta el momento– una referencia precisa acerca del texto utilizado, salvo que lleva una fecha en la portada que resulta posterior a la que figura en el original.

No abundemos en más observaciones críticas sobre Odriozola, ya que resulta casi censurado, por la publicación de tan importante manuscrito en 1877. Lo cierto es que su falta de pericia y cuidado bibliográfico nos ha creado un problema que ha durado más de un siglo, exactamente ciento dieciséis años.

Para desarrollar la «Nota Introductoria» en la edición facsimilar Prado, de 1993, consultamos directamente la copia del manuscrito que celosamente guardada en caja fuerte se conserva en la biblioteca del Club Arequipa, en la ciudad del Misti. Señalamos que aunque tiene el título de «Historia de Arequipa», se trata de un traslado o copia del que es autor el licenciado Juan Domingo de Zamácola y Jáuregui, quien como se plantea en dicha nota reunía información histórica para su propia obra que tituló «Historia de la ciudad de Arequipay de las siete provincias de que se compone este obispado».[35]

La copia del manuscrito tiene un título que no se compadece con el original del que debió ser tomada, ya que dice: «Historia de Arequipa», cuando en realidad se trata de una copia de «Suelo de Arequipa convertido en cielo...» de Travada, como lo señala en el texto de su copia el licenciado Zamácola.

Extrañamente, ese sacerdote vasco dice en el texto, que sacó la copia de los «manuscritos» de Travada; luego menciona que la sacó de los «borradores» y en la tercera parte agrega una expresión peyorativa: «mal formados borradores...» de allí obtuvo el traslado que hemos examinado y analizado.

Ha sido citado en la «Nota Introductoria», a la que nos hemos referido.[36]Es evidente que se trata de una copia del manuscrito, sin que poseamos tampoco referencias específicas acerca del manuscrito original, que debió o pudo consultar Zamácola. No se ha establecido así su procedencia.

Enrique Canión Ordóñez –acucioso lingüista– ha localizado los manuscritos de la obra de Travada, reiterando los errores de la edición Odriozola, sobre todo el año de redacción. Menciona Carrión los siguientes manuscritos: uno, en la biblioteca denominada «Memoria Prado», que con tal nombre es citada también por Guillermo Galdós y por el R.P. Víctor M. Barriga.

Se trata, en todo caso, de una colección privada. No advierte el editor de la edición facsimilar en 1993, si el manuscrito fotografiado tan cuidadosamente es el que pertenece a ese repositorio.[37]La información bibliográfica procede del historiador jesuita Rubén Vargas Ugarte en su «Biblioteca peruana».

Otro, estaría en la Biblioteca del Seminario de San Jerónimo en Arequipa que, lamentablemente, no está catalogada, de manera que no se puede comprobar su actual subsistencia. Este manuscrito es mencionado por Mostajo en sus artículos de «Escocia»; dice allí que el dato procede del doctor José Miguel de la Rosa en un artículo publicado en el N° 69 del «Amigo del Pueblo», el 31 de octubre de 1908.[38]

Según este mismo autor, se localizó otro ejemplar en la Biblioteca Pública de Arequipa. En su artículo «Aportes para la historia de Arequipa», afirma Mostajo que ese ejemplar “fue prestado al Prefecto señor Luna Iglesias... sin que haya tenido reingreso...”.[39]

En la biblioteca del doctor Alejandro Vivanco se hallaba otro manuscrito, según Vladimiro Bermejo. Se trata nada menos que de “la copia que hizo. Zamácola”.[40]Es importante llamar la atención acerca de que este ejemplar, en poder de Vivanco, no sólo pertenecía a Zamácola como indica Carrión,[41]sino que se trata de una copia del manuscrito de Travada hecho por el cura Zamácola.

Se sostiene en la «Nota Introductoria» de la edición facsimilar, hecha en 1993, que ese manuscrito es el que se encuentra localizado actualmente en la biblioteca del Club de Arequipa, y donde figura erróneamente bajo el título de «Historia de Arequipa» y que de hecho, muchos atribuyen, no a Travada sino a Zamácola, que en realidad solo tomó la copia, seguramente como fuente para su «Historia de Arequipa».

En 1899 y 1924 el diario católico «El Deber», de Arequipa, publicó en forma de folleto la obra de Travada con el título –nuevamente equivocado– de «Historia General de Arequipa».[42]Ello revela que el manuscrito del que se valió ese diario era probablemente el mismo que copió Zamácola y que se conserva hasta la actualidad en Arequipa.

Es extraño que siendo conocida desde 1877 la edición Odriozola, se utilizase para esta publicación arequipeña otro manuscrito donde estaba obviamente distorsionado el título de la obra de Travada. Además, critica Mostajo que en la edición de 1899 faltan las «Prelusiones» de cada parte, y en la segunda, el texto está muy mutilado.

Agreguemos que Guillermo Galdós sostiene que el ilustre historiador mercedario fray Víctor M. Barriga, hizo un viaje especial a Lima para confrontar las ediciones hechas por «El Deber», que dirigía con el manuscrito existente en la biblioteca «Memoria Prado», comprobando que las reproducciones eran fragmentarias o incorrectas.[43]Nos avisa además que hay una tercera edición de esta obra hecha por «El Deber» en 1954.

Esto demuestra una conducta poco rigurosa en materia historiográfica. Si se había comprobado un grado de deficiencia heurística verificable, ¿por qué se continuó publicando hasta 1958 la obra de Travada con título erróneo y en forma incompleta?

En el primer Festival del Libro Arequipeño, (Arequipa, 1958), se reprodujo la edición de 1923 [sic] de «El Deber», donde se distorsionó el título dos veces: la primera incluyendo el artículo «el», al título original: «Suelo de Arequipa...» y agregando como subtítulo entre paréntesis: «Historia General de Arequipa...» año de 1752.

Nos parece una combinación de los errores de Odriozola, y de no observar que la de Zamácola era una copia de Travada, como ya se lleva dicho. Es necesario señalar que se trata, además, de una edición incompleta a la que Cerrión denomina «extracto», y Galdós «fragmentada», aunque se equivoca al decir que la UNSA hizo ese festival.

En cierto modo se reitera una forma de publicar que no hace honor a las técnicas ya conocidas entonces para reproducir una fuente histórica: o incluir una nota preliminar que explique los criterios y presente la obra, o, señalar específicamente el origen del texto que se reproduce. La grave omisión cometida por Odriozola en 1877 se repetía hasta en 1958, en perjuicio de un mejor conocimiento de Travada y de su obra.

Comentemos ahora las copias del manuscrito que existen en la biblioteca de la Universidad de Duke, donde se encuentra una copia moderna, según Vargas Ugarte.[44]Afirma Galdós, sin explicar, que Odriozola sacó copia “que es la que se encuentra ahora en la Universidad de Duke”. En la Biblioteca Nacional del Perú, en Lima, se menciona otro manuscrito que consta de dos tomos. Se trataría de una copia con letra moderna, localizada en la Sección Manuscritos del antiguo repositorio peruano, mencionada también por Vargas Ugarte.[45]

Guillermo Galdós sostuvo en 1964 que las obras que Mostajo afirmó habían sido prestadas de la Biblioteca Pública de Arequipa al prefecto señor Luna Iglesias, y que no se devolvieron, “se encuentran actualmente en la Biblioteca Nacional”.[46]

Resulta necesario agregar un comentario: entre tres autores que tratan temas relacionados con la historia de Arequipa –Ventura Travada y Córdova, Juan Domingo de Zamácola y Jáuregui, y Antonio de Pereyra y Ruiz– encontramos una vinculación que debe destacarse. El modelo de la «Noticia de Arequipa» de Pereyra –escrito en 1816– es la obra de Zamácola titulada: «Descripción pasajera pero verídica de Arequipa» que formaría parte de una «Historia General de Arequipa» del mismo autor, totalmente perdida y no publicada.

Un análisis bibliográfico de Antonio Unzueta le permite concluir, sólo con pruebas referenciales –entre ellas citando las de Pereyra–, que este vio o leyó y consultó la «Historia General de Arequipa» de Zamácola.[47]Es posible proponer una hipótesis: si Pereyra tomó como modelo inmediato de su «Noticia...» la «Descripción pasajera» de Zamácola de 1800/ 1804; y si tenemos ya la convicción que este copió citando –por supuesto– la obra de Travada que es de 1750, la fuente manuscrita principal sea la de Travada, y ello ameritaría una rigurosa investigación histórica.

La relación entre Pereyra y Zamácola ha sido destacada por Carrión.[48]Por nuestra parte, hemos señalado la existente entre Zamácola y Travada, sobre todo poniendo énfasis en el título de: «Historia de Arequipa» asignado por el párroco de Cayma, a la copia de la obra de Travada.[49]

Como podemos apreciar, nos encontramos ante un problema muy interesante, que recién estamos en condiciones de examinar al tener a nuestro alcance las ediciones fundamentales de Pereyra y de Travada, hechas por Enrique Carrión e Ignacio Prado respectivamente; y el estudio de Unzueta sobre Zamácola.

Así, disponemos de un «corpus» esencial de fuentes históricas sobre Arequipa para aplicarles el método comparativo y el análisis de contenido, tratando de establecer –si es posible– una secuencia cronológica y un correlato en el uso de la información histórica, que resultaría esclarecedor a esta altura de los tiempos.

El análisis heurístico que hemos hecho acerca de los manuscritos y los impresos de la obra de Travada, realzan la importancia de la edición facsimilar de 1993; permiten establecer, en firme, su fecha –1750– superando conjeturas y, sobre todo, el error de Odriozola quien tomó 1752, que es la fecha de una copia, como la de finalización del manuscrito. Nos facilita además, advertir las omisiones y los errores de esa edición que –justo es reconocer– fue la primera y básica que permitió el acceso a la información de esta obra, y que data de 1877, y también origen de los errores advertidos en las ediciones posteriores.

NOTAS

  1. Archivo Arzobispal de Arequipa (AAA), Parroquia del Sagrario, Libro de Bautismos N° 8 (1692-1696) fol. 170 v.
  2. Ventura Travada y Córdova, Suelo de Arequipa convertido en cielo. Edición facsimilar por Ignacio Prado Pastor (Lima: Talleres de P. L. Villanueva, 1993), 58 y ss.
  3. La edición de 1877 corresponde a la Colección de documentos literarios del Perú, reunida por Manuel de Odriozola, en el tomo décimo (Lima: Imprenta del Estado, 1877). La edición facsimilar de 1993 ha sido hecha en los Talleres de P. L. Villanueva, Lima, 1993 y su editor es el doctor Ignacio Prado Pastor.
  4. Guillermo Galdós Rodríguez, Cronistas e historiadores de Arequipa colonial (Arequipa: Fundación Manuel J. Bustamante de la Fuente, 1993), 90.
  5. Francisco Mostajo, “Aportes para la historia de Arequipa”, Escocia, no. 5 (1928): 21.
  6. AAA, Parroquia del Sagrario, Libro de Bautismos N° 8. Figura allí en OBO archivo tanto la partida de bautizo como la de defunción. Libro de Defunciones N° 7. fol. 152v.
  7. Mostajo, “Aportes”, 21.
  8. Ladislao Cabrera Valdez, Documentos primitivos del Cabildo (Arequipa: Tip. Caritg & Rivera, 1924), 189.
  9. Cabrera Valdez, “Documentos primitivos”, 189.
  10. Santiago Martínez, “Los conventos franciscanos en Arequipa”, La Colmena, no. 226 y 228 (1926): 21 y 22.
  11. Guillermo Zegarra Meneses, Arequipa en el paso de la Colonia a la República (Arequipa: Cuzzi y Cía., 1973), 130 y 131.
  12. Galdós Rodríguez, “ Cronistas e historiadores”, 100.
  13. AAA, Parroquia del Sagrario, Libro de Entierros No 7, año 1758. “Partida de defunción de Buenaventura Fernández de Córdova”, Fol. 152v, 18 de abril de 1758.
  14. Archivo Regional de Arequipa (ARAR) Sección Notarial, escribano Bernardo Gutiérrez, Protocolo 348, 4 de marzo de 1758. El documento ha sido citado por el historiador mercedario Fr. Víctor M. Barriga en Memorias para la historia de Arequipa, t. II (Arequipa: Ediciones La Colmena, 1946), 120 y 121.
  15. Eusebio Quiroz Paz Soldán, “Nota Introductoria” en Ventura Travada, Suelo de Arequipa convertido en Cielo, ed. facsimilar (Lima: Ignacio Prado Pastor, 1993), 37 y 38.
  16. Travada, “Suelo de Arequipa”, edición facsimilar.
  17. Enrique Carrión Ordoñez, La lengua en un texto de la Ilustración (Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 1933), 39.
  18. Víctor Sánchez-Moreno Bayarri, Arequipa colonial y las fuentes de su historia: estudio crítico, (Lima: Aserprensa, 1987), 20.
  19. Ventura Travada y Córdova, El suelo de Arequipa convertido en cielo, Primer Festival del Libro Arequipeño, Arequipa 1958. Vida. Portada del libro donde entre paréntesis figura: Historia general de Arequipa. Dirigió este festival el historiador Vladimiro Bermejo.
  20. Travada, “El suelo de Arequipa”.
  21. Raúl Porras Barrenechea, Fuentes históricas Peruanas, (Lima: Ed. Juan Mejía Baca y P.L. Villanueva, 1954), 249. Raúl Porras Barrenechea (Pisco, Perú, 23 de marzo de 1897 - Lima, 27 de septiembre de 1960) fue diplomático, historiador, catedrático y político.
  22. Galdós Rodríguez, “ Cronistas e historiadores”, 111.
  23. Quiroz Paz Soldán, Eusebio et al., Historia general de Arequipa (Arequipa: Ediciones de la Fundación Manuel J. Bustamante de la Fuente, 1990), 359-60.
  24. Travada, “Suelo de Arequipa”, edición facsimilar. Nota del Editor Ignacio Prado Pastor, p. 30.
  25. Travada, “Suelo de Arequipa”, edición Odriozola.
  26. Francisco Mostajo Miranda (Arequipa, 3 de octubre de 1874 - † 27 de marzo de 1953) intelectual y político liberal, figura de la Arequipa literaria y combativa. Se dedicó a la historia, la poesía, el periodismo y la política libertaria. Fue el fundador del Partido Liberal.
  27. Mostajo, “Aportes”, 21.
  28. Travada, “Suelo de Arequipa”, edición Odriozola, 207; y también Travada, “Suelo de Arequipa”, edición facsimilar, 49.
  29. Mostajo, “Aportes”.
  30. Travada, “Suelo de Arequipa”, edición Odriozola, 208.
  31. Wilhelm Bauer, Introducción al estudio de la historia (Barcelona: Edit. Casa Bosch, 1970), 482.
  32. Juan Bravo del Ribero y Correa Padilla (Lima, 1685 - Arequipa, 1752) criollo peruano que llegó a ser obispo de Santiago de Chile (1734-1743) y Arequipa (1743-1752).
  33. Mariano Felipe Paz Soldán, Historia del Perú independiente. Edición facsimilar de la edición de 1868 (Buenos Aires: Editor Instituto Sanmartiniano, 1962). Primer Periodo 1819-1822. Prólogo, pp. VI-VII; Mariano Felipe Paz Soldán, Biblioteca peruana (Lima: Imprenta Liberal), 71ss.
  34. Galdós Rodríguez, “ Cronistas e historiadores”, 112.
  35. Antonio Unzueta, Juan Domingo de Zamácola y Jáuregui y su obra en el Perú (s. XVIII) (Vitoria: Ed. Servicio Central de Publicaciones del Gobierno Vasco, 1992).
  36. Quiroz Paz Soldán, “Nota Introductoria”, 32.
  37. Ignacio Prado Pastor, “Nota del Editor” a la edición facsimilar de Travada, “Suelo de Arequipa”, edición facsimilar, 23-5.
  38. Mostajo, “Aportes”, 21-2.
  39. Mostajo, “Aportes”, 21-2.
  40. Travada, “El suelo de Arequipa”, 6. Cit. Nota del Director Vladimiro Bermejo. Sin firma.
  41. Carrión Ordoñez, “La lengua”, 39, nota 36.
  42. Mostajo, “Aportes”, 21.
  43. Galdós Rodríguez, “ Cronistas e historiadores”, 113.
  44. Rubén Vargas Ugarte, Manuscritos peruanos en las bibliotecas de América, t. IV (Buenos Aires: Baiocco, 1945), 233. El manuscrito estaría registrado en la Peruvian Collection de la Universidad de Duke, bajo el título: “El suelo de Arequipa convertido en cielo”, con el número 2912.
  45. Rubén Vargas Ugarte, Manuscritos peruanos en la Biblioteca Nacional de Lima, t. III (Lima: Taller Tipográfico de la Empresa Periodística La Prensa, 1940), 169.
  46. Guillermo Caldos Rodríguez, Diario El Pueblo, 2 de octubre de 1962, 6.
  47. Unzueta, “Juan Domingo”, 131-3.
  48. Carrión Ordoñez, “La lengua”, 44.
  49. Quiroz Paz Soldán, “Nota Introductoria”, 35.

BIBLIOGRAFÍA

Archivo Arzobispal de Arequipa (AAA)

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EUSEBIO QUIROZ PAZ SOLDÁN - ALEJANDRO MÁLAGA MEDINA

©Revista Peruana de Historia Eclesiástica, 4 (1995) 197-222