Diferencia entre revisiones de «VALVERDE TÉLLEZ, Emeterio»

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
Ir a la navegaciónIr a la búsqueda
Línea 7: Línea 7:
 
Desde sus tiempos de seminarista Monseñor Valverde tuvo una gran afición por los libros; buscaba en “librerías de viejo” obras clásicas, novelas, libros de historia y de filosofía etc. ''“Sus aficiones bibliográficas se concretaron en un principio a las Humanidades, a la Filosofía y a las Ciencias Eclesiásticas, pero con el tiempo prestó también decidida atención a nuestra Historia, a la Bibliografía y al Arte en sus distintos aspectos y manifestaciones.”''<ref>Juan Bautista Iguiniz. ''Monseñor Valverde Téllez, Bibliófilo y Bibliógrafo''. Torre Villar , p. 411 </ref>La biblioteca personal de Monseñor Valverde llegó a constar de veinte mil volúmenes, pero ''“Tan ilustre prelado no fue un bibliófilo avaro de sus tesoros, ni coleccionaba libros sólo para su propio regalo y satisfacción, sino que, animado del espíritu de generosidad que siempre le fue peculiar, abría las puertas de su biblioteca y acogía con benevolencia no sólo a los íntimos, sino a todo aquel que deseando saciar su sed de saber, quería beber en aquella fuente bien colmada de sabiduría.”''<ref>Ibídem, p. 413</ref>
 
Desde sus tiempos de seminarista Monseñor Valverde tuvo una gran afición por los libros; buscaba en “librerías de viejo” obras clásicas, novelas, libros de historia y de filosofía etc. ''“Sus aficiones bibliográficas se concretaron en un principio a las Humanidades, a la Filosofía y a las Ciencias Eclesiásticas, pero con el tiempo prestó también decidida atención a nuestra Historia, a la Bibliografía y al Arte en sus distintos aspectos y manifestaciones.”''<ref>Juan Bautista Iguiniz. ''Monseñor Valverde Téllez, Bibliófilo y Bibliógrafo''. Torre Villar , p. 411 </ref>La biblioteca personal de Monseñor Valverde llegó a constar de veinte mil volúmenes, pero ''“Tan ilustre prelado no fue un bibliófilo avaro de sus tesoros, ni coleccionaba libros sólo para su propio regalo y satisfacción, sino que, animado del espíritu de generosidad que siempre le fue peculiar, abría las puertas de su biblioteca y acogía con benevolencia no sólo a los íntimos, sino a todo aquel que deseando saciar su sed de saber, quería beber en aquella fuente bien colmada de sabiduría.”''<ref>Ibídem, p. 413</ref>
  
Durante su estadía al frente de la diócesis de León construyó el Templo Expiatorio del Sagrado Corazón de Jesús y fundó la Escuela de María Inmaculada, el Instituto Cardenal Mercier y la Academia Comercial Antonio Alzate, así como el periódico ''El Siglo XX,'' colaborando también regularmente con diversos escritos en los periódicos ''La Voz de México, El Tiempo y El País''. En el Episcopado Mexicano encabezó desde 1920 las inquietudes y esfuerzos para erigir en el Cerro del Cubilete (centro geográfico de México) un Monumento Nacional a Cristo Rey. Su actividad permitió que  el 11 de enero de 1923, ante ochenta mil católicos y diez obispos, el Delegado Apostólico Ernesto Filippi bendijera la primera piedra de ese monumento. La ceremonia irritó tanto al gobierno jacobino que éste decretó la inmediata expulsión del país de Monseñor Filippi. El Monumento fue dinamitado en 1928 durante la persecución religiosa.
+
Durante su estadía al frente de la diócesis de León construyó el Templo Expiatorio del Sagrado Corazón de Jesús y fundó la Escuela de María Inmaculada, el Instituto Cardenal Mercier y la Academia Comercial Antonio Alzate, así como el periódico ''El Siglo XX,'' colaborando también regularmente con diversos escritos en los periódicos ''La Voz de México, El Tiempo y El País''. En el Episcopado Mexicano encabezó desde 1920 las inquietudes y esfuerzos para erigir en el Cerro del Cubilete (centro geográfico de México) un Monumento Nacional a [[CRISTO_REY;_La_fiesta_de_los_laicos | Cristo Rey]]. Su actividad permitió que  el 11 de enero de 1923, ante ochenta mil católicos y diez obispos, el Delegado Apostólico Ernesto Filippi bendijera la primera piedra de ese monumento. La ceremonia irritó tanto al gobierno jacobino que éste decretó la inmediata expulsión del país de Monseñor Filippi. El Monumento fue dinamitado en 1928 durante la persecución religiosa.
  
 
Con la entrada  en vigor de la “Ley [[CALLES,_Plutarco_Elías | Calles]]” (1° de agosto de 1926) se multiplicaron por todas partes las vejaciones –incluso asesinatos- de parte del  gobierno a los católicos mexicanos; esto dio origen a manifestaciones, a represiones violentas de las mismas, y todo ello condujo a los primeros levantamientos armados de lo que pronto sería la Guerra Cristera. El Episcopado designó a Monseñor Valverde que explicara a la Santa Sede la situación que vivía la Iglesia en México, y para ello viajó a Roma a finales de 1926, pero no pudo ya regresar a México, pues en abril de 1927 el Gobierno mexicano expulsó del país a los demás obispos. Su posición ante la lucha de los Cristeros quedó de manifiesto en su reclamo  al obispo Pascual Díaz quien buscaba a cualquier precio un cese a las hostilidades, y junto con Monseñor Méndez del Rió le dijo: ''“Con profunda tristeza hemos leído las declaraciones publicadas últimamente en los periódicos de los EEUU, que se dice han sido hechas por VSI… en contra de los generosos defensores de la libertad religiosa…Nos extraña sobremanera que VSI repruebe claramente el movimiento de legítima defensa…cuando habíamos contraído el compromiso de no condenarlo.”''<ref>Meyer, p. 21.</ref>
 
Con la entrada  en vigor de la “Ley [[CALLES,_Plutarco_Elías | Calles]]” (1° de agosto de 1926) se multiplicaron por todas partes las vejaciones –incluso asesinatos- de parte del  gobierno a los católicos mexicanos; esto dio origen a manifestaciones, a represiones violentas de las mismas, y todo ello condujo a los primeros levantamientos armados de lo que pronto sería la Guerra Cristera. El Episcopado designó a Monseñor Valverde que explicara a la Santa Sede la situación que vivía la Iglesia en México, y para ello viajó a Roma a finales de 1926, pero no pudo ya regresar a México, pues en abril de 1927 el Gobierno mexicano expulsó del país a los demás obispos. Su posición ante la lucha de los Cristeros quedó de manifiesto en su reclamo  al obispo Pascual Díaz quien buscaba a cualquier precio un cese a las hostilidades, y junto con Monseñor Méndez del Rió le dijo: ''“Con profunda tristeza hemos leído las declaraciones publicadas últimamente en los periódicos de los EEUU, que se dice han sido hechas por VSI… en contra de los generosos defensores de la libertad religiosa…Nos extraña sobremanera que VSI repruebe claramente el movimiento de legítima defensa…cuando habíamos contraído el compromiso de no condenarlo.”''<ref>Meyer, p. 21.</ref>
Línea 50: Línea 50:
  
 
'''JUAN LOUVIER CALDERÓN'''
 
'''JUAN LOUVIER CALDERÓN'''
 +
  
  
 
<relatedtags>
 
<relatedtags>
 +
[[CRISTO_REY;_La_fiesta_de_los_laicos |  CRISTO_REY;_La_fiesta_de_los_laicos]]
 
[[CALLES,_Plutarco_Elías|CALLES, Plutarco Elías]]
 
[[CALLES,_Plutarco_Elías|CALLES, Plutarco Elías]]
 
   
 
   

Revisión del 05:23 16 nov 2018

(Villa de Santa María, 1864; León, 1948) Obispo, filósofo e historiador

En Villa de Santa María de la Peña de Francia, una pequeña población del estado de México llamada ahora “Villa del Carbón”, nació Emeterio Valverde Téllez el 1° de marzo de 1864. Realizó sus primeros estudios en su lugar natal; cuando cumplió doce años y gracias a la ayuda de su párroco José María Macías, partió a la ciudad de México para proseguir sus estudios en el Seminario de San José. Fue un alumno tan destacado y brillante que a los dieciocho años, habiendo ya concluido la Filosofía y mientras estudiaba Teología, se le encomendó impartir la cátedra de Latín, y posteriormente también la de Filosofía.

Fue ordenado sacerdote el 5 de marzo de 1887 por el obispo Pelagio Antonio Labastida y Dávalos. En 1890 fue nombrado párroco de Santa Fe y un año después de Tlalmanalco, donde estuvo hasta 1895 cuando fue designado titular de la parroquia de San José en la ciudad de México. En 1897 recibió el nombramiento de Canónigo prebendado en el Cabildo de la Catedral de México, siendo consultor durante el V Concilio Provincial Mexicano. En 1905 emprendió un viaje a Roma y a Palestina; a su regreso fue invitado a formar parte de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística como miembro de la misma. El 7 de agosto de 1909 la Santa Sede lo nombró obispo de la diócesis de León, responsabilidad que desempeñó por casi cuarenta años entre los cuales estuvieron los dramáticos años de la persecución religiosa desatada por los gobiernos de Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles.

Desde sus tiempos de seminarista Monseñor Valverde tuvo una gran afición por los libros; buscaba en “librerías de viejo” obras clásicas, novelas, libros de historia y de filosofía etc. “Sus aficiones bibliográficas se concretaron en un principio a las Humanidades, a la Filosofía y a las Ciencias Eclesiásticas, pero con el tiempo prestó también decidida atención a nuestra Historia, a la Bibliografía y al Arte en sus distintos aspectos y manifestaciones.”[1]La biblioteca personal de Monseñor Valverde llegó a constar de veinte mil volúmenes, pero “Tan ilustre prelado no fue un bibliófilo avaro de sus tesoros, ni coleccionaba libros sólo para su propio regalo y satisfacción, sino que, animado del espíritu de generosidad que siempre le fue peculiar, abría las puertas de su biblioteca y acogía con benevolencia no sólo a los íntimos, sino a todo aquel que deseando saciar su sed de saber, quería beber en aquella fuente bien colmada de sabiduría.”[2]

Durante su estadía al frente de la diócesis de León construyó el Templo Expiatorio del Sagrado Corazón de Jesús y fundó la Escuela de María Inmaculada, el Instituto Cardenal Mercier y la Academia Comercial Antonio Alzate, así como el periódico El Siglo XX, colaborando también regularmente con diversos escritos en los periódicos La Voz de México, El Tiempo y El País. En el Episcopado Mexicano encabezó desde 1920 las inquietudes y esfuerzos para erigir en el Cerro del Cubilete (centro geográfico de México) un Monumento Nacional a Cristo Rey. Su actividad permitió que el 11 de enero de 1923, ante ochenta mil católicos y diez obispos, el Delegado Apostólico Ernesto Filippi bendijera la primera piedra de ese monumento. La ceremonia irritó tanto al gobierno jacobino que éste decretó la inmediata expulsión del país de Monseñor Filippi. El Monumento fue dinamitado en 1928 durante la persecución religiosa.

Con la entrada en vigor de la “Ley Calles” (1° de agosto de 1926) se multiplicaron por todas partes las vejaciones –incluso asesinatos- de parte del gobierno a los católicos mexicanos; esto dio origen a manifestaciones, a represiones violentas de las mismas, y todo ello condujo a los primeros levantamientos armados de lo que pronto sería la Guerra Cristera. El Episcopado designó a Monseñor Valverde que explicara a la Santa Sede la situación que vivía la Iglesia en México, y para ello viajó a Roma a finales de 1926, pero no pudo ya regresar a México, pues en abril de 1927 el Gobierno mexicano expulsó del país a los demás obispos. Su posición ante la lucha de los Cristeros quedó de manifiesto en su reclamo al obispo Pascual Díaz quien buscaba a cualquier precio un cese a las hostilidades, y junto con Monseñor Méndez del Rió le dijo: “Con profunda tristeza hemos leído las declaraciones publicadas últimamente en los periódicos de los EEUU, que se dice han sido hechas por VSI… en contra de los generosos defensores de la libertad religiosa…Nos extraña sobremanera que VSI repruebe claramente el movimiento de legítima defensa…cuando habíamos contraído el compromiso de no condenarlo.”[3]

Vivió unos meses en el Colegio Pío Latinoamericano de Roma y en 1928 se trasladó a Barcelona hasta que, tras los “arreglos” de junio de 1929, pudo regresar a México. En 1930 fue nombrado miembro de número de la Academia Mexicana de la Historia, ocupando el sillón N° 22. El 10 de diciembre de 1945, Monseñor Valverde dio inicio a un nuevo Monumento a Cristo Rey en el Cerro del Cubilete que sustituyera al dinamitado en 1928; al año siguiente se le desató una hemiplejía, enfermedad de la cual falleció el 26 de diciembre de 1948, sin poder ver culminado su obra en El Cubilete, pues el Monumento fue concluido el 17 de agosto del año siguiente. Su Biblioteca particular pasó a formar parte como “Fondo Valverde Téllez” de la Biblioteca Alfonso Reyes de la Universidad Autónoma de Nuevo León.

OBRAS

Apuntaciones sobre la filosofía en México (1896).

Crítica filosófica. Estudio bibliográfico y crítico de las obras de filosofía escritas, traducidas o publicadas en México desde el siglo XVI hasta nuestros días, (1904)

Bibliografía filosófica mexicana (dos volúmenes) (1907)

La Verdad (1911)

Apología Religiosa (1911)

Discursos (1913)

Cartas pastorales y edictos (1914).

Poema del Amor Divino, (1922)

Con el seudónimo de H.Valté, publicó en Barcelona La Iglesia y la Civilización en México (1928)

Bio-bibliografía eclesiástica mexicana (obra póstuma en tres volúmenes), (1949)

Notas

  1. Juan Bautista Iguiniz. Monseñor Valverde Téllez, Bibliófilo y Bibliógrafo. Torre Villar , p. 411
  2. Ibídem, p. 413
  3. Meyer, p. 21.

Bibliografía

  • Torre Villar, Ernesto de la. Lecturas Históricas Mexicanas. Vol. III UNAM, 1994
  • Meyer, Jean. La Cristiada. Vol. I, Siglo XXI, México, 5 edición, 1977
  • Enciclopedia de México, XII, México, 1978

JUAN LOUVIER CALDERÓN