VILLAGRÁ, Gaspar de

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
Ir a la navegaciónIr a la búsqueda

VILLAGRÁ, Gaspar de (Puebla de los Ángeles, 1555; A mitad del Atlántico, 1620) Soldado, Cronista-poeta

El autor de la Historia de Nuevo México, fuente imprescindible para reconstruir la historia de todo el suroeste de los Estados Unidos, nació en la ciudad de Puebla de los Ángeles cuando ésta tenía apenas 24 años de fundada; es pues Gaspar de Villagrá una de las primeras personas nacidas en la Angelópolis.

Su padre, Hernán (Pérez) de Villagrá, envió a su hijo Gaspar a España para que estudiara en la Universidad de Salamanca, donde se graduó como bachiller de letras. En su Historia, en el canto veinte, narra que pasó siete años en la Corte de Felipe II, lo que indica que gozaba de buena posición social y que bien pudo quedarse en España; sin embargo regresó a la Nueva España hacia el año 1580. En 1595 se asoció con Juan de Oñate para colonizar Nuevo México.

En el momento de alistarse en el ejército de Oñate, aparece su nombre en la lista del año 1598 en que se le describe como de mediana estatura, fornido, barba canosa y calvo. De acuerdo con el grabado de su fisonomía que aparece en su «Historia» se notan dos marcadas arrugas que le cruzan la frente. Se muestra en este retrato la fisonomía de un veterano capitán (…) Fue procurador del ejército en la expedición colonizadora «por ser persona cualificada por su carácter para ejercer ese cargo». Otro de sus cargos fue el de Capitán y miembro de su Consejo de guerra”[1].

La expedición comandada por don Juan de Oñate y Salazar contaba con el permiso (capitulación) de Felipe II de fecha 21 de septiembre de 1595, y tenía como objetivo principal difundir la fe católica entre los nativos de las provincias novohispanas de Texas y Nuevo México, exploradas desde 1540 por Francisco Vásquez de Coronado. Salió la expedición al iniciar el año de 1598, y el 30 de abril de ese mismo año, decenas de soldados, familias completas de novohispanos, varios misioneros franciscanos, 83 carretas y 7000 cabezas de ganado, cruzaron el Río Grande en un punto al que llamaron Paso del Norte (donde hoy se encuentran las ciudades de El Paso y Ciudad Juárez). En julio Oñate fundó la población de San Juan de los Caballeros, iniciando en ese lugar la construcción de una iglesia dedicada a San Francisco, que será la primea iglesia cristiana construida en lo que hoy es el territorio de los Estados Unidos.

Todas las vicisitudes de la expedición fueron consignadas por Gaspár de Villagrá en su libro Historia de Nuevo México, el cual escribió en 1609, un par de años después de su regreso y con los recuerdos aún frescos, a la ciudad de México. Pero la Historia escrita por Villagrá tiene una característica única entre todos los cronistas: de principio a fin, está escrita en verso.

“El libro de Gaspar de Villagrá es actualmente rarísimo. Se publicó por primera vez en Alcalá de Henares en el año 1610, en un volumen 8.°menor de 24 hojas preliminares sin numerar y foliado el texto desde la 1 a la 287. Existen muy pocos ejemplares de esta edición (…) Según la reimpresión que se hizo en México por el Museo Nacional en 1900, el original fue prestado por don M. Gómez Velasco.[2]” La edición de 1900 (en dos volúmenes) tiene una introducción escrita por Luis González Obregón en la que lamenta que Villagrá haya escrito su obra en verso y no en prosa, pues lo considera más cronista que poeta. Con ese juicio coinciden varios críticos como Bandelier, quien dice que Villagrá era “un poeta abominable, pero era un buen historiador.[3]

Un ejemplo de la crónica-poesía de Villagrá, es la narración de cómo puso un madero que hiciera las veces de puente, para salvar a un grupo de soldados atrapados en lo alto de un peñón, durante la batalla de Acoma:

Oyendo pues aquesto retiréme

Porque entendí Señor que a mí dezía,

Cosa de nueve pasos, y cual Curcio

Casi desesperado fui embistiendo,

Aquella primera zanja, y el sargento

Pensando que pedazos me haría,

Assiome del adarga, y si no suelta,

Sin duda fuera aquel el postrer tiento,

Que diera a la fortuna yo en mi vida,

Mas por largarme presto fui alentando,

La fuerza de aquel salto de manera,

Que al fin salvé la zanja y el madero,

No libre de temor y de rezelo,

Fui como mejor pude allí arrastrando,

Y puesto en el passage los dos puestos,

Pasaron con presteza, allí los nuestros.[4]

En el año 2003, Ediciones y Distribuciones Promo Libro, de Madrid, reeditó la obra de Villagrá con una larga introducción (63 páginas) de Mercedes Junquera, quien dice al respecto del estilo poético: “La épica española ha estado siempre al servicio de la historia aportando autenticidad a los hechos cantados. Quizá sea esta la característica más sobresaliente y más distintiva de nuestra literatura. Por eso no nos ha de extrañar de nuestro soldado se convierta en poeta y que en boca del historiador Brancroft «sea Nuevo México el único Estado que tenga el honor de basar sus primeros anales en un poema» (…) El mérito más sobresaliente de esta obra es que, al igual que Bernal Díaz, Gaspar de Villagrá es testigo de los sucesos que narra y su poema nos cuenta la verdad histórica más que la verdad poética”[5].

El gobierno de Juan de Oñate en Nuevo México fue denunciado por los abusos y crueldades que cometía con los indígenas, por lo que el rey Felipe III ordenó su destitución y juicio. Oñate fue juzgado en la ciudad de México y condenado por crueldad con los indígenas, siendo además desterrado a perpetuidad de Nuevo México. Al parecer el desprestigio de Oñate alcanzó también a Villagrá, y aunque nunca fue cómplice, en 1614 se le acusó falsamente de un acto de crueldad con dos desertores y de exagerar las riquezas de Nuevo México; se le juzgó en México y se le declaró culpable de ambos cargos, desterrándolo y prohibiéndole volver a ejercer su capitanía.

Partió a España para alegar ante el Rey su inocencia y certificar la lista de sus servicios a la Corona. Logrado lo anterior, el 20 de febrero de 1620, Gaspar de Villagrá fue nombrado Alcalde Mayor de Zapotitlán en Guatemala, cargo que no llegó ya a ocupar pues falleció en el barco en que, con su familia, regresaba a América.

Su viuda, Catalina de Soto, solicitó al Consejo de Indias una pensión para su hijo José de Villagrá; en 1622 se le concedieron 200 pesos. Su hija María de Villagrá contrajo matrimonio con el Capitán Cristóbal Becerra y Montezuma.

Notas

  1. Junquera Mercedes, p. 21
  2. Ibídem, p.20
  3. Bandelier, Documentary History of the Zuñi Tribe, p. 82. Citado por Junquera, p.23
  4. Canto XXX
  5. Junquera, pp. 24-25

Bibliografía

  • Villagrá, Gaspar de. Historia de Nuevo México. Crónicas de América. Promo Libro, Madrid, 2003


JUAN LOUVIER CALDERÓN