YERMO Y PARRES, San Jóse María de

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
Ir a la navegaciónIr a la búsqueda

(México, 1851 – Puebla, 1904) Santo, fundador de la Congregación de Siervas del Sagrado Corazón de Jesús y de los Pobres.

Nació el 10 de noviembre de 1851 en la Hacienda de Jalmolonga, en el estado de México; fue bautizado ese mismo día en la capilla de la propia hacienda. Hijo único de Manuel de Yermo y Soviñas, y María Josefa de Parres. Su madre murió antes de los dos meses de haber dado a luz y su padre decidió mudarse a la ciudad de México. Ahí su tía Carmen se hizo cargo de la educación del pequeño José María, quien a la edad de cinco años fue inscrito en la Obra Pontifica de la Santa Infancia.

Recibió el sacramento de la Confirmación el 7 de febrero de 1853 y por primera vez el de la Eucaristía el 30 de marzo de 1860. A los seis años viajó con su padre a España, la tierra de su bisabuelo, y al regresar asistió a la escuela del Coronel retirado Don José Ignacio Serrano. Más tarde externó a su padre su deseo de ser religioso, razón por la cual comenzó a tomar clases particulares de latín con el padre José María Márquez.

El 9 de mayo de 1867 ingresó en la Congregación de la Misión de San Vicente de Paul en la ciudad de México. Al concluir su noviciado, y precisamente el día de su cumpleaños número dieciocho, emitió sus votos religiosos ante el padre José María Vilaseca en la Capilla interna del Hospital de Nuestra Señora del Carmen en Toluca.

Estudió Filosofía durante un año y en 1870 fue enviado a estudiar Teología en la Casa Generalicia de la Congregación de París, donde además aprendió francés. A los veinte años de edad regresó a México y fue enviado a misionar a los pueblos de Amacuzac, Tepotzotlán, Cuautla e Ixcapiztla, entre otros. Al poco tiempo su salud se resintió y fue destinado a atender a Mons. Antonio Labastida y Dávalos, Arzobispo de México; sin embargo, la salud del joven José María requirió aún más atención y sus Superiores le obligaron a que fuera a su casa para reponerse. Dos años después fue reincorporado a la Congregación y le encargaron la prefectura de disciplina del colegio de Santa María, en el Real de Minas de Guanajuato; mientras tanto estudiaba Derecho Canónico.

Después de recibir las cuatro Órdenes Menores el 27 de febrero de 1876, entró en una crisis vocacional. Después de mucho meditarlo decidió dejar la Congregación: en 1877 pidió dispensa de votos, excepto del de castidad, e ingresó al seminario de León para terminar su carrera sacerdotal. El 25 de septiembre de 1878 fue incardinado a la diócesis de León donde demostró su vocación por los pobres enseñando Catecismo a los niños del cerro del Calvario. El 12 de abril de 1879 recibió el Subdiaconado; el 7 de junio, el Diaconado; y el 24 de agosto recibió la Orden Sacerdotal en la Catedral de León.

Sobre su vocación escribía: “Debo hacer de mi sacerdocio y de mi vida una sola cosa, que el Sacramento del orden penetre en toda mi vida personal y me santifique (…) Sé que soy otro Cristo y por esto llevo la bendición, la salvación y la presencia divina aunque yo no lo sienta y sea para mí mismo un misterio tremendo que jamás podré comprender. El pensamiento de mi sacerdocio me enajena. Gracias, gracias, Señor[1].

Adquirió fama de orador y experto director de almas; organizó el Catecismo para niñas en la capilla llamada Santa Casa de Loreto y él mismo enseñaba Doctrina Cristiana todos los domingos. A la muerte del capellán del Calvario y del Santo Niño, dos templos muy pobres de la Ciudad, fue designado para ocupar su lugar; ahí continuó con la construcción de una Casa de Ejercicios, obra de su antecesor. Asimismo construyó un aljibe para resolver la escasez de agua de la zona.

Un día de camino al cerro, observó horrorizado a unos cerdos que devoraban a dos recién nacidos abandonados; después de este suceso decidió cambiar la Casa de Ejercicios del Calvario en una Casa de Beneficencia. Para atenderla, le pidió ayuda al padre Le Pailleur, quien acababa de fundar Las Hermanitas de los Pobres; sin embargo, éste le respondió con una negativa debido a las leyes mexicanas que impedían usar el hábito religioso por la calle. Entonces el Padre Yermo solicitó permiso al Obispo para pedir ayuda a unas mujeres que dirigía y así, el 13 de diciembre de 1885, inauguró el Asilo del Sagrado Corazón de Jesús y con cuatro colaboradoras sentó las bases de una nueva Congregación religiosa: las Siervas del Sagrado Corazón de Jesús y de los Pobres. Su amigo el Dr. Rosendo Gutiérrez, encargado de un departamento del Hospital Civil, también accedió a ayudarlo.

En 1888 el padre Yermo y su Congregación atendieron a los numerosos damnificados que dejó una grave inundación ocurrida en León, albergando en el asilo e incluso en el templo a quienes habían perdido su hogar, y gestionando en la capital del país la ayuda necesaria para los afectados. Debido a estos esfuerzos fue nombrado “el gigante de la caridad” por el gobernador de Guanajuato, Manuel González.

Un año después de la inauguración del Asilo, el número de las Hermanas había aumentado a diecinueve aunque también aumentaron las deudas, ante las cuales el Dr. Gutiérrez acusó al Padre Yermo de malversar el dinero del mismo. En esa época el Lic. Joaquín Valdés Caraveo ofreció al Padre Yermo un asilo en Puebla, encargándose de los gastos de alojamiento y alimentos. De esta manera, el 20 de marzo de 1888 las Siervas se establecieron en Puebla. A causa del aumento en el número de Hermanas se trasladó el Gobierno General y el Noviciado a la ciudad de Puebla; más tarde, en 1889, el mismo Padre Yermo se mudó a Puebla y decidió incardinarse a esta diócesis. Mientras tanto el Dr. Gutiérrez siguió hablando mal de él y, hasta su muerte, terminó disponiendo del Asilo con total independencia de la Superiora General y del padre Yermo. Para 1890 las Siervas habían inaugurado una casa para mujeres arrepentidas, se habían hecho cargo de la Casa de Salud Española y dirigían el Hospital Guadalupano en Teziutlán. También se instalaron en Mérida y pronto hubo solicitudes de fundaciones en varias ciudades como México, Tulancingo, Córdoba y Guadalajara.

En esta época una muchacha recogida por las Hermanas, Petra Lomelí y su amiga Felícitas Bretón, fueron engañadas por un yucateco llamado Enrique Muñoz de la Cámara y escaparon con él, quien las llevó a una casa de mala fama propiedad de Gonzalo Lecuona Pensado en Cosamaloapan; Felícitas regresó a su casa pero Petra se fue a León donde dio a luz un hijo de Gonzalo Lecuona, a quien llamó Gonzalo Lecuona Lomelí. Más tarde, este hijo se le atribuyó al padre Yermo porque un día se presentó en Puebla con su madre para pedirle ayuda, y como muestra de agradecimiento se cambió el apellido por Yermo y Parres. Tiempo después se aclaró el malentendido cuando en un juicio en la Curia Diocesana se presentó la partida de bautismo del hijo de Petra Lomelí donde figuraba el apellido del verdadero padre; años más tarde, el mismo Gonzalo Lecuona Lomelí declaró haberse cambiado el apellido por gratitud al padre Yermo.

En 1893 creó la revista sacerdotal El Reproductor eclesiástico, donde publicaba documentos pontificios; también escribió y editó la vida del Señor Obispo Díez de Sollano. En 1903 escribió la historia de la Congregación y un libro sobre los ejercicios de San Ignacio para sus religiosas.

Murió el 20 de septiembre de 1904, a la corta edad de 52 años, en la ciudad de Puebla de los Ángeles a causa de una úlcera estomacal. Fue sepultado en el cementerio de La Piedad, acompañado de una multitud que acudió a despedirse a lo largo de los 4 kilómetros que duró el recorrido hasta el camposanto. Siete años después de su muerte –tiempo prescrito por la Ley- el cuerpo del padre Yermo fue trasladado a la Capilla de la Casa Central. “El cuerpo fue exhumado el 15 de noviembre de 1911 y a pesar de la humedad de aquellas plantas regadas semanalmente [las Hermanas habían sembrado flores sobre su tumba, las cuales iban a regar cada martes] el cuerpo estaba completo y el corazón entero[2].

Tiempo después sus restos tuvieron que ser nuevamente trasladados: durante la persecución religiosa del presidente Plutarco Elías Calles fue incautada la Casa Central, por lo que tuvo que ser reubicada, y con ella, el cuerpo del padre Yermo[3]. El 21 de noviembre de 1945 fue colocado en su nuevo sepulcro, detrás del altar de la Capilla de la Casa Central. Al año siguiente se volvió a cambiar de lugar, pero en esta ocasión dentro de la misma Capilla, en un sepulcro de ónix; al hacer el cambio “el químico legista Don Eugenio de la Parar encontró (…) la presencia de hemoglobina y exclamó: «En este cuerpo no entró polilla ni gusano»”[4].

Fue beatificado por S.S. Juan Pablo II el 6 de mayo de 1990 en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en la ciudad de México, y canonizado por el mismo pontífice el 21 de mayo del 2000 en la Plaza de San Pedro durante el Gran Jubileo del año 2000.

Obra(s): Vida y obra del Señor Obispo Díez de Sollano; Historia de la Congregación de Siervas del Sagrado Corazón de Jesús y de los pobres.

NOTAS

  1. Martí, p. 5.
  2. Martí, p. 46.
  3. Originalmente el padre Yermo fundó la casa de la “Misericordia Cristiana” muy cerca del templo de San Francisco, donde hoy se encuentra el edificio de la Cruz Roja (entre 10 y 12 norte, y 18 y 20 oriente). Posteriormente tuvo que ser trasladada a la calle 3 poniente N° 1512, donde se encuentra actualmente.
  4. Martí, p. 47.

BIBLIOGRAFÍA

SIGRID MARÍA LOUVIER NAVA