Diferencia entre revisiones de «YUCATÁN. Diócesis»

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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'''mexicanas en la Enciclopedia Católica'''
 
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- Carrillo y Ancona, Crescencio (1892). El Obispado de Yucatán. Mérida: Ricardo B. Caballero.
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* Carrillo y Ancona, Crescencio (1892). El Obispado de Yucatán. Mérida: Ricardo B. Caballero.
- Cervera, César (27 de febrero de 2018). «El inquisidor español que salvó a los misteriosos Mayas tras intentar quemar su memoria». ABC (periódico). Consultado el 18 de agosto de 2020; «Fray Diego de Landa». Artehistoria.com.
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* Cervera, César (27 de febrero de 2018). «El inquisidor español que salvó a los misteriosos Mayas tras intentar quemar su memoria». ABC (periódico). Consultado el 18 de agosto de 2020; «Fray Diego de Landa». Artehistoria.com.
- Chamberlain, R. S., Conquista y colonización de Yucatán (México, 1974); N. FARRISS, Maya Society under colonial Rule (Princeton, 1984).  
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* Chamberlain, R. S., Conquista y colonización de Yucatán (México, 1974); N. FARRISS, Maya Society under colonial Rule (Princeton, 1984).  
- de Benavente Motolinía, Toribio (1991). Historia de los indios de la Nueva España. Castalia. ISBN 9788470394645.
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* de Benavente Motolinía, Toribio (1991). Historia de los indios de la Nueva España. Castalia. ISBN 9788470394645.
- de Landa Calderón, Fray Diego, 1524-1579 (O.F.M.), (2007). Relación de las cosas de Yucatán. México D.F.: Monclem Ediciones. ISBN 970901904X. Biblioteca Digital Real Academia de la Historia - Relación de las cosas de Yucatán. (Enlace roto disponible en Internet Archive).
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* de Landa Calderón, Fray Diego, 1524-1579 (O.F.M.), (2007). Relación de las cosas de Yucatán. México D.F.: Monclem Ediciones. ISBN 970901904X. Biblioteca Digital Real Academia de la Historia - Relación de las cosas de Yucatán. (Enlace roto disponible en Internet Archive).
- de Lizana, Bernardo (1988). Historia de Yucatán. Cambio 16. ISBN 9788476791097.
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* de Lizana, Bernardo (1988). Historia de Yucatán. Cambio 16. ISBN 9788476791097.
- Documentos sacados de los archivos de España, by France V. Scholes and Eleanor B. Adams. The Hispanic American Historical Review (November, 1939): 520  
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* Documentos sacados de los archivos de España, by France V. Scholes and Eleanor B. Adams. The Hispanic American Historical Review (November, 1939): 520  
- Farriss, N. M., Maya Society under colonial Rule [Princeton, 1984].
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* Farriss, N. M., Maya Society under colonial Rule [Princeton, 1984].
- García Bernal, M. C., Población y encomienda en Yucatán bajo los Austrias (Sevilla, 1978).
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* García Bernal, M. C., Población y encomienda en Yucatán bajo los Austrias (Sevilla, 1978).
- García Izcalbalceta, Joaquín, Colección de documentos para la historia de México. México1858, 1866. 2 vols.
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* García Izcalbalceta, Joaquín, Colección de documentos para la historia de México. México1858, 1866. 2 vols.
- Gerhard, P., The southeast Frontier of New Spain (Princeton, 1979).
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* Gerhard, P., The southeast Frontier of New Spain (Princeton, 1979).
- Gómez Canedo, Lino, O.F.M., Evangelización y conquista: experiencia franciscana en Hispanoamérica. México 1977.  
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* Gómez Canedo, Lino, O.F.M., Evangelización y conquista: experiencia franciscana en Hispanoamérica. México 1977.  
- Gómez Canedo, Lino, O.F.M., Fray Lorenzo de Bienvenida, O.F.M., and the Origins of the Franciscan Order in Yucatan: A Reconsiderations of the Problem on the Basis of Unpublished Documents, in The Americas, Vol 8, N. 4 (April 1952), pp. 493-510; Published By: Cambridge University Press. https://doi.org/10.2307/978698; https://doi.org/10.2307/978698
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* Gómez Canedo, Lino, O.F.M., Fray Lorenzo de Bienvenida, O.F.M., and the Origins of the Franciscan Order in Yucatan: A Reconsiderations of the Problem on the Basis of Unpublished Documents, in The Americas, Vol 8, N. 4 (April 1952), pp. 493-510; Published By: Cambridge University Press. https://doi.org/10.2307/978698; https://doi.org/10.2307/978698
- González Cicero, Stella M., Perspectiva Religiosa en Yucatán 1517-2571. Yucatán, los franciscanos y el primer obispo, Fray Francisco de Toral. México 1978.
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* González Cicero, Stella M., Perspectiva Religiosa en Yucatán 1517-2571. Yucatán, los franciscanos y el primer obispo, Fray Francisco de Toral. México 1978.
- González Dávila Gil, Teatro eclesiástico de la primitiva Iglesia de las Indias Occidentales: vidas de sus arzobispos, obispos y cosas memorables de sus sedes… 2 tom.. Madrid 1649-1655.
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* González Dávila Gil, Teatro eclesiástico de la primitiva Iglesia de las Indias Occidentales: vidas de sus arzobispos, obispos y cosas memorables de sus sedes… 2 tom.. Madrid 1649-1655.
- González Dorado, Antonio, SI, Los religiosos en la historia de la evangelización de América Latina. En: Merdellín 13 (Medellín 1987) 18-47.
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* González Dorado, Antonio, SI, Los religiosos en la historia de la evangelización de América Latina. En: Merdellín 13 (Medellín 1987) 18-47.
- Gutiérrez Casillas, José, Historia de la Iglesia en México, México 1974.
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* Gutiérrez Casillas, José, Historia de la Iglesia en México, México 1974.
- Hernáez, Francisco Javier, Colección de bulas, breves y otros documentos relativos a la Iglesia de América y Filipinas. Bruselas 1895. 2 vols., I, 382-384.
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* Hernáez, Francisco Javier, Colección de bulas, breves y otros documentos relativos a la Iglesia de América y Filipinas. Bruselas 1895. 2 vols., I, 382-384.
- Hierarchia Catholica medii et recentioris aevi sive Summorum Pontificul, S.E.R. Cardinalium, Ecclesiarum Antistitum series. Vol. III, Monasterii 19232.
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* Hierarchia Catholica medii et recentioris aevi sive Summorum Pontificul, S.E.R. Cardinalium, Ecclesiarum Antistitum series. Vol. III, Monasterii 19232.
 
- https://arquidiocesisdeyucatan.org.mx/
 
- https://arquidiocesisdeyucatan.org.mx/
 
- J. Metzler, America Pontificia, I, n. 24, pp. 140-144; y en Hernáez, II, 51-52.
 
- J. Metzler, America Pontificia, I, n. 24, pp. 140-144; y en Hernáez, II, 51-52.

Revisión del 20:46 10 jul 2021

La erección teórica de una diócesis efímera

El papa León X con la bula «Sacri Apostolatus ministerio» del 24 de enero de 1519, “sollicitudinem suam propagationis fidei in provincias praeserteim illis noviter detectis afirmat. Ferdinandus, Araragonum et Sicilieae rex [Fernando el Católico], postquam inter alias Hispaniolam insulam repertam temporal sua ditioni subiecit et duas dioeceses in ea erigit a Summo Pontifici obtinuit, paulo ante mortem novam classim misit quae ad regionem aquandam tándem pervenit, vulgo Yucatam nuncupatam, tantae magnitudinis, ut adhuc incertum sit, an Insula auyt Terra continens sit, eamque sub invocationes Beatae Mariae de remediis vocavit. Terra vel insula ista a pluribus hominum millibus habitatur, coelo salubri ac solo fertili gaudet, eiusque incolae et habitatores rationis et humanitatis capaces sunt et facile fidei catholicae adhaerent, eiusquae mores et praecepta libenter amplectuntur. Carolus rex [Carlos I], successor Ferdinandi, desiderat ut ecclesia parochialis oppidi Carolensis in insula vel terra illa iuxta litus extructa in ecclesiam cathedralem erigatur. Summus Pontifex istis precibus obsecundans, ecclesiam cathedralem in dicto oppido, in quo magnus numerus fidelium de praesenti hábitat, sub invocationes beatae Mariae de remediis erigi tac episcopo Carolensi nuncupato opus evangelizationis et curam animarum commendat”.[1]

Es decir, la nueva diócesis fue creada creyendo que la tierra recién descubierta era una isla. El nombre de «Carolense» le fue dado en honor al rey-emperador Carlos I-V, sucesor de Fernando el Católico. En la incertidumbre y falta de conocimientos geográficos del momento sobre las tierras “descubiertas” y “conquistadas” por los españoles, todavía el mismo papa León X emana otra bula, la «Super specula» el 5 de diciembre de 1520, “in terra Florida de Yucatan Dioecesis sub invocationes Sancti Iacobi erigitur”.[2]

Pero todas aquellas disposiciones quedaron en letra muerta, pues en muy poco tiempo se supo con certeza que Yucatán era Tierra Firme del México que Hernán Cortés estaba conquistando en esos momentos, habiendo abandonado la conquista de Yucatán por la nueva empresa del Anáhuac. Por ello el papa Clemente VII hizo modificaciones, y el dominico Julián Garcés fue nombrado primer obispo de Yucatán, estableciendo su residencia en Tlaxcala cuando llegó a México. La bula con las que Clemente VII establecía la traslación de la primera sede episcopal de Yucatán a Tenochtitlán es la «Devotionis probata sinceritas» del 13 de octubre de 1525.[3]

Una Iglesia conventual franciscana

La Iglesia en Yucatán fue fundada por los franciscanos y le dan en sus comienzos, tal como en otras partes de América una fisonomía típicamente conventual. En 1549, dadas las circunstancias geográficas de Yucatán se constituye allí una «Custodia» autónoma de México y en 1559 se eleva a Provincia, juntamente con la Custodia de Guatemala, hasta que en 1565 Yucatán y Guatemala se constituyen en Provincias independientes, la primera con el título de San José de Yucatán y la segunda con el de Santísimo Nombre de Jesús de Guatemala.

Los franciscanos, de acuerdo al método que habían seguido en la Nueva España, basados en los privilegios pontificios recibidos desde el papa Adriano VI con la bula «Omnimoda Auctoritatis Pontificia» del 9 de mayo de 1522,[4]establecen conventos en lugares estratégicos como centros de irradiación evangelizadora, con frecuencia mucho antes de que fuese erigida una diócesis. Los conventos, aunque de hecho eran prácticamente parroquias, los frailes no aceptaban esta denominación, conservando sólo el título de «doctrinas».

Parece que el apelativo de «parroquias» “quedó circunscrito antes de 1550, a las de Campeche, Mérida, Valladolid y Salamanca de Bacalar, probablemente por haber sido fundadas como villas españolas. De éstas, sólo Campeche y Mérida parecen tener cura permanente en esta primera época, pues aun cuando se conoce el nombre de varios clérigos supuestamente residentes en Yucatán, no hay seguridad sobre cuáles de ellos ejercían su ministerio”.[5]

Creación del obispado de Yucatán

Al comienzo de la evangelización en Yucatán, el territorio estaba bajo la jurisdicción de la diócesis de Chiapas al fundarse ésta en 1539. Una vez conquistados todos los reinos mayas, se vio la necesidad de establecer una diócesis propia para estos pueblos, que empezaban a ser cristianizados por los franciscanos a partir de 1545.[6]Según Morales Valero probablemente ya en 1549 existía el proyecto de crear un obispado en Yucatán, con sede en la ciudad de Mérida, pues en ese año se dio el nombramiento de chantre del cabildo eclesiástico de Yucatán a Antón Gómez, y de deán del mismo a Cristóbal de Miranda.

Sin embargo, el establecimiento de la diócesis, a pesar de haber sido aprobado por el emperador Carlos I-V en 1551, ésta se postergó debido a la dificultad de encontrar obispo: el primero que se escogió, Fray Juan de San Francisco, renunció; y el segundo, Fray Juan de la Puerta, murió antes de ser consagrado. La diócesis de Yucatán fue oficialmente erigida por Pío IV el 19 de noviembre de 1561, preconizando a Fray Francisco de Toral como su primer obispo. Recibirá la consagración episcopal en el Puerto de Santa María el 24 de mayo de 1562 y llega a su diócesis el 14 de agosto del mismo año.

El trabajo en la puesta en marcha de la diócesis fue ardua debido a las dificultades de la misma evangelización de los pueblos mayas, muy aferrados a sus antiguas tradiciones culturales y sobre todo religiosas, que incluían muchas manifestaciones idolátricas e incluso la práctica de los sacrificios humanos. Además, los misioneros franciscanos desconocían todavía en gran medida lengua, cultura y tradiciones mayas, y los sacerdotes seculares eran pocos y mal preparados.

Faltaban los recursos económicos necesarios para poner en marcha las estructuras necesarias, como construcción de iglesias y conventos; las distancias eran inmensas y las comunicaciones prácticamente inexistentes. Los pocos centros fundados por los españoles distaban entre sí y aún más de los demás centros neurálgicos de virreinato, por lo que todos estos factores convertían la extensa región en una tierra de frontera de extrema dureza para la evangelización. Estas situaciones perdurarán todavía a lo largo de los dos primeros siglos de la evangelización.

Todo ello contribuyó también a la persistencia de una Iglesia un tanto desorganizada desde el punto de vista de su estructura diocesana, con la salvedad de que la presencia de los franciscanos constituía su columna vertebral, convirtiéndola de hecho en una Iglesia conventual, donde el clero secular diocesano era prácticamente insignificante, produciendo no raramente enfrentamientos de carácter jurídico entre ambos cleros y de estilo de vida y pastoral.

En estos enfrentamientos o posiciones diversas solía mezclarse la autoridad civil en régimen de «patronato», con la particularidad de que frailes, obispos y gobernantes civiles se entrecruzaban en sus posiciones buscando su predominio en la gestión de los asuntos eclesiásticos, con frecuencia mezclados con los civiles; además la existencia de un creciente proletariado indígena maya, explotado por los colonos ponía serios problemas a evangelizadores y autoridades civiles; tanto los unos como las otras buscaban constituirse en sus defensores.

En estas lides intervienen también los encomenderos que defendían sus intereses de encomienda y de clase, con frecuencia sin llegar al debido triunfo de la justicia y del derecho. En este difícil cuadro llega Fray Francisco de Toral, de hecho el primer obispo de Yucatán. Llegaba a su diócesis con una larga experiencia de misionero en la Nueva España. El nuevo obispo era un reconocido lingüista —además del náhuatl fue el primer franciscano que habló el popoloca— y experto superior franciscano y hábil en el manejo de los asuntos eclesiásticos, debido a que ya había ejercido como provincial de la provincia franciscana del Santo Evangelio en la Nueva España.

Encontró serias dificultades desde el comienzo de su ministerio episcopal debiéndose enfrentarse con algunos de sus hermanos franciscanos, sobre todo por los métodos inquisitoriales con sus «autos» que algunos frailes, bajo la autoridad del superior Fray Diego de Landa, habían realizado con los indios de Maní en 1562. Las disensiones ahondaban sus raíces en terrenos más profundos: se trataba de la concepción precisamente de las relaciones entre la autoridad episcopal y la conventual en cuanto los misioneros se apelaban al mandato apostólico recibido con la «Omnimoda» y defendían los métodos de evangelización típicos de algunas de las corrientes franciscanas entonces más en auge y que Fray Francisco de Toral no compartía.

A estas graves dificultades intra eclesiásticas, se añadían otras no menos graves de las tensas relaciones que tuvo con las autoridades civiles, principalmente con el alcalde mayor Diego de Quijada y su sucesor, Luis de Céspedes, por motivos de defensa de derechos reales y política indigenista, caso común en la historia de las relaciones entre obispos y gobernantes civiles en muchos lugares de la América hispana.

A Fray Francisco de Toral le siguieron en el obispado de Yucatán el siglo XVI, otros tres frailes, dos franciscanos y uno dominico,. Fueron los franciscanos Fray Diego de Landa (1572-1579) y Fray Juan Izquierdo (1587-1602), y el dominico, Fray Gregorio de Montalvo (1580-1587). En el siglo XVII los obispos religiosos fueron cuatro; en el XVIII fueron siete religiosos de los trece obispos. Un dato importante que encontramos reseñado en la conocida obra «Hierarchia católica» es el monto de la renta episcopal. Para fines del siglo XVIII alcanzaba apenas los 8.000 pesos anuales, lo que comparada con las restantes diócesis de la Nueva España, varias de las cuales tenían rentas superiores a los 100.000 pesos, la de Yucatán era de las más pobres, superada sólo por la de Sonora, que tenía una renta anual de 6.000 pesos.

Por ello no deja de sorprender la considerable actividad pastoral de sus obispos a pesar de la escasez de medios o pobreza diocesana. De la mayor parte de ellos sabemos que hicieron visitas pastorales a su diócesis, a veces cinco o seis veces; asistían con lo poco que tenían a pobres y enfermos, adornaron su catedral, terminada ya a fines del siglo XVI (1598), con obras de arte y platería.

Aparte de las grandes figuras episcopales del siglo XVI, en la época virreinal destacan Fray Gonzalo de Salazar (1608-1636) por su celo pastoral —visitó la diócesis seis veces— y por su admirable caridad con los pobres; el dominico Fray Luis de Cifuentes y Sotomayor ( 1659-1676), sabio pastor, doctor en Teología por la universidad de México, trabajador insigne por el bienestar de los indios; a Juan Gómez de Parada (1716-1735), defensor de los indios y notable organizador de su diócesis, para lo que celebró un sínodo diocesano (1722), uno de los pocos que se conocen en la historia eclesiástica de la Nueva España; y el franciscano Fray Diego de San Buenaventura Martínez de Tejada (1746-1752), fundador del seminario conciliar de la diócesis. Uno de los obispos de esta diócesis, Marcos de Torres y Rueda (1646-1649), fue, por un corto tiempo, virrey de la Nueva España, a la que gobernó sin pena ni gloria.[7]

Primer obispo de Yucatán: Fray Francisco Toral

El primer obispo residente de Yucatán y Tabasco fue Fray Francisco Toral, O.F.M., elegido en 1560, pero que tomó posesión un año después de su elección. En agosto de 1549 había llegado el primer grupo de frailes franciscanos a Yucatán, antes de que se erigiera oficialmente la Custodia de San José de Yucatán,[8]aprobada en el primer Capítulo Custodial celebrado el 29 de septiembre de 1549 en la ciudad de Mérida. Entre ellos se encontraba Fray Francisco De Toral.[9]Este insigne franciscano, nacido en Jaén (España), y que muere en Mérida, el 20 de abril de1571, fue provincial en Yucatán a finales de la década de 1550.

En 1558 pidió al también franciscano Fray Bernardino de Sahagún que escribiese en lengua náhuatl todo lo que considerase útil para adoctrinar y evangelizar a los indios. Nombrado obispo de Yucatán en noviembre de 1560, tomó posesión el 15 de agosto del año siguiente, siendo el primer prelado en residir en la propia diócesis yucateca. Participó activamente en el primero y segundo Concilios mexicanos. De talante conciliador y defensor de los indios, trató de mediar en los continuos conflictos surgidos con los encomenderos y conquistadores, ya que era una región problemática, donde el poder de los españoles tardó en asentarse y la evangelización resultó muy costosa.

Se enfrentó al celo misionero y destructor de idolatrías de Fray Diego Landa. Fray Francisco De Toral viajó a España para participar en el Capítulo General de la Orden franciscana, y dar informes a la Corona sobre la situación en Yucatán.[10]Si bien, a pesar de los numerosos informes que Fray Francisco De Toral envió al Consejo de Indias, también sobre el discutido modo de actuar de Fray Diego de Landa en relación al modo de evangelizar a los indios, tras su muerte Fray Diego sería elegido como su sustituto al morir el 20 de abril de 1571.

¿Cómo se explica tal nombramiento? La fama como notable evangelizador, la vida ascética y el espíritu franciscano de Fray Diego superaba los rígidos esquemas que había siempre puesto en marcha según el estilo más radical de algunas corrientes misioneras de entonces entre los mismos franciscanos. Las actuaciones de Fray Diego de Landa en Yucatán fueron discutidas y polémicas por varias razones, según hace notar el historiador franciscano Fray Lino G. Canedo, que escribe:

“In the reports made against Fray Diego de Landa in the period of Bishop Fray Francisco del Toral, Landa was accused of having used intrigue to obtain the office of Provincial despite the greater merits of Bienvenida, and the Commissary General Fray Francisco de Bustamante is reported to have appointed Bienvenida as his delegate for Guatemala and Yucatan in order to offset the injustice done to Bienvenida. The exact value of these reports, of course, could only be determined after a careful study of the whole matter. It is well to remember that in a letter of April 3, 1559, Fray Diego de Landa, Fray Francisco Navarro and Fray Hernando de Guevara give high praise to Bienvenida «for the good zeal which he has and has always had for this vineyard, since he is the first one who entered it and after God it is he who has sustained all the Christian doctrine [i. e., the mission work], and the Indians have no other father but him to be concerned for them and they love him deeply and he has been our prelate in this land, and without him we are of no use, because he alone has been well and able to work.» They judge that he would make a good bishop for Yucatan, if he should accept, for the country is poor and proper only for poor bishops and friars. The Spanish text of this letter is published in Scholes and Adams, Documentos, vol. I, pp. 83-84 ».[11]

Y añade : Bienvenida himself attributes his appointment as delegate to Bustamante’s absence in Spain (Scholes and Adams, Don Diego de Quijada, vol. II, pp. 8, 412). This last-mentioned work gives much information about Bienvenida and about his differences with Landa; it also contains interesting opinions made by Bishop Toral about Bienvenida, whom many friars considered to be a strong adherent of the Bishop. However, this is not the place for a complete study of this problem.

Whatever may have been the reason why Bienvenida left Yucatan for Costa Rica, he did not break off relations with the Franciscan Province there. In 1565, after he had become Commissary of Costa Rica, he obtained a prorogation of the Crown’s allowance for wine and oil for the Franciscan houses of Yucatan (Scholes and Adams, Documentos para la historia de Yucatán, vol. II, pp. 35-36). Perhaps it is not quite correct to say that Bienvenida abandoned Yucatan. Other friars who had worked in Yucatan also are found later in the missions of Costa Rica; Fray Juan Pizarro is an example of this. In 1566 Bienvenida returned from Spain to Costa Rica with Fray Juan de Mérida, who was also a former missionary in Yucatan and apparently favorable to Landa (Scholes and Adams, Don Diego de Quijada, vol. II, pp. 406, 414).”

La historia interna franciscana de aquellos primeros años en el mundo maya de Yucatán y de Guatemala es un tanto sujeta a confusiones y debates historiográficos dadas las discordancias a veces de las fuentes sobre los mismos hechos. Así escribe el citado Fray Lino G. Canedo en relación a uno de los puntos relativos a la presencia de los primeros franciscanos, como Fray Lorenzo de Bienvenida:

“Cogolludo (op. cit., vol. I, bk. VI, ch. 12, p. 453) states that Bienvenida returned to Yucatan with a group of new missionaries from Spain. He had attended the General Chapter of the Order at Valladolid in 1565, where he had obtained the separation of the Franciscan Provinces of Yucatan and Guatemala. From Yucatan he followed Fray Pedro de Betanzos to Costa Rica. Later on he returned again to Spain to collect more friars for Costa Rica. More details are found in Vázquez, Crónica (ed. cit.), vol. L bk. II, ch. 13, pp. 239-240.

This chronology, however, seems to disagree with information contained in a letter written by Fray Diego de Salinas, Fray Pedro de Betanzos and Fray Melchor de Salazar. This letter was written at Cartago on May 27, 1564, and is published in León Fernández, Colección de documentos para la historia de Costa Rica, vol. VII (Barcelona, 1907), pp. 78-79. In this letter, the friars recall the former mission group brought from Spain four years before by Bienvenida, and they state that he is returning to Spain in company with Captain Juan Vázquez de Coronado to seek additional missionaries and assistance for Costa Rica. Bienvenida’s voyage back to America was made directly to Costa Rica by way of Panama, and this trip was as full of adventures as his former voyage of 1552. Bienvenida relates his adventures in a letter to the Consejo de Indias, dated at Panama, March 15, 1566 (published in Fernández, op. cit., vol. VII, pp. 144-145). Documents concerning this mission group and the stay of Bienvenida in Panama,, from March 9 to June 5, 1566, are found in AGI, Contaduría, leg. 1,454, fols. 583-584, 585, 993, 1006v.”.[12]

Diego de Landa, segundo Obispo de Yucatán y Tabasco

El segundo obispo de Yucatán (entre 1572 y 1579) fue también un franciscano, Fray Diego de Landa Calderón, (Guadalajara, España, 1524 - Mérida, México, 1579). Su figura es motivo de calurosas polémicas hasta hoy. Por una parte, es autoridad indiscutible para el conocimiento de la antigua historia de los mayas en Yucatán, de su cultura y de su lengua. Por otra fue intransigentemente duro con las expresiones religiosas de la misma que él consideraba inaceptables para la conciencia cristiana y grave obstáculo para la evangelización. Por ello promovió enseguida toda una metodología misionera que se proponía la destrucción de todo rastro de las viejas concepciones religiosas mayas en sus expresiones tangibles como códices y monumentos de carácter religioso.

En tal sentido incoó una serie de iniciativas y de procesos inquisitoriales para erradicar la idolatría y cultos religiosos mayas ancestrales. Entre ellos fue responsable de un muy duro proceso inquisitorial sin precedentes en las Américas para hacer confesar a muchos indígenas mayas, ya bautizados, el haber retornado a las antiguas prácticas religiosas paganas, condenándolos por ello como recaídos en el paganismo del que teóricamente habían renunciado con el bautismo. Es conocido como el «proceso inquisitorial de Maní». A lo largo de este proceso fueron recogidos y quemados numerosos códices mayas, de los cuales hoy solo se preservan cuatro.

Sus métodos fueron controvertidos incluso en su época, lo cual llevó a que su actuación fuera censurada por su superior inmediato, el obispo Fray Francisco de Toral, quien describió su modo de obrar como «tormento» y le relevó del cargo. Pero, fallecido Fray Francisco de Toral en 1571, Felipe II propuso a Landa para el obispado de Yucatán (1572). Fue confirmado por el Papa y consagrado en Sevilla con la aprobación del rey Felipe II.

Landa, entonces en España, embarca en la flota de Nueva España a fines junio de 1573, y llega a Campeche en octubre de ese año. Va acompañado por treinta franciscanos que había solicitado al Rey para cubrir las necesidades de su obispado. Le recibieron con gran alborozo, tanto los vecinos de la villa como los indígenas que salieron a su encuentro en el trayecto de Campeche a Mérida. Le esperaban las autoridades civiles y eclesiásticas y muchos vecinos principales. La antigua división en torno a su persona pareció olvidada.

Fray Diego de Landa organizó la estructura interna de la Iglesia en su diócesis, emanando una serie de normas pastorales concernientes a los curas y doctrineros, a los que exigía el conocimiento de la lengua maya. Sus visitas pastorales le permitieron conocer las necesidades de la Iglesia en Yucatán y Tabasco y por lo tanto actuar con buen conocimiento de las situaciones. Aunque su carácter se había serenado tras su estancia en España, se mostró enérgico ante los desórdenes y desacatos a la autoridad episcopal, ante los abusos que los indios padecían y también ante las faltas y hechicerías en las que estos continuaban cayendo.

Ello le acarreó de nuevo enfrentamientos con la autoridad gubernativa, con los colonos españoles que veían lesionados sus intereses y con los propios indios. Por ello solicitó al Rey su mediación ante el gobernador por el bien de su diócesis y de los indígenas. En respuesta, la Real Cédula de 25 de agosto de 1578, solicitaba del gobernador que se llevara bien con el obispo con «toda conformidad y paz» y que no dudara en ayudar y favorecer a los religiosos. La Cédula llegó a principios de 1579, pocos meses antes de la muerte de Fray Diego de Landa, el 29 de abril de 1579, a los cincuenta y cuatro años de edad. Había vivido 30 años en Yucatán, de donde fue obispo durante casi 6 años.[13]

Fue inhumado en Mérida, en la iglesia del convento capitular de San Francisco y 150 años después sus restos fueron enviados a España, siendo inhumados en la capilla-panteón fundada por su familia en Cifuentes, su villa natal, en la provincia de Guadalajara. Sus restos desaparecieron durante la guerra civil española en 1936, cuando la iglesia de San Salvador donde reposaban fue saqueada por elementos del Frente Popular.[14]

Fue hasta el siglo XIX en que el obispo e historiador Crescencio Carrillo y Ancona trató la necesidad de implementar la elevación de la Diócesis en Arquidiócesis para lo cual solicitó al Papa León XIII la división de su sede creando las diócesis sufragáneas de Tabasco y Campeche como primer paso para preparar la erección de Yucatán como Arquidiócesis, pero no fue sino hasta el 6 de marzo de 1907 en que se recibió en Mérida la bula papal para erigir la nueva provincia eclesiástica, que le correspondió al obispo Martín Tritschler y Córdova convirtiéndose en el primer arzobispo de Yucatán. La bula fue firmada en Roma el 11 de noviembre de 1906 por el papa san Pío X con la Bula «Qum Rei Sacrae».[15]


Lista de los obispos de la diócesis de Yucatán.[16]

  • Francisco del Toral, O.F.M. (19 de noviembre de 1561 - 20 de abril de 1571)
  • Diego de Landa, O.F.M. (17 de octubre de 1572 - 29 de abril de 1579)
  • Gregorio de Montalvo Olivera, O.P. (15 de diciembre de 1580 - 16 de noviembre de 1587)
  • Juan de Izquierdo, O.F.M. (13 de junio de 1590 - 17 de noviembre de 1602)
  • Diego Vázquez de Mercado (5 de noviembre de 1603 - 28 de marzo de 1608)
  • Gonzalo de Salazar y Ávila, O.S.A. (2 de junio de 1608 - 3 de agosto de 1636)
  • Juan Alonso y Ocón (14 de junio de 1638 - 31 de agosto de 1643)
  • Andrés Fernández de Ipenza (5 de octubre de 1643 - 24 de octubre de 1643)
  • Marcos de Torres y Rueda (12 de mayo de 1644 - 22 de abril de 1649)
  • Domingo de Villaescusa y Ramírez de Arellano, O.S.H. (2 de diciembre de 1651 - 2 de julio de 1652)
  • Luis de Cifuentes y Sotomayor, O.P. (11 de noviembre de 1657 - 18 de mayo de 1676)
  • Juan de Escalante Turcios y Mendoza (20 de marzo de 1677 - 31 de mayo de 1681)
  • Juan Cano Sandoval (17 de diciembre de 1682 - 20 de febrero de 1695)
  • Antonio de Arriaga y Agüero, O.S.A. (18 de abril de 1696 - 24 de noviembre de 1698)
  • Pedro de los Reyes Ríos de la Madrid, O.S.B. (11 de marzo de 1700 - 6 de enero de 1714)
  • Juan Gómez de Parada Valdez y Mendoza (7 de diciembre de 1715 - 14 de diciembre de 1728)
  • Juan Ignacio de Castorena y Ursúa y Goyeneche (6 de julio de 1729 - 13 de julio de 1733)
  • Francisco Pablo Matos Coronado (1734 - 2 de enero de 1741)
  • Mateo de Zamora y Penagos, O.F.M. (6 de marzo de 1741 - 9 de agosto de 1744)
  • Francisco Tejada y Díez de Velasco, O.F.M. (23 de agosto de 1745 - 20 de diciembre de 1751)
  • Juan José de Eguiara y Eguren (24 de enero de 1752 - 6 de julio de 1752)
  • Ignacio Padilla Estrada, O.S.A. (28 de mayo de 1753 - 20 de julio de 1760)
  • Antonio Alcalde y Barriga, O.P. (25 de enero de 1762 - 19 de agosto de 1771)
  • Diego Bernardo de Peredo y Navarrete (22 de junio de 1772 - 21 de marzo de 1774)
  • Antonio Caballero y Góngora (11 de septiembre de 1775 - 14 de diciembre de 1778)
  • Luis Tomás Esteban de Piña y Mazo, O.S.B. (12 de julio de 1779 - 22 de noviembre de 1795)
  • Pedro Agustín Estévez y Ugarte (24 de julio de 1797 - 8 de mayo de 1827)
  • José María Guerra y Rodríguez Correa (17 de diciembre de 1832 - 3 de febrero de 1863)
  • Leandro Rodríguez de la Gala y Enríquez (22 de junio de 1868 - 15 de febrero de 1887)
  • Crescencio Carrillo y Ancona (15 de febrero de 1887 - 19 de marzo de 1897)
  • José de Jesús de Alba y Franco, O.F.M. (28 de noviembre de 1898 - 14 de diciembre de 1899)

Arzobispos

  • Martín Tritschler y Córdova (28 jul 1900 - 20 de junio de 1941)
  • Fernando Ruiz y Solózarno (22 ene 1944 - 15 May 1969)
  • Manuel Castro Ruiz (20 Sep 1969 - 15 de marzo de 1995)
  • Emilio Carlos Berlie Belaunzarán (15 de marzo de 1995 - 29 de julio de 2015)
  • Gustavo Rodríguez Vega (29 de julio de 2015 - )


NOTAS

  1. En J. Metzler, America Pontificia, I, n. 24, pp. 140-144; Hernáez, II, 51-52.
  2. En J. Metzler, America Pontificia, I, n. 25, pp. 144-146; en AAV, Reg. Lat. 1400 fol. 277r-27r; sigue, Ibidem, n. 26a, pp. 146-148: otra bula: “Regimini universalis Ecclesiae”, fechada el mismo día (05.12.1520): “Provisio ecclesiae Terrae Floriadae; y otras dos más: Ibidem, n. 26b, p. 148-149, Gratiae praemium, con la misma fecha (en Reg. Lat. 1400 fol. 276v-277r); Apostolicae Sedis consueta clementia, con la misma fecha, Ibidem, pp. 149-150 (Reg. Lat. 1400 fol. 278r): “Absolutio ad cautelam Candidati”, dirigida al “Giorgium de Priego, fratrem Militiae Sancti Iacobi de Spata episcopum novi eractae dioecesis Terra Florida” con la absolución de posibles censuras; el 4 diciembre 1520, el mismo León X , con otra disposición: “Permissio ordinationis episcopalis”, Ibidem,, n. 26d, pp. 150-152 (Reg. Lat. 1400 fol. 278r), daba las disposiciones y dispensas oportunas en orden a la consagración episcopal del obispo electo, Jorge de Priego; al mismo va dirigía otra bula: Personam tuam, el 5 diciembre 1520, Ibidem, pp. 152-153 (Reg. Lat. 1400 fol. 278v-279r), con “Dispensatio pro retinendis beneficiis”, donde se habla de”paroeciarum Sanctae Mariae oppidi de Rivera et Sanctae Crucis del Arroyo de Mérida “nullius dioecesi”, per fratres Militiae et Sancti Iacobi de Spata, Ordinis Sancti Augustini obligari solitarum, de quorum numero ipse existit, quin istae exinde vacare censeantur, cauto quidem ut animarum causa in eis nullatenus negligatur”. Como se puede observar toda la documentación se quedaba en puras conjeturas en cuanto se desconocía por completo la realidad sea geográfica como antropológica de aquellas regiones aludidas de manera imprecisa. Todos aquellos nombramientos -en realidad teóricos e imprecisos- quedarían por lo tanto en letra muerta durante bastantes años.
  3. Bula Devotionis tuae probata sinceritas en: J. Metzler, America Pontificia, I, n. 33, pp. 174-176 (Hernáez II, 52-54): «Laudatur devotio episcopi Carolensis erga Sedem Apstolicam eiusque zelus in propagationen fidei. Leo X in Yucatán Indiae maris Insula Ecclesiam Cathedralem sub ivocatione Beatae Mariae de Remediis in civitate Carolensi erexit. Limites dioecesis Carolensis tunc definiti non fuerunt. Progrediente propagationes fidei, aliud oppidum, Tenuxtitlan nuncupatum ab Hispanis acquisitum est in quod sede espiscopalis traslata es. Episcopus Carolensis et imperator [Carlos V] Summum Pontificem supplicaverunt ut traslationem approbaret et cofirmaret. Quod Clemens VII praesentibus litteris confirmat et permittit ut episcopi in futurum non Ecclesiae Beatae Mariae sed de Texnuxtitlan sese nominent ».
  4. Cf. in J. Metzler, America Pontificia, n. 30, pp. 166-169 (también en: Hernáez: I, 382-384; Mendieta, Lib. III, cap. 6; Bull. Praed. IV 407; BM II, 172). La bula es conocida también como “Exponi nobis fecisti” y va dirigida a “Carolo [V-I] Romanorum et Hispaniarum Regi Catholico”.
  5. F. Morales Valero, México: La Iglesia en Yucatán, en P. Borges, Historia de la Iglesia en Hispanoamérica y Filipinas, I, BAC, Madrid 1992, p. 205.
  6. Se siguen aquí la síntesis histórica de F. Morales Valero, Ibidem, pp. 206-207.
  7. F. Morales Valero, Ibidem, p. 207.
  8. La Península del Yucatán en el archivo General de la Nación. La Custodia de San José de Yucatán estaba formada por los conventos de Mérida, Campeche, Maní, Conkal e Izamal.
  9. Cf. Lino G. Canedo, Fray Lorenzo de Bienvenida, O.F.M., and the Origins of the Franciscan Order in Yucatan: A Reconsiderations of the Problem on the Basis of Unpublished Documents, in The Americas, Vol 8, N. 4 (April 1952), pp. 493-510; Published By: Cambridge University Press. https://doi.org/10.2307/978698; https://doi.org/10.2307/978698; nota 28: «Documents concerning the appointment of Fray Juan de San Francisco are found in AGI, Audiencia de Mexico, leg. 2,999, fols. 94, 95v. This legajo is composed of a collection of royal cédulas referring to Yucatan, and contains a number of such cédulas concerning the appointments of Fray Juan de la Puerta and Fray Francisco del Toral. The documents relative to Toral have been published in the second volume of Scholes and Adams, Documentos para la historia de Yucatán, pp. 1 ff. The first volume of Documentos (pp. 64-74, nos. xxx-xl) contains various documents concerning Fray Juan de la Puerta, and two letters, of Bishop-elect Fray Juan de San Francisco, dated March 18, 1553, to Prince Don Felipe and to Secretary Juan de Sámano (pp. 60 ff.), in which the friar humbly gives his reasons for refusing to accept appointment as bishop, and recommends the appointment in his stead of Fray Juan de la Puerta as one who was acquainted with Yucatan and its language. See also the Colección de Ultramar, vol. XVIII (Madrid, 1925), pp. 111-112».
  10. Cf. Lino G. Canedo, Fray Lorenzo de Bienvenida, O.F.M., and the Origins of the Franciscan Order in Yucatan: A Reconsiderations of the Problem on the Basis of Unpublished Documents, in The Americas, Vol 8, N. 4 (April 1952), pp. 493-510; Published By: Cambridge University Press. https://doi.org/10.2307/978698; https://doi.org/10.2307/978698. En la nota 25 escribe: «We find Fray Juan de la Puerta in Havana in May, 1552, in company with Fray Francisco del Toral who was on his way to Spain as Custos of the Province of the Holy Gospel of Mexico to attend the General Chapter of the Order, held at Salamanca at Pentecost of 1463 (Colección de Ultramar, vol. VI (Madrid, 1891), pp. 329-330). The first evidence of his presence in Spain is found in a document wherein the Consejo orders the money-changer Hernando de Ochoa, on September 24, 1552, to pay twenty-one ducats to “Fray Juan de la Puerta, of the Order of St. Francis, … so that with them he can buy an animal on which he can travel for the purpose of gathering religious to send to the Indies” (document in AGI, Indiferente, leg. 424, fol. 440v). He succeeded in collecting a group of twenty friars, but they were later sent to Jalisco (Scholes and Adams, Documentos para la historia de Yucatán, vol. I, p. 83). This later destination of the friars recruited by Fray Juan de la Puerta is known from a letter written by Fray Diego de Landa, Fray Francisco Navarro and Fray Hernando de Guevara to the Consejo de Indias, dated as Mérida, April 3, 1559, in recommendation of Fray Lorenzo de Bienvenida. The letter is published in Scholes and Adams, Documentos para la historia de Yucatán, vol. L pp. 83-84.»
  11. Cf. Ibidem, nota 35.
  12. Cf. Ibidem, nota 36. En la nota 37 escribe: «This information is found in documents published in Fernández, Colección de documentos, vol. VII, pp. 210-212, and in Archivo Ibero-Americano, vol. XXI (Madrid, 1924), pp. 248-249.»
  13. López de Cogolludo, Diego (2011). «II. Cómo murió el obispo don Fray Diego de Landa, y fue revelada su muerte por un difunto». Historia de Yucatán. Red Ediciones. ISBN 978-84-9897-657-1.
  14. Cervera, César (27 de febrero de 2018). «El inquisidor español que salvó a los misteriosos Mayas tras intentar quemar su memoria». ABC (periódico). Consultado el 18 de agosto de 2020; «Fray Diego de Landa». Artehistoria.com.
  15. Según datos estadísticos ofrecidos en 2005 la actual diócesis de Yucatán contaba entonces con:
    • Superficie del territorio: 39,340 km²
    • Población: 1,838,605 habitantes
    • Católicos: 1,609,059
    • No Católicos: 229,544
    • Parroquias: 100 (104 en el 2008)
    • Sacerdotes Diocesanos: 172
    • Sacerdotes Religiosos: 50
    • Religiosos Profesos: 24; Religiosas Profesas: 520.
  16. Antes de ser creada la diócesis el territorio de Yucatán estaba bajo la jurisdicción de la diócesis de Chiapas, cuyo obispo era Fray Bartolomé de las Casas, O.P. (1543 - 1547) . La conquista de Yucatán estaba técnicamente concluida.

BIBLIOGRAFÍA

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DHIAL. FIDEL GONZÁLEZ FERNÁNDEZ Hemos seguido en varios puntos a FRANCISCO MORALES VALERIO, México: La Iglesia en Yucatán, en P. Borges, Historia de la Iglesia en Hispanoamérica y Filipinas, II, BAC, Madrid 1992, pp. 199-213.