JUDÍOS EN URUGUAY
Causas de las migraciones
Las migraciones judías, tan antiguas como la historia del pueblo judío, continúan produciéndose hasta la actualidad. Los destinos de esas migraciones han variado con el correr de los siglos y de las diversas circunstancias vividas por el pueblo judío. Hasta mediados del siglo XX, Uruguay ha recibido diferentes oleadas migratorias procedentes fundamentalmente de Europa, producidas sobre todo por causas económicas y por las persecuciones políticas y religiosas. Estas migraciones incluyeron a judíos de procedencias muy diversas.
En la segunda mitad del siglo XIX se produjo en Europa el nacimiento del antisemitismo - concepción según la cual los judíos eran una “raza inferior”- que se manifestó en persecuciones de diferente índole. Se destacaron los denominados pogroms, palabra rusa que designa un ataque acompañado por la destrucción, el asesinato y la violación perpetrados contra los judíos. A principios del siglo XX se produjo una nueva acusación contra los judíos, la de la “conspiración” encaminada a cambiar el orden mundial. De la teoría de la conspiración y de las tesis racistas bebieron los antisemitas de buena parte de Europa. El punto culminante de este creciente antisemitismo tuvo lugar en 1933 con el ascenso del nazismo al poder en Alemania, de la mano de Adolfo Hitler. Esas oleadas de antisemitismo y de persecución contra los judíos, muchos de los cuales se habían integrado en un principio de forma plena en las sociedades en las cuales habían nacido, provocaron la búsqueda de destinos más seguros para poder continuar sus vidas sin sobresaltos y sin sufrir discriminación.
Uno de los destinos de las migraciones judías fue Uruguay, donde muchos encontrarían una nueva «patria», si bien pronto aflorarían los sentimientos antisemitas latentes desde la época colonial entre su población más conservadora. Las primeras noticias de presencia judía en la región proceden de la época colonial,[1]aunque no se tiene confirmación fehaciente de su presencia hasta 1889. En el Censo de población de 1889, realizado en Montevideo por la Junta Económico-Administrativa, se registraron 57 judíos sefardíes que habitaban en la capital;[2]en 1910 se les habían agregado 40 solteros y 16 familias provenientes del Imperio Ruso.[3]
El fin de la Primera Guerra Mundial, en 1918, provocó una importante oleada migratoria de poblaciones judías afectadas por los cambios de fronteras y por nuevas persecuciones en varios territorios europeos, donde se acusaba a los judíos de conspirar contra sus patrias de origen durante la contienda bélica. El destino migratorio más ansiado era Estados Unidos, pero su política migratoria tenía importantes restricciones. Los migrantes se vieron obligados a buscar nuevos destinos, entre los que se contó el Río de la Plata, necesitado de población y de mano de obra. Las oficinas de captación de inmigrantes y los consulados de Uruguay, funcionaron como verdaderas redes de información sobre las bondades del país como destino migratorio. De este modo, importantes contingentes migratorios, procedentes de los territorios del antiguo Imperio turco-otomano y de Europa Oriental, formados fundamentalmente por judíos, llegaron a Uruguay. En algunos casos llegaban como efecto rebote del país vecino, Argentina.
A estos inmigrantes se fueron sumando otros grupos procedentes de otros países europeos como Hungría, Alemania y Austria. Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1939, como efecto de la brutal persecución sufrida por los judíos de los territorios ocupados por los alemanes, se abrió un nuevo ciclo migratorio fuertemente frenado por las políticas migratorias de los países receptores. En Uruguay se aplicó la Ley 8.868, denominada «ley de indeseables», sustituida luego por la Ley 9.604 de 1936, seguida, en octubre de 1941, por la prohibición a la cual fueron sometidos los judíos de emigrar de los países bajo el dominio nazi. Con la finalización de la guerra y la caída del nazismo, un nuevo contingente judío llegaría a Uruguay: el de los sobrevivientes del Holocausto que terminó con la vida de millones de judíos en Europa. Por lo tanto, entre el último tercio del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, llegaron a Uruguay judíos sefardíes y judíos ashkenazis, judíos de habla húngara y judíos de lengua alemana, que conformaron cuatro comunidades bien diferenciadas según su procedencia, que llegaron a contar en su época de auge con unas 60.000 personas.[4]
Sefardíes
Es el nombre hebreo que reciben los descendientes de los judíos oriundos de España y expulsados de allí en 1492 por los Reyes Católicos. Los principales centros de la diáspora judía española fueron el Imperio turco otomano en su totalidad, Francia, Inglaterra, Alemania, Portugal y Holanda. Desde su expulsión de España hasta los comienzos de su nueva diáspora, a fines del siglo XIX y principios del XX, los sefardíes tuvieron un predominio claro sobre el resto de los judíos y principalmente sobre los ashkenazis. Además, fueron los primeros judíos en llegar a América, acompañando en su calidad de conversos a conquistadores y colonizadores.
Durante el siglo XIX, con los inicios del desmembramiento del Imperio turco-otomano y los episodios de antisemitismo en otros territorios, se produjo una nueva diáspora sefardí. De este modo, durante la segunda mitad del siglo XIX, llegaron a Uruguay, procedentes de Francia e Inglaterra, algunas familias sefardíes que no lograron consolidar núcleos comunitarios como lo harían más adelante, en las primeras décadas del siglo XX, las arribadas del Imperio turco-otomano. En total habrían llegado a Uruguay unos 15.000 judíos sefardíes.[5]La mayoría no tuvo mayores problemas con el idioma pues hablaban ladino, castellano del siglo XV. En cambio, los provenientes de territorios árabes tuvieron mayores dificultades de integración. En 1932 los sefardíes crearon su institución comunitaria más importante, la Comunidad Israelita Sefaradí del Uruguay. Hasta la actualidad, esta comunidad se ha dedicado mayoritariamente al comercio minorista de artículos de mercería, ropa y telas,[6]y está en el origen de grandes comercios existentes en nuestros días.
Ashkenazis
Es el nombre hebreo que reciben los judíos procedentes de la Europa Oriental. En la Edad Media se designaba con este término a Alemania, de donde eran originarios. Se calcula que llegaron a Uruguay unos 30.000 ashkenazis[7]. La comunidad ashkenazi constituye aún hoy la mayoría de la población judía del país. Estos judíos de Europa Oriental, procedentes generalmente de pequeños núcleos urbanos, se vieron forzados a emigrar por motivos económicos, pues el antisemitismo existente los mantenía marginados económicamente y viviendo en ghettos. También los impulsaron los progroms, más tarde la ocupación nazi de sus territorios de origen, y finalmente la búsqueda de sus familiares, en el caso de los sobrevivientes del Holocausto. Los ashkenazis, al encontrarse tan marginados, pertenecían a los estratos sociales más desfavorecidos y poseían un limitado bagaje cultural aunque no religioso. Esto los llevó a acentuar su tradición religiosa y a reforzar los vínculos familiares y los comunitarios de su Shtetl (comunidad judía de origen)[8].
En Uruguay se dedicaron a las mismas actividades artesanales que habían cultivado en su tierra: las de sastrería y relojería. También se difundió entre ellos, sobre todo entre los de origen ruso, la práctica del pequeño comercio a crédito, puerta por puerta. Estos vendedores a plazos recibieron el nombre de klapers - los que llaman a la puerta - o de cuentenikes - los que llevan cuentas. Estos comerciantes se organizaron luego en cooperativas y terminaron por instalar sus negocios en el Barrio Reus y en Villa Muñoz. Algunos de ellos, gracias a la creciente capitalización derivada de sus actividades, llegaron a predominar en ciertas ramas de la industria uruguaya como la textil y la de confecciones. Los ashkenazis no sólo trajeron al Uruguay sus tradiciones religiosas, sino también su forma de organización -el sistema de Kehilot, una copia casi exacta de la Kehilá, forma de autogobierno judía surgida en la Edad Media - y una lengua propia, el yiddish, mezcla de alemán, hebreo y eslavo.
En la primera década del siglo XX, en 1909, los ashkenazis fundaron la primera institución judía uruguaya, la Ezra cuya finalidad era ayudar a los recién llegados a adaptarse a la vida en el nuevo país. En 1916 fundaron una nueva institución, la Jevrá Kadusha Ashkenazi, que, junto a la Hesell Shel Emet sefardí, hizo posible el sueño del cementerio propio en La Paz, dado que, hasta ese momento, ambas comunidades enterraban a sus muertos en el Cementerio Británico. En 1932 fundaron su principal institución comunitaria: la Comunidad Israelita del Uruguay.
Judíos de habla húngara
Luego de finalizada la Primera Guerra Mundial llegó al Uruguay un nuevo contingente de judíos procedentes de los territorios de habla húngara - Hungría, la zona de Transilvania en Rumania, la frontera de Checoslovaquia con Hungría y la frontera de Yugoslavia con Hungría - del desaparecido Imperio austro-húngaro.[9]Su llegada al Uruguay se produjo a lo largo de cuatro momentos claves. El primer gran momento, según lo indican las listas de pasajeros de barcos de ultramar de la Dirección Nacional de Migración, comenzó con la finalización de la Primera Guerra Mundial y la experiencia fallida del gobierno bolchevique de Bela Kun en Hungría en 1919. Se extendió durante toda la década de 1920 y finalizó con la crisis de octubre de 1929.
Hasta el fin de la guerra, que precipitó la desintegración de la gran Hungría, los judíos de habla húngara habían vivido una era de esplendor. El segundo momento coincidiría con los efectos de la crisis económica del 29 y la política restrictiva inmigratoria uruguaya; cubriría buena parte de la década de 1930 y toda la Segunda Guerra Mundial, caracterizándose por el cerramiento de puertas a los inmigrantes europeos. El tercer momento coincidió con la finalización de la Segunda Guerra Mundial y estuvo caracterizado por la llegada de los sobrevivientes de los horrores de la guerra vividos en los ghettos, en los campos de concentración, en el frente de batalla o en la clandestinidad. Finalmente el cuarto momento coincidió con la invasión soviética de Hungría, entre octubre y noviembre de 1956. Tras la misma, un grupo de judíos húngaros en número no muy significativo, llegó a Uruguay. Escapaban a los reformistas seguidores de Nagy, a quienes temían por posibles rebrotes de antisemitismo, y al poco tiempo a los propios tanques soviéticos, que ponían fin a la quimera reformista detrás de la «cortina de hierro».
El número total de judíos de habla húngara arribados a Uruguay a lo largo de estos cuatro momentos ascendió a 4,016.[10]Bien pronto contaron también con una institución comunitaria fundada en 1932, la Sociedad Israelita Húngara del Uruguay, y unas décadas después, en 1962, con un sector propio en el Cementerio de La Paz.
Judíos de habla alemana
Procedían de territorios ya emancipados de Alemania, Austria y los sudetes checos, en los cuales comenzaron a sufrir el antisemitismo desde finales del siglo XIX. El punto culminante del creciente antisemitismo en estas regiones se produjo con el ascenso al poder en Alemania en 1933 del National Sozialistische Deutsche Arbeiterpartei, (Partido Nacional-Socialista de los trabajadores alemanes). En abril de ese año se produjo el boicot económico contra los judíos y, en septiembre de 1935 se implantaron las leyes raciales de Nüremberg. Entre 1933 y 1945 alrededor de 6.000 mil judíos provenientes de Alemania, Austria y los sudetes checos llegaron a costas uruguayas.[11]Estas personas provenían de las capas medias de la sociedad; se encontraban entre ellos empleados de banca, obreros especializados, industriales, comerciantes, ganaderos, profesores, investigadores, médicos, dentistas, abogados. Todos presentaban un alto grado de asimilación de la cultura y de las costumbres de sus lugares de nacimiento.
El principal elemento de identificación con la cultura germánica era el idioma. En los primeros años de estadía en Uruguay crearon su propia prensa escrita en alemán - el Gemeindeblatt se fundó en 1938 – e iniciaron audiciones radiales en lengua alemana, como Die Stimme des Tages, cuyas transmisiones se iniciaron en agosto de 1938, con considerable repercusión en la comunidad. También desarrollaron teatro de habla alemana: Die Komödie.[12]Intentaron crear así una Alemania y una Austria míticas en Uruguay.
Siguiendo los pasos del resto de los colectivos judíos, en junio de 1936 fundaron Nueva Congregación Israelita del Uruguay. En marzo de 1937 comenzó a funcionar la Jevra Kadisha de los judíos de habla alemana, que se encargaría de los entierros de las personas pertenecientes a esta comunidad.
NOTAS
BIBLIOGRAFÍA
FACAL SANTIAGO, Silvia, Aufwiedersehen
Deutschland, Shalom Uruguay, Montevideo,
2006;
FACAL, Silvia y RACIOPPI, Florencia,
Inmigrantes judíos húngaros en Uruguay,
Montevideo, 2012; FELDMAN, Miguel,
Tiempos difíciles. Inmigrantes judíos en
Uruguay, Montevideo, 2001;
FRIEDLER, Egon, 60 años de la NCI [Nueva
Congregación Israelita]. Montevideo 1996;
GROSZ, Viviana, “La colectividad judía de
habla húngara en el Uruguay. Judíos en el
Uruguay. 25 años al servicio del pueblo judío
del Congreso Judío Mundial (1932-1957).
Montevideo, 1957, 77.
JEROZOLIMSKI, José, "Algunas
características de la vida judía en el Uruguay".
Seminario Hebreo, 24 de octubre de 1968, 26-31;
PORZECANSKI, Teresa, "Apuntes sobre el
proceso inmigratorio judío al Uruguay". Hoy es
Historia, 1, 1984;
PORZECANSKI, T., Historias de vida de
inmigrantes judíos al Uruguay, Montevideo,
1988,
RAICHER, Rosa Perla, Uruguay: la
comunidad israelita y el pueblo judío,
Jerusalén, 2003.
SILVIA FACAL SANTIAGO