Diferencia entre revisiones de «LEYENDA NEGRA; Significado y desarrollo del término»

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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==Actualidad del tema==
 
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Bajo el rótulo de «leyenda negra» se conoce toda una red de relatos, de diversa procedencia, autoría y fecha, cuyo fin es menoscabar la imagen de España, de la España Imperial. Culminada desde el siglo XIX la transformación del Imperio español en el conjunto de las naciones soberanas que hablan español, hoy algunos buscan reformular la leyenda negra antiespañola desde algunas partes de la «periferia» secesionista de España, y así, desde las regiones donde opera el nacionalismo separatista, se proyecta, sobre lo que estos grupos consideran «España», el mismo arsenal de descalificaciones que antes se lanzaban desde Francia, Países Bajos o Inglaterra; naciones que, dicho sea de paso, no excluían de sus invectivas a estos nuevos usuarios de tan manido rótulo.
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Bajo el rótulo de «leyenda negra» se conoce toda una red de relatos, de diversa procedencia, autoría y fecha, cuyo fin es menoscabar la imagen de España, de la España Imperial. Culminada desde el siglo XIX la transformación del [[IMPERIO_ESPAÑOL;_razones_de_su_ocaso | Imperio español]] en el conjunto de las naciones soberanas que hablan español, hoy algunos buscan reformular la leyenda negra antiespañola desde algunas partes de la «periferia» secesionista de España, y así, desde las regiones donde opera el nacionalismo separatista, se proyecta, sobre lo que estos grupos consideran «España», el mismo arsenal de descalificaciones que antes se lanzaban desde Francia, Países Bajos o Inglaterra; naciones que, dicho sea de paso, no excluían de sus invectivas a estos nuevos usuarios de tan manido rótulo.
  
 
==Antecedentes==
 
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Por lo que conocemos, puede afirmarse que quien primero empleó de forma literal la expresión «leyenda negra», aplicada a la historia de España, fue Emilia Pardo Bazán; si bien, históricamente, fueron muchos los autores españoles que ya venían respondiendo a la propaganda antiespañola a la que tanto alimento dieron españoles como Antonio Pérez o el clérigo católico Bartolomé de las Casas. De entre el conjunto de obras que trataron de contrarrestar esa ofensiva recordemos, por ejemplo, la «España defendida y los tiempos de ahora, de las calumnias de los noveleros sediciosos», de Francisco de Quevedo (1580-1645), dispuesta ya a principios del siglo XVII.
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Por lo que conocemos, puede afirmarse que quien primero empleó de forma literal la expresión «leyenda negra», aplicada a la historia de España, fue Emilia Pardo Bazán; si bien, históricamente, fueron muchos los autores españoles que ya venían respondiendo a la propaganda antiespañola a la que tanto alimento dieron españoles como Antonio Pérez o el clérigo católico [[LAS_CASAS,_Fray_Bartolomé_de | Bartolomé de las Casas]]. De entre el conjunto de obras que trataron de contrarrestar esa ofensiva recordemos, por ejemplo, la «España defendida y los tiempos de ahora, de las calumnias de los noveleros sediciosos», de Francisco de Quevedo (1580-1645), dispuesta ya a principios del siglo XVII.
  
Pero si Emilia Pardo Bazán acuñó el rótulo, es la obra homónima del políglota Julián Juderías Loyot, publicada en Madrid en 1914, la que contribuyó decisivamente a la consagración de tal fórmula, al punto de que es frecuente la confusión que atribuye a Julián Juderías tal autoría. Pero el término, aunque usado para otros temas, lo encontramos muchos años antes en distintas obras:
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Pero si Emilia Pardo Bazán acuñó el rótulo, es la obra homónima del políglota [[LEYENDA_NEGRA;_La_obra_de_Julián_Juderías | Julián Juderías]] Loyot, publicada en Madrid en 1914, la que contribuyó decisivamente a la consagración de tal fórmula, al punto de que es frecuente la confusión que atribuye a [[LEYENDA_NEGRA;_La_obra_de_Julián_Juderías | Julián Juderías]] tal autoría. Pero el término, aunque usado para otros temas, lo encontramos muchos años antes en distintas obras:
  
 
::1839 Victor de La Prade [1812-1883], «Poésie. Ma Plaine», ''La France Littéraire'', año VIII, tomo XXXIV (enero 1839), París 1839, pág. 247: «''Je connais bien l'histoire Des sorciers d'autrefois Toute légende noire, Et tout ce qu'il faut croire Du lutin dans les bois.»''
 
::1839 Victor de La Prade [1812-1883], «Poésie. Ma Plaine», ''La France Littéraire'', año VIII, tomo XXXIV (enero 1839), París 1839, pág. 247: «''Je connais bien l'histoire Des sorciers d'autrefois Toute légende noire, Et tout ce qu'il faut croire Du lutin dans les bois.»''
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::1884 «—''Los elefantes son enemigos de los rinocerontes, –dijo Leida,– porque los monos los han enemistado. —¡Ah! –exclamaron los cazadores. ¿Y cómo es eso?–. Leida contó la leyenda negra que explica cómo los monos, que son muy malos, enemistaron a las dos razas para tener el maligno placer de verlos batirse; y para conseguir sus fines los monos, pretendieron que los rinocerontes acusaban de tener malas costumbres a las hembras de los elefantes, que son muy castos. ¡De ahí nació esa guerra sin fin!»''.<ref>Vizconde de San Javier, traducción de Luis Noir, ''El león del Sudán (segunda parte del Cortador de cabezas)'', «Capítulo XXXIII. Los elefantes», folletín en La Iberia. Diario liberal, Madrid, lunes 16 de junio de 1884)</ref>
 
::1884 «—''Los elefantes son enemigos de los rinocerontes, –dijo Leida,– porque los monos los han enemistado. —¡Ah! –exclamaron los cazadores. ¿Y cómo es eso?–. Leida contó la leyenda negra que explica cómo los monos, que son muy malos, enemistaron a las dos razas para tener el maligno placer de verlos batirse; y para conseguir sus fines los monos, pretendieron que los rinocerontes acusaban de tener malas costumbres a las hembras de los elefantes, que son muy castos. ¡De ahí nació esa guerra sin fin!»''.<ref>Vizconde de San Javier, traducción de Luis Noir, ''El león del Sudán (segunda parte del Cortador de cabezas)'', «Capítulo XXXIII. Los elefantes», folletín en La Iberia. Diario liberal, Madrid, lunes 16 de junio de 1884)</ref>
  
::1897 “''Con la muerte providencial del caudillo concluyó la leyenda negra''”.<ref>Manuel Ortiz de Pinedo, «La raza de color en Cuba», ''La Correspondencia de España,'' Madrid, domingo 8 de agosto de 1897, pág. 1</ref>El autor se refiere a la muerte del general Antonio Maceo, quien por ser mestizo, y según los estudios antropológicos realizados en 1899 por el Comité de exhumación de sus restos, siendo de tipo negro, por su incorporación de rasgos blancos, ''“puede con perfecto derecho ser considerado como un hombre realmente superior”.''
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::1897 “''Con la muerte providencial del caudillo concluyó la leyenda negra''”.<ref>Manuel Ortiz de Pinedo, «La raza de color en [[CUBA;_¿un_fósil_prehistórico? | Cuba]]», ''La Correspondencia de España,'' Madrid, domingo 8 de agosto de 1897, pág. 1</ref>El autor se refiere a la muerte del general Antonio Maceo, quien por ser mestizo, y según los estudios antropológicos realizados en 1899 por el Comité de exhumación de sus restos, siendo de tipo negro, por su incorporación de rasgos blancos, ''“puede con perfecto derecho ser considerado como un hombre realmente superior”.''
  
 
==La Conferencia de París de 1898==
 
==La Conferencia de París de 1898==
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''“En la embajada de Inglaterra reinaba anoche la más agradable animación, al extremo de que a las doce de la noche, cuando hizo su entrada en los salones S. A. R. la infanta doña Isabel, apoyada en el brazo del embajador, apenas si se podía circular por aquellas amplias estancias. Y aquí comenzó lo bueno, por la cuenta de Monte-Cristo, que dice: «Preludiaron los violines los primeros compases del rigodón de honor; colocáronse las aristocráticas parejas, y se desvaneció la leyenda, la «leyenda negra», como diría la señora Pardo Bazán. Bailaron el rigodón de honor S. A. la infanta doña Isabel con el embajador de Inglaterra…”.''<ref>''El Siglo Futuro. Diario católico'', Madrid, martes 6 de junio de 1899, pág. 2.</ref>
 
''“En la embajada de Inglaterra reinaba anoche la más agradable animación, al extremo de que a las doce de la noche, cuando hizo su entrada en los salones S. A. R. la infanta doña Isabel, apoyada en el brazo del embajador, apenas si se podía circular por aquellas amplias estancias. Y aquí comenzó lo bueno, por la cuenta de Monte-Cristo, que dice: «Preludiaron los violines los primeros compases del rigodón de honor; colocáronse las aristocráticas parejas, y se desvaneció la leyenda, la «leyenda negra», como diría la señora Pardo Bazán. Bailaron el rigodón de honor S. A. la infanta doña Isabel con el embajador de Inglaterra…”.''<ref>''El Siglo Futuro. Diario católico'', Madrid, martes 6 de junio de 1899, pág. 2.</ref>
  
''“En torno de esta ganadería se ha fabricado una leyenda negra, atribuyendo a sus toros una maldad de intenciones que no tienen, y una falta de nobleza que resulta pura fábula.”''<ref>Tomás Romero, «Heridos y muertos por los toros de Miura», ''El Liberal'', Madrid, viernes 30 de junio de 1899, pág. 2.</ref>
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''“En torno de esta ganadería se ha fabricado una leyenda negra, atribuyendo a sus toros una maldad de intenciones que no tienen, y una falta de nobleza que resulta pura fá[[BULA | bula]].”''<ref>Tomás Romero, «Heridos y muertos por los toros de Miura», ''El Liberal'', Madrid, viernes 30 de junio de 1899, pág. 2.</ref>
  
 
''“Circulan dos leyendas respecto de los Maestros: una negra y otra dorada. La negra tiene su expresión en las hambres consabidas, en los tipos escuálidos, en los sueldos misérrimos, en las persecuciones atroces, en los vejámenes sin cuento. La dorada se sintetiza en las frases (¡ay! y que no son más que frases), que designan a los Maestros como el batallón sagrado de la cultura, los heraldos de la civilización, los redentores de la humanidad… Por desdicha, es cierta la leyenda negra, si se sabe descontar los naturales ribetes de exageración que la literatura suele pegar a la realidad. Por desdicha también, es falsa la dorada…''”<ref>Manuel Polo de la T. Toribio, «La España docente», ''La Escuela Moderna. Revista pedagógica hispano-americana'', junio de 1899, pág. 12.</ref>
 
''“Circulan dos leyendas respecto de los Maestros: una negra y otra dorada. La negra tiene su expresión en las hambres consabidas, en los tipos escuálidos, en los sueldos misérrimos, en las persecuciones atroces, en los vejámenes sin cuento. La dorada se sintetiza en las frases (¡ay! y que no son más que frases), que designan a los Maestros como el batallón sagrado de la cultura, los heraldos de la civilización, los redentores de la humanidad… Por desdicha, es cierta la leyenda negra, si se sabe descontar los naturales ribetes de exageración que la literatura suele pegar a la realidad. Por desdicha también, es falsa la dorada…''”<ref>Manuel Polo de la T. Toribio, «La España docente», ''La Escuela Moderna. Revista pedagógica hispano-americana'', junio de 1899, pág. 12.</ref>
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Revisión del 19:41 1 oct 2017

Actualidad del tema

Bajo el rótulo de «leyenda negra» se conoce toda una red de relatos, de diversa procedencia, autoría y fecha, cuyo fin es menoscabar la imagen de España, de la España Imperial. Culminada desde el siglo XIX la transformación del Imperio español en el conjunto de las naciones soberanas que hablan español, hoy algunos buscan reformular la leyenda negra antiespañola desde algunas partes de la «periferia» secesionista de España, y así, desde las regiones donde opera el nacionalismo separatista, se proyecta, sobre lo que estos grupos consideran «España», el mismo arsenal de descalificaciones que antes se lanzaban desde Francia, Países Bajos o Inglaterra; naciones que, dicho sea de paso, no excluían de sus invectivas a estos nuevos usuarios de tan manido rótulo.

Antecedentes

Por lo que conocemos, puede afirmarse que quien primero empleó de forma literal la expresión «leyenda negra», aplicada a la historia de España, fue Emilia Pardo Bazán; si bien, históricamente, fueron muchos los autores españoles que ya venían respondiendo a la propaganda antiespañola a la que tanto alimento dieron españoles como Antonio Pérez o el clérigo católico Bartolomé de las Casas. De entre el conjunto de obras que trataron de contrarrestar esa ofensiva recordemos, por ejemplo, la «España defendida y los tiempos de ahora, de las calumnias de los noveleros sediciosos», de Francisco de Quevedo (1580-1645), dispuesta ya a principios del siglo XVII.

Pero si Emilia Pardo Bazán acuñó el rótulo, es la obra homónima del políglota Julián Juderías Loyot, publicada en Madrid en 1914, la que contribuyó decisivamente a la consagración de tal fórmula, al punto de que es frecuente la confusión que atribuye a Julián Juderías tal autoría. Pero el término, aunque usado para otros temas, lo encontramos muchos años antes en distintas obras:

1839 Victor de La Prade [1812-1883], «Poésie. Ma Plaine», La France Littéraire, año VIII, tomo XXXIV (enero 1839), París 1839, pág. 247: «Je connais bien l'histoire Des sorciers d'autrefois Toute légende noire, Et tout ce qu'il faut croire Du lutin dans les bois.»
1884 «—Los elefantes son enemigos de los rinocerontes, –dijo Leida,– porque los monos los han enemistado. —¡Ah! –exclamaron los cazadores. ¿Y cómo es eso?–. Leida contó la leyenda negra que explica cómo los monos, que son muy malos, enemistaron a las dos razas para tener el maligno placer de verlos batirse; y para conseguir sus fines los monos, pretendieron que los rinocerontes acusaban de tener malas costumbres a las hembras de los elefantes, que son muy castos. ¡De ahí nació esa guerra sin fin!».[1]
1897 “Con la muerte providencial del caudillo concluyó la leyenda negra”.[2]El autor se refiere a la muerte del general Antonio Maceo, quien por ser mestizo, y según los estudios antropológicos realizados en 1899 por el Comité de exhumación de sus restos, siendo de tipo negro, por su incorporación de rasgos blancos, “puede con perfecto derecho ser considerado como un hombre realmente superior”.

La Conferencia de París de 1898

Pero será Emilia Pardo Bazán (1851-1921) quien aplicará el término «leyenda negra» en relación a España. En el otoño de 1898, Emilia Pardo Bazán fue invitada por el abogado, político y periodista Mauricio Spronck (1861-1921), a ofrecer una conferencia en París:

“Doña Emilia Pardo Bazán, nuestra ilustre amiga y colaboradora, cuyo nombre, ya popular en Francia desde la publicación de sus obras traducidas, se ha afirmado con su famosa conferencia de Burdeos y sus últimos artículos de la “Revue des Revues”, acaba de recibir una invitación que Mauricio Spronck, insigne crítico le trasmite por encargo de varios de los más eminentes literarios franceses, para dar en París una conferencia sobre un tema literario o artístico español, invitación que anualmente viene dirigiendo a un literato extranjero de fama universal.”[3]

Decidió doña Emilia aprovechar esa ocasión para ofrecer, en plena resaca del «desastre de 1898», una reflexión crítica sobre España. De manera que tal conferencia, organizada por la «Société de Conférences», y que pronunció en francés el martes 18 de abril de 1899, en la Sala Charras (4 rue Charras, Boulevard Haussmann) de París, la tituló «L'Espagne d'hier et celle d'aujourd'hui». El jueves 20 de abril ya publica Joaquín Maldonado Macanaz (1833-1901), a partir de un extracto telegráfico, un avance en «La Época» de Madrid bajo el título «Dos leyendas».

Y el sábado 22 de abril difunde el texto francés la parisina «Revue Politique et Littéraire. Revue Bleue»:[4]“L'Espagne d'hier et celle d'aujourd'hui”, el mismo día en el que «Blanco y Negro», en Madrid, dedica una página de ecos de sociedad a cotillear amablemente sobre el éxito de la Pardo Bazán en París, “Un viaje literario”, sin dedicar ni una línea al contenido de la conferencia.

De cualquier modo, muy poco después, en mayo, ya había publicado doña Emilia, por sus medios, el texto en español junto a la versión francesa,[5]en el librito «Un texto de Arturo Campión («La regeneración y la verdad», págs. 13-30), una interesante «Bibliografía» (págs. 91-98), el texto de una carta de Ives Guyot y un extracto de las noticias aparecidas en la «prensa internacional» tras la conferencia «La España de ayer y la de hoy (La muerte de una leyenda)».

“Sábense de sobra en el extranjero nuestras desdichas, y aun no falta quien con mengua de la equidad las exagere; sirva de ejemplo el libro reciente de M. Ives Guyot, que podemos considerar como tipo de leyenda negra, reverso de la dorada. La leyenda negra española es un espantajo para uso de los que especialmente cultivan nuestra entera decadencia, y de los que buscan ejemplos convincentes en apoyo de determinada tesis política. Nos acusa nuestra leyenda negra de haber estrujado las colonias. Cualquiera que venga detrás las estrujará el doble, sólo que con arte y maña.”

“Y pues mi sinceridad me autoriza, tengo derecho a afirmar que la contra-leyenda española, la leyenda negra, divulgada por esa asquerosa prensa amarilla, mancha e ignominia de la civilización en los Estados Unidos, es mil veces más embustera que la leyenda dorada. Esta, cuando menos, arraiga en la tradición y en la historia; la disculpan y fundamentan nuestras increíbles hazañas de otros tiempos; por el contrario, la leyenda negra falsea nuestro carácter, ignora nuestra psicología, y reemplaza nuestra historia contemporánea con una novela, género Ponson du Terrail, con minas y contraminas, que no merece ni los honores del análisis. El tal novelón nos ha perjudicado, pues por absurda que sea la calumnia, siempre habrá quien la crea y propale; pero nada hubiese podido la calumnia contra nosotros, si nuestros yerros no colaborasen con nuestros calumniadores para llevarnos al abismo.”[6]

La leyenda «dorada»

Emilia Pardo Bazán contrapone a la «leyenda negra» de los hispanófobos (Víctor Hugo a la cabeza), una «leyenda dorada» de la Historia de España igualmente dañina. Esta conferencia no pasó precisamente desapercibida, y al margen del debate y los análisis propios de la filosofía de la historia de España, sirvió para extender y popularizar, en España pero también en Francia, el rótulo «leyenda negra» (y en menor medida los rótulos «leyenda dorada» y «leyenda áurea».

“De dos clases de leyendas relativas al pasado de nuestra patria y capaces de afectar a su presente y porvenir, se ocupó en la expresada conferencia, según los telegramas comunicados de París, la Sra. Pardo Bazán. Una es «la leyenda negra,» la que forjaron y tejieron con insistencia terrible desde el siglo XVI protestantes y enemigos de la hegemonía que entonces ejercía España; otra es «la leyenda áurea,» creada por la rica imaginación de este pueblo meridional, no contra la verdad o a costa de la misma, sino posponiendo lo real a lo ideal y exagerando las hazañas y glorias de nuestros ascendientes.”[7]

“En cuanto a los literatos franceses, asistieron muchos, así como también alguno italiano. Me oyeron con la atención con que un hermano escucha al médico el diagnóstico de la enfermedad de otro hermano. Convinieron en que, para las naciones latinas, el ejemplo de España era saludable, opinaron que muchos de mis juicios eran aplicables a Francia, y lamentaron, no la pérdida de la leyenda áurea del pasado, y sí la sustitución de ésta por la leyenda negra del presente.”[8]

“Al final de su conferencia, la Sra. Pardo Bazán rechaza con indignación las imputaciones contra la lealtad española, las historias de voladuras, los novelones de la leyenda negra, forjados por «esa asquerosa prensa amarilla, que es una de las ignominias de los Estados Unidos.» La idea dominante de la conferencia es que no hemos sido ni más crueles ni siquiera tan ávidos como los anglo-sajones; que si hemos perjudicado a alguien, ha sido a nosotros mismos, y que, raza superior y pueblo en otro tiempo gloriosísimo, sólo necesitamos hacernos cargo y reflexionar para emprender el camino de la restauración de nuestra buena fama y de nuestras energías postradas hoy.[9]


==Primeras referencias al término «leyenda negra »==

“No es menos evidente que esta página, agregada a nuestra leyenda negra, nos ha ocasionada ya graves perjuicios, quitándonos simpatías entre los extranjeros cuando más las necesitábamos, facilitando un nuevo argumento a nuestros enemigos y detractores y siendo acaso origen de crímenes y desdichas que han ejercido funesta influencia en nuestra suerte.”[10]

“En la embajada de Inglaterra reinaba anoche la más agradable animación, al extremo de que a las doce de la noche, cuando hizo su entrada en los salones S. A. R. la infanta doña Isabel, apoyada en el brazo del embajador, apenas si se podía circular por aquellas amplias estancias. Y aquí comenzó lo bueno, por la cuenta de Monte-Cristo, que dice: «Preludiaron los violines los primeros compases del rigodón de honor; colocáronse las aristocráticas parejas, y se desvaneció la leyenda, la «leyenda negra», como diría la señora Pardo Bazán. Bailaron el rigodón de honor S. A. la infanta doña Isabel con el embajador de Inglaterra…”.[11]

“En torno de esta ganadería se ha fabricado una leyenda negra, atribuyendo a sus toros una maldad de intenciones que no tienen, y una falta de nobleza que resulta pura fá bula.”[12]

“Circulan dos leyendas respecto de los Maestros: una negra y otra dorada. La negra tiene su expresión en las hambres consabidas, en los tipos escuálidos, en los sueldos misérrimos, en las persecuciones atroces, en los vejámenes sin cuento. La dorada se sintetiza en las frases (¡ay! y que no son más que frases), que designan a los Maestros como el batallón sagrado de la cultura, los heraldos de la civilización, los redentores de la humanidad… Por desdicha, es cierta la leyenda negra, si se sabe descontar los naturales ribetes de exageración que la literatura suele pegar a la realidad. Por desdicha también, es falsa la dorada…[13]

“Ni la apoteosis de la fuerza, cuyos cimientos son deleznables, ni la leyenda de oro, ni la leyenda negra, ambas de prestigios muy averiados, darán frutos viables. La lucha incruenta de las ideas exige un contraste continuo (tejer y destejer de la observación superficial) con la realidad que nos agobia, y en ella, y sólo en ella, es donde se ha de buscar el anhelado concierto de multitudes que duermen o violentamente despiertan con solitarios que viven en sonambulismo perpetuo.”[14]

“Los anglo-sajones son más crueles y más rapaces en sus conquistas que los latinos –ya se sabe.– Hace tiempo que los bien informados se ríen de nuestra leyenda negra. El Padre Las Casas, si viese a los hambrientos de la India y a los infelices sioux, tendría que llorar para toda su vida. Cabritillos de leche fueron nuestros conquistadores al lado de lord Clive. Pero no se trata de eso, no se trata de humanidad colectiva cuando se sostiene y propugna la superioridad actual de los anglo-sajones”.[15]

NOTAS

  1. Vizconde de San Javier, traducción de Luis Noir, El león del Sudán (segunda parte del Cortador de cabezas), «Capítulo XXXIII. Los elefantes», folletín en La Iberia. Diario liberal, Madrid, lunes 16 de junio de 1884)
  2. Manuel Ortiz de Pinedo, «La raza de color en Cuba», La Correspondencia de España, Madrid, domingo 8 de agosto de 1897, pág. 1
  3. La Época, Madrid, miércoles 16 de noviembre de 1898, pág. 3
  4. tomo XI, nº 16, 22 abril 1899, págs. 492-499
  5. La España de ayer y la de hoy», (Conferencia de París) –Administración de Obras de Emilia Pardo Bazán, Madrid 1899, 107 págs., acompañado de una nota «Al lector español», págs. 5-12
  6. Emilia Pardo Bazán, «La España de ayer y la de hoy (La muerte de una leyenda)», Madrid 1899, páginas 62, 79 y 90
  7. Joaquín Maldonado Macanaz, «Dos leyendas», La Época, Madrid, jueves 20 de abril de 1899, pág. 1
  8. «Interview con la Sra. Pardo Bazán», La Época, Madrid, domingo 30 de abril de 1899, pág. 3
  9. «La conferencia de Doña Emilia Pardo Bazán», La Época, Madrid, lunes 22 de mayo de 1899, págs. 2-3
  10. «Nuestro affaire», La Época, Madrid, miércoles 17 de mayo de 1899, año LI, número 17.579, pág. 1.
  11. El Siglo Futuro. Diario católico, Madrid, martes 6 de junio de 1899, pág. 2.
  12. Tomás Romero, «Heridos y muertos por los toros de Miura», El Liberal, Madrid, viernes 30 de junio de 1899, pág. 2.
  13. Manuel Polo de la T. Toribio, «La España docente», La Escuela Moderna. Revista pedagógica hispano-americana, junio de 1899, pág. 12.
  14. Urbano González Serrano, «Las multitudes y los solitarios», La Escuela Moderna. Revista pedagógica hispano-americana, mayo de 1900, pág. 325
  15. Emilia Pardo Bazán, «Progreso. Cuestión de razas», La Ilustración Artística, Barcelona, 18 de junio de 1900

FIDEL GONZÁLEZ FERNÁNDEZ