Diferencia entre revisiones de «UNIVERSIDAD DE CÓRDOBA»

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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Fray Fernando de Trejo y la fundación de la Universidad

Cinco años después de la llegada de los primeros jesuitas, los Padres Angulo y Barzana en 1597 junto con el Obispo Francisco de la Victoria, Felipe II nombró Obispo del Tucumán a fray Fernando de Trejo y Sanabria (1554-1614). Trejo había recibido la cédula real en 1594 en Lima donde era guardián del principal convento de la ciudad, Trejo nació en Asunción, hijo del Capitán don Hernando de Trejo y de doña María Sanabria Calderón, quien en segundas nupcias, fue madre del famoso Capitán Hernandarias, medio hermano de fray Fernando. Y joven pasó a Lima donde hizo sus estudios, ingresó en la Orden de San Francisco, ocupó el cargo de Provincial y era, como ya dije, Guardián del convento franciscano cuando fue designado Obispo. Consagrado en Quito, en 1595 estaba ya en su diócesis. Tuvo fama de santidad de vida, de celo y de entrega a los más menesterosos pero, principalmente, como hace notar Garro, fue evidente “su preocupación constante en favor de la educación de la juventud”.[1]Desde este punto de vista que es el que tiene mayor interés para el presente escrito, Trejo fundó en Santiago del Estero, en 1611, el Seminario de Santa Catalina según lo prescripto por el Concilio de 'I'rento, verdad es que había en Santiago un muy precario Seminario que habría funcionado desde 1605, pero en tales condiciones que apenas si cabe tenerlo en cuenta.[2]

El Seminario de Santa Catalina fue trasladado a Córdoba en 1696 con el nombre de Seminario de Loreto y éste habría de proveer de estudiantes a la ya activa Universidad, juntamente con el Colegio jesuítico y el Colegio de Monserrat, sin contar los externos.[3]En 1613 Trejo estableció en Córdoba dos importantes instituciones: El Colegio Convictorio de San Francisco,[4]y el monasterio de Santa Catalina.[5]

Al final de su fecunda vida, cuando hacía apenas un año que había suscrito la escritura de fundación de la Universidad y luego de una permanencia de tres meses en Córdoba, falleció la noche de Navidad de 1614. Los restos del hombre que mientras sufría en el lecho de muerte, rogaba "más dolores, Señor, y más paciencia”,[6]reposan, por su expresa voluntad, en el presbiterio de la Iglesia de la Compañía, vecino a la Casa de Estudios donde hoy vigila desde el bronce la vida universitaria.

La bien llamada Universidad de Córdoba

La incansable actividad de Trejo vino a unirse a la expresa voluntad de los habitantes. Pero aquella intención de Trejo venía de muy lejos si hemos de atenernos a su propio testimonio: “ha muchos años que deseo ver fundados en esta tierra estudios de latín, artes y teología", expresa en la célebre escritura de 1613.[7]Con mayor precisión puede asegurarse que por lo menos desde hacía diecinueve años, pues en el testamento expresa: "desde que entré en este Obispado ésta ha sido mi principal pretensión…”[8]

Debe agregarse que en la mente del Obispo se trataba de una verdadera universidad; como él dice en el testamento, se quiere fundar un Colegio de todos los estudios; y semejante fundación debe responder a motivos y situaciones emergentes de la realidad; por eso Trejo sostiene que la tal fundación debía hacerse "en la parte, y lugar que más conviniese". Es decir, Trejo intenta dos cosas simultáneas: que sea de veras Universidad y que sea erigida en el lugar más conveniente. Desde este punto de vista, así como Cabrera intuyó el valor geopolítico de la fundación de la ciudad en 1573, del mismo modo procede Trejo con la Universidad. Cuando hace alusión a la indigencia de estas tierras por un lado y, por otro, a las más de seiscientas leguas que las separan de Lima y que vuelven imposible ir a graduarse en San Marcos. 'I'rejo no dice algo casual ni fortuito ni falto de reflexión; por el contrario, demuestra tener conciencia de la centralidad no sólo física de la ciudad, sino de su futuro cultural. Esta observación coincide con la conclusión de Garra: "había tenido aquél, en vista la circunstancia de ser esta ciudad centro de las gobernaciones del Tucumán, Río de la Plata y Paraguay”;[9]además, tiene en cuenta "el clima más benigno" y que, por eso, más se aviene a las tareas intelectuales. En este ambiente y con estas intenciones, el año, 1613, se reunieron en Córdoba el Obispo Trejo y el P. Diego de Torres que venía de Chile; en la fiesta de Corpus, en los momentos en los cuales el Obispo repartía la Comunión a los novicios, tuvo el pensamiento de fundar una Casa de Estudios Superiores.

Expuso de inmediato sus propósitos al Padre Torres; luego de nuevas conversaciones dio cumplimiento a su voluntad en la escritura del 19 de junio del mismo año. A principios de 1614, retornó a Córdoba el Colegio Máximo y se abrió al público la Universidad en el mes de febrero de ese mismo año. Así pues, desde el mismo comienzo tuvo «estructura» de Universidad según las líneas generales de todas las Universidades jesuíticas (o Academias como también se las llamaba) ; claro que tener la estructura de Universidad no significaba que lo fuera legalmente, aunque desde ese mismo año funcionó como Universidad.

La Compañía de Jesús tenía la facultad de conferir grados desde las bulas de los Papas Julio III (1552) y Pío IV (1561), pero ese privilegio no alcanzaba a América y por eso, debía recabar tanto la erección canónica cuanto la aprobación real. La primera se produjo gracias al Breve pontificio del 8 de agosto de 1621 del Papa Gregario XV, presentada en Córdoba el 13 de abril de 1622; en cuanto a la segunda, se produjo por las reales cédulas del 2 de febrero y 26 de marzo del mismo año.[10]

De ese modo, la estructura universitaria que funciona como tal desde 1614, alcanzó su plena legalidad ocho años más tarde. Precisamente en 1623 confiere la Universidad los primeros grados (allí recibió los suyos de maestro en filosofía Luis de Tejeda) con lo cual se prueba que, aun antes de su erección canónica y real ya había funcionado regularmente. De otro modo, mal podía conferir grados al año siguiente de su legalización. Acerca de si Trejo y Sanabria fue o no fundador y sin ánimo de remozar viejas polémicas, me parece atinado el juicio del Padre Furlong sobre este punto: "No es Trejo y Sanabria el fundador de la Universidad de Córdoba, en el sentido de haber él conferido el privilegio de otorgar grados; no es el Fundador en el sentido de haber aportado un capital adecuado y suficiente; no es el Fundador en el sentido de haber escrito las Constituciones, de haber convocado el primer Claustro, de haber señalado a los primeros catedráticos... pero fuera de toda discusión, es él el Fundador, en cuanto concibió la feliz idea, en cuanto la sugirió a sus contemporáneos, en cuanto estimuló al Padre Diego de Torres a ayudarle a realizada, en cuanto escribió personalmente al Rey, solicitando la real venia y en cuanto donó a ese efecto todos sus bienes, sin reservarse un maravedí"[11]

Algunas pasiones de las que no debemos hacernos cargo, algunos provincialismos pequeños, quisieron ignorar el carácter de Universidad que desde el comienzo tuvo la Universidad de Córdoba; pero, en verdad, ya por su estructura interna, su funcionamiento, sus planes, ya por su misma situación legal sin contar los fundamentales factores geográficos, políticos y culturales, la Universidad no fue, simplemente, mal llamada tal, ni "la así llamada Universidad" y otras expresiones peyorativas. Simplemente, desde el principio fue bien llamada Universidad, sea cual fuere su valor desde el punto de vista académico, lo cual se verá pronto a medida que se exponga el pensamiento de sus profesores y egresados más ilustres.

Los primeros profesores y su ambiente doctrinal.

El P. Furlong nos informa que en 1608 estaba en Córdoba el P. Juan Perlín, nacido en Perú y discípulo de Juan de Atienza, este último a su vez discípulo de Suárez; tan bueno parece haber sido que el mismo Suárez solicitaba el pase de Perlín a España donde enseñó en Alcalá y en Madrid y poco después en Colonia.[12]Nada se sabe de la actividad del P. Perlín en Córdoba, aunque no es aventurado pensar que puso su grano de arena en el ambiente suarista de la ciudad.

Cuando la Universidad abrió sus puertas, sus primeros profesores fueron el Padre Juan de Albis para la Filosofía y además, los PP. Francisco Vázquez y Juan Pastor para la Teología. El P. Juan de Albis (1588-1630) es, pues, el primer profesor de filosofía de lo que es hoy la Argentina. Desgraciadamente no se conserva su Dissertatio theologica in honorem Illmi.et Rvmi, Dni. Ferdinandi de Trejo, Episcopi Tucunumensis (1613); seguramente se trata de la disertación pronunciada con ocasión de la visita de Trejo a Córdoba, precisamente cuando "le vino con fuerza un pensamiento" de fundar la Casa de Estudios. Garro cuenta el hecho agregando que "el ingenio agudo" del P. de Albis había alegrado la mesa con una disertación teológica.[13]

Aunque no hayan llegado a nosotros manuscritos ni menos publicaciones filosóficas de los primeros profesores de filosofía no es difícil pensar que la escolástica suarista reinaba en la Universidad, sobre todo habida cuenta del enorme prestigio de Suárez cuyas Disputationes habían sido adoptadas como textos en varias Universidades europeas. No es pues aventurado conjeturar que esa debe haber sido la actitud doctrinal del P. de Albis, quien enseñó filosofía entre lo años de 1613 y 1619, siendo sucedido después por el P. Miguel de Ampuero.

El P. Furlong cita una carta del P. Diego de 'I'orres al provincial del Paraguay en la cual se dice que en cuestiones teológicas la Academia cordobesa sigue a Suárez y a Vázquez, y en filosofía a Rubio.[14]Es verdad que la dirección general era seguir a Santo Tomás en Teología y dejar libertad en Filosofía; pero evidentemente Suárez era una interpretación del tomismo, aunque en las primeras clases de la Universidad deben haber aparecido las grandes cuestiones del concepto del ente, del conocimiento del singular, del carácter activo-pasivo del entendimiento, de la analogía de atribución intrínseca, de la demostración de la existencia de Dios por la causalidad eficiente, de la no distinción real entre existencia y esencia.

Por otra parte, Gabriel Vázquez (1549-1604), de ser leído o bien expuesto, habrá suscitado más de una cuestión sobre el concepto de ente, sobre el juicio, sobre la libertad y la libertad divina. Más importante quizá sea tener presente que lo más probable es que los libros del P. Antonio Rubio (1548-1615) hayan sido utilizados como manuales hasta más allá de la mitad del siglo XVII, particularmente la famosa Logica mexicana o Breviores Commentarií in Universam Aristotelis Loqicam. (1607), reducción de un curso mayor como, igualmente, el compendio de su comentario a la física aristotélica.

La lógica (ler. año de la Filosofía) había sido escrita en México (de ahí su nombre) donde el P. Rubio enseñara durante veinticinco años y luego adoptada como texto en la Universidad de Alcalá. No es tan seguro, pero sí muy probable, que si se enseñaba la lógica por Rubio, se le haya seguido también en la física y en el tratado De Anima, es decir, en la psicología. Quienes han estudiado el pensamiento del P. Rubio, están de acuerdo en sostener que fundamentalmente coincide con las doctrinas de Francisco Suárez aunque cuidando siempre su personal independencia.[15]

Con esto ya poseemos apenas un cuadro doctrinal muy general; para nuestro gusto, demasiado difuso, pero no parece posible mejorarlo por carecer casi en absoluto de documentación. Sin embargo, es muy evidente que la Universidad de Córdoba abrió sus puertas (al mismo tiempo, por ejemplo, que la de Estrasburgo) cuando el siglo de oro español estaba en su máximo apogeo, lo cual, si es tenido en cuenta, permite formarse una idea general del ambiente: cuando la Universidad abre sus puertas, Suárez cuenta con sesenta y seis años, el ilustre Juan de Mariana tiene setenta y ocho; Miguel de Cervantes, sesenta y siete; el mismo Padre Rubio ;tiene sesenta y seis; Lope de Vega tiene cincuenta y dos, Francisco de Quevedo cuenta treinta y cuatro, Juan de Lugo treinta y uno; Saavedra Fajardo treinta; Juan de Santo Tomás tiene apenas veinticinco, Calderón es un muchacho de catorce y Gracián de trece.

Fuera de España, es conveniente recordar que Galileo está en la madurez de sus cincuenta y cuatro años, Bacon tiene cincuenta y tres, Kepler cuarenta y tres, Gassendi apenas veintidós, Descartes es un desconocido pues tiene solamente dieciocho años y no han nacido aun Newton, Leibniz, ni Malebranche. En varias Universidades europeas se enseña por Suárez y es bien conocido su influjo en Descartes, Leibniz, Spinoza, Vico, Wolff; es decir, hasta bien entrado el siglo XVIII. Estas indicaciones generales contribuyen a forjarnos una idea del ambiente doctrinal de los primeros profesores y estudiantes de la Universidad de Córdoba, principalmente respecto de la filosofía.

NOTAS

  1. Juan Manuel Garro. Bosquejo histórico de la Universidad de Córdoba, Buenos Aires, 1882, p. 36.
  2. Cayetano Bruno, Historia de la Iglesia en Argentina. Vol. II Ed. Don Bosco, Buenos Aires 1967, p. 369
  3. Luis Roberto Altamira, "El Seminario conciliar de Nuestra Señora de Loreto Colegio Mayor de la Universidad de Córdoba", Rev. de la Univ. N. de Córdoba, 29 NQ 9/10, p. 1534·1561, nov. - dic., 1942; El Seminario Conciliar de Nuestra Señora de Loreto, 465 pp., Inst. de Estudios Americanistas, Univ. N. de Córdoba., 1943; Cf. también Pedro Grenon, "Fundaciones: Nuestra segunda fundación. El Colegio Seminario de Santa Catalina en Santiago del Estero",Rev. de la Univ. N. de Córdoba., 28, n 112, p. 457-484, mayo, agosto 1941.
  4. Cf. Pedro Grenon, S. 1. Fundaciones educacionales: Seminario convictorio de San Francisco Javier, fundado en Córdoba, en 1613, por el Obispo Trejo, Rev. De la Univ. de Córdoba. 22, N° 9-10, p. 212.224, nov. . dic., 1935.
  5. Cf. José María Liqueno, Fray Fernando de Trejo y Sanabria, vol. 1, cap. X, Biblioteca del Tercer Centenario, Imp. Cubas, Córdoba, 1916.
  6. J. M. Garro, Op, cit., p. 38.
  7. Constituciones de la Universidad de Córdoba, p. 1, Introducción de Enrique Martínez Paz, Instituto de Estudios Americanistas, Universidad N. de Córdoba. 1944. (El subrayado es mío)
  8. Op.cit., p.7
  9. Bosquejo Histórico de la Universidad de Córdoba., p. 23 (el subrayado es mío).
  10. Cayetano Bruno, Op. cit., II, p. 396·398.
  11. "Fernando de Trejo y Sanabria", Estudios, N° 578, p. 655, nov. 1966, Buenos Aires.
  12. El trasplante cultural, II, p. 172.173.
  13. Bosquejo histórico de la Universidad de Córdoba, p. 22.
  14. Nacimiento y desarrollo de la filosofía en el Río de la Plata, p. 100.
  15. Sobre Antonio Rubio, cf. Ismael Quiles, "Ubicación de la filosofía del P. Antonio Rubio, S. J., dentro de la historia de la Escolástica", Ciencia y Fe, VII, 27 p. 7 - 46. San' Miguel, 1951; Guillermo Furlong. Nacimiento y desarrollo de la filosofía en el Río de la Plata, p. 100-109.

ALBERTO CATURELLI