Diferencia entre revisiones de «ROMERO, Luis Francisco»

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==ROMERO, Luis Francisco (Alcobendas, 1664; La Plata-Charcas 1728) Obispo==
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Nombrado obispo de Santiago el 26 de enero de 1705 por Clemente XI, toma posesión de la sede por medio de un apoderado en 1706  y personalmente el 21 de abril de 1708. Realiza dos visitas pastorales a su episcopado. En la primera, el 24 de abril de1709, se dirige al norte hasta Copiapó para luego regresar a Valparaíso por el camino costero, desde donde se dirige al sur, recorriendo todos los partidos desde Melipilla a Cauquenes. En el viaje al norte demoró 5 meses y 3 en el que hizo al sur, recorriendo aproximadamente 800 leguas y confirmando a unas diez mil personas.  La  segunda y última visita a su episcopado la efectúa el 1º de octubre de 1713,  recorriendo Aculeo, Rancagua, Alhué, Parral, Peumo, San Fernando y Navidad. En la ocasión confirmará a tres mil personas, levanta y repara capillas y fomenta la fabricación de iglesias parroquiales.
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Nombrado obispo de Santiago el 26 de enero de 1705 por Clemente XI, toma posesión de la sede por medio de un apoderado en 1706  y personalmente el 21 de abril de 1708. Realiza dos [[MOGROVEJO;_Pastor_de_la_Misericordia_(II) | visitas pastorales]] a su episcopado. En la primera, el 24 de abril de1709, se dirige al norte hasta Copiapó para luego regresar a Valparaíso por el camino costero, desde donde se dirige al sur, recorriendo todos los partidos desde Melipilla a Cauquenes. En el viaje al norte demoró 5 meses y 3 en el que hizo al sur, recorriendo aproximadamente 800 leguas y confirmando a unas diez mil personas.  La  segunda y última visita a su episcopado la efectúa el 1º de octubre de 1713,  recorriendo Aculeo, Rancagua, Alhué, Parral, Peumo, San Fernando y Navidad. En la ocasión confirmará a tres mil personas, levanta y repara capillas y fomenta la fabricación de iglesias parroquiales.
  
 
Durante su episcopado mantiene una relación muy tensa con las autoridades del Reino, particularmente con el gobernador Ustáriz, en parte por cuestiones de protocolo y por otra como producto de un temperamento fuerte, que le inclinaba a imponer sus ideas.  Su episcopado fue rico en proyectos y en obras, que incluso se habrían multiplicado si hubiera contado con la colaboración de las autoridades del Reino. Puso énfasis en la evangelización rural, en reformar las órdenes religiosas y en corregir algunas costumbres de la sociedad. Respecto del primer problema, el obispo se preocupa de que se incrementen las rentas de la iglesia, la fundación de iglesias parroquiales y  que los curas dispongan de tierras y casa donde vivir, para que se puedan sustentar  y  cumplir mejor su labor pastoral.  
 
Durante su episcopado mantiene una relación muy tensa con las autoridades del Reino, particularmente con el gobernador Ustáriz, en parte por cuestiones de protocolo y por otra como producto de un temperamento fuerte, que le inclinaba a imponer sus ideas.  Su episcopado fue rico en proyectos y en obras, que incluso se habrían multiplicado si hubiera contado con la colaboración de las autoridades del Reino. Puso énfasis en la evangelización rural, en reformar las órdenes religiosas y en corregir algunas costumbres de la sociedad. Respecto del primer problema, el obispo se preocupa de que se incrementen las rentas de la iglesia, la fundación de iglesias parroquiales y  que los curas dispongan de tierras y casa donde vivir, para que se puedan sustentar  y  cumplir mejor su labor pastoral.  
  
También se preocupa de las condiciones morales e intelectuales de los religiosos, recomendando no admitir la postulación a curatos u otros beneficios eclesiásticos a expulsos de órdenes religiosas.  En cuanto al clero regular, teniendo presente el breve de Paulo Quinto de 23 de enero de 1611, que recogen sucesivas reales cédulas, se empeña en la supresión de conventos que cuenten con menos de ocho religiosos, por estimar que en ellos se vive como seglares en desmedro de la labor pastoral. Al comienzo de su episcopado mantiene tensas relaciones con algunas órdenes religiosas, como  los agustinos de Talca y, particularmente, con los dominicos de Santiago.  
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También se preocupa de las condiciones morales e intelectuales de los religiosos, recomendando no admitir la postulación a curatos u otros beneficios eclesiásticos a expulsos de órdenes religiosas.  En cuanto al clero regular, teniendo presente el breve de Paulo Quinto de 23 de enero de 1611, que recogen sucesivas reales cédulas, se empeña en la supresión de conventos que cuenten con menos de ocho religiosos, por estimar que en ellos se vive como seglares en desmedro de la labor pastoral. Al comienzo de su episcopado mantiene tensas relaciones con algunas órdenes religiosas, como  los [[AGUSTINOS | agustinos]] de Talca y, particularmente, con los dominicos de Santiago.  
  
 
Respecto de los dominicos, critica la administración del beaterio de Santa Rosa,  bajo su responsabilidad. El debate en este caso toma tales dimensiones que  termina con la excomunión de Vicente Prado y de Antonio Ovalle, vicario general y prior de la orden, decretadas ambas por Romero, que a su vez  declara “''por entredicha la iglesia de dicho convento''”. El conflicto, que provoca enorme escándalo en Santiago, a mediados de 1711, termina gracias a la  mediación del gobernador Ustáriz y a que los excomulgados piden “''con humildad''” su absolución,  condición  exigida por el mitrado para concederla.  
 
Respecto de los dominicos, critica la administración del beaterio de Santa Rosa,  bajo su responsabilidad. El debate en este caso toma tales dimensiones que  termina con la excomunión de Vicente Prado y de Antonio Ovalle, vicario general y prior de la orden, decretadas ambas por Romero, que a su vez  declara “''por entredicha la iglesia de dicho convento''”. El conflicto, que provoca enorme escándalo en Santiago, a mediados de 1711, termina gracias a la  mediación del gobernador Ustáriz y a que los excomulgados piden “''con humildad''” su absolución,  condición  exigida por el mitrado para concederla.  
  
En la última parte de su episcopado,  la relación del obispo con el clero regular mejora, hecho reconocido por el propio Romero en su epistolario, donde se refiera positivamente a los mercedarios de Santiago y a los franciscanos de Cuyo, Santiago, Unigûe y San Pedro de Alcántara. El obispo también se preocupó de reformar los monasterios, mostrándose atento al cumplimiento de sus reglas, de los votos de pobreza, obediencia y castidad, y de la asistencia al coro, la oración y retiro. A pesar de estar conciente que la presencia de seglares resultaba inevitable en los monasterios, por la necesidad de criadas y la existencia de infantas que allí se educaban,  dispone limitar su número, para  no alterar  la clausura y preservar el silencio.  
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En la última parte de su episcopado,  la relación del obispo con el clero regular mejora, hecho reconocido por el propio Romero en su epistolario, donde se refiera positivamente a los [[MERCEDARIOS_EN_LA_EVANGELIZACIÓN_DE_AMÉRICA | mercedarios]] de Santiago y a los franciscanos de Cuyo, Santiago, Unigûe y San Pedro de Alcántara. El obispo también se preocupó de reformar los monasterios, mostrándose atento al cumplimiento de sus reglas, de los votos de pobreza, obediencia y castidad, y de la asistencia al coro, la oración y retiro. A pesar de estar conciente que la presencia de seglares resultaba inevitable en los monasterios, por la necesidad de criadas y la existencia de infantas que allí se educaban,  dispone limitar su número, para  no alterar  la clausura y preservar el silencio.  
  
 
También prohíbe a las seglares usar  “''telas de sedas de colores alegres en polleras y faldellines, jubones, mantillas ni rebozos''”, recomendando “''hábitos honestos de color musgo''”, para  evitar la “''profanidad de los trajes seculares''”. En otro orden de cosas, mediante autos, edictos y exhortos contribuye a que la población viva conforme a estrictas pautas morales. Su edicto del 2 de febrero de 1712 es, al respecto, muy didáctico.
 
También prohíbe a las seglares usar  “''telas de sedas de colores alegres en polleras y faldellines, jubones, mantillas ni rebozos''”, recomendando “''hábitos honestos de color musgo''”, para  evitar la “''profanidad de los trajes seculares''”. En otro orden de cosas, mediante autos, edictos y exhortos contribuye a que la población viva conforme a estrictas pautas morales. Su edicto del 2 de febrero de 1712 es, al respecto, muy didáctico.
 
  
 
==Bibliografía==
 
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ALIAGA, F. ''Relaciones a la Santa Sede enviadas por los obispos de Chile colonial'', Santiago 1975
 
ALIAGA, F. ''Relaciones a la Santa Sede enviadas por los obispos de Chile colonial'', Santiago 1975
  
LORENZO, S. ''Luis Francisco Romero, en Episcopologio chileno''. 1561-1815, II
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LORENZO, S. '' Luis Francisco Romero, en [[PANAMÁ;_Episcopologio | Episcopologio]] chileno''. 1561-1815, II
  
OVIEDO C. (Dir.), PRIETO DEL RÍO L., ''Diccionario Biográfico del clero secular de Chile. 1535-1918'', Santiago 1922
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OVIEDO C. (Dir.), PRIETO DEL RÍO L., ''Diccionario Biográfico del [[EVANGELIZACIÓN;_participación_del_clero_secular | clero secular]] de Chile. 1535-1918'', Santiago 1922
  
TORRES, M. ''El obispo de Santiago de Chile, don Luis Francisco Romero y la Guerra de Sucesión de España, en Boletín de la Academia Chilena de la Historia'' 101 (1990)
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TORRES, M. ''El obispo de Santiago de Chile, don Luis Francisco Romero y la Guerra de Sucesión de España, en Boletín de la Academia Chilena de la Historia'' 101 (1990)
  
 
'''SANTIAGO LORENZO'''
 
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Revisión actual del 05:20 16 nov 2018

(Alcobendas, 1664; La Plata-Charcas 1728) Obispo


Nombrado obispo de Santiago el 26 de enero de 1705 por Clemente XI, toma posesión de la sede por medio de un apoderado en 1706 y personalmente el 21 de abril de 1708. Realiza dos visitas pastorales a su episcopado. En la primera, el 24 de abril de1709, se dirige al norte hasta Copiapó para luego regresar a Valparaíso por el camino costero, desde donde se dirige al sur, recorriendo todos los partidos desde Melipilla a Cauquenes. En el viaje al norte demoró 5 meses y 3 en el que hizo al sur, recorriendo aproximadamente 800 leguas y confirmando a unas diez mil personas. La segunda y última visita a su episcopado la efectúa el 1º de octubre de 1713, recorriendo Aculeo, Rancagua, Alhué, Parral, Peumo, San Fernando y Navidad. En la ocasión confirmará a tres mil personas, levanta y repara capillas y fomenta la fabricación de iglesias parroquiales.

Durante su episcopado mantiene una relación muy tensa con las autoridades del Reino, particularmente con el gobernador Ustáriz, en parte por cuestiones de protocolo y por otra como producto de un temperamento fuerte, que le inclinaba a imponer sus ideas. Su episcopado fue rico en proyectos y en obras, que incluso se habrían multiplicado si hubiera contado con la colaboración de las autoridades del Reino. Puso énfasis en la evangelización rural, en reformar las órdenes religiosas y en corregir algunas costumbres de la sociedad. Respecto del primer problema, el obispo se preocupa de que se incrementen las rentas de la iglesia, la fundación de iglesias parroquiales y que los curas dispongan de tierras y casa donde vivir, para que se puedan sustentar y cumplir mejor su labor pastoral.

También se preocupa de las condiciones morales e intelectuales de los religiosos, recomendando no admitir la postulación a curatos u otros beneficios eclesiásticos a expulsos de órdenes religiosas. En cuanto al clero regular, teniendo presente el breve de Paulo Quinto de 23 de enero de 1611, que recogen sucesivas reales cédulas, se empeña en la supresión de conventos que cuenten con menos de ocho religiosos, por estimar que en ellos se vive como seglares en desmedro de la labor pastoral. Al comienzo de su episcopado mantiene tensas relaciones con algunas órdenes religiosas, como los agustinos de Talca y, particularmente, con los dominicos de Santiago.

Respecto de los dominicos, critica la administración del beaterio de Santa Rosa, bajo su responsabilidad. El debate en este caso toma tales dimensiones que termina con la excomunión de Vicente Prado y de Antonio Ovalle, vicario general y prior de la orden, decretadas ambas por Romero, que a su vez declara “por entredicha la iglesia de dicho convento”. El conflicto, que provoca enorme escándalo en Santiago, a mediados de 1711, termina gracias a la mediación del gobernador Ustáriz y a que los excomulgados piden “con humildad” su absolución, condición exigida por el mitrado para concederla.

En la última parte de su episcopado, la relación del obispo con el clero regular mejora, hecho reconocido por el propio Romero en su epistolario, donde se refiera positivamente a los mercedarios de Santiago y a los franciscanos de Cuyo, Santiago, Unigûe y San Pedro de Alcántara. El obispo también se preocupó de reformar los monasterios, mostrándose atento al cumplimiento de sus reglas, de los votos de pobreza, obediencia y castidad, y de la asistencia al coro, la oración y retiro. A pesar de estar conciente que la presencia de seglares resultaba inevitable en los monasterios, por la necesidad de criadas y la existencia de infantas que allí se educaban, dispone limitar su número, para no alterar la clausura y preservar el silencio.

También prohíbe a las seglares usar “telas de sedas de colores alegres en polleras y faldellines, jubones, mantillas ni rebozos”, recomendando “hábitos honestos de color musgo”, para evitar la “profanidad de los trajes seculares”. En otro orden de cosas, mediante autos, edictos y exhortos contribuye a que la población viva conforme a estrictas pautas morales. Su edicto del 2 de febrero de 1712 es, al respecto, muy didáctico.

Bibliografía

ALIAGA, F. Relaciones a la Santa Sede enviadas por los obispos de Chile colonial, Santiago 1975

LORENZO, S. Luis Francisco Romero, en Episcopologio chileno. 1561-1815, II

OVIEDO C. (Dir.), PRIETO DEL RÍO L., Diccionario Biográfico del clero secular de Chile. 1535-1918, Santiago 1922

TORRES, M. El obispo de Santiago de Chile, don Luis Francisco Romero y la Guerra de Sucesión de España, en Boletín de la Academia Chilena de la Historia 101 (1990)

SANTIAGO LORENZO