PUEBLA DE LOS ÁNGELES; Arte Virreinal

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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Llamada «Relicario Colonial de América», la ciudad de Puebla de los Ángeles posee varias de las mejores obras del arte desarrollado en la Nueva España, pues habiendo sido trasladada a ella la sede de la primera Diócesis Novohispana (Tlaxcala) y adquiriendo pronto la condición de segunda ciudad en importancia del virreinato, pudo hacer realidad varios de los ideales de las dos repúblicas: la de españoles y la de indios. A ello se agrega que el centro histórico de la Angelópolis, “a diferencia de otras ciudades de la Nueva España, ha conservado casi intacta la traza original dentro de la cual se agrupan alrededor de dos mil seiscientos edificios catalogados como históricos, lo que la convierte en la más rica de su género de todo el continente y que le ha ganado el título de « patrimonio cultural de la humanidad».”[1]

Catedral

Como el más notable símbolo de lo anterior encontramos a su majestuosa Catedral; espacio arquitectónico que dio cabida a todos los estamentos de la población angelopolitana. Antes que fray Julián Garcés trasladara su Sede Episcopal de Tlaxcala a Puebla, en ésta última existía ya una “Iglesia Mayor” dedicada a la Inmaculada Concepción, la cual empezó a funcionar como Catedral a partir de octubre de 1539. Pero ese templo presentaba serios deterioros por lo que el Cabildo solicitó al Rey la autorización para construir uno nuevo en dos solares contiguos. “Fue hasta el 24 de enero de 1575, cuando por instrucciones del virrey don Martín Enríquez de Almanza, se dio asignación a Francisco Becerra, maestro mayor y a Juan de Cigorondo, obrero mayor, ambos de la ciudad de México, para que mostraran al cabildo angelopolitano, la traza y montea de la obra por dentro y por fuera, planos que fueron aceptados con entusiasmo por los capitulares, dando con ello principio a la construcción de la magnífica Catedral que hoy conocemos.”[2]

La edificación avanzó lentamente y para 1626 los trabajos se suspendieron totalmente. En 1629 se reanudaron con cierto desgano. En 1634 Luis Gómez de Trasmonte, alarife y maestro mayor de la Catedral de México revisó la obra y recomendó hacer modificaciones y enriquecer las estructuras. El 22 de julio de 1640 arribó a la ciudad de Puebla para tomar posesión de su Sede Episcopal, el beato Juan de Palafox y Mendoza quien vino acompañado de Pedro García Ferrer. “García Ferrer se encargaría totalmente de la obra catedralicia, siguiendo las recomendaciones de Gómez de Trasmonte… Por supuesto que el constructor Palafoxiano realizó cambios a la traza original, entre ellos el cerramiento de las bóvedas, destacando, como lo recomendaba Gómez de Trasmonte, que las tres naves centrales quedaran más altas que las capillas hornacinas. García Ferrer elevó mucho más las bóvedas de la nave central, de tal manera que permitió una iluminación completa del recinto.”[3]

Cuando aún faltaban las torres y las fachadas, el Obispo Palafox recibió la noticia de su traslado al obispado de Osma, España. Entonces “se aceleraron los trabajos para que el recinto fuera consagrado antes de la partida del obispo. Palafox quizá pensaba que la ceremonia coincidiera con la fecha de la fundación de la ciudad (16 de abril), pero razones técnicas le obligaron a aplazar el rito dos días, así que el nuevo edificio fue consagrado el 18 de abril de 1649, a la gloria y honra de la Inmaculada Concepción de María, advocación que fuera la patronal desde la antigua sede.”[4]

La torre norte es la única que tiene campanas, siendo digna de mención la campana llamada «María» que tiene un peso de ocho y media toneladas; esta torre norte se terminó en 1678 y la torre sur en 1731. Ambas torres tienen 70 metros de altura, y durante el periodo virreinal fueron las más altas de cualquier templo hispanoamericano. “Su estructura es sencilla pero está tan bien ideada y proporcionada, que resultan airosas y al mismo tiempo ricas en su juego de luces y sombras.”[5]

Las fachadas son de estilo más renacentista que barroco pues éste último se reduce, en la fachada principal, a las tarjas y relieves de Santa Teresa y Santa Rosa de lima, y en la fachada lateral a las efigies de los reyes bajo cuyo mandato se erigió ésta Catedral. En el interior encontramos muestras importantes del barroco, especialmente en el Altar de los Reyes. “En la arquitectura de Puebla, el barroco muestra una mesurada sobriedad: la ornamentación se limita a cubrir con guías vegetales los frisos, enjutas, marcos de los vanos y en ocasiones las medias muestras y pilastras. En el retablo de los Reyes de la Catedral poblana es excepcional el empleo de las columnas salomónicas, donde en 1646 se utilizaron por primera vez en América.”[6]“Por tradición ha sido atribuido a uno de los más sobresalientes escultores españoles: Martínez Montañés, hecho que se ha prestado a muchas y dudosas polémicas; haya sido o no dicho autor, no cabe duda que el retablo (de los Reyes) nos habla del gran maestro que los realizó.”[7]

De impresionante belleza es el Altar Mayor llamado «Ciprés», construido en estilo neoclásico y bendecido el 5 de diciembre de 1819. El Ciprés tiene una altura de 17.50 metros contados desde el piso hasta la estatua de san Pedro situada en su parte superior. Arriba del altar se encuentra una hermosa imagen de la Inmaculada Concepción, obra del célebre arquitecto Manuel Tolsá.

Iglesia de San Francisco

En 1532, el año siguiente de la fundación de la ciudad de Puebla, fray García de Cisneros dio inicio a la construcción de una pequeña capilla y una vivienda para los religiosos franciscanos. Desde esa primera construcción se desarrollaron el Templo y el Convento de San Francisco. Para 1550 el Templo estaba ya techado con bóvedas de cañón, y el Convento tenía terminado uno de sus tres grandes claustros. Tras la confiscación de los conventos de México decretada en las Leyes de Reforma↗, el convento fue convertido en cuartel militar; uno de sus claustros es hoy un Colegio, otro un museo y el tercero ha vuelto a ser el convento de los frailes franciscanos.

Del Templo de San Francisco destaca su torre de 63 metros de altura, sólidamente construida entre los años de 1730 y 1748. “Lo más importante del templo es la fachada. Revestida de ladrillos y ornada con grandes placas de azulejos con motivos florales, ostenta una rica portada de tres cuerpos, toda de cantera, muy bien labrada. No tiene ni la fuerte organización lineal de los templos ultra barrocos del Valle de México, pero es bastante original y muy decorativa. La ornamentación de la parte superior está finamente trabajada. El conjunto de toda la fachada es muy pintoresco y caracteriza el gusto poblano de rodear una portada de piedra con grandes decoraciones de azulejos.”[8]En el interior del Templo se venera el cuerpo incorrupto del beato fray Sebastián de Aparicio↗.

Iglesia de San Agustín

Los agustinos, que fueron la tercera orden en arribar a Nueva España, solicitaron a la Santa Sede y al Virrey autorización para fundar en Puebla una casa; la aprobación a su solicitud la obtuvieron en 1541 pero por diferentes razones la hicieron efectiva sólo cinco años después y en 1546 arribaron a Puebla siete frailes encabezados por fray Diego de la Cruz.[9]El Cabildo les donó dos manzanas donde construyeron un templo provisional dedicado a Santa Rita mientras se daban a la tarea de erigir el templo grande. “El caso es que para 1590 ya se trabajaba con gran intensidad en la edificación, dado que proyectaron un edificio de considerable envergadura (…) Las bóvedas fueron cerradas en 1607 por el maestro Mateo Cuadrado. La mayor parte de la obra debió concluirse entre 1612 y 1615 (…) Mucho antes de terminarla, se decidió ponerla en servicio, siendo la función solemne el 26 de agosto de 1612 (…) La ceremonia definitiva de consagración tuvo lugar el 9 de diciembre de 1629, dedicándose a la «Encarnación de Nuestra Señora», con el título de «Santa María de Gracia», nombre que nunca se usó, llamándose popularmente desde el principio: San Agustín (…) Desde la época virreinal, se decía y con razón, que no había iglesia alguna en la ciudad que compitiera con la de San Agustín en perfección arquitectónica.”[10]

Templo del Espíritu Santo

La Compañía de Jesús ( Jesuitas↗) se estableció en Puebla en mayo de 1578 en unos predios que habían sido propiedad del arcediano de la Catedral. Al año siguiente establecieron el Colegio de San Jerónimo para la formación de sacerdotes.[11]El rector Pedro de Morales logró que un rico vecino de Puebla, don Melchor de Covarrubias, aportara los recursos necesarios para la construcción del Templo y el Colegio Mayor del Espíritu Santo. A su muerte ocurrida en 1592, don Melchor donó todos sus bienes al Colegio.

En 1583 dio inició la construcción del Templo y se concluyó en 1600. “El cronista Fernández de Echeverría describe así la obra: «La Iglesia era un bello cañón de bóveda con un crucero de muy buenas proporciones, adornada en lo interior hasta las bóvedas, de flores y figuras de yeso a semejanza de la capilla del Rosario, con dos puertas, la principal al noroeste y la del costado al noreste y todos sus altares con muy buenos retablos dorados».”[12]Sin embargo, “en el siglo XVIII, el templo de la Compañía, como se le conoce hasta hoy, era tal vez, el más importante después de la Catedral, en él se celebraban tumultuosos oficios que hacían insuficiente el local, por ello, durante la gestión como rector del padre Ignacio Mozárabe, se decidió construir uno nuevo. Para una obra tan colosal se necesitaban recursos abundantes, por lo que, decidieron no demoler la antigua construcción, sino aprovechar los muros que fueran necesarios, como los laterales y la sacristía, de tal forma, edificaron una magnífica iglesia basilical de tres naves. Cada una de las laterales se compone de cuatro bóvedas iguales y sólidas columnas de cantera labrada, los pormenores arquitectónicos fueron cuidadosamente trabajados.”[13]

En esta casi totalmente nueva construcción se tomó una parte de la calle para edificar un portal, el cual da soporte al coro y las dos torres de grandes proporciones, las cuales se dejaron sólo en el primer cuerpo porque se temió que el portal no resistiera su peso.

Templo de La Concepción

El Templo conventual de las religiosas de la Limpia Concepción de Nuestra Señora (concepcionistas) quienes habían arribado a la ciudad de Puebla en 1593, fue dedicado a la Purísima Concepción de la Siempre Virgen María el 30 de noviembre de 1617. “La estructura fundamental de la iglesia fue bajo diseño y obra del arquitecto Francisco de Aguilar, quien se ajustó cabalmente a la disposición usual en los recintos litúrgicos de monjas, es decir, dividir el templo en tres espacios: el presbiterio, la parte de los fieles y al fondo los coros, muy importantes para la vida conventual (…) Especial atención tuvieron los coros de sólidas rejas de hierro que en 1615 forjó el maestro Francisco Domínguez y que sobrevivieron a las trasformaciones posteriores, mostrando su calidad y perfección en nuestros días.”[14]

El templo está conformado de una sola planta y dividido en ocho tramos de bóveda de cañón; cinco tramos componen el cuerpo de la iglesia, incluyendo el presbiterio y otros tres más grandes cobijan el área de los coros, amplios, majestuosos y ricos que tuvieron cinco retablos. “El antiguo convento fue suntuoso, tiene dos enormes claustros, uno era para las profesas y otro ligeramente menor para las novicias (…) El 5 de febrero de 1861, el Presidente Juárez decretó la reducción de los monasterios, es decir, que se fusionaran los conventos, las religiosas trinitarias se unieron con las concepcionistas desde el 23 de febrero de dicho año, pero de forma temporal, ya que para el 25 de diciembre de 1862, fueron todas expulsadas de La Concepción (…) En 1865, durante el efímero imperio, el convento de la Limpia Concepción fue fraccionado y dividido en lotes para ser vendido (…) El reducido espacio para las religiosas fue el claustro de profesas y unos cuantos anexos, los que perdieron en 1934, puesto que por salvarlo de expropiaciones, pusieron las escrituras en manos de prestanombres, los que al morir, heredaron a sus hijos quienes desconocieron el compromiso. Hoy la parte que quedó del monasterio ha sido cuidadosamente rescatada, el claustro mayor recobró su ornamentación esplendorosa, muchos de los aposentos volvieron a surgir como en sus mejores tiempos.”[15]

Capilla del Rosario

Anexa al Templo de Santo Domingo se encuentra la Capilla del Rosario, que es sin duda la mejor obra del barroco novohispano y una de las mayores realizaciones artísticas de México; por ello con toda razón fue calificada por Diego Gorozpe en el sermón que pronunció en la Octava de la consagración en 1690 como “la octava maravilla”.[16]

Pensada por el padre Juan de Cuenca O.P para rendir culto a la Madre de Jesucristo y para promover el rezo del Santo Rosario, él mismo dio inicio a la construcción de la capilla en el año de 1650. “Fray Agustín Hernández prosiguió su construcción, siguiéndole después Boecio de Zeballos y terminándola Diego Gorospe."[17]Los recursos para la construcción de la capilla fueron aportados por limosnas de la población de la ciudad; así fue señalado por el mismo Diego Gorospe: “Y para que mejor se vea, que en la capacidad de la Capilla caben sin pelear ser la obra de limosnas y la restitución de justicia, digo, que es más airosa la satisfacción, por ser de limosna, no ya de ricos, sino de pobres, que es lo más admirable.”[18]

La capilla tiene una planta en forma de cruz latina con brazos y testeros cortos; la nave es de cañón y está dividida en tres tramos. Justo encima del suntuoso ciprés está una cúpula angosta con tiene unas ventanas que lo iluminan. El impresionante interior se encuentra completamente cubierto de estuco dorado “que se caracteriza por ser puramente decorativo y didáctico…cubre pilastras, arcos y bóvedas sin ocultarlos”[19]

“Los relieves de oro, las pinturas y esculturas de la Capilla del Rosario son admirables e insuperables, representan en todo su esplendor el arte de Puebla, principalmente el barroco. Si atendemos a que los relieves, figuras y jeroglíficos no solamente son ornamentales sino símbolos de los misterios de la fe, y si tenemos la capacidad de explicarnos y entender por ellos el pensamiento de Santo Tomás de Aquino, que fue a quien siguió en esos símbolos Fray Agustín Hernández, estaremos de acuerdo con Diego Gorozpe…que la Capilla del Rosario de Puebla es la octava maravilla del Nuevo Mundo.”[20]

Casa del Alfeñique

De entre los cientos de edificios civiles que conforman el centro histórico de Puebla de los Ángeles destaca la Casa del Alfeñique. “En Puebla se desarrolló una variada tipología con acento estilístico propio (…) Salta a la vista que la diversidad de actividades de los pobladores generó soluciones distintas (…) En 1779 todas las casas eran de muy buena fábrica y bastante fortaleza, debido a la bondad de los materiales con que se fabricaban y a la solidez del suelo en que asentaban sus cimientos”.[21]

El Alfeñique es una pasta elaborada con azúcar y amasada con aceite de almendras que toma la consistencia de turrón; la Casa del Alfeñique fue llamada así porque, efectivamente, su fachada parece estar decorada con alfeñique. Fue a finales del siglo XVIII que el maestro herrero Juan Ignacio Morales encargó al arquitecto Antonio Santamaría le construyera la casa en un predio de su propiedad. La casa, de estilo barroco y tres niveles, tiene dos fachadas muy bien balanceadas. Los balcones de hierro forjado resaltan con las jambas y marquesinas recubiertas por la argamasa blanca como “de alfeñique”.

El edificio fue la casa-habitación de la familia Morales hasta el año de 1874, pasando a manos del filántropo Alejandro Ruiz Olavarrieta quien a su vez la cedió en 1896 a la Beneficencia Pública del Estado. Desde 1926 la Casa del Alfeñique alberga al museo regional, primer museo que tuvo la ciudad de Puebla.

Casa del Deán

Esta construcción del siglo XVI de refinado estilo renacentista fue demolida casi en su totalidad para convertirla en sala cinematográfica. Sin embargo pudo ser –en parte- rescatada y de ella se conservan únicamente su magnífica fachada y dos habitaciones. La fachada es completamente lisa donde resalta la portada de cantera gris que consta de dos cuerpos y un remate. Las dos habitaciones rescatadas se encuentran en el piso superior al cual se accede por una escalera que originalmente estaba situada en otro lugar. Una de esas habitaciones probablemente fue el comedor está decorada con pinturas de una cabalgata de amazonas; la otra habitación, que fue la recámara del deán de la Catedral, propietario original de la casa, está decorada con los temas de «Los Triunfos», que son alegorías tomadas de los poemas de Francesco Petrarca. “La casa del deán Tomás de la Plaza, fechada en 1580, es magnífico ejemplo del manierismo. En su destruido interior se conservan espléndidos ejemplos de pintura mural donde, con el tema de los Triunfos, se aglutinan las tradiciones iconográficas del mundo prehispánico y las ideas de Petrarca. Ese sincretismo explica la presencia de símbolos antiguos que concuerdan con las ideas del humanismo.”[22]

Notas

  1. Merlo Juárez Eduardo, Quintana Fernández José Antonio, Pavón Rivero Miguel. La Catedral Basílica de la Puebla de los Ángeles. Upaep- H. Ayuntamiento de Puebla, segunda edición, Puebla, 2006, p. 15
  2. Ibídem, p. 41
  3. Ibídem, p.46
  4. Ibídem, p.47
  5. Manrique Jorge Alberto. Las catedrales. Historia del Arte Mexicano. Tomo 6. SEP Salvat, segunda edición, México, 1986, p. 775
  6. Castro Morales Efraín. Arquitectura de los siglos XVII y XVIII en la región de Puebla, Tlaxcala y Veracruz. Historia del Arte Mexicano. Tomo 6. SEP Salvat, segunda edición, México, 1986, p. 863
  7. Maquívar Ma. Del Consuelo. Retablos del siglo XVII. Historia del Arte Mexicano. Tomo 8. SEP Salvat, segunda edición, México, 1986, p. 1125
  8. Doctor Atl. Iglesias de México. Tipos poblanos. BUAP, segunda edición, Puebla, 2000, p.54.
  9. Cfr. Merlo Juárez Eduardo, Quintana Fernández José Antonio. Las Iglesias de la Puebla de los Ángeles. Tomo II, Secretaría de Cultura de Puebla, Upaep, Puebla, 2001, p. 149
  10. Ibídem, p. 151
  11. Cfr. Merlo Juárez Eduardo, Quintana Fernández José Antonio. Las Iglesias… Op. Cit, p. 113
  12. Ibídem, p.114
  13. Ibídem, p. 115
  14. Ibídem, p. 194-195
  15. Ibídem, pp. 204-205.
  16. Octava Maravilla del Nuevo Mundo en la gran Capilla del Rosario, editada por Diego Fernández de León, 1690. El original se encuentra en la Biblioteca Palafoxiana. Edición facsimilar de 1985 realizada por la Junta de Mejoras del Municipio de Puebla.
  17. Prólogo de la edición facsimilar, p. XI.
  18. Ibídem, p XV
  19. González Galván Manuel. Génesis del barroco y su desarrollo formal en México. Historia del Arte Mexicano. Tomo 6. SEP Salvat, segunda edición, México, 1986, p. 817
  20. Octava Maravilla, Op. Cit, prólogo de la edición facsimilar, p. XIII
  21. Díaz Marco. La arquitectura civil en Nueva España. Historia del Arte Mexicano. Tomo 6. SEP Salvat, segunda edición, México, 1986, p. 977
  22. Ibídem, p. 971

Bibliografía:

Historia del Arte Mexicano. Tomos 6 y 8. Ed. SEP Salvat, segunda edición, México, 1986,

Merlo Juárez Eduardo, Quintana Fernández José Antonio, Pavón Rivero Miguel. La Catedral Basílica de la Puebla de los Ángeles. Upaep-H. Ayuntamiento de Puebla, segunda edición, Puebla, 2006,

Merlo Juárez Eduardo, Quintana Fernández José Antonio. Las Iglesias de la Puebla de los Ángeles. Tomo II, Secretaría de Cultura de Puebla-Upaep, Puebla, 2001

Octava Maravilla del Nuevo Mundo en la gran Capilla del Rosario, editada por Diego Fernández de León, 1690. Edición facsimilar realizada en 1985 por la Junta de Mejoras del Municipio de Puebla.

Doctor Atl. Iglesias de México. Tipos poblanos. Ed. BUAP, segunda edición, Puebla, 2000


JUAN LOUVIER CALDERÓN