RAMOS DE LORA Juan
(Sevilla, 1722 – Mérida, 1790) Religioso franciscano, Misionero, Primer obispo de Mérida
Sumario
- 1 Patria y formación
- 2 Misionero en la Sierra Gorda (Querétaro)
- 3 Misión de Nuestra Señora de la Luz de Tancoyol
- 4 Misionero en California
- 5 Fray Juan Ramos de Lora: obispo en Venezuela
- 6 Un obispo reformador
- 7 Fundación del Seminario-Universidad
- 8 Desarrollo de la diócesis de Mérida – Maracaibo
- 9 NOTAS
- 10 Fundador del Seminario de San Buenaventura de Mérida
Patria y formación
Fray Juan Ramos de Lora OFM nació en Los Palacios y Villafranca, Sevilla, el 23 de junio de 1722 y falleció en Mérida de Venezuela, el 9 de noviembre de 1790. Provenía de una familia de clase acomodada, propietarios de tierras que eran cultivadas por sus padres.
Descubrió su vocación desde niño, y cuando tenía quince años de edad ingresó en el convento franciscano de San Antonio de Padua de Sevilla, donde estudió Gramática, Humanidades y Filosofía. Emitió sus votos religiosos como fraile franciscano en 1743, y continuó con sus estudios de Teología, siendo ordenado sacerdote en 1746, cuando contaba 24 años de edad.
Manifiesto su deseo de propagar el evangelio como misionero, en 1749 las autoridades de la Orden le destinaron como misionero a la Nueva España, llegando al convento de San Fernando de la ciudad de México, convento del que se preparaban quienes habrían de trabajar en las misiones que los franciscanos atendían la frontera norte del Virreinato novohispano, es decir, las situadas en «la gran chichimeca», en Tejas y en Nuevo México.
Misionero en la Sierra Gorda (Querétaro)
Fue destinado con otros misioneros franciscanos a la Sierra Gorda, la cual se caracteriza por un terreno muy accidentado, que incluye cañones y escarpadas montañas. Las altitudes varían desde unos 300 metros sobre el nivel del mar en el Río Santa María Canyon en Jalpan, hasta los a 3.100 metros sobre el nivel del mar en el Cerro de la Pingüica en Pinal de Amoles. La misión de Jalpan fue fundada en 1750. Esta y las otras cinco misiones de Sierra Gorda fueron fundadas por los franciscanos entre 1750 y 1760. Entre sus fundadores hay que recordar a Fray Juan Ramos de Lora en Tancoyol, Fray José Antonio de Murguía en San Miguel Conca, Fray Juan Crispi en Tilaco, y Fray Miguel de la Campa en Landa.
Fray Juan Ramos de Lora permaneció dieciséis años en aquellas misiones, conviviendo con los indios pames. A estas misiones franciscanas de la Sierra Gorda de Querétaro, llegará también Fray Junípero Serra Ferrer (beatificado en 1988 por San Juan Pablo II y canonizado por el Papa Francisco en septiembre de 2015), antes de pasar a fundar las misiones de California. En las misiones de Sierra Gorda los franciscanos pusieron en marcha una metodología misionera que ya habían comenzado a actuar dos siglos antes, desde su llegada como misioneros en el Nuevo Mundo.
Ellos, y de modo eminente Fray Junípero Serra, querían poner en marcha la visión ideal y utópica franciscana, que consistía en el conocimiento antropológico de aquellos pueblos, de su lengua y la comprensión de la problemática social, para poder acompañarlos en su desarrollo. Por ello se dieron a la tarea de «reducir en policía» aquellas gentes rudas, dispersas y generalmente consideradas «primitivas». El término «reducir en policía» entró en uso desde los comienzos de la evangelización.
Por ello estos franciscanos apoyaron y fortalecieron las capacidades de organización y producción de los indígenas indios; les ayudaron a asentarse, a cultivar las tierras, aprender modos de vida más ordenados, así como la enseñanza de la doctrina cristiana en sus lenguas nativas; en el caso de las poblaciones indígenas de Sierra Gorda será la lengua pame. Se trató de una tarea misional de grandes dimensiones y profundas consecuencias desde el punto de vista humano, y cuyos resultados son hoy apreciables en el desarrollo de estas poblaciones y en su supervivencia, así como en el arte barroco propio que reflejan las construcciones de la misiones.
La evangelización de esta accidentada Región resultó extremadamente ardua. Los pueblos indígenas de la región eran cazadores nómadas, como los pames, guachichiles, jonaz, y otros grupos como los otomíes y huastecos; todos ellos llamados por los aztecas como « chichimecas», equivalente a «pueblos bárbaros». Los conquistadores españoles no pudieron dominar por completo esta Sierra Gorda debido a lo accidentado del terreno y una feroz resistencia, sobre todo por el pueblo jonaz.
Los primeros intentos evangelizadores fracasaron por la fuerte oposición de los pobladores indígenas, que con frecuencia destruyeron las misiones recién construidas. Esta oposición hostil perdurará en algunos lugares hasta finales del siglo XVIII. Así la misión fue fundada en 1797 por el franciscano Juan Soriano Guadalupe en Puerto de Tejamanil en el municipio de Pinal de Amoles; la misión de la Purísima Concepción de Bucareli, que nunca se terminó y sólo se pudo construir una parte del monasterio y de la Iglesia. Sólo en el siglo XVIII, y en medio de notables dificultades, se llevó a cabo una pacificación militar por José de Escandón en 1740 que permitió la construcción de las misiones permanentes en el corazón de la Sierra Gorda.
Las cinco misiones franciscanas donde Fray Junípero Serra tuvo un papel importante como Presidente (así llamado) de aquellas misiones fueron construidas en el territorio pame, más acogedoras que los otros grupos indígenas a la presencia española y misionera. Los españoles llevaron a cabo aquí el antiguo método de «reducir» las poblaciones formando núcleos de aldeas, futuros pueblos, alrededor de las misiones.
Fray Junípero Serra pasó ocho años, hasta 1770, en el proyecto de construcción de estas misiones, cuando una serie de hechos históricos, incluyendo la expulsión de los jesuitas, determinaron el traslado de un grupo de franciscanos a California, precisamente bajo la presidencia de Fray Junipero Serra. Entre estos franciscanos se encontraba también Fray Juan Ramos de Lora.
Estas misiones, prácticamente impenetrables, quedarían durante casi dos siglos al margen de la historia social y política de los últimos años del Virreinato español, y luego totalmente marginados por la nueva República mexicana; también durante los azarosos años de la Revolución mexicana y sus secuelas. Sólo a finales del siglo XX, aquellas misiones, construidas con enormes sacrificios, pero que yacían en un triste abandono y deterioro y daños, serán de nuevo revitalizadas por la diócesis de Querétaro.
En 2003 la UNESCO las declara «Patrimonio Mundial de la Humanidad» mediante un acuerdo, hoy reflejado en varias lápidas que rezan:
- “Las iglesias franciscanas de este sitio fueron edificadas a mediados del siglo XVIII, durante la última fase de la evangelización del interior de México y se convirtieron en un elemento de referencia para la prosecución de la evangelización en California, Arizona y Tejas. Sus fachadas ricamente ornamentadas ofrecen un interés particular porque son un ejemplo de la labor creadora conjunta de los indios y los misioneros. Los poblados rurales creados en las cercanías de la misiones han conservado su carácter autóctono.”
Misión de Nuestra Señora de la Luz de Tancoyol
La misión de Nuestra Señora de la Luz de Tancoyol fue fundada por Fray Juan Ramos de Lora. Su templo, con decoración vegetal profusa, es la más elaborada de las cinco misiones, con una estructura similar al de las otras misiones franciscanas. Fray Juan Ramos de Lora vivió allí desde 1761 hasta 1767. El tema básico de la fachada es la misericordia, representada por las intervenciones de la Virgen María y varios santos: San Pedro y San Pablo, San Joaquín y Santa Ana, con la virgen María en sus brazos, imágenes referidas a la Pasión, tales como clavos y una lanza, y la representación de los estigmas de san Francisco de Asís.
Como en todas las iglesias conventuales de los franciscanos y de los dominicos, se encuentran representados símbolos y los santos fundadores de ambas órdenes religiosas. En la fachada también se ven las antiguas órdenes caballerescas de Calatrava y Jerusalén, con sus cruces características. En el templo hay varios elementos que muestran la presencia de la mano indígena en su construcción, como la imagen de un jaguar y la de una persona con características olmecas. Toda la construcción indica la presencia de los evangelizadores y su mensaje a un mundo no cristiano que se proponían reconstruir con el mensaje del Evangelio.
En este sentido el método misionero de aquellos frailes evangelizadores se puede bien equiparar con la metodología evangelizadora de los antiguos monjes medievales, evangelizadores y constructores de la Europa cristiana, creando un arte específico, fruto de un mensaje y de un encuentro profundo con los pueblos que se proponían evangelizar, usando su mismo lenguaje y expresiones, como fueron el arte románico y el gótico.
Aquí, en la historia evangelizadora hispanoamericana nace un arte barroco específico y característico en sus formas, fruto de aquel encuentro entre el cristianismo anunciado por los frailes y los pueblos indígenas. Aquella evangelización fue creativa en sus modos de inculturarse en mentalidades que eran consideradas por muchos primitivas e incapaces de expresiones de un estilo, que bien se puede llamar extraordinariamente sublime, lo que demuestra la capacidad que tuvo el catolicismo de acoger lo mejor de estos pueblos.
Misionero en California
Fray Juan Ramos de Lora parte del virreinato de la Nueva España, con otros franciscanos, incluido Fray Junípero Serra, a las nuevas misiones entre los nativos de diversos grupos que se estaban implantando en las Californias. Allí estuvo entre 1767 y 1772, ejerciendo su labor misionera con el primer grupo de 15 misioneros franciscanos. Los franciscanos habían sustituido a los jesuitas en aquellas misiones, tras la expulsión de la Compañía de Jesús de todos los territorios de la Corona Española en 1767.
Los franciscanos se embarcaron en el puerto de San Blas, Nayarit, rumbo a las costas de California, acompañando al gobernador Gaspar de Portolá. Fundaron la misión de San Fernando en Baja California, y la misión de San Diego de Alcalá, la primera de las veintiuna misiones en los territorios inmensos de las Californias. Entre otras misiones fundadas en esta época, precisamente dirigidas por San Junípero Serra se citan las de San Carlos Borromeo en Monterey, la del Carmen en la Alta California, la de San Antonio de Padua, la del Arcángel Gabriel, de San Luís obispo, de San Juan de Capistrano, de San Francisco de Asís, de Santa Clara y de San Buenaventura.
No fue fácil para los franciscanos llevar a cabo una misión en un territorio totalmente desconocido y con dimensiones geográficas de extensiones inmensas en lo que hoy son los Estados norteamericanos de California, Nevada, Arizona, Nuevo México, Texas, y otros inmensos territorios del desconocido Oeste americano, así como los actuales Estados de la República Mexicana de Baja California, Sonora, Chihuahua, Sinaloa, Coahuila, Nuevo León, y Tamaulipas.
Si bien es cierto que en algunos de ellos los jesuitas habían fundado importantes misiones, una vez expulsados en 1767, tocaba a los franciscanos sustituirles en su trabajo apostólico. Los franciscanos comenzaron su trabajo con dificultades de todo orden, como bien se puede comprender, sea en relación a los pueblos indígenas entre los que debían evangelizar y que vivían generalmente divididos en pequeños grupos dispersos, sea a veces con los mismos exploradores y conquistadores españoles.
Tal fue el caso con uno de los primeros gobernadores españoles en California, Pedro Fages, que obligaron a Fray Junípero, presidente de aquellas misiones a viajar a la ciudad de México para tratar los problemas con el virrey Antonio María de Bucareli y Ursúa y pedir la remoción de Fages del cargo de gobernador. El virrey dio razón a Fray Junípero en sus quejas y cambió al gobernador en 1774, pudiendo así Fray Junípero regresar a California y llevar adelante una ímproba misión con recorridos de más de 900 kilómetros, y dando el sacramento de la confirmación a centenares de neo bautizados hasta su muerte el 28 de agosto de 1784.
Fray Juan Ramos de Lora estaba laborando en ese contexto californiano cuando fue llamado para otra misión muy distinta; esta vez en Venezuela, perteneciente a otro Virreinato, pero donde dará pruebas de su talante evangelizador.
Fray Juan Ramos de Lora: obispo en Venezuela
A raíz de la creación de un nuevo Obispado en Venezuela, el de Mérida, Fray Juan Ramos de Lora fue designado para ser el primer obispo de aquella sede. Y es que se había convertido en un destacado artífice de la evangelización mexicana y californiana, lo que le llevó a ser considerado la persona idónea para poner en marcha la nueva diócesis venezolana.
La creación de la diócesis de Mérida fue mediante una Bula fechada el 17 de febrero de 1778. Fray Juan Ramos de Lora fue designado su primer obispo a propuesta del rey Carlos III el 31 de agosto de 1780, siendo aprobado por el Papa Pío VI el 24 de septiembre de 1782. Fue consagrado en la catedral de Puebla de los Ángeles (México) en diciembre de ese mismo año.
Llegó a Maracaibo el 16 de marzo de 1784, permaneciendo en esta ciudad casi por un año. El 26 de febrero de 1785 llegó a Mérida de Venezuela. El 29 de marzo de ese mismo año dio inicio a la obra más importante de su episcopado: la fundación del seminario conciliar de San Buenaventura de Mérida, con rango universitario. Años más tarde sería llamada «Universidad de los Andes»
Un obispo reformador
Al llegar a su nueva diócesis, Fray Juan Ramos de Lora se encontró con problemas muy frecuentes en aquel entonces relativos a los límites de las diócesis. En su caso se trataba de trazar los límites con la Diócesis de Bogotá por la jurisdicción de Pamplona, lo cual le llevó a un prolongado litigio, que costó a la diócesis de Mérida 7.660 reales de vellón, según el apoderado del obispo en Madrid.
Los problemas que encuentra en la diócesis fueron los comunes en buena parte de las diócesis americanas, como la escasez e insuficiente preparación del clero diocesano y su concentración en las áreas urbanas; además había sacerdotes seculares implicados más en los asuntos y negocios temporales que en el cuidado espiritual de sus feligreses. La situación era una secuela de la situación en que había vivido aquel extenso territorio, hasta entonces parte del obispado de Caracas.
El territorio de Mérida distaba mucho de Caracas, y su atención pastoral sufría las consecuencias negativas de aquellas distancias y de la mala preparación de su clero. Por ello el nuevo obispo Fray trató de subsanar aquella situación formando mejor el clero diocesano, por lo que va a crear un seminario según las disposiciones del Concilio de Trento. Las reformas llevadas a cabo por el obispo Fray Juan Ramos de Lora en Mérida aún influyen en las características culturales de la ciudad. Ramos de Lora es una figura emblemática y presente de la misma.
Fundación del Seminario-Universidad
Un mes y tres días después de su llegada a Mérida, el nuevo obispo Fray Juan Ramos de Lora llevó a cabo la más gloriosa creación de su Episcopado, el Seminario de Mérida. El nuevo obispo destinó para sede del Seminario el Convento de los Padres Franciscanos. Luego, emitió trece cláusulas para constituir el Instituto.
Dos meses después de su creación, el Seminario contaba ya con 42 estudiantes, según consta en una carta dirigida al Rey por el obispo. Fue entonces que el obispo Ramos de Lora concibió la idea de levantar un edificio propio. Se dirige al Rey en carta del 21 de abril de 1787, donde le solicita autorización para la construcción del edificio. El Rey acede a su solicitud con una Real Cédula del 20 de marzo de 1789. Se le concede también darle el nombre de Seminario de San Buenaventura, con todos los fueros y privilegios correspondientes a los Seminarios Conciliares.
El obispo Ramos de Lora pidió además, que las clases de Teología, Derecho Canónico y de otras ciencias que en lo sucesivo se erigiesen, tuviesen el propio valor y derechos que las que al presente hubiesen fundadas, y que valiese el tiempo empleado en los estudios de unas y otras en cualesquiera Universidades y Audiencias para la recepción de grados y mérito, de la misma suerte que en los demás Colegios erigidos con aprobación regia. Todas sus peticiones fueron concedidas y para junio de 1790 el edificio ya estaba terminado. El obispo Ramos de Lora, muere cinco meses después, el 9 de noviembre de 1790.
Desarrollo de la diócesis de Mérida – Maracaibo
La diócesis de Mérida fue creada como diócesis de Mérida de Maracaibo el 16 de febrero de 1778 por el papa Pío VI con la Bula «Magnitudo Divinae Bonitatis», tomando territorio de la Arquidiócesis de Santafé de Nueva Granada, hoy Arquidiócesis de Bogotá, de la cual era originalmente sufragánea. Se llamaba así, porque su territorio abarcaba ambas ciudades de Mérida y Maracaibo.
El 29 de marzo de 1785 el primer obispo de la diócesis, Juan Ramos de Lora, estableció el seminario diocesano, el cual fue inaugurado el 1 de noviembre de 1790. El 24 de noviembre de 1803 en virtud de la bula «In universalis Ecclesiae regimine» del papa Pio VII, la diócesis pasó a formar parte de la provincia eclesiástica de la Arquidiócesis de Caracas. El 7 de marzo de 1863 cede parte de su territorio para el establecimiento de la diócesis de Barquisimeto y la Calabozo hoy ambas arquidiócesis.
El 28 de julio de 1897 cede parte de su territorio para la erección de la diócesis del Zulia (hoy Arquidiócesis de Maracaibo), y el 12 de octubre de 1922 otra parte para la de San Cristóbal de Venezuela. El 11 de junio de 1923, con la bula «Inter praecipuas» del papa Pío XI, la diócesis es elevada al rango de Arquidiócesis metropolitana. Posteriormente cedió otros territorios para la creación de las diócesis de Trujillo, Barinas y la de El Vigía-San Carlos del Zulia.
DHIAL.[1]
NOTAS
- ↑ www.arquidiocesisdemerida.org.ve/ver-arquidiocesishoy.asp; https://es.wikipedia.org/wiki/Arquidiócesis_de_Mérida_(Venezuela)
Sobre la misión de Fray Juan Ramos de Lora en las misiones franciscanas de Sierra Gorda (Nueva España) y de California: cf. S.C. Congregationis Pro Causis Sanctorum. Officium Historicum, 90; Montereyen. Seu Fresne., Canonizationis Beati Iuniperi Serra, Sacerdotis Professi O.F.M., Positio super vita et virtutibus ex officio concinata, Vaticano 1981: con una amplia bibliografía en orden cronológico, desde 1785 a 1977 (71 obras históricas). Fray Juan Ramos de Lora fue uno de los fundadores con Fray Junípero Serra Ferrer de aquella misiones franciscanas. Desde allí pasó a Venezuela como primer obispo de Mérida.
Obispos de Mérida desde su fundación como diócesis:
- Juan Ramos de Lora (1782-1790)
- Cándido Manuel de Torrijos (1791-1794)
- Antonio de Espinosa (1795-1800)
- Santiago Hernández Milanés (1801-1812)
- Rafael Lasso de la Vega (1815-1829)
- Buenaventura Arias Vergara, Obispo Auxiliar (1827-1829) y Vicario Apostólico de Mérida (1829-1831)
- José Vicente de Unda García (1836-1840)
- Juan Hilario Bosset Castillo (1842-1873)
- Román Lovera Arregui (1880-1892)
- Antonio Ramón Silva García (1895-1923)
Arzobispos de Mérida
- Antonio Ramón Silva García (1923-1927)
- Acacio Chacón Guerra (1927-1966)
- José Rafael Pulido Méndez (1966-1972)
- Ángel Pérez Cisneros (1972-1979)
- Miguel Antonio Salas Salas (1979-1991)
- Baltazar Enrique Porras Cardozo (1991 - ...)
Misionero franciscano. Primer Obispo de Mérida (1780-1790) y fundador, en 1785, del Colegio Seminario de San Buenaventura, institución educativa religiosa que en 1812 recibió el título de Real Universidad de San Buenaventura de Mérida de los Caballeros y de la cual se originaría la Universidad de Mérida, denominada a partir de 1883 Universidad de Los Andes.
Nació en Sevilla (España) el 23 de junio de 1722 y se le bautizó con el nombre de Juan Manuel Antonio Ramos de Lora. Por llevar el mismo nombre de su padre, Manuel Ramos, se cree que fue el primogénito. Su madre se llamaba Bárbara María de Lora. A los quince años aproximadamente ingresó en el Convento de San Antonio de Padua, de la orden seráfica, donde siguió la carrera eclesiástica. Recibió la ordenación sacerdotal a la edad de veinticuatro años, el 24 de septiembre de 1746.
El 29 de diciembre de 1749 Fray Juan Ramos de Lora partió desde Cádiz rumbo a América. De esa expedición formó parte Fray Junípero Serra con quien Ramos de Lora trabajaría en la región de California en la Misión de Todos los Santos. Llegado al convento de San Fernando de México en marzo o abril de 1750, inició la preparación, junto con ocho de sus compañeros, para la labor misional en la Sierra Gorda. Allí permanecería durante varios años. En 1758 está al frente de la misión de Nuestra Señora de la Luz de Tancoyol junto con el padre Fray Antonio Paterna y luego de doce años de intensa actividad entre los indios Pames es nombrado presidente de todas las misiones de Tierra Gorda. A mediados de 1767 regresa al Convento de San Fernando en Ciudad México.
En 1768 se ejecuta la real orden de expulsión de los jesuitas, quienes son sustituidos en las misiones por los franciscanos. Fray Junípero Serra es nombrado presidente de las misiones de California adonde se trasladó con un grupo de ocho misioneros; allí se les unió otro grupo de cinco entre quienes se encontraba Fray Juan Ramos de Lora. Hecha la distribución de las misiones exjesuíticas, le correspondió a Ramos de Lora la de Todos los Santos o de Santa Rosa, la más importante de todas. Al frente de esta misión estuvo durante algunos años (1768-1772) y contó con el apoyo del Visitador General del Virreinato Don José de Gálvez. Sin embargo tuvo que renunciar a su trabajo apostólico en la Baja California debido por una parte a conspiraciones y acusaciones que se tejieron en su contra y por la otra al hecho de que esta misión fue reclamada por los padres dominicos apoyados en Reales Cédulas.
Fundado el obispado de Mérida de Maracaibo el 17 de febrero de 1778 mediante la bula Magnitudo divinae bonitatis del Papa Pío VI, fue designado Fray Juan Ramos de Lora como su primer obispo en virtud tanto de sus méritos como del apoyo e influencia del Secretario de Estado don José de Gálvez. Fue consagrado el 22 de junio de 1783 en Ciudad México y emprendió viaje hacia su diócesis probablemente en agosto. El 18 de marzo de 1784 tomó posesión del Obispado.
Su primera preocupación, además de la de poner orden en la nueva Diócesis, fue la de fundar un Colegio Seminario, para lo cual dio el primer paso el 29 de marzo de 1875 instalando una casa de estudios en el convento que había sido de los Franciscanos, para entonces abandonado, donde se impartiría a los jóvenes inclinados a la carrera eclesiástica máximas de religión, lengua latina, gramática y materias morales.
En 1787, cumplidos por el Obispo Ramos de Lora todos los requisitos necesarios, el rey Carlos III, por Cédula del 9 de junio de 1787, aprobó y erigió en Colegio Seminario Tridentino la Casa de Estudios establecida en el convento de los Franciscanos.
En marzo de 1789 Carlos IV aprobó la construcción de un edificio para el Seminario, que pasó a denominarse Real Seminario Tridentino de San Buenaventura y a gozar de todos los privilegios y fueros que como tal habían de corresponderle. El 1 de noviembre de 1790 el Obispo Ramos de Lora, enfermo, debilitado y ya cercano a la muerte instaló el Seminario en su nuevo edificio y lo consagró a la misión para la cual fue concebido. Este Seminario evolucionó y con el tiempo llegó a otorgar grados mayores y menores y adquirió prestigio académico, a tal punto que se solicitó su conversión en Universidad. El 21 de septiembre de 1810 la Junta Superior Gubernativa de Mérida le concedió esta gracia al Seminario, otorgándole el título de Real Universidad de San Buenaventura de Mérida de los Caballeros. De este Seminario se originó, como ya dijimos, la Universidad de Mérida, que a partir del 24 de septiembre de 1883 por decreto del gobierno de Antonio Guzmán Blanco pasó a denominarse Universidad de Los Andes.
Cumplida su obra fundacional, Fray Juan Ramos de Lora sufrió un agravamiento de su enfermedad y falleció en la mañana del 9 de noviembre de 1790. Su cuerpo fue sepultado en medio del presbiterio de la iglesia del Seminario que él había fundado. Por constituir este Seminario el germen y el fundamento de lo que posteriormente sería la Universidad, algunos historiadores consideran a Fray Juan Ramos el fundador de la Universidad de Los Andes.
Referencias:
Odilio Gómez Parente (Pbro.) Fray Juan Ramos de Lora, Obispo insigne y sembrador de cultura. (Documentos inéditos sobre su vida y actividad). Edición del Ejecutivo del Estado Mérida, Caracas, 1972; pp.3-59.
Odilio Gómez Parente. “Ramos de Lora, Juan”. En Fundación Polar. Diccionario de Historia de Venezuela (2ª ed). Caracas, Exlibris, 1997. T. 2, pp.808-809
Baltazar E. Porras Cardozo (Arzobispo). El ciclo vital de Fray Juan Ramos de Lora. Mérida, Ediciones del Rectorado-ULA, 1982; pp.18-71,102-112. Carlos Chalbaud Zerpa. Compendio Histórico de la Universidad de Los Andes de Mérida de Venezuela. Mérida, Vicerrectorado Académico -ULA, 2000; pp. 42-49.