HOSPITALES Y HOSPICIOS DE LA NUEVA ESPAÑA

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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Junto con la obra educativa, la beneficencia manifestó objetivamente el humanismo cristiano que guió los propósitos de la Iglesia y de la Corona española y el actuar de muchos de sus súbditos en América durante el siglo XVI. La fundación de hospicios y hospitales, instituciones inimaginables en la época prehispánica, no se circunscribía a la construcción de un edificio, porque además de la obra material era necesario que una «congregación» o cuando menos una «cofradía» se hiciera cargo del funcionamiento de la institución, de la atención a niños o enfermos, y de la obtención o administración de los fondos para su sostenimiento. Por su número y continuidad a lo largo de tantos años, se hace evidente que el espíritu de solidaridad que imperó en esos grupos sociales y en esas obras de beneficencia social no fue un accidente aislado sino una permanente tendencia.


Hospitales


El primer hospital del Nuevo Mundo se construyó en 1503 en la isla de La Española bajo la advocación de San Nicolás de Bari. En la Nueva España el primer hospital “fue el de la Limpia Concepción de Nuestra Señora, fundado por Hernán Cortés (…) Lo concibió como una obra personal, destinando a su construcción y sostenimiento el producto de parte de sus bienes.”[1]Para ese primer hospital de la Nueva España, Hernán Cortés fundó la Cofradía de Nuestra Señora, del que fueron sus primeros mayordomos los conquistadores Villarroel y Soldevilla. Durante sus primeros años se mantuvo de limosnas, hasta que en 1547 fue ampliamente dotado por el testamento de Hernán Cortés, que en su cláusula IX dice: “yten mando que la obra del hospital de Nuestra Señora de la Conceción, que yo mandé hazer en la ciudad de México en la Nueva España, se acabe a mi costa (…) y para los gastos de la obra del dicho hospital señalo especialmente la renta de las tiendas y casas que yo tengo en la dicha ciudad de México…[2]En ese hospital ejercieron los primeros médicos que tuvo la ciudad de México: Pedro López, Cristóbal de Ojeda y Diego Pedraza y llegó a atender 400 enfermos al año.[3]El Hospital de La Concepción cambió después su nombre a Hospital de Jesús.


En la misma ciudad de México, en 1564 el doctor Pedro López fundó el Hospital de San Lázaro, destinado a los leprosos “sin distinción de raza, fortuna o jerarquía, con un mayoral perpetuo «que trabajará por amor de Dios, y un médico, que cure solo por el amor de Dios; si no le encontrase, el mayoral le señalará salario», según reza el documento fundacional.”[4]Posteriormente se hicieron cargo de este hospital los Hermanos de San Juan de Dios quienes ampliaron el edificio con grandes salones, patios y jardines. En 1784 la Corona se hizo cargo y tomó el nombre de Real Hospital de San Lázaro.


En 1582 la Cofradía del Tránsito de Nuestra Señora fundó el Hospital de Nuestra Señora de los Desamparados, que estuvo destinado a mulatos y mestizos y se sostenía de las rentas de propiedades donadas a ese efecto. Al finalizar el siglo XVI, en la ciudad de México, además de los mencionados funcionaban el Hospital de Santiago, destinado a niños indígenas; el Hospital Real de Bubas, llamado “del Amor de Dios” fundado por fray Juan de Zumárraga; el Hospital de San Pedro y el Hospital Real de Indios.


Se llamaban «Hospitales Reales» aquellos que se erigían y sostenían “dotados por la Real Hacienda”, como el último citado Hospital Real de Indios, creado por cédula de Felipe II dada en Madrid el 18 de mayo de 1533 que dice así: “...Por ende vos mando, que luego que ésta veáis proveáis como en esa ciudad en la parte que os pareciere más conveniente se haga un hospital para los yndios pobres dessa tierra en la obra y edificio, del cual se gasten de penas de cámara (multas) dessa Nueva España, dos mil pesos de oro (…) y hecho el dicho hospital se dé en cada año …. Cuatrocientos pesos de oro de la hazienda de su Magestad, para la sustentación de los yndios pobres, que en dicho hospital uviere….”[5]La Enciclopedia de México en su página 4037 señala que este hospital “A fines del siglo XVIII recibía un promedio de 200 personas diarias.”


En la ciudad de Tlaxcala hacia el año de 1527 los franciscanos construyeron anexo a su convento el Hospital de la Encarnación para indígenas, el cual tenía 140 camas atendido por su correspondiente cofradía y que se sostenía de limosnas de los mismos indígenas; fray Toribio de Benavente escribió al respecto: “como los yndios son muchos, aunque den poco, de muchos pocos se hace un mucho, y más siendo continuo, de manera que el hospital está bien provisto.”[6]


Por lo que se refiere a la provincia de Michoacán sobresale la personalidad de fray Juan de San Miguel, fundador de la mayoría de los que hubo en esa provincia. “En ellos se atendía a los enfermos, vecinos y forasteros, y se daba posada a los caminantes indígenas y españoles pobres. Colocó (fray Juan) sus fundaciones bajo la advocación de Nuestra Señora de la Concepción, y en todos fundó cofradías de la misma denominación, entrando en ellas los que querían (…) los cófrades servían cinco o seis días cada semana, con sus mujeres, en la atención de los enfermos, y, según dice fray Isidro Félix de Espinosa en su «Crónica de la Provincia franciscana de Michoacán», fue de tan feliz efecto esta providencia en aquella tierra, que en la pestilencia grande que hubo en el año de 1577, donde murió la mayor parte de los indios, estuvieron en algunos de estos hospitales más de cuatrocientos enfermos, donde eran servidos y proveídos con mucho cuidado y caridad.”[7]


Aún más célebres fueron los «Hospitales de Santa Fe» llamados también «Hospitales-Pueblo» fundados por Vasco de Quiroga, siendo los primeros el Hospital de Santa Fe en 1532 en las afueras de la ciudad de México, y el de Tzintzuntzan en Michoacán, en 1534. Vasco de Quiroga erigió sus hospitales como instituciones medievales, es decir, como “instituciones para recoger huérfanos, hospedar peregrinos, albergar a los desvalidos y cuidar adicionalmente la salud. Vasco de Quiroga (…) concibió los hospitales-pueblo (como) congregaciones de indígenas fundadas en el conocimiento y la práctica del cristianismo, el trabajo colectivo y la vida comunal, y cuyo funcionamiento comprendía todos aquellos servicios.”[8]También en Pátzcuaro fundó Vasco de Quiroga el Hospital de Nuestra Señora de la Concepción y Santa Marta, en cuyo templo colocó una imagen de la Virgen con la inscripción Salus infirmorum (Salud de los enfermos) lo que llevó a ser conocido como Hospital de Nuestra Señora de la Salud. “Estos hospitales eran administrados por un mayordomo, un prioste y un quengue, todos indios. La medicina que se aplicaba era la aborigen, fundamentalmente a base de hierbas. En ocasión de pestes, frente a las cuales poco o nada podía hacerse, los hospitales servían al menos para dar a los muertos cristiana sepultura.”[9]


El primer hospital en Puebla de los Ángeles fue el de San Juan de Letrán, fundado por el Ayuntamiento en 1535, apenas cuatro años después de la fundación de la ciudad, y destinado exclusivamente para mujeres. “Hacia 1544 el Cabildo eclesiástico de Puebla, muerto ya fray Julián Garcés, hizo la fundación del Hospital de San Pedro, que estuvo desde un principio bajo los auspicios del Real Patronato, aunque administrado por la diócesis. Cien años más tarde el obispo Juan de Palafox y Mendoza lo unió al antiguo de San Juan de Letrán (…) Atendía, salvo en caso de epidemias, un promedio anual de seis mil enfermos.”[10]El hospital fue clausurado por la Revolución carrancista en 1917.


En la ciudad de Guadalajara funcionó hacia 1557 el Hospital de la Santa Cruz con servicios muy deficientes, por lo que la Audiencia de Guadalajara solicitó a los hermanos de la Orden Hospitalaria de Nuestra Señora de Belén ( Betlemitas) que se hiciera cargo del mismo, mejorando notablemente su capacidad y servicios. Posteriormente el obispo Antonio Alcalde le construyó un nuevo edificio con capacidad suficiente para mil enfermos, edificio que aún funciona como sede del hospital civil.


En Valladolid se fundó por iniciativa del obispo fray Juan de Medina, hacia 1584, el Real Hospital del Nombre de Jesús. “Primero fue dirigido por seglares, después por los agustinos y, a partir de 1704, por los juaninos, cuando el obispo Juan de Ortega y Montañez había cedido a la institución su espléndido palacio. Se llamó entonces Hospital de San José, aún cuando el pueblo lo conocía por San Juan de Dios. Llegó prestar atención a 150 personas diarias.”[11]


Muchos otros hospitales fueron erigidos durante la época virreinal en la Nueva España, como fueron el de Nuestra Señora de Bethlen, en Perote; el de Nuestra Señora de los Remedios, en Campeche; el de San José de Gracia, en Querétaro; el del Divino Salvador en la ciudad de México, destinado a mujeres dementes; y el de Nuestra señora del Rosario, en Mérida.


Hospicios


La fundación de instituciones que recogieran huérfanos y niños abandonados fue posterior a la fundación de los hospitales, aunque muchos de éstos realizaron la función de hospicios con nodrizas y aposentos especiales para los niños. Pero no pasó mucho tiempo para que fueran creados hospicios en sentido estricto. Ya en las instrucciones dadas a Sebastián Ramírez de Fuenleal el 12 de julio de 1530, cuando fue designado como Presidente de la Segunda Audiencia, se le indicaba: “debe fundarse una casa de mujeres beatas para que recojan niñas (…) El virrey Mendoza creó en México un colegio para huérfanos mestizos. Siempre que se trató de menores, se procuró que fuesen recogidos e instruidos.”[12]


En un magnífico edificio que hoy es un hotel, en la ciudad de México los frailes agustinos erigieron en 1665 el «Hospicio de Santo Tomás de Villanueva»; también en esa ciudad funcionó el «Hospicio de Pobres», creado por el sacerdote Fernando Ortiz Cortés en 1760 y que hacia finales del siglo daba asilo a 800 huérfanos.[13]También en la ciudad de Puebla hubo a partir de 1622 un «Hospicio de Pobres» que funcionó en un edificio anexo a la Catedral. En la ciudad de Guadalajara el obispo Juan Ruiz de Cabañas fundó en 1767 un hospicio con el nombre de “Casa de Misericordia” el cual, ante la fama de su fundador, popularmente fue llamado “Hospicio Cabañas”.


Notas y referencias

  1. Enciclopedia de México. Tomo VII. México, 1993, p. 4035
  2. Sierra Vicente D. Así se hizo América. Ed. Cultura Hispánica, Madrid 1955, p. 297
  3. Cfr. Enciclopedia de México, p. 4035
  4. Sierra, obra citada, pp. 300-301
  5. Citado por Sierra, obra citada p. 307
  6. Ibídem, p. 301
  7. Ibídem, p. 302
  8. Enciclopedia de México, Vol. VII, p. 4035
  9. Ibídem, p. 4036.
  10. Ibídem, p. 4038
  11. Ibídem, p. 4039
  12. Sierra, Obra citada, p. 309
  13. . Enciclopedia de México, p. 4034

BIBLIOGRAFÍA

Enciclopedia de México. Tomo VII. México, 1993

Schlarman H.L. Joseph. México, tierra de volcanes, Ed. Porrúa, México, 14 ed. 1987

Sierra Vicente D. Así se hizo América. Cultura Hispánica, Madrid 1955

JUAN LOUVIER CALDERÓN