Diferencia entre revisiones de «CONFESIÓN; impacto de los ritos prehispánicos en la pastoral cristiana»

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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Parece que, en un primer momento, existieron dificultades entre los indios para captar la novedad sobrenatural del sacramento cristiano de la reconciliación.<ref>Es este el argumento que sigue Mónica Patricia MARTINI, ''El indio y los sacramentos'', Buenos Aires 1993, 133-154. Nosotros llegamos aquí a diversas conclusiones que las de esta investigadora.</ref>Existe un autor, Sahagún, que destaca sobre todo el efecto perturbador de estas prácticas ancestrales:
 
Parece que, en un primer momento, existieron dificultades entre los indios para captar la novedad sobrenatural del sacramento cristiano de la reconciliación.<ref>Es este el argumento que sigue Mónica Patricia MARTINI, ''El indio y los sacramentos'', Buenos Aires 1993, 133-154. Nosotros llegamos aquí a diversas conclusiones que las de esta investigadora.</ref>Existe un autor, Sahagún, que destaca sobre todo el efecto perturbador de estas prácticas ancestrales:
  
''“Cerca de lo de arriba dicho sabemos que aún después acá, en el cristianismo, porfían a llevarlo adelante, en cuanto toca a hacer penitencias y confesarse por los pecados graves y públicos, como es homicidio, adulterio, etc., pensando que, como en el tiempo pasado, por la confesión y penitencia que hacían se les perdonaban aquellos pecados en el foro judicial.”''<ref>SAHAGÚN Bernardino de, ''Historia de las cosas de la Nueva España,'' lib. I, cap. XII.</ref>
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''“Cerca de lo de arriba dicho sabemos que aún después acá, en el cristianismo, porfían a llevarlo adelante, en cuanto toca a hacer penitencias y confesarse por los pecados graves y públicos, como es homicidio, adulterio, etc., pensando que, como en el tiempo pasado, por la confesión y penitencia que hacían se les perdonaban aquellos pecados en el foro judicial.”''<ref>SAHAGÚN Bernardino de, ''Historia de las cosas de [[NUEVA_ESPAÑA;_Virreinato_de_la | la Nueva España]],'' lib. I, cap. XII.</ref>
  
 
De ahí que reclamaran una cédula de confesión, ''“firmada del confesor, con propósito de mostrarla a los que rigen, gobernadores y alcaldes, para que sepan que han hecho penitencia, y confesados, y que ya no tiene contra ellos la justicia”''.<ref>''Ibid.'', lib. I, cap. XII.</ref>
 
De ahí que reclamaran una cédula de confesión, ''“firmada del confesor, con propósito de mostrarla a los que rigen, gobernadores y alcaldes, para que sepan que han hecho penitencia, y confesados, y que ya no tiene contra ellos la justicia”''.<ref>''Ibid.'', lib. I, cap. XII.</ref>
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No podemos dudar del testimonio de Sahagún, en el sentido de que conociera esta confusión entre los ámbitos religioso y civil en los indios que trató. Pero nos resulta bastante problemático admitir que la confusión se diera por sus ritos prehispánicos.  
 
No podemos dudar del testimonio de Sahagún, en el sentido de que conociera esta confusión entre los ámbitos religioso y civil en los indios que trató. Pero nos resulta bastante problemático admitir que la confusión se diera por sus ritos prehispánicos.  
  
El mismo Sahagún, unas líneas antes afirma que la confesión la practicaban los viejos una vez en la vida, y sólo de los pecados sexuales. Además sabemos por otros cronistas que cuando había acusaciones de pecados ante personas distintas de sacerdotes, la acusación llevaba consigo efectos civiles inmediatos en terceros.<ref>Así lo describe Las Casas en la ''Apologética,'' lib. III, cap. CCXXXIX, en donde se refiere a los efectos civiles de la confesión del adulterio.</ref>
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El mismo Sahagún, unas líneas antes afirma que la confesión la practicaban los viejos una vez en la vida, y sólo de los pecados sexuales. Además sabemos por otros [[CRONISTAS_ANTIGUOS_EN_URUGUAY | cronistas]] que cuando había acusaciones de pecados ante personas distintas de sacerdotes, la acusación llevaba consigo efectos civiles inmediatos en terceros.<ref>Así lo describe Las Casas en la ''Apologética,'' lib. III, cap. CCXXXIX, en donde se refiere a los efectos civiles de la confesión del adulterio.</ref>
  
 
Por su parte, el dominico Remesal también recoge el planteamiento de que sus prácticas penitenciales ancestrales dificultaron en Chiapa la aceptación de la confesión cristiana: los naturales, por instigación del demonio, pensaban que los misioneros no guardarían el secreto, ''“y así no había remedio de llevarlos a confesar, ni hacerles entender la diferencia de la una y la otra confesión [la prehispánica y la cristiana], antes tenían por cierto y averiguado que querían los padres saber sus pecados para decirlos al encomendero o juez español, para que los castigase en la vida, persona o hacienda”''.<ref>REMESAL, ''Historia,'' lib. VI, cap. XI.</ref>
 
Por su parte, el dominico Remesal también recoge el planteamiento de que sus prácticas penitenciales ancestrales dificultaron en Chiapa la aceptación de la confesión cristiana: los naturales, por instigación del demonio, pensaban que los misioneros no guardarían el secreto, ''“y así no había remedio de llevarlos a confesar, ni hacerles entender la diferencia de la una y la otra confesión [la prehispánica y la cristiana], antes tenían por cierto y averiguado que querían los padres saber sus pecados para decirlos al encomendero o juez español, para que los castigase en la vida, persona o hacienda”''.<ref>REMESAL, ''Historia,'' lib. VI, cap. XI.</ref>
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A muy parecida conclusión llega el franciscano Mendieta: ''“Finalmente, tenían entendido que por los pecados les venían todos los trabajos y necesidades. Y mucho entendieron ser esto gran verdad cuando se les predicó conforme a la ley de Dios. Y así les cuadró más de veras el remedio de la confesión, mayormente con las propiedades que en la sacramental confesión concurren”''.<ref>MENDIETA, Historia, lib. III, cap. XLI.</ref>
 
A muy parecida conclusión llega el franciscano Mendieta: ''“Finalmente, tenían entendido que por los pecados les venían todos los trabajos y necesidades. Y mucho entendieron ser esto gran verdad cuando se les predicó conforme a la ley de Dios. Y así les cuadró más de veras el remedio de la confesión, mayormente con las propiedades que en la sacramental confesión concurren”''.<ref>MENDIETA, Historia, lib. III, cap. XLI.</ref>
  
En la misma línea se mueve el dominico Francisco Ximénez, cronista de Guatemala, quien después de presentar la confesión de enfermos siguiendo a Las Casas, inserta unos comentarios propios:
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En la misma línea se mueve el dominico Francisco Ximénez, cronista de [[GUATEMALA;_Afrodescendientes | Guatemala]], quien después de presentar la confesión de enfermos siguiendo a Las Casas, inserta unos comentarios propios:
  
 
''“y esto se tenía por medicina principal en las enfermedades peligrosas, porque creían que echado el pecado fuera del alma quedaba el cuerpo aliviado; y así de aquella antigua costumbre ha quedado en la tierra otra muy santa y provechosa, y es que estando alguno enfermo luego se acuda con la confesión, en tanto que muchas veces van cuarenta leguas a buscar sacerdotes”.''<ref>XIMÉNEZ, Historia, lib. I, cap. XXXI.</ref>
 
''“y esto se tenía por medicina principal en las enfermedades peligrosas, porque creían que echado el pecado fuera del alma quedaba el cuerpo aliviado; y así de aquella antigua costumbre ha quedado en la tierra otra muy santa y provechosa, y es que estando alguno enfermo luego se acuda con la confesión, en tanto que muchas veces van cuarenta leguas a buscar sacerdotes”.''<ref>XIMÉNEZ, Historia, lib. I, cap. XXXI.</ref>
  
Obsérvese que estos tres autores conectan el principio prehispánico de la relación pecado-enfermedad con una mayor aceptación de la confesión cristiana. Como tras la llegada de los misioneros, los indios seguían teniendo enfermedades y cometiendo pecados, continuaban experimentando la necesidad de redimirse de sus faltas para librarse de las enfermedades; y como el principio de que por los pecados vienen las enfermedades no es del todo ajeno a la predicación cristiana, aunque existen matices,<ref>Puede verse esta relación en el ''Catecismo de la Iglesia Católica,'' nº 1502. Por tanto, no estamos de acuerdo con Robert Ricard cuando, refiriéndose al influjo de estos ritos en la pastoral cristiana, afirma que “No obstante los misioneros, al parecer, hicieron a un lado de manera casi absoluta las leves partículas de verdad que pudieran tener los aztecas en su propia estimación”(RICARD, ''La conquista,'' 100).</ref>los misioneros aprovecharon a fondo esta creencia.
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Obsérvese que estos tres autores conectan el principio prehispánico de la relación pecado-enfermedad con una mayor aceptación de la confesión cristiana. Como tras la llegada de los misioneros, los indios seguían teniendo enfermedades y cometiendo pecados, continuaban experimentando la necesidad de redimirse de sus faltas para librarse de las enfermedades; y como el principio de que por los pecados vienen las enfermedades no es del todo ajeno a la predicación cristiana, aunque existen matices,<ref>Puede verse esta relación en el ''Catecismo de la Iglesia Católica,'' nº 1502. Por tanto, no estamos de acuerdo con Robert Ricard cuando, refiriéndose al influjo de estos ritos en la pastoral cristiana, afirma que “No obstante los misioneros, al parecer, hicieron a un lado de manera casi absoluta las leves partículas de verdad que pudieran tener los [[AZTECAS | aztecas]] en su propia estimación”(RICARD, ''La conquista,'' 100).</ref>los misioneros aprovecharon a fondo esta creencia.
  
 
Queremos también destacar que la postura de José de Acosta, referida al ámbito peruano, hace una valoración muy similar a la de los tres autores recién citados. Su argumento se encuadra en la constatación de la pervivencia de ritos confesionales prehispánicos tras la llegada del cristianismo:
 
Queremos también destacar que la postura de José de Acosta, referida al ámbito peruano, hace una valoración muy similar a la de los tres autores recién citados. Su argumento se encuadra en la constatación de la pervivencia de ritos confesionales prehispánicos tras la llegada del cristianismo:
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Así lo afirma también D. Borobio, que se ha ocupado de esta cuestión a partir de los textos de Mendieta, y que sentencia: ''“Es evidente que, teniendo en cuenta sus costumbres y ritos penitenciales, en nada podía extrañarles [a los indios] las penitencias que les imponían los confesores cristianos. El sustrato cultural penitencial del indio facilitaba, no sólo la buena comprensión de la confesión y las penitencias, sino también el cambio de corazón, la aceptación de los nuevos ritos y formas penitenciales”''.<ref>BOROBIO, ''Evangelización,'' 23.</ref>
 
Así lo afirma también D. Borobio, que se ha ocupado de esta cuestión a partir de los textos de Mendieta, y que sentencia: ''“Es evidente que, teniendo en cuenta sus costumbres y ritos penitenciales, en nada podía extrañarles [a los indios] las penitencias que les imponían los confesores cristianos. El sustrato cultural penitencial del indio facilitaba, no sólo la buena comprensión de la confesión y las penitencias, sino también el cambio de corazón, la aceptación de los nuevos ritos y formas penitenciales”''.<ref>BOROBIO, ''Evangelización,'' 23.</ref>
  
Nos topamos aquí con la cuestión teológica de las «semillas del Verbo» de las culturas precolombinas: valores religiosos sembrados por Dios, que predispusieron a los indígenas a una más pronta recepción del Evangelio. Uno de estos valores sería la virtud natural de la penitencia, que les llevaba al arrepentimiento por los pecados cometidos.<ref>Cfr. ''Concilio Vaticano II, Dec. Nostra Aetate,'' 2; JUAN PABLO II, ''Homilía de inauguración de la IV Conferencia General del CELAM, “Nueva evangelización,promoción humana, cultura cristiana”'', 22, y ''“Mensaje a los indígenas de América”'', 2, en ''Ibidem;'' J. I. SARANYANA, ''El Quinto Centenario en clave teológica,'' Pamplona 1993, 73-76; Juan ESQUERDA BIFET, ''El cristianismo y las religiones de los pueblos,'' Madrid 1997, 111-124.</ref>
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Nos topamos aquí con la cuestión teológica de las «semillas del Verbo» de las culturas precolombinas: valores religiosos sembrados por Dios, que predispusieron a los indígenas a una más pronta recepción del Evangelio. Uno de estos valores sería la virtud natural de la penitencia, que les llevaba al arrepentimiento por los pecados cometidos.<ref>Cfr. ''Concilio Vaticano II, Dec. Nostra Aetate,'' 2; JUAN PABLO II, ''Homilía de inauguración de la IV Conferencia General del [[CONSEJO_EPISCOPAL_LATINOAMERICANO_(CELAM) | CELAM]], “Nueva evangelización,promoción humana, cultura cristiana”'', 22, y ''“Mensaje a los indígenas de América”'', 2, en ''Ibidem;'' J. I. SARANYANA, ''El Quinto Centenario en clave teológica,'' Pamplona 1993, 73-76; Juan ESQUERDA BIFET, ''El cristianismo y las religiones de los pueblos,'' Madrid 1997, 111-124.</ref>
  
 
Este punto de vista, la valoración del sustrato válido de las religiones prehispánicas, también ha sido destacado por Ramos, quien afirma que para cierta mentalidad del siglo XVII indiano:  
 
Este punto de vista, la valoración del sustrato válido de las religiones prehispánicas, también ha sido destacado por Ramos, quien afirma que para cierta mentalidad del siglo XVII indiano:  
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En esta misma línea explica Martini: ''“Los pueblos primitivos manejan, por lo común, una visión puramente material del pecado que importa la idea de que, sea por vía de enfermedad, sea por vía de trabajos o padecimientos de necesidades primordiales, el hombre recibe un «castigo» por la violación –que descuentan secreta– de las normas de conducta aceptadas por el grupo”''.<ref>MARTINI, ''El indio,'' 133</ref>
 
En esta misma línea explica Martini: ''“Los pueblos primitivos manejan, por lo común, una visión puramente material del pecado que importa la idea de que, sea por vía de enfermedad, sea por vía de trabajos o padecimientos de necesidades primordiales, el hombre recibe un «castigo» por la violación –que descuentan secreta– de las normas de conducta aceptadas por el grupo”''.<ref>MARTINI, ''El indio,'' 133</ref>
  
Nosotros pensamos que, a pesar de los inevitables malentendidos iniciales, los ritos penitenciales ancestrales fueron un caldo de cultivo para la aceptación del sacramento de la confesión. Lo cual no quiere decir que no hubiera dificultades de confusión entre ambos ritos, como manifiestan los propios cronistas.
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Nosotros pensamos que, a pesar de los inevitables malentendidos iniciales, los ritos penitenciales ancestrales fueron un caldo de cultivo para la aceptación del sacramento de la confesión. Lo cual no quiere decir que no hubiera dificultades de confusión entre ambos ritos, como manifiestan los propios [[CRONISTAS_ANTIGUOS_EN_URUGUAY | cronistas]].
  
  
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XIMENEZ Francisco, ''Historia natural de la provincia de San Vicente de Chiapas y [[GUATEMALA;_Afrodescendientes | Guatemala]]''. Ed. Gobierno del Estado de Chiapas, 1999
  
  
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Revisión del 13:12 15 abr 2018

Parece que, en un primer momento, existieron dificultades entre los indios para captar la novedad sobrenatural del sacramento cristiano de la reconciliación.[1]Existe un autor, Sahagún, que destaca sobre todo el efecto perturbador de estas prácticas ancestrales:

“Cerca de lo de arriba dicho sabemos que aún después acá, en el cristianismo, porfían a llevarlo adelante, en cuanto toca a hacer penitencias y confesarse por los pecados graves y públicos, como es homicidio, adulterio, etc., pensando que, como en el tiempo pasado, por la confesión y penitencia que hacían se les perdonaban aquellos pecados en el foro judicial.”[2]

De ahí que reclamaran una cédula de confesión, “firmada del confesor, con propósito de mostrarla a los que rigen, gobernadores y alcaldes, para que sepan que han hecho penitencia, y confesados, y que ya no tiene contra ellos la justicia”.[3]

No podemos dudar del testimonio de Sahagún, en el sentido de que conociera esta confusión entre los ámbitos religioso y civil en los indios que trató. Pero nos resulta bastante problemático admitir que la confusión se diera por sus ritos prehispánicos.

El mismo Sahagún, unas líneas antes afirma que la confesión la practicaban los viejos una vez en la vida, y sólo de los pecados sexuales. Además sabemos por otros cronistas que cuando había acusaciones de pecados ante personas distintas de sacerdotes, la acusación llevaba consigo efectos civiles inmediatos en terceros.[4]

Por su parte, el dominico Remesal también recoge el planteamiento de que sus prácticas penitenciales ancestrales dificultaron en Chiapa la aceptación de la confesión cristiana: los naturales, por instigación del demonio, pensaban que los misioneros no guardarían el secreto, “y así no había remedio de llevarlos a confesar, ni hacerles entender la diferencia de la una y la otra confesión [la prehispánica y la cristiana], antes tenían por cierto y averiguado que querían los padres saber sus pecados para decirlos al encomendero o juez español, para que los castigase en la vida, persona o hacienda”.[5]

Sin embargo, relata que, con el tiempo, cuando los indios comprobaron que jamás los sacerdotes violaban el secreto sacramental, se hicieron grandes aficionados del sacramento.

Después de considerar estos dos casos en que se muestran los efectos negativos de los ritos confesionales prehispánicos (sobre todo Sahagún), veamos otros autores que lo enfocan de manera netamente positiva. Pero antes no queremos dejar pasar la opinión de fray Diego Durán, que se muestra más bien «neutral».

Respecto al tema de la relación entre las confesiones prehispánica y cristiana no dice si fue positiva o negativa. Así escribe el dominico: “y con aquello entendían quedar limpios y perdonados de sus culpas y pecados con la misma fe que nosotros tenemos de nuestro divino sacramento de la penitencia”[6]. Dice que son prácticas “dignas de no ser sepultadas en olvido”[7], pero no afirma si fueron favorables o no a la pastoral cristiana.

Entre los autores que ven un influjo favorable de los ritos ancestrales, se cuenta en primer lugar al padre Las Casas. En su Apologética se encuentra describiendo la confesión vocal prehispánica de los enfermos, cuando interrumpe el relato y apostilla:

“y esto era tenido por principal medicina, el echar el pecado de su ánima para la salud del cuerpo. De aquí es que ahora, después de convertidos, es cosa maravillosa la devoción y la fe que tienen con los Santos Sacramentos, en especial con el de la confesión, y es increíble a quien no lo ha visto, con cuánta importunidad lo piden, y hasta lo alcanzar cuán suma es su perseverancia y diligencia”.[8]

A muy parecida conclusión llega el franciscano Mendieta: “Finalmente, tenían entendido que por los pecados les venían todos los trabajos y necesidades. Y mucho entendieron ser esto gran verdad cuando se les predicó conforme a la ley de Dios. Y así les cuadró más de veras el remedio de la confesión, mayormente con las propiedades que en la sacramental confesión concurren”.[9]

En la misma línea se mueve el dominico Francisco Ximénez, cronista de Guatemala, quien después de presentar la confesión de enfermos siguiendo a Las Casas, inserta unos comentarios propios:

“y esto se tenía por medicina principal en las enfermedades peligrosas, porque creían que echado el pecado fuera del alma quedaba el cuerpo aliviado; y así de aquella antigua costumbre ha quedado en la tierra otra muy santa y provechosa, y es que estando alguno enfermo luego se acuda con la confesión, en tanto que muchas veces van cuarenta leguas a buscar sacerdotes”.[10]

Obsérvese que estos tres autores conectan el principio prehispánico de la relación pecado-enfermedad con una mayor aceptación de la confesión cristiana. Como tras la llegada de los misioneros, los indios seguían teniendo enfermedades y cometiendo pecados, continuaban experimentando la necesidad de redimirse de sus faltas para librarse de las enfermedades; y como el principio de que por los pecados vienen las enfermedades no es del todo ajeno a la predicación cristiana, aunque existen matices,[11]los misioneros aprovecharon a fondo esta creencia.

Queremos también destacar que la postura de José de Acosta, referida al ámbito peruano, hace una valoración muy similar a la de los tres autores recién citados. Su argumento se encuadra en la constatación de la pervivencia de ritos confesionales prehispánicos tras la llegada del cristianismo:

“y hoy día dicen los nuestros [los jesuitas] que en la provincia de Chicuyto topan esta pestilencia de confesores e ichuris, y que muchos enfermos acuden a ellos. Mas ya por la gracia del Señor se van desengañando del todo y conocen el beneficio grande de nuestra confesión sacramental, y con gran devoción y fe acuden a ella. Y en parte ha sido providencia del Señor permitir el uso pasado, para que la confesión no se les haga dificultosa; y así, en todo el Señor es glorificado, y el demonio, burlador, queda burlado”.[12]

Véase como Acosta, además de coincidir con los tres autores precedentes, va más allá y realiza una profundización teológica, atendiendo a la providencia divina. Siguiendo esta línea providencialista de Acosta, nos queremos permitir un pequeño comentario acerca de las posturas de estos cuatro autores: Las Casas, Mendieta, Ximénez y Acosta.

Los cuatro consideran que los ritos penitenciales prehispánicos fueron una preparación para recibir luego la confesión cristiana. Los cuatro, religiosos de la Iglesia Católica, sabían que entre las prácticas prehispánicas y la confesión cristiana mediaba el abismo misterioso que va de la realidad natural a la sobrenatural. Sin embargo, Acosta explicita que esto era providencia de Dios, algo querido por Dios.

Es decir, y concluyendo este epígrafe, que las prácticas confesionales prehispánicas pueden considerarse como una «preparación» a la confesión cristiana. Algunos autores contemporáneos así lo interpretan. Johann Specker es claro al respecto: “la razón de esta predilección por el sacramento de la penitencia [en los indios] podría ser sobre todo que ya en el paganismo los indios conocían una institución semejante”.[13]

Así lo afirma también D. Borobio, que se ha ocupado de esta cuestión a partir de los textos de Mendieta, y que sentencia: “Es evidente que, teniendo en cuenta sus costumbres y ritos penitenciales, en nada podía extrañarles [a los indios] las penitencias que les imponían los confesores cristianos. El sustrato cultural penitencial del indio facilitaba, no sólo la buena comprensión de la confesión y las penitencias, sino también el cambio de corazón, la aceptación de los nuevos ritos y formas penitenciales”.[14]

Nos topamos aquí con la cuestión teológica de las «semillas del Verbo» de las culturas precolombinas: valores religiosos sembrados por Dios, que predispusieron a los indígenas a una más pronta recepción del Evangelio. Uno de estos valores sería la virtud natural de la penitencia, que les llevaba al arrepentimiento por los pecados cometidos.[15]

Este punto de vista, la valoración del sustrato válido de las religiones prehispánicas, también ha sido destacado por Ramos, quien afirma que para cierta mentalidad del siglo XVII indiano:

“La idea de que la «verdad», en su plenitud, residía en el cristianismo, y que la «salvación» sólo había sido posible tras la redención llevada a cabo por Jesucristo se vio complementada con la intuición de que, no obstante, en aquellas regiones del mundo donde no llegó a conocerse, esta manifestación fue «anunciada» por detalles –identificables por su «parecido» con lo que el catolicismo predicaba– que se ofrecían como un aviso de tan trascendental hecho. De aquí que se viera en no pocos signos de las religiones de esos pueblos distantes tales «substratos imperfectos», valorables por facilitar la evangelización, mediante el perfeccionamiento de lo que sólo fue una «señal».[16]

Otros autores contemporáneos, como Robert Ricard o Patricia Martini, han insistido sobre todo en las dificultades derivadas de los ritos ancestrales.[17]

Según Specker, las similitudes de los ritos ancestrales “hacían tanto más necesario señalar la gran diferencia entre la manifestación de los pecados paganos y la confesión cristiana. En la institución de la confesión pagana faltaba sobre todo un concepto correcto de pecado. En una transgresión los indios no veían una maldad interna, sino sólo un ensuciarse externo y material”.[18]

En esta misma línea explica Martini: “Los pueblos primitivos manejan, por lo común, una visión puramente material del pecado que importa la idea de que, sea por vía de enfermedad, sea por vía de trabajos o padecimientos de necesidades primordiales, el hombre recibe un «castigo» por la violación –que descuentan secreta– de las normas de conducta aceptadas por el grupo”.[19]

Nosotros pensamos que, a pesar de los inevitables malentendidos iniciales, los ritos penitenciales ancestrales fueron un caldo de cultivo para la aceptación del sacramento de la confesión. Lo cual no quiere decir que no hubiera dificultades de confusión entre ambos ritos, como manifiestan los propios cronistas.


NOTAS

  1. Es este el argumento que sigue Mónica Patricia MARTINI, El indio y los sacramentos, Buenos Aires 1993, 133-154. Nosotros llegamos aquí a diversas conclusiones que las de esta investigadora.
  2. SAHAGÚN Bernardino de, Historia de las cosas de la Nueva España, lib. I, cap. XII.
  3. Ibid., lib. I, cap. XII.
  4. Así lo describe Las Casas en la Apologética, lib. III, cap. CCXXXIX, en donde se refiere a los efectos civiles de la confesión del adulterio.
  5. REMESAL, Historia, lib. VI, cap. XI.
  6. DURÁN Diego, Historia de las Indias de Nueva España e islas de la Tierra Firme, cap. XCIV.
  7. Ibid.
  8. LAS CASAS Bartolomé de, Apologética, lib. III, cap. CLXXIX.
  9. MENDIETA, Historia, lib. III, cap. XLI.
  10. XIMÉNEZ, Historia, lib. I, cap. XXXI.
  11. Puede verse esta relación en el Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1502. Por tanto, no estamos de acuerdo con Robert Ricard cuando, refiriéndose al influjo de estos ritos en la pastoral cristiana, afirma que “No obstante los misioneros, al parecer, hicieron a un lado de manera casi absoluta las leves partículas de verdad que pudieran tener los aztecas en su propia estimación”(RICARD, La conquista, 100).
  12. ACOSTA, Historia, lib. V, cap. 25.
  13. Johann SPECKER, Die Missionmethode in Spanisch-Amerika im 16. Jh. mit besonderer Beriicksichtigung der Konzilien und Synoden, Schöneck - Beckenried 1953, 149.
  14. BOROBIO, Evangelización, 23.
  15. Cfr. Concilio Vaticano II, Dec. Nostra Aetate, 2; JUAN PABLO II, Homilía de inauguración de la IV Conferencia General del CELAM, “Nueva evangelización,promoción humana, cultura cristiana”, 22, y “Mensaje a los indígenas de América”, 2, en Ibidem; J. I. SARANYANA, El Quinto Centenario en clave teológica, Pamplona 1993, 73-76; Juan ESQUERDA BIFET, El cristianismo y las religiones de los pueblos, Madrid 1997, 111-124.
  16. RAMOS, Mentalidades, 533. El subrayado es del propio Ramos.
  17. Mónica Patricia Martini hace bastante hincapié en este hecho, y destaca sobre todo las dificultades de entendimiento de los indígenas (El indio, 133-147); cfr. también RICARD, La conquista, 210-216.
  18. SPECKER, Die Missionmethode, 149.
  19. MARTINI, El indio, 133


BIBLIOGRAFÍA

ACOSTA José de, Historia natural y moral de las Indias. Ed. FCE, 2ª ed. México, 1962

BOROBIO Dionisio, Evangelización y sacramentos en Nueva España según Jerónimo de Mendieta, Servicio de Publicaciones Instituto Teológico Franciscano, Murcia, 1992

DURÁN Diego, Historia de las Indias de Nueva España e islas de la Tierra Firme. Ed. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, Alicante, 2005

LAS CASAS Bartolomé de, Apologética historia sumaria. Ed. preparada por Edmundo O'Gorman. UNAM, México, 1968. 2 vols.

MARTINI Mónica Patricia, El indio y los sacramentos en Hispanoamérica colonial, Ed. PRHISCO – CONICET, Buenos Aires, 1993

MARTÍNEZ FERRER Luis, Directorio para confesores y penitentes. La Pastoral de la Penitencia en el Tercer Concilio Mexicano, Pamplona, 1996

MENDIETA Gerónimo de, Historia Eclesiástica Indiana, CONACULTA, México 1997

REMESAL Antonio de, Historia general de las Indias Occidentales. Ediciones Atlas, Madrid, 1964

RICARD Robert, La conquista espiritual de México. Ed. FCE, 7 edición, México 2002

SAHAGÚN Bernardino de, Historia general de las cosas de Nueva España. Ed. Porrúa, 7 ed., México, 1989

SARANYANA Josep Ignasi (dir.), Evangelización y Teología en América (siglo XVI), Ed. Universidad de Navarra, Pamplona, 1990

SPECKER Johann, Die Missionmethode in Spanisch-Amerika im 16. Jh. mit besonderer Beriicksichtigung der Konzilien und Synoden. Schöneck – Beckenried, 1953


XIMENEZ Francisco, Historia natural de la provincia de San Vicente de Chiapas y Guatemala. Ed. Gobierno del Estado de Chiapas, 1999


LUIS MARTÍNEZ FERRER

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