Diferencia entre revisiones de «ADVOCACIONES Y DEVOCIÓN MARIANA EN PANAMÁ»

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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Obligatoriamente hay que pasar a los [[EVANGELIZACIÓN_DE_AMÉRICA;_contribución_de_los_jesuitas | Jesuitas]], llegados en 1566. Los que más tarde en Panamá la Vieja, son los creadores de convento y templo de la [[JESUITAS_(Compañia_de_Jesús) | Compañía de Jesús]], que luego fue trasladada a la nueva ciudad en 1672, bajo el patronazgo de San Francisco Javier.  Ellos fueron los grandes impulsores de la devoción a la ''Virgen de la Encarnación,'' lamentablemente olvidada por los panameños, quizá porque estos beneméritos religiosos fueron expulsados en 1767. Los [[EVANGELIZACIÓN_DE_AMÉRICA;_contribución_de_los_jesuitas | jesuitas]]  crearon el Colegio y después lo que se podría llamar la primera piedra de una Universidad, la de San Javier, en el actual Casco viejo, donde se admiran todavía las ruinas de la "Societis Iesus", de los hijos de San Ignacio de Loyola.  Esta fundación es la base del actual Colegio Javier.
 
Obligatoriamente hay que pasar a los [[EVANGELIZACIÓN_DE_AMÉRICA;_contribución_de_los_jesuitas | Jesuitas]], llegados en 1566. Los que más tarde en Panamá la Vieja, son los creadores de convento y templo de la [[JESUITAS_(Compañia_de_Jesús) | Compañía de Jesús]], que luego fue trasladada a la nueva ciudad en 1672, bajo el patronazgo de San Francisco Javier.  Ellos fueron los grandes impulsores de la devoción a la ''Virgen de la Encarnación,'' lamentablemente olvidada por los panameños, quizá porque estos beneméritos religiosos fueron expulsados en 1767. Los [[EVANGELIZACIÓN_DE_AMÉRICA;_contribución_de_los_jesuitas | jesuitas]]  crearon el Colegio y después lo que se podría llamar la primera piedra de una Universidad, la de San Javier, en el actual Casco viejo, donde se admiran todavía las ruinas de la "Societis Iesus", de los hijos de San Ignacio de Loyola.  Esta fundación es la base del actual Colegio Javier.
  
Si hiciéramos una encuesta entre el pueblo panameño, sin duda, la advocación mariana que se llevaría el primer lugar es la de la ''Virgen del Carmen''.  Los carmelitas llegaron muy tarde a nuestra patria; en Panamá Viejo no hay un solo vestigio de ellos.  Y es que el rey Felipe II no quiso que vinieran a América, debido a que la Inquisición estaba sobre los escritos de Santa Teresa y de San Juan de la Cruz, los grandes místicos del Siglo de Oro español, contemporáneos del descubrimiento.  Los hermanos de sangre de Santa Teresa vinieron a América y se casaron aquí; Lorenzo, con una nieta de Gaspar de Espinoza, en Perú y el otro en [[GUATEMALA;_Afrodescendientes | Guatemala]], donde llevó, regalo de ella, la primera imagen de la Virgen del Escapulario, Reina del Monte Carmelo, venerada hoy en El Cerrito, en ciudad de [[GUATEMALA;_Afrodescendientes | Guatemala]].
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Si hiciéramos una encuesta entre el pueblo panameño, sin duda, la advocación mariana que se llevaría el primer lugar es la de la ''Virgen del Carmen''.  Los carmelitas llegaron muy tarde a nuestra patria; en Panamá Viejo no hay un solo vestigio de ellos.  Y es que el rey Felipe II no quiso que vinieran a América, debido a que la [[INQUISICIÓN_APOSTÓLICA | Inquisición]] estaba sobre los escritos de Santa Teresa y de San Juan de la Cruz, los grandes místicos del Siglo de Oro español, contemporáneos del descubrimiento.  Los hermanos de sangre de Santa Teresa vinieron a América y se casaron aquí; Lorenzo, con una nieta de Gaspar de Espinoza, en Perú y el otro en [[GUATEMALA;_Afrodescendientes | Guatemala]], donde llevó, regalo de ella, la primera imagen de la Virgen del Escapulario, Reina del Monte Carmelo, venerada hoy en El Cerrito, en ciudad de [[GUATEMALA;_Afrodescendientes | Guatemala]].
  
 
Apenas conocieron a la Reina de los Mares (el Monte Carmelo en Tierra Santa está a orillas del Mar Mediterráneo) los habitantes de Panamá, donde hay tanta costa, pescadores y marinos, la amaron con todo su corazón, hasta hoy.  No tuvo iglesia ni convento dentro de los muros de Panamá la actual, mucho menos en la vieja. Pero, con el tiempo, levantaron un templo, iniciado el 1949 con una arquitectura bellísima, aunque de un gótico tardío mal emulado: es ''Nuestra Señora del Carmen de Pasadena'', tal vez la iglesia más llamativa de la moderna ciudad de Panamá.
 
Apenas conocieron a la Reina de los Mares (el Monte Carmelo en Tierra Santa está a orillas del Mar Mediterráneo) los habitantes de Panamá, donde hay tanta costa, pescadores y marinos, la amaron con todo su corazón, hasta hoy.  No tuvo iglesia ni convento dentro de los muros de Panamá la actual, mucho menos en la vieja. Pero, con el tiempo, levantaron un templo, iniciado el 1949 con una arquitectura bellísima, aunque de un gótico tardío mal emulado: es ''Nuestra Señora del Carmen de Pasadena'', tal vez la iglesia más llamativa de la moderna ciudad de Panamá.
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Revisión del 05:19 16 nov 2018

Indudablemente, para hablar de la presencia de la Virgen en Panamá, hay que remontarse al cuarto y último viaje de Cristóbal Colón, en el cual visitó Centroamérica y Panamá. Esto fue en los años 1503 y 1504. En esa ocasión, aunque ya Rodrigo de Bastidas había incursionado en las costas del Atlántico, a la altura del actual Colón y Archipiélago de San Blas en 1502, no se tiene noticia de que su expedición haya traído algún sacerdote. Tampoco se sabe que hayan dejado indicio de la fe en nuestras tierras.

Fue Colón quien, al llegar a las orillas del río Quiebra, actual río Belén, el 6 de enero de 1503, día de la Epifanía y adoración de los Magos de Oriente al recién nacido Rey de los Reyes, colocó el estandarte de María en el territorio panameño por primera vez. Considerando el gran navegante el significado de tal fecha y por la lógica de la fe, el 24 de febrero de 1503 fundaron en honor a la Virgen de la Natividad, la población de Santa María de Belén.

Puso como primer alcalde a su hermano, Bartolomé Colón, que venía en la expedición junto con Diego, su hijo legítimo. Actualmente este poblado sigue celebrando a su Patroncita en las fechas navideñas. El caserío, aunque mudó de lugar de fundación un poco más adelante de las márgenes del río debido a las continuas inundaciones de la estación lluviosa, es actualmente parte de la provincia de Colón (que hace honor al gran descubridor) en su límite con Veraguas, precisamente separadas geográficamente, por el río Belén.

No sería justo ni leal a la historia de la devoción a la Madre de Dios en el Istmo de Panamá, pasar adelante sin mencionar a Santa María La Antigua, advocación traída de Sevilla, donde se conservó el icono de la Madre de Dios con esta nomenclatura, llamándola así por ser la única pared conservada de la catedral “antigua”. Es un retrato, hecho al fresco (pintado sobre estuco aplicado al muro todavía húmedo), que representa a la Virgen con manto ricamente adornado, teniendo en su mano izquierda al Niño Dios en edad pueril. Ella tiene en su mano derecha una rosa, mientras que el niño sostiene en su mano derecha una avecilla (gorrión o tortolita).

La devoción arribó a nuestras tierras en manos de la expedición en la que vino de polizón Vasco Núñez de Balboa, pues se habían encomendado a Ella, en su altar de Sevilla antes de zarpar hacia nuestras tierras. Fecha gloriosa fue el año de 1510, cuando, en cumplimiento de una promesa hecha a la Virgen de la Antigua, fundaron un asentamiento (el primero en el litoral continental que se mantuvo, por encima de los desaparecidos Santa Cruz en Venezuela y fuerte San Sebastián en la costa de Colombia, cerca del golfo de Urabá).

Balboa y sus compañeros habían tenido que enfrentar terrible oposición de parte del cacique Cémaco y su gente. Ellos juraron entonces que si salían airosos, fundarían en su honor y le levantarían un templo (que fue el primero en Tierra Firme, tristemente desaparecido por las circunstancias que narraremos seguidamente). Vencieron y atribuyeron la victoria a Nuestra Señora de la Antigua Catedral de Sevilla, de donde provenían Balboa y la mayoría de los que conformaban el grupo de colonos españoles.

Fundaron la población y levantaron la ermita de la Virgen sobre la casa que fue de Cémaco, el cacique mayor. Las obras de construcción de la capilla las hizo el sacerdote Andrés Vera, del clero secular. Se nombró alcalde a Vasco Núñez de Balboa y se restablecieron las buenas relaciones con los indígenas. Balboa supo ser humano y cristiano con los lugareños, prohibió que se esclavizara y maltratara a los indios y entabló buenísimas relaciones; de ahí resultó el descubrimiento del Pacífico, hubo las primeras conversiones y nació con la fe en Cristo, la devoción a la Virgen.

Pero vino un cambio político fatal: se destituyó a Balboa y apareció en escena Don Pedro Arias Dávila, mejor conocido en la historia como Pedrarias. Esta figura, aunque trajo grandeza a la joven fundación, trajo también malas consecuencias, debidas a las relaciones poco amables y, hasta déspotas, contra los habitantes, colonos e indios. Con todo, hay que anotar que Santa María La Antigua del Darién fue destacada con bula del Papa León X, fechada el 9 de septiembre de 1513, como sede del primer obispado en Tierra Firme, abarcando la descomunal extensión territorial desde Alaska y la actual Canadá, hasta el Cabo de Hornos, en la zona sur del continente. Fue su primer obispo, fray Juan de Quevedo, franciscano que vino en el barco con Pedrarias, afamado predicador de los Reyes Católicos, natural de Bejorís, en la provincia española de Santander, al norte de ese país. Con el obispo habían venido 13 clérigos (entre religiosos y sacerdotes seculares), que se unieron a una treintena de catequistas, operarios evangélicos inmortales por su labor en favor de la propagación de la fe.

En esos momentos de decadencia y dificultad del poblado y Diócesis de Santa María la Antigua del Darién, cuya ubicación ha sido descubierta en el lado oeste del Golfo de Urabá en el Chocó colombiano (después de denodados esfuerzos arqueológicos), Pedrarias, después de haber sido presa de envidia contra Balboa y haber provocado el deterioro del lugar, salió a incursionar el Darién. Partió en barco por el Golfo en 1519, el día de la Asunción de la Virgen, 15 de agosto, y fundó la primera población en Tierra Firme en el litoral pacífico.

Vemos nuevamente a la Virgen en medio de los hechos. Panamá será grande en muchos aspectos, tendrá el título de ciudad con escudo real y el obispado, será trasladado a ella, después del desastre final y posterior incendio que redujo a cenizas la que había sido la Villa de Santa María La Antigua del Darién. Balboa fue decapitado por orden de Pedrarias, corroído por la envidia y los celos infundados. El obispo fray Juan de Quevedo estaba ausente en España, donde había ido para denunciar el maltrato a los aborígenes y las anomalías políticas. Lamentablemente no volvió nunca pues le sobrevino la muerte en la Madre Patria. El había defendido a Balboa, viendo el trato inhumano que le prodigaba Pedrarias (dos años retenido en Santa María y despojado de todos sus bienes, llegó a ser enjaulado. De este castigo abusivo, lo libró la voz tremenda del obispo Quevedo). La muerte de Balboa ocurrió en Acla, entre el 13 y el 15 de enero de 1519, poco antes de la fundación de la ciudad de Panamá.

Por órdenes de Pedrarias, Santa María la Antigua del Darién pasó a la nueva fundación de Panamá a fines de 1519. El nuevo obispo, Fray Vicente de Peraza, pasó con la sede episcopal a Panamá en 1521, y aunque la ciudad tenía como Patrona a la Virgen de la Asunción, el obispado conservó el título de Santa María la Antigua del Darién.

En el nuevo sitio de Panamá, se construyó una Catedral de madera, que luego fue reemplazada sucesivamente hasta la hermosa y grande de 1619, siendo obispo Don Francisco de Cámara.

Esas ruinas, sobre todo la torre, son un símbolo de la fe en esta tierra istmeña. Pronto llegaron los misioneros que partirían hacia Costa Rica, Nicaragua y El Salvador, hacia el norte y hacia el sur, a evangelizar el Perú, Ecuador, Chile y Argentina. La Corona no permitió que viniese el clero secular sino en muy bajo número. Tanto Carlos V como su hijo Felipe II, prefirieron que las órdenes religiosas fueran las que trajeran la doctrina cristiana y la educación y cultura del Viejo Mundo.

Pero a nosotros nos interesa aquí decir que los Franciscanos y Agustinos fomentaron la devoción a la Inmaculada Concepción de la Virgen, hasta tal punto, que es patrona, con diferentes títulos, de muchos países latinoamericanos, como la Virgen de Caacupé en el Paraguay, Luján en Argentina o la Purísima en Nicaragua y Suyapa en Honduras...Panamá no fue ajeno a esta advocación traída por los religiosos mencionados, que llegaron en 1522 y en 1534 respectivamente, aunque la iglesia de San Francisco fue rematada en 1603. Llegaron también a Natá en el año 1528, que había sido fundada en 1522, iniciando una misión extensiva hasta lo que hoy es Olá. Ahí los natariegos, la ciudad de Santiago de los Caballeros, gozaron con una imagen criolla, muy linda, que todavía se conserva, aunque muy deteriorada, con alas, luna, corona de doce estrellas y resplandor de plata colonial.

Luego hay que destacar la influencia de los dominicos que nos trajeron la devoción de Nuestra Señora del Rosario. Para esto, baste saber que, desde La Española, hoy República Dominicana, precisamente en honor a Santo Domingo de Guzmán, llegaron a Panamá la vieja en 1524, elevando las paredes de un convento que sirvió de puente para el Perú, de donde se destacan santos dominicanos tan queridos como Rosa de Lima y Martín de Porres. Nuestra Señora del Rosario, vino a la nueva ciudad en 1672, después del ataque e incendio de la primera ciudad en 1671, por el pirata Henry Morgan.

Se conserva la preciosa imagen en el Convento de Santo Domingo, lugar del "arco chato", con imagen del niño y de bastidores, en el Museo de Arte Religioso del Casco Viejo. Pasó esta devoción con los dominicos de Natá a Parita y Pesé, hijos del cacique París, tierras exploradas a mediados del siglo XVI. Aquí es de justicia destacar la labor de fray Pedro de Santa María, gran evangelizador y defensor de los indios contra sus encomenderos. Fue llevando la fe hasta el actual Pedasí, Pocrí de Los Santos, pero sobre todo a la encomienda de Cubita, que es hoy, un poco más hacia el mar, en las márgenes del río, La Villa de Los Santos, donde se venera grandemente a la Virgen con muchas advocaciones. En Parita, como en Pesé y La Villa, hubo Cofradía o Hermandad del Santo Rosario, muy destacada.

Pero no olvidemos la otra parte de la entonces gobernación de Veragua, de lo que hoy es Chiriquí. La fe fue abriéndose paso con las devociones marianas mencionadas en Santiago de Alanje (1571), y floreciendo en Remedios (1589) con la devoción ibérica de Nuestra Señora la Virgen de los Remedios.

¿Cómo olvidar la Inmaculada de Penonomé?, la talla principal, con corona, luna, resplandor grande y bello de plata repujada, es regalo del rey Carlos III. La imagen es quiteña, una de tres esculturas en madera de cedro americano, policromada y estofada en oro por el gran escultor indígena de Ecuador, Kaspicara, Luis por bautismo, de apellido Rodríguez. Siguiendo al gran intelectual penonomeño Simón Cecilio Conte, arribó a la ciudad de Penonomé, en la segunda mitad del siglo XVIII, hacia 1780. Desde entonces su culto cobró auge y hoy es la fiesta principal de la actual Catedral de San Juan Bautista. No se celebra el 8 de diciembre, sino el 15, en su octava litúrgica.

Obligatoriamente hay que pasar a los Jesuitas, llegados en 1566. Los que más tarde en Panamá la Vieja, son los creadores de convento y templo de la Compañía de Jesús, que luego fue trasladada a la nueva ciudad en 1672, bajo el patronazgo de San Francisco Javier. Ellos fueron los grandes impulsores de la devoción a la Virgen de la Encarnación, lamentablemente olvidada por los panameños, quizá porque estos beneméritos religiosos fueron expulsados en 1767. Los jesuitas crearon el Colegio y después lo que se podría llamar la primera piedra de una Universidad, la de San Javier, en el actual Casco viejo, donde se admiran todavía las ruinas de la "Societis Iesus", de los hijos de San Ignacio de Loyola. Esta fundación es la base del actual Colegio Javier.

Si hiciéramos una encuesta entre el pueblo panameño, sin duda, la advocación mariana que se llevaría el primer lugar es la de la Virgen del Carmen. Los carmelitas llegaron muy tarde a nuestra patria; en Panamá Viejo no hay un solo vestigio de ellos. Y es que el rey Felipe II no quiso que vinieran a América, debido a que la Inquisición estaba sobre los escritos de Santa Teresa y de San Juan de la Cruz, los grandes místicos del Siglo de Oro español, contemporáneos del descubrimiento. Los hermanos de sangre de Santa Teresa vinieron a América y se casaron aquí; Lorenzo, con una nieta de Gaspar de Espinoza, en Perú y el otro en Guatemala, donde llevó, regalo de ella, la primera imagen de la Virgen del Escapulario, Reina del Monte Carmelo, venerada hoy en El Cerrito, en ciudad de Guatemala.

Apenas conocieron a la Reina de los Mares (el Monte Carmelo en Tierra Santa está a orillas del Mar Mediterráneo) los habitantes de Panamá, donde hay tanta costa, pescadores y marinos, la amaron con todo su corazón, hasta hoy. No tuvo iglesia ni convento dentro de los muros de Panamá la actual, mucho menos en la vieja. Pero, con el tiempo, levantaron un templo, iniciado el 1949 con una arquitectura bellísima, aunque de un gótico tardío mal emulado: es Nuestra Señora del Carmen de Pasadena, tal vez la iglesia más llamativa de la moderna ciudad de Panamá.

Pero cuando hablamos del Carmen en Panamá, tenemos que ir a Pocrí de Aguadulce. En este lugar, del que se conocen documentos históricos desde 1760, no contaban con capilla ni iglesia, pero sí con gente devota. En 1875 encargó una imagencita (que actualmente conserva el Santuario de la Virgen del Carmen de Pocrí de Aguadulce, en un nicho-altar muy bello) la Señora Portalatina Castroverde, de muy feliz memoria. La citada Señora, por devoción, había adquirido una estampa, un cromito muy sencillo de la Virgen del Carmen. La cercanía al mar, las famosas salinas, los pescadores artesanales y el contar con un puerto marítimo, hicieron de la "Stella Maris" (Estrella de los mares) la verdadera patrona de este lugar. Por tanto, los fieles pocriéños construyeron una ermita de madera, adobes y techo de paja en 1882. Allí colocaron la imagencita que cobraba cada día mayor veneración, ya no sólo de los del sitio, sino también de los pueblos vecinos de la región.

Lamentablemente, un incendio acabó con la sencilla capilla en 1886, pero no con la fe ni la devoción que, al contrario, cobró fuerza, hasta el punto que se propusieron hacer iglesia de mampostería y calicanto, juntando para la construcción donativos y mano de obra libre. Esa iglesita fue la base para que el párroco, José Villar Gómez Allende, levantara el hermoso templo que hoy es casa de la Virgen del Carmen, con doble torre, con diseño de emigrantes italianos, en un estilo renacentista tardío. Corría el año 1951. Hoy, todos los años, el 18 de julio y no el 16 como reza el Calendario litúrgico de la Iglesia, se celebran con gran pompa, rosarios de la aurora en la madrugada, nueve días de preparación y majestuosa procesión a la Virgen del Carmen.

No hay que pasar adelante sin señalar que, con todo y que la Orden del Carmelo, tanto la antigua como la de la reforma teresiana, aparecen muy tarde en el suelo panameño, también se ven altares a la Virgen del Carmen en Parita, Natá, la Villa de Los Santos y Las Tablas, en Pocrí de Los Santos, en la iglesia dedicada a ella en David, Chiriquí y en la ciudad de Colón. En numerosos pueblos se le pasea por el mar, como en Taboga, Montijo, Guararé, Monagre de Los Santos, Aguadulce, Puerto Caimito, Chimán, La Palma y Garachiné en Darién, en Almirante y Changuinola, en Portobello, en la isla de Narganá y Ustupu en Kuna-Yala...en Pedasí, en Isla Cañas de Tonosí y en Mariato (Azuero de Veraguas). No cabe duda, es la advocación de los fieles de este istmo.

En el siglo XIX hubo dos acontecimientos extraordinarios en Europa en los que la protagonista fue la Virgen María, Madre de Dios: La aparición de la Madre Inmaculada a una novicia de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl en 1830 y, luego de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción, a una jovencita de Lourdes, en Francia también (1858). Las dos videntes y confidentes de la Virgen están ya canonizadas, son Santa Catalina Labourè y Santa Bernardita Soubirous. La primera dió origen a lo que hoy llamamos La Medalla Milagrosa; y la segunda, a las peregrinaciones multitudinarias a la Gruta de Masabielle, donde se verifican múltiples sanaciones y conversiones...algunas muy sonadas y conocidas, bajo el amparo y mirada maternal de la Inmaculada de Lourdes.

A nuestro terruño son invitadas las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl en 1875. En ese año abrieron orfanato, asilo para ancianos, comedores populares y la Escuela Santa Familia, que perdura hasta nuestros días. Con estas hermanas aparece en nuestro acontecer religioso la Medalla Milagrosa. Son innumerables las capillas e iglesia, instituciones benéficas y de caridad que están bajo la protección de esta Celestial Madre en su Medalla Milagrosa. No podemos hablar de este tema sin volver los ojos a la ciudad de Santiago de Veraguas, fundada hacia el año 1630, con su festividad anual de La Medalla Milagrosa en Santiago.

Ya ha roto todos las expectativas en cuanto a participación, no sólo de los santiagueños y veragüenses sino de toda la República, el domingo más cercano al 27 de noviembre, aniversario de la aparición en la "Rue du Bac" de París, Francia. Cuando los Padres de la Misión o Vicentinos se hicieron cargo de la parroquia de la Catedral en 1949, iniciaron la devoción a la Medalla de la Inmaculada Concepción (que es su verdadero nombre, antes de que el pueblo la llamase Milagrosa, por los prodigios operados en los que la llevan piadosamente al cuello.

Entremos al siglo XX y a la Nueva Nación, separada de Colombia, a la que se había unido en 1821 tras su independencia de España: la República de Panamá. Los Hermanos de las Escuelas Cristianas o de La Salle, abrieron centros educativos en varios puntos del país, en 1904 y trajeron también la devoción a la Virgen, inculcándola en los alumnos. Tanto en las primeras instalaciones junto a la iglesia de San Francisco en el Casco Antiguo de la ciudad, como luego en Las Tablas, la Villa de Los Santos, Aguadulce y Penonomé, Colón, dejaron su huella mariana, como se los había enseñado el Fundador, San Juan Bautista de La Salle.

También en el siglo XX, a inicios de la República, en 1908, llegan los beneméritos Padres Salesianos de Don Bosco. No sólo inauguraron la primera escuela de Artes y Oficios o el Hospicio Don Bosco con su imprenta y escuela adjunta, sino que sobre todo, nos trajeron a María Auxiliadora de los Cristianos, devoción que tiene su origen cuando el Papa Pío VII fue hecho prisionero y desterrado de Roma por Napoleón, en 1815, prisión de la que salió libre por intercesión de la Virgen, el 24 de mayo. Este título de las Letanías Lauretanas, "Auxilium Christianorum", tan amado por San Juan Bosco, ha calado y llegado hasta los rincones del país, en los que no sólo es patrona de Bejuco, sino que cuenta con innumerables capillas y oratorios. Las Hijas de María Auxiliadora llegaron mucho después, en 1936, pero, igual, en todos los colegios salesianos se infundió la devoción a María Santísima con ese nombre.

Fue en 1929, cuando por llamado del Arzobispo Rojas y Arrieta, que era costarricense, llegaron los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, para hacerse cargo de regentar la Catedral de Panamá y Misiones del Darién y San Blas. Con ellos llega hasta nuestros hogares panameños la devoción al Corazón Inmaculado de María, y se construye en 1950 el Santuario del Corazón de María, en una zona entonces junto al Hipódromo, con gran esfuerzo de los Misioneros Claretianos (fundados por San Antonio María Claret. que fue Arzobispo de Santiago de Cuba entre 1850 y 1856), capitaneados por el Rvdo. Padre Manuel Prada.

No más desembarcar de España, de donde procedían entonces, instituyeron la Archicofradía del Corazón de María, que funge hasta hoy en dicho Santuario-parroquia en Obarrio. Esta advocación, vino reforzada a nivel mundial por los acontecimientos de 1917, en la pequeña localidad campesina de Portugal, Fátima. Allí apareció, los 13 de cada mes, de mayo a octubre, la Virgen con el título de Nuestra Señora del Rosario. En este suelo istmeño, Nuestra Señora de Fátima se ha hecho con sitial de honor. Muchas capillas y la parroquia de El Chorrillo, están bajo su protección celestial.

Y en esta última parroquia de El Chorrillo, los mercedarios llevan unas obras sociales estupendas, con promoción de la mujer, del adulto mayor, de niños y jóvenes para que no caigan en los centros penitenciarios. Todo bajo la mirada y protección de la Reina del Santo Rosario de Fátima. En 1956 llegó una imagen de la Virgen de Fátima que recorrió el país y que reposa actualmente en la Iglesia de San José del altar de oro.

Los Misioneros del Santísimo Redentor, o mejor conocidos como Redentoristas, trajeron a Panamá en 1938 la devoción de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, y los Pasionistas, ya más recientemente, la de Nuestra Señora de los Dolores, título de María tan querido y popular desde la colonia, en sus primeros años. Baste ver las hermosas esculturas de la Dolorosa que hay en los pueblos más antiguos, la de la iglesia de Santa Ana en la capital, en Natá, La Villa de Los Santos, Pesé, Alanje, Penonomé, Chame, Portobelo y san Francisco de la Montaña, Antón, Pacora o la isla de Taboga.

Lógicamente que el pueblo va adquiriendo la nuevas devociones a la Virgen, como la Reina de la Paz de Medjugorje o La Rosa Mística; pero no podemos terminar estas líneas sin mencionar a Nuestra Señora de las Misericordias en La Mesa de Veraguas. La Virgen ensombrerada, le dicen con cariño, es en realidad una imagen de vestir del siglo XVIII, hermosamente policromada con colores naturales, que representa a la Virgen como la Divina Pastora. Pero este nombre fue prohibido por la Iglesia, a principios del siglo en mención, por la inexactitud teólógica de llamarla "divina".

¿Se puede dudar de que los panameños han amado y aman a la Madre de Dios? Así dijo el Papa San Juan Pablo II el 5 de marzo de 1983: "...aquí, donde la llamáis simplemente Madre de Dios…". Al llegar Balboa a la costa del mar del sur en 1513, tomó posesión de aquel descubrimiento para la Corona Imperial Española, clavando una cruz en la playa y el estandarte de Santa María la Antigua nuestra amada patrona (reconocida oficialmente por la Santa Sede a petición de la Conferencia Episcopal Panameña a principios de este siglo XXI). No, no saldrá nunca del corazón de los de Panamá...su amor es demasiado grande para romperse, sería como pedirle a un hijo que no amara a su madre.


BIBLIOGRAFÍA

Araúz, Celestino Andrés: El Panamá Hispánico (1501-1821), Panamá 1992 (Quinto Centenario del Descubrimiento Colombino)

Castillero Calvo, Alfredo: Conquista, Evangelización y Resistencia, Panamá1994

Castillero Calvo, Alfredo: Historia General de Panamá, Panamá 2004 (Comité del Centenario de la República)

Conte, Simón: La Inmaculada de Penonomé, Panamá 1969

Morin, Alfredo: Apuntes de la Historia de Panamá, Panamá 2009, dos tomos.

Ocharan cmf, Mauro: Notas Histórico-religiosas Sobre el Darién Sur, Panamá 1995

Revilla, Angel A.: La Antigua, Panamá 1990

Sosa, Juan y Arce, Enrique: Compendio de Historia de Panamá, Panamá 1993

Estatutos de la Archicofradía del Corazón de María


JOSÉ R. RODRÍGUEZ