FILIPINAS. La Nao de la China y el regreso imposible

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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La ruta marítima que conectaba a la Nueva España con Filipinas fue llamada «Nao de la China», debido al traslado de personas y mercancías asiáticas a Hispanoamérica, los cuales eran genéricamente calificados como «chinos». Un ejemplo de esto es el caso de la «china poblana»,[1] cuya vestimenta es tomada como el traje típico femenino mexicano.

La Nao de la China tuvo un papel preponderante en el inicio del «proceso de globalización», ya de modo sistemático y progresivo, y no solo ocasional. Durante 250 años los navíos que surcaron el Océano Pacífico en esa ruta, colaboraron notoriamente en hacer del mundo una «aldea global».

ANTECEDENTES

El Descubrimiento de América en 1492 estableció las condiciones para que, de modo gradual y progresivo, la humanidad pudiera explorar el resto del planeta. En 1519 cinco navíos partían del puerto español de Sanlúcar de Barrameda al mando de Fernando de Magallanes con la finalidad de llegar a las Islas Molucas, entonces las últimas tierras conocidas al oriente de Asia, pero navegando hacia occidente.

El 16 de marzo de 1521, la expedición descubrió un archipiélago al que Magallanes bautizó con el nombre de «Islas Filipinas» en honor de Felipe, el en ese entonces era el príncipe heredero de la Corona de España. En una de esas islas llamada Mastán, Magallanes perdió la vida en un ataque de los naturales; el capitán Juan Sebastián Elcano prosiguió el viaje y el 8 de noviembre de 1521 llegó a las Molucas.

Por vez primera el hombre había dado la vuelta alrededor del planeta que la Providencia le dio para su existencia. Los dos años que se requirieron para realizar el viaje de circunnavegación hacían apreciar el globo como demasiado grande, y dada su lejanía, las islas Filipinas quedaron abandonadas durante largos años. Ya como Rey de España, Felipe II se preocupó por integrar a la Corona el archipiélago que llevaba su nombre, ordenando al Virrey de la Nueva España Luis de Velasco preparara una expedición para iniciar esa misión integradora desde las costas del Pacífico novohispano.

Para ello, el mismo Felipe II solicitó por carta firmada en Valladolid el 24 de septiembre de 1559, al Prior del Convento de San Agustín de la ciudad de México, Fray Andrés de Urdaneta, que dada su reconocida capacidad como cosmógrafo participara en la expedición, “así para lo que toca la dicha navegación como para el servicio de Dios Nuestro Señor; Yo vos ruego y encargo que vayáis en los dichos navíos (…) que demás del servicio que haréis a Nuestro Señor, Yo seré muy servido y mandaré tener cuenta…”.[2]

APERTURA DE LA NAVEGACIÓN DE LA NAO DE LA CHINA

A pesar de que Fray Andrés de Urdaneta tenía ya 64 años, aceptó la solicitud del Rey y su primera acción fue solicitar al Alcalde Mayor de la ciudad de México, Miguel López de Legazpi, que fuera él quien encabezara la expedición diciéndole: “…le voy a proponer al Rey que vos, noble hidalgo y paisano mío, que gozáis justa fama de valiente capitán, buen navegante y hábil colonizador, seáis el almirante de la Escuadra y general de las fuerzas expedicionarias que van a conquistar las remotas Islas del Poniente…”.[3]López de Legazpi aceptó y en 1561 recibió el nombramiento de «Almirante, General y Gobernador de todas las tierras que conquistase».

Casi de inmediato se formó en la ciudad de México una «Junta de Marinos» presidida por López de Legazpi en la que participaron, además de fray Andrés de Urdaneta, Pedro Menéndez de Avilés, Primer Adelantado de la Florida, el piloto Juan Pablo de Carrión, y otros navegantes de gran experiencia.

Con la Junta, López de Legazpi preparó la construcción de cinco navíos en el puerto Barra de Navidad, situado en las costas de Jalisco. El 19 de noviembre de 1564 se bendijeron los estandartes de los cinco navíos y la bandera de la expedición,[4]y dos días después levaron anclas enfilándose hacia el suroeste, llevando a bordo 380 hombres.

IMPORTANCIA DEL «VIENTO EN POPA»

Aproximadamente desde el año 1500 a.C., el hombre ha sabido aprovechar la fuerza natural del viento para la navegación. Fueron los pueblos asentados en las costas del Mar Mediterráneo (egipcios y fenicios) los primeros en navegar usando navíos de vela triangular.

Cuando la ciencia de la navegación descubrió que la vela cuadrada proporcionaba mayor potencia, pues la física de las velas indica que éstas generan tanto empuje como resistencia presentan al viento, se pudo navegar a barlovento,[5]. y las embarcaciones pudieron aventurarse a explorar y viajar a lugares más lejanos, propiciando así la era de los grandes descubrimientos.[6]

La ruta de la Nao de la China esta situada en la zona intertropical del Océano Pacífico, cuya principal característica es su extraordinaria estabilidad a lo largo del año; es decir, los vientos que prevalecen son los alisios, y soplan siempre en la misma dirección: de Este (Acapulco) a Oeste (Manila).[7]


Tal condición hacía que la navegación «hacia» Manila, tuviera siempre el viento en la parte trasera del barco (la popa) y pudiera realizarse en relativamente poco tiempo. De ahí la expresión «viento en popa», la cual significa poder alcanzar un objetivo sin mayores dificultades.

Por el contrario, el viento en la proa del barco significa tener que viajar «contracorriente»; es decir, con dificultades.

EL «REGRESO IMPOSIBLE»

La constante dirección de los vientos alisios si bien facilitaban el viaje hacia las Filipinas, llenaban de serias dificultades el regreso, llamado también «tornaviaje», el cual fue calificado como el «regreso imposible».

Los navegantes expertos vencían esa dificultad mediante un procedimiento que llamaban «bordada», el cual consistía en “navegar de bolina (zigzagueando) ciñendo el viento alternativamente por una amura (costado) y por la del otro costado del barco”.[8]Este procedimiento permitía avanzar, pero obviamente recorriendo una distancia mucho mayor.

La dificultad que para el regreso significaban los vientos alisios era del todo evidente, por lo que López de Legazpi comisionó a Fray Andrés de Urdaneta que, en base a su experiencia como navegante, buscara la forma de regresar a Nueva España, designándole para ello a la nave capitana, el galeón San Pedro, por ser el más robusto. El viaje del «regreso imposible» dio inicio el 31 de mayo de 1565 desde Cebú, Filipinas.

Fray Andrés estableció la «bordada» necesaria para eludir la corriente de los vientos alisios, lo que le llevó a poner la proa del San Pedro hacia el norte, hacia las costas del Japón, hasta el paralelo 40, donde los alisios ya no tenían fuerza, pudiendo entonces atravesar el Océano Pacífico a la altura de Canadá. Pegado a la costa bajó hacia California y de ahí hasta el puerto de Acapulco, a donde arribó el 8 de octubre del mismo año de 1565. A partir de entonces la ruta de la «Nao de la China» unió definitivamente las Filipinas con el resto del mundo.

Hacia 1690 Isaac Newton descubrió y dio a conocer su célebre «tercera ley», según la cual “a cada acción siempre se opone una reacción igual, pero de sentido contrario”.[9] Aplicando a este principio a la navegación a vela se agregó al velamen de los barcos una vela triangular sujeta en un mástil movible para capturar el viento de la proa, dirigiéndolo hacia las velas de para y logrando así un empuje hacia adelante.

Lo anterior permitió que la «nao de la China» pudiera acortar significativamente el viaje Manila-Acapulco. Durante 250 años y hasta la invención de la máquina de vapor, esta ruta fue surcada por navíos a vela.

NOTAS

  1. Fue una mujer indostana que en su bautismo se le dio el nombre Catarina de San Juan. Sus restos descansan en la sacristía del Templo de la Compañía de Jesús en la ciudad de Puebla.
  2. Carta citada en SANZ Y DÍAZ José. López de Legazpi. Alcalde Mayor de México. Conquistador de Filipinas. Ed. JUS, México, 1967, pp. 9-10
  3. Sanz y Díaz, op., cit., p.10
  4. Los navíos fueron: el galeón San Pedro, que era la capitana; el galeón San Pablo, de 400 toneladas; el San Lucas, de solo 40 toneladas, pero de rápida navegación; el San Juan, galoncete de 100 toneladas; y una pequeña fragata de solo 60 toneladas. Todas construidas en las costas de Jalisco.
  5. Dirección de donde viene el viento
  6. Cfr. ANDERSON, ROMOLA; Una breve historia del barco de vela. Courier Corporation. 2003. ISBN 9780486429885.
  7. Los Alisios son corrientes de aire constantes que soplan de este a oeste cerca del ecuador, desde las altas presiones subtropicales hacia las bajas presiones ecuatoriales. (CFR. LEE, D. H. K. El clima y el desarrollo económico en los Trópicos. México: U.T.E.H.A., 1968).
  8. CFR. DE LORENZO José, DE MUGA Gonzalo. Diccionario marítimo español. Madrid, 1865.
  9. Cfr. M. SEBASTIÁ. Las Leyes de Newton de la mecánica. Ed. Universidad Simón Bolívar, 2013


BIBLIOGRAFÍA

ANDERSON, ROMOLA; Una breve historia del barco de vela. Courier Corporation. 2003

SANZ Y DÍAZ José. López de Legazpi. Alcalde Mayor de México. Conquistador de Filipinas. Ed. JUS, México, 1967

LEE, D. H. K. El clima y el desarrollo económico en los Trópicos. México: U.T.E.H.A., 1968

DE LORENZO José, DE MUGA Gonzalo. Diccionario marítimo español. Madrid, 1865.

M. SEBASTIÁ. Las Leyes de Newton de la mecánica. Ed. Universidad Simón Bolívar, 2013


JUAN LOUVIER CALDERÓN