INDEPENDENCIA DE CENTROAMÉRICA

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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Movimientos de independencia

Los acontecimientos que llevaron la independencia de México repercutieron en beneficio de la independencia del área centroamericana. Agustín de Iturbide logro aglutinar a su alrededor a quienes luchaban contra los españoles, y cuando se hizo evidente que Iturbide estaba a punto de entrar a la capital mejicana (septiembre de 1821) y consumar la independencia, la provincia de Chiapas perteneciente a la Capitanía General de Guatemala pero fronteriza con la entidad política que estaba a punto de nacer, proclamo al mismo tiempo su independencia y su anexión a México.

Ante este acontecimiento, el capitán general de Guatemala, Gabino Gainza, convoco a todas las autoridades, civiles, eclesiásticas y militares para el día 15 de septiembre de 1821 para dilucidar el dilema si se declaraba la independencia de Centroamérica y se procedía como había hecho Chiapas, cosa que deseaba Iturbide.

Pero al final no fue así. Se firmó el acta donde se declaró al Reino de Guatemala independiente de la Corona española y del Imperio mejicano; se nombró una Junta Provisional Consultiva y se convocó a un congreso de los delegados de las provincias. La reacción de las provincias a la declaración de independencia firmada en la ciudad de Guatemala puso de manifiesto la profunda división existente entre todas ellas y la falta de liderazgo de la Capitanía general.

El Salvador declaro su independencia absoluta, libre de toda potencia extranjera; en cambio en Comayagua prevaleció el deseo de anexión a México, pero independiente de Guatemala; León de Nicaragua y Costa Rica se proclamaron independientes de toda potencia; en cambio Granada se independizo de España, pero siguió fiel a la capitanía general.[1]

La vida independiente que supuestamente traería progreso y libertad a las nuevas republicas, comenzará con una tormenta política y con profundas divisiones que a la larga sería imposible saldar.


Al proclamarse la independencia, las entonces «Provincias Unidas de América Central» trataron de formar una organización de tipo federativa, como era la experiencia de los Estados Unidos de América después de su independencia de Inglaterra. Pero solo pasaron algunos meses cuando este ideal centroamericano desapareció ya que la mayor parte de ellas miraban con buenos ojos adherirse al Plan de Iguala,[2]mediante el cual Agustín de Iturbide deseaba unir todas las recién formadas republicas al poderoso imperio de México.

El Salvador se opuso categóricamente a esta unión. Al final este plan de anexión fracaso; de esta manera Centroamérica pudo nuevamente proclamar su independencia de manera absoluta, no solamente de España sino también de cualquier potencia extranjera, haciendo énfasis en su soberanía. Se trataba entonces de comenzar de nuevo, con aquello con lo cual se contaba, pero con una nueva experiencia de gobierno.

Pero no es ninguna novedad que en esta nueva forma de gobernar, muchos aspectos fundamentales quedaron definidos ambiguamente o simplemente se ignoraron, provocando esto algunos vacíos que después dieron origen a roces de competencia o de ejercicio de poder entre las autoridades recién constituidas de los diversos estados de la federación. Estos roces se vieron acentuados a causa de un excesivo provincialismo y de la división que existía entre las provincias y la capital.

Se puede observar es que la contraposición de liberales y conservadores, que muchas veces llegaba a la polarización, tendrá mucho que ver con las turbulencias que se dieron en ese momento y que llevan a la región casi al estado de anarquía, siendo el remedio ante este grave mal la ruptura definitiva de las nacientes naciones, y la consiguiente independencia y desarrollo de manera individual de cada una de ellas.

Nacimiento y fractura de la federación centroamericana

Desde los últimos años de la colonia ya se identificaban dos grupos en la ciudad de Guatemala, la capital del reino. Estos eran los «cacos» o ladrones, y el otro grupo compuesto por los «serviles».[3]Los primeros eran liberales que no tenían miedo a las consecuencias de la apertura al mercado mundial, mientras que los segundos, sin pregonar virtud en el orden colonial, recomendaban cautela ante los posibles efectos sociales que provocarían esas medidas.

La anexión a México no fue parte de la declaración de independencia, como vimos anteriormente, pero quienes buscaban la integración a una realidad política mayor, en ocasiones prevalecieron en la capital, así como en la mayoría de los cabildos, posición que reforzó la intervención mexicana.

Así, la postura que se mantenía a favor o en contra de esta anexión encendió las rivalidades que llevaron a estas posturas a los extremos, principalmente en los salvadoreños que se oponían enérgicamente a esta unión.[4]Desde este periodo los gobernantes de Guatemala y El Salvador utilizaron las agresiones bélicas como forma de imponer su opinión política; se había llegado a la violencia, a la intolerancia, de forma que de ahora en adelante la hegemonía se obtendrá mediante la fuerza.

Por lo tanto, el eje San Salvador- Guatemala, centro de la vida económica centroamericana durante el siglo XVIII, entró en una profunda crisis ante los embates de las contribuciones forzosas, las requisiciones, el costo del mantenimiento de los ejércitos, además de la incautación o destrucción de los bienes del enemigo.[5]

Paralelamente a esta situación, se desataron conflictos entre los centros urbanos provinciales, de forma que solo San Salvador y Guatemala lograron conservar su preeminencia. Así, en Honduras, Comayagua perdió poder político frente a Tegucigalpa; en Nicaragua la ciudad de León entro en conflicto con Granada; en Costa Rica, una confrontación militar provoco el traslado de la capital costarricense de Cartago a San José, donde se encuentra hasta la fecha.

Con respecto a México, tuvieron que retirar sus tropas y renunciar a sus deseos expansionistas sobre Centroamérica; solamente Chiapas, que era parte del reino de Guatemala, fue segregado para siempre y unido a México.

Podemos decir de manera general que algunos de los factores más importantes que precipitaron estos acontecimientos que llevaron a la ruptura de la unión centroamericana, fueron los siguientes: la resistencia al poder de la capital en 1810; la represión de las rebeliones anti fiscales en 1811 y 1814; las sangrientas confrontaciones causadas por el intento de anexión de parte de México, además de los conflictos entre las provincias entre sí.[6]

La desastrosa situación fiscal y la necesidad de detener el espiral de violencia política, recomendaban un sistema centralista con un poder ejecutivo fuerte que sustituyera a las desaparecidas autoridades españolas,[7]pero sus detractores veían en esta opción una maniobra para mantener el poder de la capital: Guatemala.

Por otra parte, los procesos políticos iniciados en las mencionadas provincias eran de manera irreversible; los funcionarios del anterior régimen no tenían ninguna validez o credibilidad, siendo las cosas así, no había otra alternativa sino otorgar capacidad de decidir al poder local, mediante la adopción de un sistema federal.

La tensión entre la postura centralista y aquella federalista, se reflejó en las disposiciones de la constitución emitida a finales de 1824.[8]Fue así, como del antiguo reino de Guatemala surgieron cinco estados que constituían la Republica Federal, cada una con su propia carta magna, las cuales adoptaron la división del poder en ejecutivo, legislativo y judicial, concebida ya esta división en el siglo XVIII.

Además, el poder legislativo federal se dividió en Asamblea y Senado, la primera compuesta por representantes electos de acuerdo a la población y el segundo por un número fijo de senadores por estado.[9]Esta medida pretendía limitar el peso político de la capital, que concentraba a la mayoría de la población y podía controlar el gobierno nacional.[10]Sin embargo, la Constitución federal contenía múltiples contradicciones internas, no definía cual seria la capital federal e ignoraba el grave problema fiscal.[11]

Los movimientos internos continuaron, la anarquía continúo en Nicaragua; también el ejército federal invadió Honduras y El Salvador; las autoridades del estado de Guatemala y el gobierno federal entraron en conflicto; los estados se apropiaron de los impuestos de la república y Costa Rica amenazo con la secesión.

Se respiraba un ambiente de lucha y desunión, contrario al ideal que se tenia en el principio y por el cual se luchó. Hacía falta la imagen de un líder, de una figura que aglutinase a todas las fuerzas representadas en las diversas republicas para realizar este intento de unión Centroamericana.

En el caso de sur América el referente era Simón Bolívar, pero en esta región faltaba un líder que llevara adelante todos estos proyectos de unión. Finalmente aparecerá en esta década la figura del general Francisco Morazán,[12]pero el proyecto con el cual se identificaría ya había iniciado un prolongado proceso de disolución.

Como se puede observar, la idea de democracia no es concepto que en Centroamérica se tenga en la actualidad; es muy diferente, ya que la elección y destino de las naciones y la decisiones que afectaban a todos, estaba reservada para una minoría que detentaba el poder, aunque las masas apoyaran algunos procesos y la tropa de los diferentes ejércitos eran de extracción popular, esto es, de gente campesina o muy pobre.

Siempre se imponían las elites que dominaban a su voluntad. Sin embargo, aunque continuo en el fondo la misma estructura social de la colonia, hubo algunos cambios importantes que vale la pena mencionar, como por ejemplo la abolición de la esclavitud, la concesión de derechos a los hijos ilegítimos y, quizás lo más importante de este periodo en lo referente a cambios sociales, es que los indios perdieron su situación de perpetuos menores de edad protegidos por el estado laico que siempre los limitaba y los subestimaba.

Todo esto inspirado en los artículos de la Revolución Francesa, de la igualdad y fraternidad, que tuvo mucho impacto en esta región. Pero siempre quedaban estructuras y prácticas del régimen anterior, así, esta medida muy importante que trataba a los indios como personas, como seres humanos adultos, al final los perjudico; continuaron ocupando el nivel más bajo de la escala social, mientras la población ladina aprovecho la nueva situación para ocupar más tierras, algunas veces usurpándolas, y gracias a sus alianzas con las elites, se convirtieron en un nuevo sector, políticamente importante.

Estas elites llevaron adelante una serie de cambios a al final desembocaron en la independencia de cada uno de los estados que formaban la unión movidos en la mayoría de casos por sus intereses personales.[13]Como resultado de esto, las diferentes políticas emprendidas llevaron siempre al fracaso, razón por la cual se pasó a la acción armada para consolidar el poder y así imponerse.


El papel de Francisco Morazán

En este ámbito, tenemos personajes que aparte de políticos, eran militares y tenían una visión táctica muy grande, no sola en el campo de batalla, sino también en lo que se refiere a la política. Pero en este periodo, sobre quien recayó el destino de la federación fue sobre el caudillo general Francisco Morazán, que con su genio militar controló Guatemala, El Salvador y Honduras, mientras que su habilidad política le permitió negociar con sectores conservadores como el campesinado hondureño y apoyar el establecimiento de un gobierno liberal en Guatemala.[14]

Trasladó la capital federal a San Salvador para poner fin a las tendencias centralistas defendidas por parte de la elite guatemalteca, pero las fuerzas de las armas desvanecieron sus proyectos, y siendo así que no pudo sostener con vida las instituciones republicanas, el estado de guerra impidió los procesos democráticos como las elecciones.

Bajo la tutela de Morazán, se realizó el experimento liberal más radical en Centroamérica,[15]cayendo la suerte en Mariano Gálvez, el cual instalo su gobierno en la ciudad de Guatemala. Este gobierno sostenía que lo único que mantenía vivas a las grandes instituciones coloniales, representadas por las comunidades indígenas y la Iglesia, era la baja rentabilidad de la tierra y del capital.

El ciudadano viene a ser el individuo de la sociedad, que, sin reconocer ningún privilegio de clase o de raza, aspira, mediante el mecanismo liberal, a elevarse a un plano de igualdad, aunque en la práctica, como hemos dicho anteriormente, no se llevó a cabo. No duró mucho tiempo esta situación, pues los protagonistas de estos movimientos eran opuestos diametralmente y enemigos a muerte.

Inspirados por el ideario liberal, Mariano Gálvez intento secularizar la sociedad, reformar el sistema judicial e imponer nuevos impuestos. Pero este deseo de secularización encontró resistencia en la Iglesia, sus reformas judiciales no se llevaron a la práctica y los impuestos, como es lógico, fueron rechazados absolutamente por la población. Este intento fue un verdadero fracaso, el mismo que experimentarían los demás líderes liberales de las otras naciones.

En 1838 se reunió el poder legislativo federal por última vez, aprobando la ley de la creación del Estado de los Altos,[16]que fue un intento de la elite de Quetzaltenango para disminuir el poder de la ciudad de Guatemala, pero en lugar de traer beneficios, la mencionada ley ayudo para que se acelerara más rápidamente el proceso de fragmentación de la sociedad centroamericana.

La elite capitalina vio esta declaración de independencia como una grave afrenta de parte de los indígenas del altiplano, de los Altos, ya que consideraban que la tierra y las gentes que ahí habitaban era parte de su patrimonio, además, porque esta región les proporcionaba trigo en abundancia.

La guerra civil centroamericana

Comenzó la guerra civil que termino con la disolución de la federación el 26 de octubre de 1838.[17]Al fracasar el estado federal, se firmaron centros de centralización en cada provincia. Como consecuencia de esto, se dio el nacimiento de los nuevos estados y así, en 1839, El Salvador se constituyó finalmente en una república.

A pesar de su formación como estado, El Salvador siempre mantenía vivo el ideal que le trasmitió Morazán, siendo así que en más de una ocasión hizo tentativos para que de nuevo se llevase a cabo la unión centroamericana. Se pasó de la guerra armada a la guerra diplomática, en un último esfuerzo por llevar a cabo dicha unión. Así, se llegaron a acuerdos con Honduras y Nicaragua,[18]se firmaron incluso tratados, pero en la práctica, este ideal ya había desaparecido.


NOTAS

  1. J. FERNÁNDEZ., Historia del istmo Centroamericano, Cap 10 «El proceso de independencia y la Republica Federal (1821-1842)», 271-288.
  2. Son tres puntos fundamentales que abarca este plan, creado por Iturbide; conservar a toda costa la religión católica, la independencia de México con respecto a cualquier país, y por último, supresión de toda diferencia entre las razas que residían en America.
  3. J. FERNÁNDEZ, «El proceso de independencia», 280.
  4. D. CAMPOS SALAS, Relaciones Iglesia-Estado en Costa Rica, 29.
  5. J. FERNÁNDEZ, «El proceso de independencia», 281.
  6. J. FERNÁNDEZ, 282.
  7. J. SARANYANA - J. BOSCO AMORES, Política y Religión en la independencia, 68.
  8. L. AYALA BENÍTEZ, La Iglesia y la independencia de Centro América, 153.
  9. A. HERNÁNDEZ, Historia General de España y América. XV, «El escenario político regional y nacional iberoamericano», 217
  10. M. SALINAS, 15.
  11. Esta Constitución no concilio los intereses locales y nacionales, su aplicación genero muchos conflictos, como el caso de la elección del nuevo obispo de San Salvador a manos de las autoridades locales pero que no se ponían de acuerdo con el Congreso federal.
  12. Francisco Morazán nació en Tegucigalpa, Honduras, el 3 de octubre de 1792, murió fusilado a los 50 años de edad en San José, Costa Rica, el 15 de septiembre de 1842. Cfr. M. LEISTENSCHNEIDER-F. LEISTENSCHNEIDER, Gobernantes de El Salvador, 47.
  13. A. HERNÁNDEZ, 217.
  14. M. LEISTENSCHNEIDER-F. LEISTENSCHNEIDER, 48.
  15. El proyecto liberal se basó en la idea de una república compuesta por pequeños y medianos propietarios, partiendo de la suposición de que la tierra y la especulación eran la llave del ascenso social.
  16. R. REYES, Nociones de Historia de El Salvador, 96.
  17. DEA III, 643.
  18. R. REYES, 112.

BIBLIOGRAFÍA

AYALA BENÍTEZ, L., La Iglesia y la independencia de Centroamérica: El caso del estado de El Salvador, 1808-1833, Tesi Gregoriana, serie Storia Ecclesiastica, Pontificia Universitá Gregoriana, Roma 2007.

CAMPOS SALAS, D., Relaciones Iglesia-Estado en Costa Rica, TG. Serie Derecho Canónico, Roma 2000

FERNÁNDEZ, J., «El proceso de independencia y la Republica Federal (1821-1842)», en AA. VV., Historia del istmo Centroamericano II, Querétaro, México 2000.

HERNÁNDEZ, F., Colección de bulas, Breves y otros documentos relativos a la Iglesia de América y las Filipinas, II, Bruselas, 1869.

LEISTENSCHNEIDER, F.,- LEISTENSCHNEIDER, M., Gobernantes de El Salvador, San Salvador, 1980.

REYES, R., Nociones de Historia de El Salvador, San Salvador, 1920.

SALINAS, M., Relaciones entre Iglesia y Estado en la república de El Salvador, 1821-1871, San Salvador 1992.

SARANYANA, J., - BOSCO AMORES, J., Política y Religión en la independencia de la América hispana, Madrid 2011.


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