Diferencia entre revisiones de «LAS CASAS, Fray Bartolomé de; ¿Anti-negro?»
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Revisión del 05:20 16 nov 2018
Sumario
- 1 Acusaciones contra Las Casas de haber promovido la esclavitud de los negros
- 2 La superación de estas tesis
- 3 El nacimiento de la leyenda
- 4 Historiografía española contemporánea
- 5 Tentativos de contrarrestar la “leyenda” a partir del siglo XIX
- 6 A partir de nuevos hallazgos e investigaciones de Archivos
- 7 Las Casas y el envío de esclavos negros a América: Datos de Archivo
- 8 Notas
- 9 Bibliografía
Acusaciones contra Las Casas de haber promovido la esclavitud de los negros
Una de las controversias que existen alrededor de la figura de Fray Bartolomé de las Casas es el tema de la esclavitud o favorecimiento de la trata atlántica de los negros africanos hacia el Continente Americano[1]. Se dice que en su justo afán de proteger a los indios y librarlos de los pesados trabajos que realizaban como esclavos (trabajos forzados), especialmente en las minas de las Antillas, impulsó la introducción de esclavos negros a América. La tesis sobre un Bartolomé de Las Casas que habría defendido los derechos humanos fundamentales del indio y propiciado la sustitución del mismo en los trabajos serviles más duros por los esclavos negros arrancados con la violencia más criminal de sus patrias africanas, fue sostenida a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, fuera de España y de sus Indias, por parte de escritores de la ilustración.
Otros autores afirman que no fue él quien introdujo esa esclavitud, sino que solamente propuso en varios de sus planes colonizadores que se llevaran esclavos negros como mano de obra como ya desde los mismos comienzos de la presencia española en las Antillas se llevaban. Otros, entre ellos los lascasistas, aseguran que Fray Bartolomé no sólo no promovió la esclavitud negra en el Nuevo Mundo, sino que fue el único escritor de su siglo que denunció la trata esclavista de negros africanos; asimismo señalan que su propuesta promovía una migración de pacíficos labradores españoles –en lugar de conquistadores- junto con un pequeño complemento de hábiles negros sevillanos como ayuda técnica; estos negros -esclavos y libres- vivían en esa época en Sevilla, en su propio barrio, con sus propias leyes y su propio gobernador; eran cristianos hispanizados, y apreciados en los trabajos domésticos y las artes mecánicas.
Si bien Bartolomé de Las Casas es reconocido como un incansable defensor de los indios, no es menos cierto que por esta razón, ya en vida tuvo que sufrir todo tipo de maledicencias, y que después de su muerte estas cristalizaron en una serie de leyendas en las que aparecía como “antiespañol” y “antinegro”. Es necesario destejer una leyenda hábilmente urdida por sus detractores, según la cual, él habría sido el introductor de la esclavitud en América. Para ello se debe recurrir meticulosamente a las fuentes documentales. En realidad Las Casas fue el primero que denunció el fenómeno de la esclavización de los negros, una vez que pudo conocer la realidad de la trata y de unos pueblos con un mundo distinto y una cultura propias. Al mismo tiempo, y paralelamente, hay que despejar también el origen histórico de la introducción de los esclavos negros en América, los actualmente llamados afroamericanos. En conjunto, lo que se ha llegado a decir contra el padre Las Casas, a lo largo de más de cuatro siglos y medio, se puede enunciar en los siguientes puntos: Las Casas pidió varias veces pasar esclavos negros al Nuevo Mundo iniciando así la deportación de éstos, para defender a los indios a costa de aquellos, promoviendo así este tráfico de seres humanos directamente, estableciéndolo y autorizándolo como su principal responsable. Además, se añade que no defendió a los esclavos ya deportados de los atropellos de que eran víctimas, pues, entre otras cosas, los consideraba como irracionales y carentes de alma.
En conjunto, lo que se ha llegado a decir del padre Las Casas en lo tocante a los negros se resume en los siguientes puntos: 1) Que pidió varias veces pasar esclavos negros al Nuevo Mundo. 2) Que fue quien inició la deportación de esclavos negros al Nuevo Mundo; o sea, que para defender a los indios introdujo en América la esclavitud de los negros. 3) Que promovió la trata o tráfico comercial de esclavos negros hacia el Nuevo Mundo y, por tanto, fue el principal responsable del sucio negocio negrero que de ahí salió. 4) Que estableció y autorizó el tráfico de los negros como si éstos no fueran racionales. 5) Que contribuyó directamente al desarrollo de la trata defendiendo a los indios y sustituyéndolos por negros. 6) Que favoreció la perpetua esclavitud de la raza negra y por ello es el responsable primero y principal de la infelicidad que gran parte de América Latina tenía a fines del siglo XIX. 7) Que no defendió a los esclavos negros, ya deportados al Nuevo Mundo, de los atropellos de que eran víctimas. 8) Que consideró a los negros como irracionales, como seres que no tenían alma. En resumen: que defendió a los indios a costa de los negros[2]. Como escriben Hanke –Giménez Fernández: “Tal vez nunca muera la idea de que Las Casas fue culpable de la introducción de la esclavitud negra en América, pues ya duró cuatro siglos y todavía florece”[3].
La superación de estas tesis
Pero un estudio más sereno y menos ideológico sobre Las Casas ya también está llevando a la superación de esta visión parcial del problema. Tal teoría fue inventada por los blancos ilustrados europeos de la segunda mitad del siglo XVIII. Tal “leyenda” no aparece en los escritos ni de los cronistas de Indias ni en los escritores españoles de los dos primeros siglos y medio de la historia “colonial” española, ni en los cronistas ni encomenderos ni misioneros como Anglería, Oviedo, Sepúlveda, López de Gómara, Cieza de León, Díaz del Castillo, Motolinía, Agustín de Zarate, que hablan de Las Casas, ni en las relaciones de las autoridades de Indias, ni de la metrópoli. El mismo Las Casas dice, refiriéndose a sus peticiones de licencias de esclavos negros para enviar al Nuevo Mundo: “Todos los avisos y medios que dio el clérigo Casas […] pluguieron y fueron gratos mucho al gran chanciller [Sauvage] y al cardenal de Tortosa [Adriano] […] y a todos los demás flamencos que dello supieron”[4]. Tampoco mencionan para nada al padre Las Casas al respecto los cronistas ni los autores posteriores a su muerte, de los siglos XVI y XVI y la primera mitad del siglo XVIII, que hablan de los esclavos negros deportados al Nuevo Mundo, como Tomás de Mercado[5], Bartolomé Frías Albornoz[6], Luis de Molina[7], Felipe Guamán Poma de Ayala[8], Thomas Gage[9], Antonio Fuentes y Guzmán[10], José Gumilla.[11]Así mismo, tampoco los biógrafos del padre Las Casas o los que hablan de él, amigos o enemigos, tocan el tema de su intervención en el asunto de la deportación de negros al Nuevo Mundo como un lamentable desacierto[12].Solamente Antonio de Herrera (1601) toca el tema de la intervención del padre Las Casas en el asunto en un capítulo de su Historia[13]. La leyenda del padre Las Casas “antinegro” nace en la segunda mitad del siglo XVIII fuera de España y de sus Indias.
El nacimiento de la leyenda
La leyenda del padre Las Casas “antinegro” nació en la segunda mitad del siglo XVIII fuera de España y de las Indias en el ámbito de los escritores de la ilustración enciclopedista. Uno de los primeros en alimentarla fue el holandés-prusiano-francés Corneille de Pauw en su obra Recherches philosophieques sur les Américains, ou Mémoires intéressants pour servir a l’histoire de l’espèce humaine, 2 vols., Berlin 1768-1769[14]. Ya un naturalista, el conde de Buffon en su obra De la dégénéralion des animaux, había sostenido la inferioridad de la fauna americana en relación a la europea apuntando también como consecuencia el tema del hombre indígena, invadido por esa naturaleza, y por ello poco numeroso y débil. De Pauw desarrolla esta teoría juzgando a la gente del continente “tellement disgracié para la nature, que tout y était ou dégéneré, ou monstrueux”, víctimas de la degradación telúrica del continente americano en que viven, debido a diversas causas geológicas; y por ello son gente degenerada sin remedio.
De Pauw resucita así en su libro la vieja postura de quienes juzgaban en el siglo XVI a los indios como bestias parlantes, siervos por naturaleza, incapaces de civilización; y se opone a la mitificación del indio como “bon sauvage” según las teorías de Rousseau. De Paw considera a Las Casas como un utópico defensor de los degenerados indios, un espíritu intrigante, orgulloso que “demuestra ambiciones desmesuradas que reflejan la voluntad de poder de la Orden a la que pertenecía [los dominicos]. Las Casas quería ser soberano de las Indias estableciendo sobre mil leguas de costa un orden semi militar-eclesiástico del que él hubiera sido dueño absoluto y pretendía domesticar y civilizar diez mil americanos en dos años”[15]. También lo considera poco digno de fe: “Las Casas se atreve a afirmar en un tratado llamado Destrucción de las Indias Occidentales por los Castellanos [sic] ... que en un plazo de 40 años sus compatriotas han degollado 50 millones de indios. Pero contestaremos que aquello es una grosera exageración ... Los que adoptan relatos tan extravagantes no conciben, sin duda, lo que representa tal número de hombres; toda Alemania, Holanda, los Países Bajos, Francia y España juntas no contienen exactamente hoy 50 millones de habitantes”[16].
Es aquí donde De Pauw introduce su acusación a Las Casas sobre su responsabilidad en la introducción de los esclavos negros en América. Afirma que durante los trece primeros años de su presencia los españoles no habían introducido algún esclavo negro en las Américas; que el primero a mandar algunos había sido Fernando el Católico en 1510, sin permiso del papa; que el plan del comercio de esclavos hacia América había sido “concebido y redactado por un clérigo llamado Las Casas”; que mientras el mismo Las Casas “por la mayor extravagancia de que pueda ser culpable el espíritu humano, compuso un gran número de memoriales para probar que la conquista de América era una atroz injusticia; y al mismo tiempo, imaginó reducir los africanos la esclavitud para hacerles trabajar en un país tan injustamente conquistado”; que el plan de comercio de esclavos “fue primeramente prohibido por el cardenal Jiménez [de Cisneros] y aprobado por el cardenal Adriano [de Utrecht, co-gobernador de España y después papa Adriano VI]”; que “el ministerio español concedió en 1516 un privilegio exclusivo a Chievres para la compra y venta de negros; el cual, no hallándose en posición de sacar partido de la concesión, la revendió en 23.000 ducados a unos mercaderes genoveses, cuya sociedad por mucho tiempo se llamó la Compañía Grilles. Ella debía proporcionar el primer año 4.000 negros de ambos sexos; pero conocía demasiado bien sus intereses para no eludir una parte de su contrato, y solamente proporcionó 1.000 esclavos a las Indias, la mitad hombres y la mitad mujeres, que desembarcaron a principios de 1517 en la isla de Santo Domingo. Al momento se envió la mitad a México, donde la despoblación era extremada”; y que así, “fue en 1517 cuando se hizo la primera expedición regular”[17].
Con estos textos de De Pauw nació la leyenda del padre Las Casas “antinegro” en 1768. Pero el mismo De Pauw, al final de la nota de la que forma parte, declara que es “fragmento de un Discours sur l' origine de la traite des négres que yo compuse hace algunos años”[18]. El libro de De Pauw, impreso en Berlín, alcanzó rápidamente un gran éxito editorial y se difundió por toda Europa. Tuvo una segunda edición en 1770 en Londres, y una tercera en 1771 en Berlín y se reimprimió de nuevo en 1774. Además, motivado por las reacciones provocadas por el libro, publicó también en Berlín, en 1770, su Défense des Recherches philosophiques sur les Américains, reimpresa en 1771. Asimismo, resumió su exposición en el artículo «Améríque» del Supplement a l' Encyclopédie, ou Dictionnaire raisonné des sciences, des arts et des métiers, Amsterdam, 1776. A esto hay que añadir el éxito alcanzado por la Histoire philosophique et politique des établissements des Européens dans les deux Indes, 6 vols., Amsterdam, 1770, del ex jesuita Guillaume-Thomas-François Raynal, seguidor de Buffon[19]así como el alcanzado por The History of America, 2 vols., Londres, 1777, del pastor presbiteriano escocés, también volteriano, William Robertson[20]. También hay que añadir los que, hasta fines del siglo, tanto en Europa como en América, se enfrentaron a De Pauw y así lo difundieron, indirectamente, creando lo que Antonello Gerbi llamó La disputa del Nuevo Mundo[21], como Perteny, La Douceur, Delisle de Sales, Clavigero, Carli, Jefferson, etc.
La leyenda del padre Las Casas anti negro, se afianzó a lo largo del siglo XIX entre quienes dependían de los ilustrados que la habían creado. Y en el siglo XX ha pasado a muchos libros sobre África[22], historias de las misiones[23], estudios sobre la trata, enciclopedias y diccionarios; así la enciclopedia Larousse, artículo Las Casas, se dice que él obtuvo la primera concesión de la “premiere concession de traite des noirs”. En España el libro Recherches philosophiques de De Pauw fue examinado por la Inquisición española el 28 de agosto de 1777 y puesto en el índice de libros prohibidos por considerarlo “lleno de injurias a la nación española, principalmente a los conquistadores, tratándoles a éstos y a todos de bárbaros, ladrones, crueles, inhumanos”[24]. El juicio está en la misma línea de apología que el de la sentencia inquisitorial contra la Brevísima en 1659[25]. La leyenda del padre Las Casas como “anti negro” no les importaba entonces ni a redactores del informe inquisitorial español, los jesuitas Cristóbal Lomo y Antonio Baquero, ni a los demás que la rubricaron. La opinión en tal sentido continuo viva en España y en Europa a partir de entonces.
Historiografía española contemporánea
Entre los españoles, que reconocen los méritos de Las Casas en la defensa de los indios, pero le tachan de haber apoyado la importación de negros como esclavos para liberar a los primeros de los trabajos forzados, se pueden recordar: Martín Fernández de Navarrete, Colección de viajes y descubrimientos, 5 t., I-II, 1825, III, 1829; IV-V, 1837: BAE, LXXV, 49b-50ª; lo mismo Manuel Serrano y Sanz, Orígenes de la dominación española en América, Madrid 1918, BAE, XXV, p. CCCCXVI; CCCXVI-CCCCXVII; CCCCXXI-CCCCXXII; Ramón Menéndez Pidal, El padre Las Casas, p. 38; d. 65, 69- 70, 90-91, 206, 376; Menéndez Pidal dice refiriéndose a la propuesta de importar 500 ó 600 esclavos negros, hecha en el memorial del 20 de enero de 1531(Editado en BAE, CX, 54b): “Creo que revela simplemente el dominante prejuicio de Las Casas. La esclavitud del vencido en guerra justa era admitida por el clérigo como por todos entonces; el prejuicio irracional lascasiano consiste en afirmar que toda que de los españoles contra los indios es injusta y que toda guerra de los portugueses contra los negros africanos se supone ser justa, sin más averiguación” (Id., ib., p. 206; cf. 38). Juicio que Menéndez Pidal reitera a lo largo de su libro.
En la misma línea se expresa el historiador dominico Teófilo Urdánoz, Las Casas y Francisco de Vitoria, en Las Casas et la politique des droites de l’homme, Aix-en-Provance 1974, p. 243, citando el Memorial de remedios (BAE, ex, 17ª) refiriéndose a la petición que hizo el padre Las Casas en 1516: “que se les haga merced a los encomenderos tener esclavos negros y blancos, que los puedan llevar de Castilla”. También en la misma línea se encuentra Carlos González Echegaray, Historia de África negra, Editora Nacional, Madrid 1985, p. 217; Alberto de la Hera que habla –como Menéndez Pidal- de “dos Las Casas”, el mítico defensor de los indios y el propulsor de la importación de esclavos negros en su sustitución (Mesa redonda en el Colegio Mayor Castilla sobre «La evangelización de América», en la que intervinieron Alberto de la Hera, Manuel Ballesteros y Pedro Borges. Noticia recogida del diario “Ya”, de Madrid, el 29 de marzo de 1987, p. 42). Por su parte Pedro Borges, en Quién fue Bartolomé de las Casas, E. Rialp, Madrid 1990, pp. 292 y 111. dice que en 1552 rectifica su postura mantenida expresamente en 1516, 1518, 1519, 1531 sobre la trata de los esclavos negros, ahora la considera ilícita, pero que durante largos años al defender a los indios y no a los negros, mantuvo “un concepto selectivo de los derechos humanos”.
Otro notable historiador, Ricardo de la Cierva, La Gran Historia de América, p. 526a-b, en Revista “Época” cap. 33 y 34, nn. 307 (1981) y 309 (1991) escribe que Las Casas fue “instigador de la primera trata de negros para las Antillas que, ante sus cálculos de que se necesitaban al menos cuatro mil de ellos, la Corte encomendó la importación africana a un caballero flamenco, quien la traspasó por 25.000 ducados –una cifra enrome. A los mercaderes genoveses. Iniciando así, por la triste sugerencia de Las Casas, el tráfico negrero a gran escala, llegó a situar trescientos mil negros en las Indias y cien mil más en el continente para 1560, según cifras del propio Las Casas en su Historia de las Indias. Hasta el fin del siglo XIX fueron arrastrados de África a las Américas trece millones de esclavos africanos; uno de los mayores crímenes históricos de la raza blanca, que debe a Bartolomé de las Casas el comienzo masivo de tan repugnante comercio”. Estas teorías han sido generalmente aceptadas por los africanos y afroamericanos cultos, no obstante que su Brevísima relación de la destrucción de África, reeditada en 1989, aclare su posición madurada a lo largo de los años.
Tentativos de contrarrestar la “leyenda” a partir del siglo XIX
Por otra parte, quiénes intentaron ya a partir del siglo XIX contrarrestar la tesis de la responsabilidad de Las Casas en el fomento de la trata africana, se limitan a hacer constar que: 1) no fue el primero que pidió esclavos negros para América; 2) que después se arrepintió de haberlos pedido. Entre estos autores se encuentra el abate y obispo constitucional francés de Blois, Henri Gregoire, en su Apologie (Apología de don Bartholomé de las Casas, obispo de Chiapa, traducida por Llorente, en su Colección de las obras…, t. II, pp. 329-364) de 1800. Gregoire se basa sobre la historia de Antonio de Herrera, Historia general de los hechos de los castellanos en las Islas y Tierra Firme del mar Océano (Madrid 1601), que según él se muestra poco verídico y con prejuicios sobre Las Casas. No es así en realidad ya que demuestra más bien respeto. Y, como es sabido, se puede decir que, en lo referente a las tres primeras décadas, Herrera se inspira principalmente en la Historia de las Indias del padre Las Casas; hasta el punto que pudiera decirse que la incorpora, con frecuencia copiando el texto al pie de la letra, aunque sin citarlo. En la Década II, libro 2, capitulo 20 (en Historia, III, 102; BAE, XCVI, 417a-b.), Herrera hablando del año 1517, dice: “Que se hace determinación de enviar negros a las Indias…”, donde explica largo y tendido los comienzos de la traída a las Indias de los africanos como esclavos y los motivos que empujaron a comenzar tal tráfico de esclavos, ofreciendo datos importantes sobre el asunto, así como la intervención de Las Casas en ello, sin que fuese Las Casas el que solicitase por primero el comienzo de tal trata, que hoy consideramos justamente abominable e injustificada desde todos los puntos de vista.
Pero incluso, ya Las Casas escribiría posteriormente, en texto que Herrera omite hablando de las licencias de llevar esclavos negros a las Américas: “Este aviso de que se diese licencia para traer esclavos negros a estas tierras dio primero [primeramente] el clérigo Casas no advirtiendo la injusticia con que los portugueses los toman y hacen esclavos; el cual, después de que cayó en ello, no lo diera por cuanto había en el mundo porque [desde entonces] siempre los tuvo por injusta y tiránicamente hechos esclavos, porque la misma razón es dellos que de los indios”. También el discutido dominico mexicano Servando de Mier y Noriega, en 1806, en su Discurso, impreso por Llorente, sigue las pautas de Grégoire, aunque más documentado. Sigue luego en 1819 el argentino, deán de Córdoba de Tucumán Gregorio de Funes, que en una carta al abate Gregoire afirma que no fue Las Casas el que inició el comercio de esclavos negros a América, aunque lo hubiese luego estimulado (Impresa por Llorente).
En 1822 llega Juan Antonio Llorente, autor de una Histoire critique de l’Inquisition d’Espagne (Paris 1917), escapado de España, refugiado en Francia, expulsado también de Francia como un autor “peligroso”, imprimió en francés y luego en español los escritos de Las Casas en dos obras gemelas, de manera muy defectuosa, con omisiones y poco rigor crítico – histórico: Oevres de don Barthelemí de las Casas, evêque de Chiapas, (2 t., Paris 1822) y Colección de las Obras de don Bartolomé de las Casas (2 t., Paris 1822), incluyendo en ellas los escritos también sobre Las Casas de Grégoire, Mier y Funes. Estas obras contribuyeron a difundir en Europa la polarización sobre Las Casas en el tema de los esclavos negros. Los autores subsiguientes, como Lord Edward King Kigsbourough, en Antiquities of Mexico, 9 t., en el t. 6, Londres 1831, p. 339, defiende la actuación de Las Casas en la interpretación entonces acogida por gran parte de los escritores sobre la defensa de los indios, por una parte, por parte de Las Casas, y por otra su participación en la importación sustitutiva de los esclavos negros más robustos que los indios; y añade, justificándolo, que era un error entonces común de gran parte de la Humanidad.
En 1833 el poeta liberal español José Quintana publica la Vida de fray Bartolomé de Las Casas en su obra Vidas de españoles célebres (BAE, XIX, 433-475; documentos, pp. 505-530), donde habla de la tacha denigrante y contradictoria en sus principios de Las Casas y “de no haber sabido librar a los indios de las plagas que sufrían sin cargarlas sobre los infelices africanos” (BAE, XIX, 444b. Cf. 514b.). Quintana cita a Herrera y a los que dependientes de él repiten la noticia: Corneille de Pauw, Recerques Philosophiques… (Berlín, 1768-1769); Guillaume-Thomas-François Raynal, Histoire philosophique ... , 3 vols., Ginebra, 1775; William Roberston, History of America, 1777; Marmontel, Les incas, ou la destruction de l' empire du Perú, París, 1777; Roucher, Les Moins, poéme, 1779; Nuix Perpigná, Riflessioni, en la traducción española, Cervera, 1783, 3ª reflexión, § IV; 4ª, § V, pero sin mencionar a Las Casas. Quintana cita cinco documentos de la Colección de Muñoz para demostrar que el envío de esclavos negros a América es anterior a Las Casas y de la Colección Uguina (BAE, XIX, 514b).
Juan Bautista Muñoz fue oficialmente encargado de escribir una Historia del Nuevo Mundo en 1779. Y entre 1779-1783 realizó una inmensa labor de investigación en los archivos buscando toda documentación referente a América. El resultado de su labor fue la conocida Colección de 95 tomos en folio de documentos, extractos y notas ordenados cronológicamente, que ha servido hasta hoy de consulta de los historiadores. Recuerda Quintana la defensa que de Las Casas hace Gregoire sobre el asunto de la esclavitud de los negros africanos, y dice que no ha logrado convencer enteramente a sus lectores. Añade otros 6 documentos de Las Casas para probar la tesis sobre cómo Las Casas habría sido ajeno a aquella propuesta. Cuatro procedentes de los extractos de Muñoz y de Uguina y dos tomados directamente de la Historia de las Indias, y en uno de ellos incluye el texto añadido al margen por el padre Las Casas que Herrera había omitido (BAE, XIX, 5I5a-b). Y concluye como no sólo Las Casas, sino todos los que luchaban por aliviar la suerte terrible de los indios y “miraban con desconsuelo la despoblación del América y la querían remediar”, habían propuesto por ello su sustitución con la trata africana y cita otros tres documentos de la Colección de Uguina. Y todavía añade que “nadie dudaba entonces de la justicia con que los portugueses hacían este comercio” vendiéndolos en Portugal y Europa” (BAE, XIX, 515b-516a).
En Carlos Gutiérrez, Fray Bartolomé de las Casas. Sus tiempos y su apostolado, 1878, pp. 400-412, con un prólogo del eminente político republicano español (y presidente de la I República Española), en el que inspirándose posiblemente en el texto del libro que prologa, dice que la acusación contra Las Casas de que contribuyó a la esclavitud de los negros, “paréceme victoriosamente refutada, y aun desvanecida, con atender tan solo a que las expediciones de negros resultan muy anteriores a la predicación de Las Casas, e intentadas y promovidas más bien por la tendencia general del tiempo que por el consejo particular de nuestro apóstol” (p. XXXIV). Se limita a utilizar las Apologías de Grégoire y de Mier (BAE, XIX, 516a). Otro autor, Antonio María Fabié, Vida y escritos de fray Bartolomé de las Casas, obispo de Chiapa, 2 t., t. 1. Madrid 1879, pp. 69-72, no añade nada nuevo a Quintana.
En 1879, José Antonio Saco, Historia de la esclavitud de la raza africana en el Nuevo Mundo y en especial en los países américo-hispanos , 2 t., t. 1, Barcelona 1879, pp. 146-177. 1La Habana 1938, aporta sólo algunos datos más sobre el asunto, lo mismo que Georges Scelle, La traite negrière aux Indes de Castille, Paris 1946. En 1949 el historiador Manuel Giménez Fernández, reconocido lascasiano, escribe que “de entonces acá lascasianos y anti lascasianos repiten incansablemente los mismos argumentos” (“Estatuto ... “, p. 81, nota 116). En su estudio adelanta el análisis de dos documentos inéditos del Archivo General de Indias, Patronato 252, ramo 3, que pensaba utilizar en la obra proyectada: El obispo Fr. Bartolomé de las Casas, dominico sevillano, sobre la Capitulación del padre Las Casas con el emperador acerca de la colonización de la tierra de Paria (Venezuela), firmada el 19 de mayo de 1520. El autor puntualiza minuciosamente sobre personajes y documentos acerca del asunto, y particularmente acerca del tema (Id., ivi, pp. 80-83).
Giménez Fernández documenta espléndidamente el hecho de haber pedido el padre Las Casas esclavos negros para América; pero la cabal intervención del padre Las Casas queda nuclearmente en el aire. Volverá a tocar el tema en 1953 en el t. I de su obra Bartolomé de las Casas, 2 t., Sevilla 1953, reimpresa en 1960 y 1984, sin avances sustanciales. En el tomo II de la misma obra, del 1960, después de exponer el tema de “La esclavitud como hecho social, su regulación jurídica y su justificación doctrinal a principios del siglo XVI”, inspirándose ampliamente en el trabajo entonces ya publicado de Fernando Ortiz (ver más adelante), toma de frente el asunto de “La trata de esclavos negros en Indias hasta 1518 y su aceptación por Bartolomé de las Casas” (Id, ivi, p. t. II, pp. 549-556); el Autor, que aporta un arsenal de buena documentación, no logra disipar totalmente las dudas sobre la actuación de Las Casas; sólo alude a su posterior “benévola actuación hacia los hombres de color”, a la que alude (ivi, pp. 566-569), pero no estudia por salirse del marco cronológico de su estudio; disculpa a Las Casas justificando su primera actitud, que luego corrige, sobre el hecho de que tal era el comportamiento que entonces todos seguían y el ambiente institucional que aprobaba tal actuación.
Más tarde, en 1965, el mismo Autor incluye entre las equivocaciones del padre Las Casas la “tolerancia de la esclavitud institucionalizada de los negros” (en M. Giménez Fernández, Prólogo a los Tratados del padre Las Casas, t. I, p. LXXXVII), Las Casas entendía entonces que los esclavos procedían de guerras justas; y luego que se dio cuenta de la gravedad del asunto tampoco atacó y denunció de frente la esclavización (raíz de la esclavitud) que hacían los portugueses. En 1952, Fernando Ortiz toca el tema en “La leyenda negra contra fray Bartolomé de las Casas”, en Cuadernos Americanos (México), LXI (1952), pp. 146-184: afirmando como “si a Las Casas se le puede llamar “apóstol de los indios”, también fue “apóstol de los negros”. Todavía en 1980, el dominico francés Philippe-Ignace André-Vincent, Bartolomé de las Casas, profète du Nouveau Monde, Jules Talandier, Paris 1980, distingue entre la esclavitud mediterránea y la esclavización atlántico-africana, y no se limita a citar los capítulos tardíos de la Historia de las Indias, sobre todo el 102, del libro III, en el que Las Casas confiesa su arrepentimiento, sino que espiga en los capítulos 22 y 27 del libro I, donde emerge clara aquellas distinción.
También, Carlos E. Deive, La esclavitud del negro en Santo Domingo, 2 t., Santo Domingo 1980, menciona la distinción entre esclavos ladinos (los provenientes de Europa y que ya hablaban castellano o portugués) y bozales (los traídos directamente de África –“Guinea”-) afirmando que Las Casas había pedido esclavos ladinos y no bozales, admitiendo que Las Casas se declaró culpable de “abogar por la esclavitud del negro” (t. I, p. 66). Marianne Mhan-Lot, Bartolomé de las Casas et le droit des indiens, Ed. Payot, Paris 1982, pp. 184-185, 257, tocando el tema desde el momento de su toma de conciencia de la injusticia de la esclavización de los mismos y su reacción consiguiente a partir del citado cap. 102, del libro III de la Historia de las Indias, sino que llama la atención sobre el grupo de capítulos acerca de África.
Otro autor, Luis N. Rivera Pagán, Evangelización y violencia. La conquista de América, Ed. CEMI, San Juan, Puerto rico 1990, dedica un capítulo a la intervención de Las Casas, y siguiendo la distinción -no siempre clara terminológicamente entre esclavos “ladinos” y “bozales”- haciendo coincidir éstos con los “africanos”; sin embargo hay que notar que buena parte de los “ladinos” eran “africanos”; aunque no sólo, pues había en la Europa de entonces “ladinos” de origen bereber, islámicos y turcos. En conclusión: el camino historiográfico -desde los tiempos de Grégoire hasta nuestros días- sobre el argumento ha sido largo y repetitivo en defensa de Las Casas, o repitiendo casi siempre las mismas argumentaciones. Desde entonces han salido a la luz una serie de documentación de archivo nuevas, que aclaran la posición de Las Casas en su actitud, actividad y juicio sobre el tema de la esclavitud de los “africanos” transportados forzadamente a las Américas.
A partir de nuevos hallazgos e investigaciones de Archivos
Se pueden indicar algunas claves interpretativas de su comportamiento y de su juicio sobre este triste asunto, las que se pueden resumir, a partir de la documentación de archivo a nuestra disposición hoy, en estos puntos:
- Las Casas no «concibió ni redactó» un plan del comercio negrero, ni intentó «reducir» a los africanos a la esclavitud, como imaginó De Pauw en 1768.
- No es verdad que el padre Las Casas haya obtenido la «primera concesión de la trata de negros», como imagina la enciclopedia Larousse.
- Es falso decir que el padre Las Casas «estableció y autorizó el tráfico de negros» y que haya caído en «contradicción», como dijo Navarrete en 1825.
- Tampoco es cierto que los dominicos «defendieron y trabajaron» por la esclavitud de los negros, y que el padre Las Casas «se echó la culpa de ser el primero que aconsejó y procuró la esclavitud negra ... sin reparar en los medios», como dijo Serrano y Sanz en 1918.
- Es falso decir que el padre Las Casas «admite en sus escritos que todos los esclavos negros, sin más examen, fueron esclavizados legítimamente por los portugueses», como dijo Menéndez Pidal en 1963.
- No es verdad que, con la petición de esclavos negros y blancos de Castilla en 1516, el padre Las Casas «inicia, con tanta incongruencia, la petición del mercado de esclavos», como dijo el P. Teófilo Urdánoz en 1974.
- Tampoco es aceptable decir que el padre Las Casas haya «abogado por la esclavitud del negro», como dice Deive en 1980; o que «era declaradamente partidario de la esclavitud de los negros», como dice Alberto de la Rera en 1987.
- Tampoco es aceptable decir que el padre Las Casas haya mantenido nunca «un concepto selectivo de los derechos humanos», como dice Borges en 1990.
- Finalmente, no es aceptable cuanto escribe Ricardo de la Cierva en 1991.
Las Casas y el envío de esclavos negros a América: Datos de Archivo
En el caso de Las Casas, la documentación de archivo relativa al envío de esclavos negros a América hasta 1546 es bastante exhaustiva. Una detallada cronología documentada de las peticiones y envíos de esclavos negro-africanos a las Antillas y al Continente Americano de Tierra Firme, desde 1493 (segundo viaje de Colón, cuando parece poder documentarse la presencia de los primeros esclavos negros, hasta 1546, donde se puede documentar un enésimo levantamiento de esclavos en Santo Domingo, hecho relativamente frecuente en a lo largo del siglo) aparece en la obra: I. Pérez Fernández, Bartolomé de Las Casas, ¿contra los negros?..., Bartolomé de Las Casas y en envío de esclavos negros a América[26]. Los envíos pueden claramente dividirse en varias fases muy distintas y documentadas: a) desde 1493 a 1515 –reinaba todavía Fernando el Católico-; b) desde 1516 a 1517: la etapa de gobierno del cardenal regente en España, fray Francisco Jiménez de Cisneros, ayudado del co-gobernador Adriano de Utrech –futuro papa Adriano VI- al que se llama “embajador” en cuanto enviado por el joven rey Carlos, apenas heredero de la Corona española. La regencia comienza al morir el rey Fernando el 23 de enero de 1516.
En este tiempo se pide licencias para pasar esclavos negros de Castilla a las Indias. En este periodo ya encontramos implicado con algunas peticiones a Las Casas, pero el hecho de las peticiones dependían no sólo de los comienzos de los ingenios azucareros, sobre todo, sino que ya se habían solicitado anteriormente. La idea de sustituir los indios por los esclavos negros no nació en la mente de Las Casas; éste la había adquirido de encomenderos y vecinos de la Española en 1515, sin conseguir nada en cuanto Cisneros, por real Cédula del 23 de septiembre de 1515, suspenderá el envío de esclavos negros a Indias. Ya en 1516, Las Casas entonces en España, trata de adelantarse al encomendero Gil González Dávila, encomendero con 200 indios, para anular de raíz sus gestiones de conservar sus indios; Las Casas pedía suprimir las encomiendas de los indios, pero dar concesión de licencias de importación de esclavos “negros o blancos” originarios “de Castilla” en beneficio de los españoles que se quedaban sin indios, petición hecha también por tanto algunos colonos, como los frailes dominicos, franciscanos y reformados jerónimos. (cf. BAE, CX, 31a-b); c) petición de licencias para pasar a las Indias esclavos negros de “Guinea” o “bozales” (comienzo), ya lo largo de 1516-1517 por parte de varios: encomenderos, clérigos y frailes e intervenciones a lo largo de 1518-1519 al comenzar la trata en tal sentido, pero no se encuentra ninguna de Las Casas en el mismo sentido.
El rey Carlos, presionado de una parte por los encomenderos y jerónimos en Las Antillas, y por algunos en la Corte, reanuda la concesión de licencias de envío de esclavos negros suspendidas por Cisneros y comienza la concesión de licencias restringidas a algunos que regresaban o que pasaban a las Indias para establecerse allí o a algunos de sus servidores, pero de esclavos negros “destos reinos” y “con tanto que sean cristianos”. Son enumeradas al menos 21 de estas licencias documentadas, con un número restringido de casos y finalidades. Está claro que en esta etapa Las Casas pidió como remedio para las islas el envío de esclavos negros, pero se trata de pocos y originarios de Castilla. Así comienza en un cierto sentido la licencia de la trata de manera regular (17 licencias más entre 1518 y 1519). Con una Real Cédula del 18 de agosto de 1518 se inaugura la trata, pues da libertad total para adquirirlos directamente en cualquier parte, fuera de Castilla, y aunque el número es limitado, es en gran escala. La única limitación radical que impone es el monopolio que establece a favor de una persona, Gorrevod, gobernador de Bresse, durante 8 años (contrato de venta de la licencia real para pasar 4.000 esclavos negros a las Indias hecho a los banqueros genoveses por 25.000 ducados (AGI, Indif. Gral. 419, lib. VII, fol. 78. CDIE, LII, 485).
De aquí en adelante encontramos vendedores, compradores, agentes banqueros, comerciantes y contratistas de esclavos negros, sobre todo genoveses, que se aseguran el monopolio por varios años (cf. CDIA, II, 447). A veces nos encontramos con denegación de las licencias por parte Real, y otras proyectos de Las Casas al emperador Carlos para llevar de Castilla labradores y “esclavos negros para su servicio a la tierra, mitad hombres y la mitad mujeres” para poblar y colonizar las tierras, donde también propone un número preciso de labradores y de esclavos (hasta 350) y en el mismo sentido en un proyecto de capitulación de Diego Colón, redactado por Las Casas 1519) donde habla de hasta 500 esclavos (CDIA, I, 408; Giménez Fernández Bartolomé de las Casas, II; 706 ss.). d)
Sigue el periodo que va desde 1520 a 1543 durante la trata; al principio estaba el monopolio de Gorrevod, que sólo termina el 18 de agosto de 1526. Se evidencia en la documentación la despoblación que sufría la isla de Santo Domingo y la conveniencia de repoblarla, así como la petición de mandar siete u ocho mil negros, comprados con las rentas reales en las Islas y repartirlos entre sus vecinos (CDIA, I, 408). La misma política y peticiones se mandan para la Tierra Firme de Paria. Se habla claramente de la situación precaria en que versan aquellas Islas, y también debida al monopolio de Gorrevod en la trata y la carestía a que los vende (cf. Giménez Fernández II, 565). Por estos tiempos comienzan a pronunciarse cada vez más levantamientos o rebeliones entre los esclavos negros en la Española, de los cuales se hace eco Gonzalo Fernández de Oviedo (Historia…, lib. IV, c. 4 (BAE, CXVII, 98-100; lib. V, c. 4, p. 125a). En 1526 (11 de mayo) una Real Cédula prohíbe pasar a las Indias esclavos negros “ladinos” que “en estos nuestros reinos o en el reino de Portugal hayan estado un año”; sólo se permiten pasar “los “bozales” que nuevamente los hubieren traído de sus tierras” (Diego de Encinas, Cedulario, IV, 384). Esta disposición cambia radicalmente lo dispuesto el 18 de agosto de 1518 en la licencia dada a Gorrevod donde se establecía que los esclavos negros mandados a las Indias tenían que ser extraídos “deste reino” de Castilla. Ahora los pudo extraer ya directamente de Guinea. Y en virtud de la presente Cédula no pueden ser extraídos de Castilla, tienen que extraerse de Guinea. No pueden ser enviados “ladinos” sino “bozales”.
Desde ese momento en adelante crecen las licencias en tal sentido año tras año y a petición de varios interesados, especialmente de las Antillas y luego de la Tierra Firme, incluidos también religiosos, como en especial los comerciantes de esclavos entre los que destacan los alemanes Welser (a los que el 27 de marzo de 1528 se les había dado un monopolio de 8 años y otros varios esclavistas, entre los que se encuentran Enrique Ehinger, Rodrigo de Dueñas, Hernando Colón y otros, con licencia de llevar cantidad siempre mas crecidas de esclavos; a veces solicitaban cantidades que superaban los mil y llegan hasta 4.000 repetidamente, motivando las peticiones la falta de mano de obra, la repoblación y la conquista en varias partes del Continente. Empieza también a sentirse la problemática que todo este sucio negocio plantea. Nacen los primeros intentos ya más claros de exigir justicia, tratamiento más justo, prohibir ciertas crueldades (como la castración) con los esclavos rebeldes o huidos, cimarrones, etc… y reconocer sus libertades en ciertos casos; se establecen también precios de la compra-venta de los esclavos, número que se pueden adquirir; acogida de los rebeldes que se entreguen, sin represalias, y que sean perdonados.
Les preocupa a los encomenderos y colonos también el alto y creciente porcentaje de esclavos negros; así en Santo Domingo, el arcediano Álvaro de Castro escribe al Consejo de Indias: “…que se pusiese remedio en los negros, que hay muchos; que creo ya pasan de 20.000 ò 30.000 negros los que hay en esta isla, y no hay en toda ella 1.200 vecinos que tengan haciendas en el campo y saquen oro… (AGI, Santo Domingo 77, ramo 5). Ante toda esta serie de problemas prácticos, Las Casas mantiene una correspondencia con el Emperador y el Consejo de Indias, sugiriendo varias soluciones. Las Cédulas Reales se esfuerzan cada vez más por querer dar disposiciones para controlar la situación sobre la situación de los diversos tipos de esclavos, bereberes o libres, nuevos convertidos de moros e hijos de indios que residen en las Indias y que deben ser re-enviados a España.
Todavía e fines de octubre de 1543 Las Casas solicita en Valladolid al emperador Carlos V, al prepararse para ir a su diócesis, la licencia de pasar a las Indias dos docenas de esclavos negros, libres de todos derechos [de paso] así en Sevilla como en las Indias” añade que si no los ocupase en los labores de labranza y para mantenimiento de los religiosos y pobladores, “que pague los derechos a V.M. cinco veces doblados” (Helen Rand Parish, Las Casas obispo, p. 9). Esta es la última petición de esclavos que hizo Las Casas (para su servicio y los de sus compañeros de viaje). La respuesta real es del 13 de febrero de 1544 y una carta de Las Casas en tal sentido del 28 de junio de 1544, desde Sevilla; de donde se ve que Las Casas, siendo obispo, tuvo a su servicio algunos esclavos (cuatro), como también los tuvieron otros obispos como Zumárraga, de México; Marroquín, de Guatemala; Pedraza, de Honduras, etc… Incluso un santo misionero evangelizador como san Luis Beltrán, dominico, los tuvo en Colombia (cf. I. Pérez Fernández, Inventario documentado, n. 151, y pp. 673, 676, 685, 687, 692; Francisco Diego, Historia, fol. 234r b).
Toda una nutrida correspondencia que corre a lo largo de 1545 prueba lo mismo: pasaje, empleo y problemas de la servidumbre de los esclavos, tratamiento sobre los esclavos alzados, graves alzamientos de negros, entre ellos el ocurrido en Santiago de Mopox, que el visitador de la Indias, Miguel Díaz de Armendáriz quiere tratar con suma dureza y es reprobado por el príncipe Felipe. Todavía en la segunda mitad de 1546 se escribe unas siete veces al Emperador sobre alzamientos de negros (cf. RAHM, A-111, col. Muñoz, LXXXIV, fol. 140v-142) y protestas contra Cerrato por haber cumplido las Leyes Nuevas, que seguramente dio lugar a las protestas y alzamiento de los negros. Toda esta documentación demuestra que Las Casas no sólo pidió esclavos negros hasta el momento en que inicio la trata, sino que siguió pidiendo también en tres ocasiones en 1531, 1542, e incluso después de haber sido nombrado obispo, en 1543, para llevarlos consigo a su diócesis; sigue pidiendo pocos, sea para él como para otros, pero estando ya en marcha la trata de “Guinea” pide que sean de “Castilla” (“ladinos”), no de “Guinea” (“bozales”); y luego, ya siendo obispo, insiste que los destinará “a sembrar y hacer labranzas de cazabí” y no a las minas.
Sea como fuere, admite la esclavitud, la pide y solicita para América, aunque haya que aquilatar su admisión, condiciones y tipología de la misma (fundamentalmente para el servicio doméstico y la agricultura), y tipo de esclavo (el “ladino” y no el “bozal”). Él no fue el primero ni el único a solicitarla y practicarla, por lo que es necesario considerar bien el tipo de petición suya de esclavos negros (los “ladinos”), excluyendo los “bozales”; su no intervención en el negocio negrero monopolista hacia América; su actitud ante el tratamiento inhumano de los esclavos negros en América; y al final su arrepentimiento por haber intervenido en el comercio y uso de esclavos negros en América (1545-1547), como él mismo lo hace constar en su Historia de las Indias (III, 102; BAE, XCVI, 417ª; cf. I. Pérez Fernández, pp. 180-211). Se puede sintetizar el pensamiento de Las Casas en relación al tema de la esclavitud de los negros-africanos en algunos puntos:
- El Padre Las Casas no consideró a los negros como irracionales y carentes de alma. Él consideró que además de ser racionales y tener alma, estaban evidentemente dotados para el trabajo por sus cualidades físicas. Quienes los consideraban como bestias, igual que a los indios, y destinados para el trabajo por su naturaleza a ser esclavos, fueron otros, ciertos juristas, filósofos y teólogos de la época que participaban de la opinión común y generalizada en todo el mundo occidental. Él, por su parte, acabó oponiéndose.
- No tuvo un concepto selectivo de los derechos humanos al proclamar la injusticia de la esclavitud de los indios y no proclamar la injusticia de la esclavitud de los negros (o más aún, utilizar la esclavitud de éstos para remediar la de aquéllos). El P. Las Casas nunca entendió que los negros fuesen siervos por naturaleza, pero, como podía ser lógico suponer en ese momento histórico, el hecho de ser esclavos podía tener un origen que él desconocía; por ejemplo la opinión entonces común en muchos de la “guerra justa contra los infieles”. Ahora bien, en cuanto se percató con seguridad de la injusticia de la esclavitud de los negros de “Guinea” (que en el lenguaje de su tiempo equivalía a los negro-africanos arrancados del Continente en la “trata” atlántica) la proclamó injusta y declaró que los negros de “Guinea” padecían la misma injusticia que los indios y tenían el mismo derecho a ser libertados de la esclavitud.
- El P. Las Casas no admitió en ninguno de sus escritos que todos los esclavos negros, sin más, hubiesen sido esclavizados legítimamente por los portugueses.
- No fue partidario de la esclavitud de los negros, ni declarada ni no declaradamente, porque tal esclavitud, en determinadas condiciones, era admitida en aquel entonces por todos y tardará todavía mucho tiempo en ser rechazada como intrínsecamente inadmisible. Tampoco puede decirse que abogó por la esclavitud de los negros, sino, propiamente, por la deportación al Nuevo Mundo de aquéllos negros que ya eran esclavos, o porque ya se encontraban como tales en Europa (los esclavos negros, llamados “ladinos”, que ya conocían el mundo europeo y hablaban sus lenguas) o porque habían sido reducidos a la esclavitud a partir de la “trata” comenzada por los portugueses en las regiones de “Guinea” (los “bozales”).
- No fue el primero que aconsejó y procuró la esclavitud negra, ni reparando ni sin reparar en los medios. Él pidió explícitamente –como se ha documentado- o procuró la deportación de esclavos negros «de Castilla», que otros habían pedido y procurado antes. Respecto a los “negros de Guinea” (“bozales”), ya desde mucho antes de intervenir él eran reducidos a tal estado por los portugueses.
- No fue él quien inició el mercado de esclavos, introduciéndolo en el Nuevo Mundo, ni siquiera con su petición de 1516 -la primera-, pues tal mercado ya existía desde muchos años atrás, y el período de mayor expansión de dicho fenómeno se inició dos años después y debido a peticiones de otros; por tanto, ni fue el primero ni tampoco el único. Antes de que él se pronunciara, ya había muchos esclavos negros en América.
- No pidió la deportación de esclavos negros de “Guinea”, sino que, cuando fue consultado sobre ello, «aconsejó» que se diese curso a las peticiones que las autoridades del Nuevo Mundo habían hecho. Tampoco concibió, ni menos redactó el plan del comercio negrero; lo hicieron otros, movidos por su afán de lucro. Así pues, tampoco promovió el monopolio del comercio de esclavos negros para América, porque en ello no intervino en absoluto. En lo que intervino fue precisamente en la denuncia de dicha situación, especialmente en la última etapa de su vida dándose cuenta de la radical injusticia de la “trata”.
- No obtuvo, pues, la primera concesión de trata de negros hacia América, pues ésta la obtuvieron los mercaderes genoveses; y ni lo uno ni lo otro pidió, aconsejó u obtuvo el padre Las Casas.
- No favoreció ni la perpetua esclavitud de la raza negra, ni tampoco la no perpetua. Lo que favoreció con sus peticiones y su consejo, en un período de su vida en que no había llegado todavía a tomar conciencia de que aquella aberrante esclavitud de los negros de “Guinea” era injusta y contra la ley natural, y que por aquel entonces, junto con una corriente mayoritaria de pensadores y juristas europeos, suponía que era justa, fue la deportación a América de esclavos negros. Pero cuando después vio que la esclavitud de los negros era injusta, la condenó como tal. Ni antes ni después la quiso favorecer justificándola desde el punto de vista del derecho.
- Tampoco dejó de defender a los negros ya deportados a América de los atropellos de que de los que eran terribles víctimas. Los defendió progresivamente en cuanto fue tomando conciencia de tales atropellos contra la ley natural, cuando le constó la injusticia, sobre todo en lo referente al proceso, y tuvo la fuerza de afirmar contra corriente que tales esclavos eran tan “injusta y tiránicamente hechos esclavos” como los indios.
Así pues, cabe decir, tras hacer las distinciones pertinentes, que el P. Las Casas no tuvo ninguna responsabilidad en la esclavización de los negros así como tampoco en su esclavitud ni en el tratamiento inhumano que recibieron los deportados a América, tanto en el viaje como una vez instalados allí, porque en nada de esto intervino. Sí intervino en que fuesen deportados esclavos negros a América, que ya sufrían la esclavitud en Europa. Si bien cuando tuvo constancia de la injusticia de la esclavización que se efectuaba en “Guinea” (captura y trata de esclavos africanos, destinados “al mercado” americano, comenzó a despertarse en él una nueva conciencia progresivamente crítica; él mismo declara también que no estuvo seguro de ser culpable de la ignorancia e inadvertencia con que aconsejó en los primeros años de su vida aquel tráfico de esclavos africanos, procedentes de Europa (“ladinos”) o toleró de hecho el de los “bozales” africanos.
De todos modos, la cuestión tan sumamente debatida y polémica en la biografía lascasiana, nos hace ver dolorosamente cómo estaba aún lejos el día en que la conciencia de la aberración contra los derechos naturales de la persona, de cualquier raza, cultura y religión, estaba aún lejos de alcanzar un pleno reconocimiento. A la luz de este doloroso proceso debe ser estudiado el pensamiento y la evolución del mismo en Las Casas, así como su implicación en esta cuestión, que es, por lo demás, un momento dramático y uno de los baldones más terribles en la Historia de la Humanidad; negro baldón que podrá ser explicado o enjuiciado adecuadamente en su contexto, pero jamás justificado.
Notas
- ↑ Cf. Pérez Fernández Isacio, Bartolomé de las Casas ¿contra los negros? Revisión de una leyenda, Ed. Mundo Negro – Esquila Misional, Madrid – México 1991.
- ↑ Pérez Fernández, obra citada p. 25.
- ↑ Hanke, Lewis – Giménez Fernández, Manuel, Bartolomé de las Casas, p. 322, n. 745.
- ↑ Historia, III, 102; BAE, XCVI, 417a.
- ↑ De Mercado Tomás, Tratos y contratos, 1569.
- ↑ Frías de Albornoz Bartolomé, Arte de contratos, 1573.
- ↑ De Molina Luis, De iustitia et iure, 1593.
- ↑ Guamán Poma de Ayala Felipe, El primer nueva crónica y buen gobierno, 1615
- ↑ Gage Thomas, The English-American or a New Survey of the West Indies, 1648.
- ↑ Fuentes y Guemán Francisco Antonio, Historia de Guatemala o Recordación florida, 1690.
- ↑ Gumilla José, sj, El Orinoco ilustrado, 1745.
- ↑ De la Cruz José, op, 1567; Juan de Castellanos, 1589; Hernando del Castillo, op, 1592; José de Acosta, sj, 1596; Agustín Dávila Padilla, op, 1596; Jerónimo de Mendieta, ofm, 1604; Alonso Fernández, op, 1611; Giovanni Michele, Pio, op, 1613 y 1618; Juan López, 1615; Juan de Torquemada, ofm, 1615; Antonio de Remsal, op, 1619; Alonso de Sandoval, sj, 1627; Antonio León Pinelo, 1629; Juan Solórzano Pereira, 1639; Gil González Dávila, 1659; Francisco de Burgos, 1670; Nicolás Antonio, 1672; Juan Meléndez, op, 1681; Antonio de Solís, 1684; Francisco Antonio Fuentes y Guzmán, 1690; Etienne Thomas Souèges, 1691; Francisco Vázquez, 1695; Alonso de Zamora, 1701; Manoel de Lima, 1710; Jacques Quétif-Jacques Echard, 1721; Francisco Ximénez, 1722; Andrés González de Barcia, 1737; Juan José de la Cruz y Moya, 1757; Antonio Touron, 1768.
- ↑ Herrera Antonio, Historia, dec. II, lib. II, c. 20.
- ↑ En 1776 resumirá sus convicciones en el artículo «Amérique» del Supplément el l' Encyclopédie.
- ↑ De Pauw, Recherques philosophiques, I, 101; y en «Amérique».
- ↑ De Pauw, en su artículo «Amérique» atribuye a la Brevisima de Las Casas que los españoles hayan degollado 50 millones de indios. Donde dice algo semejante el padre Las Casas es en la Historia, III, 155 Y 164 (BAE, XCVI, 549b, 576a). Pero no dice 50 sino hacia «40 cuentos». Estas cifras caen desde un punto de vista sea estadístico como histórico aplicadas a la situación de todo el Continente americano de la época de Las Casas.
- ↑ De Pauw, Recherches, 1, p. 3, nota. Ed. 1770, pp. 18-19, nota.
- ↑ No se sabe en qué año exacto compuso ese Discours, ni si fue impreso. De todos modos, la gran difusión le corresponde a las Recherches philosophiques.
- ↑ Tuvo más de veinte ediciones en Francia. A las que hay que añadir: Amsterdam y La Haya, 1772 (dos impresiones); Ginebra y Maéstricht, 1775 (dos impresiones); La Haya, 1776; Ginebra, 1780; Ginebra, 1781; Neuchátel, 1783; Aviñón, 1786. Traducción inglesa: Londres, 1783; alemana, 1783.
- ↑ Filadelfia, 1799. Traducciones: Florencia, 1777; París, 1777- 1778; Pisa, 1780; Maéstricht, 1780; París, 1798. También al español en 1778, por encargo de la Real Academia de la Historia; aunque -por circunstancias de política internacional del momento- no se llegó a publicar. Robertson acepta haber sido el padre Las Casas el iniciador u original promotor del tráfico de esclavos negros, basándose en Herrera. Mientras Roberston, quien llegó a ser nombrado académico correspondiente de la Real Academia de Historia, de Madrid, se presenta bien documentado, otros que tocan la temática, como Raynal ofrecen una ligereza informadora.
- ↑ Gerbi Antonello, La disputa del Nuevo Mundo. Historia de una polémica (1750-1900), FCE. México 1960 y 1982².
- ↑ Así, Bertaux Pierre: “ Bartolomé de las Casas, sevillano, obispo de Chiapa, en México, lanza en 1498 [sic] la idea de la trasplantación de los negros a Méjico [sic]. Habiendo proclamado el papa Martín V que “los infieles no podían ser poseedores de ninguna parte de la tierra”, la trata se encuentra justificada cristianamente por el deseo de evangelización” (Africa. Desde la prehistoria hasta los estados actuales, Ed. Siglo XXI, Madrid 1971, trd. española, p. 135.
- ↑ Así, Da Civezza M., atribuye al padre Las Casas haber inducido a Sauvage a revocar la orden de suspensión dada por Cisneros, que abolía la trata de negros (Storia universale delle missioni francescane, t. VI, Prato 1851 ss. Roma 1857-1895, p. 502). A lo cual arguye Giménez Fernández que Cisneros no abolió la trata ni liberó a los negros por la cédula del 23 de septiembre de 1516, sino simplemente suspendió el envío; tampoco indujo el padre Las Casas a Sauvage a la importación de negros a las Indias; la trata comenzó con Gorrevod; antes se hacía de Guinea a Portugal ( Bartolomé de Las Casas, II, Sevilla 1953, 1960, reimpresión 1984, pp. 553-554).
- ↑ Archivo Histórico Nacional, Madrid, Papeles de la Inquisición, lego 4465, núm. 4.
- ↑ La Brevisima fue incluida también en el Índice de libros prohibidos español de 1790 por idéntico motivo.
- ↑ Pérez Fernández I., Bartolomé de Las Casas, ¿contra los negros?..., Bartolomé de Las Casas y en envío de esclavos negros a América, pp. 69-138.
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ISACIO PÉREZ FERNÁNDEZ OP