CULTURAS PRECOLOMBINAS. Los pueblos del Caribe

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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Culturas indígenas de las Antillas

Geográficamente, las Antillas son un archipiélago cuyas islas forman una especie de «corredor» marítimo entre las costas del noroeste de Venezuela, la península de la Florida y la península del Yucatán. Este archipiélago se clasifica en Antillas «Menores»: (Trinidad, Martinica, Dominica, Santa Lucía, Barbados, Guadalupe, Aruba, Curazao y otras más), y las Antillas «Mayores»: Jamaica, Puerto Rico, Cuba y La Española (República Dominicana y Haití).[1]

Este rosario de islas forma una serie de plataformas naturales en el mar Caribe que, mediante sencillos medios de navegación (canoas) los pueblos se podían poner en comunicación entre sí y con algunas costas continentales ( La Florida, Centroamérica, Yucatán, Venezuela).


Orígenes de la Cultura Caribe

Probablemente fue hacia el año 300 a.C. cuando las islas fueron ocupadas por indios recolectores procedentes de Norteamérica. Estos se asentaron en las costas y son los llamados «ciboneyes» (nombrados también como «siboneyes»). Hacia el primer siglo de la era cristiana llegaron grupos indígenas agricultores procedentes del Orinoco y Amazonas de lengua arauak: el grupo más importante de estos en las Antillas Mayores era el de los «lucayos», que fueron los pueblos originales residentes de las Bahamas, y los «taínos».

En las Antillas Menores también había pobladores lucayos, y pobladores iñeris. Después del 1300 d.C. arribaron los caribes procedentes del norte de Venezuela y Colombia, quienes −según las crónicas− eran muy belicosos.

A la llegada de los españoles, los lucayos y los taínos eran los grupos dominantes en las Grandes Antillas, pero también encontramos lucayos en las Menores, como se verá. En las Antillas Menores dominaban los caribes y estos habían echado prácticamente a los iñeris. Los lucayos y los taínos fueron los primeros grupos indígenas que tuvieron contacto con los españoles. Colón les llama «indios mansos» en contraste con los «caribes», a los que describen como bravos y antropófagos.


Siboneyes

Es el grupo cultural más antiguo. Su nombre procede del arauaco y significa «hombre de piedra» porque vivían en refugios rocosos o al aire libre junto a la costa. Los españoles les llamaron: guanacahibes, guanatebeyes, guanataibes y guaccaiarimas según el lugar donde se encontraban.

No sabemos nada de su lengua. Su organización social se mantenía a nivel de bandas o familias que se desplazaban de un lugar a otro para recoger los frutos de la naturaleza, agrícolas o marinos. Entre los marinos recogían mariscos y almacenaban sus conchas, por eso se les llama también «concheros».

Cultura Taína

La cultura taína comprende poblaciones precolombinas de las Bahamas, las Antillas Mayores y el norte de las Antillas. Su ubicación geográfica les coloca como vecinos de los caribes, tribus indígenas que se extienden por los litorales de Venezuela. Los taínos mantenían una competencia tradicional con los caribes, a los que consideraban como sus enemigos debido a las múltiples incursiones de estos a tierras taínas, llevándose cautivas a sus mujeres, lo que inició un intercambio de la lengua.

Vivían de la agricultura en el interior de las selvas, junto a las mejores tierras. Cultivaban la mandioca o yuca, el maíz, la batata, el maní, la pifia y el tabaco. La yuca y el casabe eran su alimentación básica. Los taínos desarrollaron también piezas cerámicas con fines funerarios.

Estaban asentados en aldeas y varias aldeas formaban un cacicazgo, cuyo jefe era el cacique. Algunos pueblos tenían alrededor de mil casas, según las crónicas españolas. Las viviendas las construían sobre troncos enterrados y palos cruzados que formaban el soporte principal de la casa. Después recubrían las paredes de cañas y el techo de hojas de palmera sujetas ambas con bejucos.

Había dos tipos de vivienda: los bohíos, de planta circular y techo cónico; y el caney, de forma rectangular con techo a dos aguas. Las viviendas se situaban alrededor de una plaza o «batey» donde tenían lugar los actos colectivos, entre los que se encontraban ceremonias y juegos. Practicaban el juego de pelota, de donde se deduce influencia de la península de Yucatán.

Sus creencias religiosas eran presididas por el jefe o cacique y tenían abundancia de figuras representando seres humanos y animales de piedra, oro, madera, hueso, conchas, a los cuales les llamaban «cemíes», eran los espíritus protectores. Cuando alguien caía enfermo era atendido por el «chamán» (hechicero, brujo).[2]En la práctica de la medicina, este invocaba a los cemíes y aplicaba plantas medicinales.

Los hombres iban prácticamente desnudos, con solo unas ligas de algodón en los brazos y piernas. Las mujeres casaderas llevaban una especie de faldilla tejida con algodón. Trabajaban el hueso, las piedras y las maderas duras. Es famoso y cómodo el dujo (un asiento en forma de H) y el cemi (una especie de hacha ceremonial).

La civilización taína mantuvo en todo momento una relación conflictiva con los españoles. Diversos factores como las infecciones epidemiológicas, enfermedades llegadas con los descubridores-conquistadores, pesada servidumbre y malos tratos, causaron la desaparición total de los taínos. Este desastre favoreció la trata de esclavos africanos para los duros trabajos en las Antillas.

Esta presencia forzada llevó al hecho de que en parte bastantes elementos de la cultura taína fuesen adoptados por los esclavos africanos, como el cultivo de roza, que consiste en «rozar» la tierra, a veces quemando la maleza y talando los árboles. Este sistema sería continuado por las plantaciones azucareras.

Lucayos

Los pueblos lucayos eran los originales residentes de las Bahamas, junto con los otros pueblos ya nombrados. Es necesario señalar algunos datos sobre ellos, precisamente por encontrarse entre los primeros pueblos que habitaron las islas Bahamas en general.

Su nombre viene del término taíno «lukku-cairi», que la gente usaba para nombrarse a sí mismos, y que significaba «gente de las islas». La palabra taína para isla es «cairi», que en español se convirtió en «cayo». Eran una rama de los taínos que habitaban en la mayor parte de las islas del Caribe.

Fueron los primeros aborígenes indígenas con los que se encontró Colón. Tras el primer encuentro e impacto, muchos de los lucayos fueron cayendo víctimas de las nuevas enfermedades y de los duros trabajos a los que los colonos los sometieron; en la década de 1520 los lucayos habían desaparecido prácticamente de las Bahamas.

Algunos restos humanos (cráneos) y arqueológicos de tipo ciboney se han encontrado en la isla de Andros, por lo que se sostiene que algunos ciboneys habrían llegado a las Bahamas antes que los lucayos, o al menos al mismo tiempo de su llegada alrededor de mediados del siglo XII, según pruebas sacadas a través de análisis de radiocarbono.

En las cartas de Colón éste hace algunas observaciones sobre los lucayos. Otras informaciones sobre sus costumbres se han encontrado a través de las excavaciones arqueológicas, y de la comparación con cuanto se conoce de la cultura taína en Cuba y en La Española. Los lucayos se distinguían de los taínos de Cuba y de La Española, en las dimensiones de sus casas, en la organización y localización de sus poblados, los materiales que usaban en su cerámica y en otras fuentes de construcción y subsistencia.

Entre los años 500 y 800 d.C. los taínos comenzaron a cruzar en canoas, piraguas o cayucos excavados en troncos e impulsados por remos desde La Española y/o Cuba hacia las Bahamas.[3]Las rutas hipotéticas de las primeras migraciones son las de La Española hacia las Islas Caicos, desde La Española o del este de Cuba hacia la Isla Grande Inagua, y desde la Cuba central hacia Long Island (en las Bahamas centrales).

Los asentamientos en las Islas Caicos se diferencian de los encontrados en las Bahamas, pareciéndose a los de La Española asociados con los asentamientos del taíno clásico, datados después del 1200. Willian Keegan sostiene que los asentamientos en las Caicos representan por ello una colonización después del 1200 por los taínos desde La Española buscando sal en los yacimientos en la isla.[4]

La Grande Inagua se encuentra a unos 90 kilómetros, y Cuba a 80 kilómetros; más cerca de cualquier otra isla en las Bahamas, y los yacimientos en la Grande Inagua contienen buenas cantidades de cerámica a base de arcilla arenosa cocida, llevada desde Cuba o de La Española, mientras yacimientos en otras islas en las Bahamas contienen cerámicas a base de conchas trabajadas y cocidas (palmetto ware), que se desarrollaron en la Bahamas. Mientras Colón refiere sobre un comercio en canoas o cayucos entre Cuba y Long Island en un recorrido de, al menos 260 kilómetros a través del mar abierto, aunque sus aguas son tranquilas.

Los taínos probablemente no se asentaron en la Cuba central hasta después del año 1000, pero no hay pruebas evidentes de que esta fuese la ruta para el asentamiento inicial de las Bahamas. Desde el asentamiento inicial de la Isla de Gran Inagua, los lucayos se habrían extendido a lo largo de las Islas Bahamas a lo largo de 800 años (c. 700-c. 1500), alcanzando una población de alrededor de 40,000. La densidad de la población a la llegada de los primeros europeos era mayor en el sur central de las Bahamas, disminuyendo hacia el norte, reflejando el periodo más breve de su ocupación de las islas septentrionales.

Asentamientos lucayos

Los restos de los asentamientos lucayos se esparcen hoy día a lo largo de varias de las islas más grandes de las Antillas y en algunas de las más pequeñas.[5] Las rutas de las migraciones parece que fueron desde la Isla Grande de Inagua hacia las de Aclins y Crooked, y desde estas a la Long.[6]Desde la Long la expansión habría seguido una ruta hacia el este, a Rum Cay [Isla] e Isla de San Salvador, al norte de la Isla de Cat y al este de las Islas Gran y Pequeña Exuma. Desde la Isla de Cat se expandieron hacia Eleuthera, desde la que procedieron hacia Nueva Providencia y Andros hacia el oeste, y hacia las Islas Grande y Pequeña de Abaco y Grande Bahama hacia el norte.

También se han encontrado asentamientos arqueológicos lucayos en Mayaguana, al este de la Isla Aclòins, y en Samana Cay, al norte de Ackins. Otros asentamientos se encontraron en el este, en el medio y norte de Caicos y en la Providenciales, en las Islas Caicos, que los antropólogos atribuyen a asentamientos más tardíos llegados de La Hispaniola. La densidad de la población en las Bahamas más meridionales fue menor, probablemente debido al clima más seco y escasez de lluvias.

Basándose en los nombres lucayos de las islas, algunos antropólogos conjeturan dos posibles orígenes de los asentamientos: uno desde la Hispaniola hacia las Islas de Turks y Caicos a través de Mayaguana y Acklins y las Islas Crooked hacia Long Island y las Islas Grande y Pequeña Exuma, y otro desde Cuba a través de la Isla de la Gran Inagua, la Pequeña Inagua, y la Ragged, hacia la Long Island y las Exumas.

Para algunos antropólogos, hacia los años 1200 las Islas Turks y Caicos se encontraban habitadas desde la Hispaniola y habría sido luego parte de la cultura clásica taína y ya no de la lucaya. Como se puede ver a través de esta hipótesis, los lucayos formría parte de una comunidad taína alargada en la Grandes Antillas.

Los lucayos, con los taínos en Jamaica, en buena parte de Cuba y en parte occidentales de la Hispaniola, han sido clasificados como parte de los sub-taíno, taíno occidentales y taínos ciboyenes de la Hispaniola y del este de Cuba. Pero tal clasificación resulta ser un tanto arbitraria.

Los lucayos vivían en pequeñas unidades políticas (pequeños grupos tribales, si se comparan con las más elaboradas estructuras en la Hispaniola), y su lengua y cultura muestra diferencias, pero permanecían taínos, dentro del extendido o amplio mundo taíno. Los lucayos estaban conectados con el mundo del Caribe a través de algunos contactos comerciales.

Colón observó cómo era practicado el comercio entre Long Island y Cuba a través de canoas. Incluso se han encontrado restos de dichas balsas. Aún más, Colón llegó a suponer que los lucayos se parecían a los Guanches de las Islas Canarias, fijándose en el color de la piel (cobrizo), un intermedio entre el de los europeos y los africanos.

Describe a los lucayos como gente hermosa, agraciados, bien proporcionados, gentiles, generosos y pacíficos, y que iban casi completamente desnudos. Pedro Mártir de Anglería dice que las mujeres lucayas eran tan bien parecidas que hombres de otras “naciones” iban a las islas para estar cerca de ellas.

Las muchachas jóvenes vestían una pequeña camisa de algodón, y los hombres podían vestir un vestido elemental confeccionado con hojas o algodón. Algunas personas vestían casquetes en la cabeza, brazaletes en los brazos, plumas, huesos y anillos en las orejas y en la nariz. Con frecuencia se tatuaban y pintaban su cuerpo o sus caras de colores. También solían aplastar la cabeza. Su cabello era negro y liso, y los llevaban corto, a excepción de algunos mechones hacia la parte trasera del cráneo, que nunca cortaban.

Colón también dice que había visto cicatrices en los cuerpos de algunos hombres, y que le habían explicado que eran el resultado de luchas por capturarlos por los habitantes de otras islas. También estudios recientes de los DNA de restos humanos de mujeres han mostrado como en algunos casos se podrían datar ya de tiempos remotos (hacia el 776 al 992 d.C.) Estos hallazgos también mostrarían afinidades genéticas con pobladores arawakos de las cuencas del Amazonas y del Orinoco y afinidades con los palikur.

Las sociedades taínas y lucayas

Desde el punto de vista social se trataría de una sociedad matrilineal, algo típico en la cultura taína. Si bien cronistas españoles afirman que la mujer residía en la familia del marido, ello no significa que se trataba de un sistema patriarcal en el sentido estricto del concepto, sino que los jóvenes residían dentro del clan de un tío materno, por lo que este ejercía una autoridad muy notable en la vida de los hijos de su hermana; mientras que las muchachas quedaban en casa de sus madres hasta el momento de tomar marido cuando pasaban a la casa de este.

Todo ello hace parte de una sociedad claramente matriarcal. Pero también se afirma que las niñas o adolescentes mujeres también permanecían en casa del tío materno durante la pubertad. Otro aspecto importante en estas culturas lucayas, como en las taínas, es el aspecto habitacional. Vivían en grandes casas comunitarias. La descripción de estas la encontramos en los cronistas españoles del tiempo de los descubrimientos de la Hispaniola y de Cuba.

Estaban construidas en una especie de grandes casas circulares, altas, sostenidas por postes y cubiertas de hierbas, hojas de palma, raíces o material semejante, con un agujero central para dejar pasar el humo del fuego encendido en la casa. Colón describe estas casas de los lucayos como bien cuidadas y limpias. En ellas se extendían redes de algodón (como hamacas) que eran sus camas. Cada casa albergaba una familia alargada. Se conjetura que cada una de estas casas habría podido acoger unas 20 personas.

De Cuba tenemos descripciones en las que se habla de dos puertas en estas casas. Las casas en los poblados corrían en forma de círculo en torno a una plaza grande central. Con frecuencia se construían a lo largo de los ríos cercanos a campos de cultivo. Por otra parte, entre los lucayos se encontraban estos poblados levantados a lo largo de la costa en forma lineal, y también en lugares propicios para ser protegidos de los vientos, procedentes sobre todo del mar.

Los lucayos cultivaban legumbres silvestres, practicaban la caza y la pesca, y recogían frutos silvestres como la casaba o mandioca; también cultivaban las patatas dulces, cacahuates, frijoles y diversas verduras. El maíz había llegado a las islas poco antes de los españoles y tenía poca consistencia en su dieta. Otros productos cultivados por ellos fueron la papaya, piñas, guayabas y tamarindos.

En cuanto a los animales de caza se cuentan roedores como las jutías, saurios como las iguanas y lagartijas, y distintas aves, especialmente patos. Buena parte de su alimentación se basaba también en la pesca marina, sin excluir tortugas y otras especies marinas como los moluscos.

También cultivaban algodón y tabaco, y usaban otras plantas como la furcraea antillana, de la misma familia de los agaves, o el hibisco (arbusto tropical de usos medicinales). De algunas de estas plantas se sacan fibras usadas para elaborar redes de pesca y otros usos similares. Colón se refiere a varias de estas plantas que los nativos comerciaban, en algunos casos también como colorantes en sus cuerpos.

Los lucayos fabricaban canoas, lanzas, flechas y taburetes ceremoniales tallándolas de troncos; otros enseres e instrumentos los habían traído desde Cuba y Haití. En cuanto a la cerámica, tipo palmetto ware y tipos semejantes, la fabricaban con barro local rojizo cocido con conchas, y parece que muchas las habían traído a las Bahamas desde Cuba o Haití. Usaban arpones hechos de huesos para la pesca. Parece que no usaban el arco y las flechas, aunque se habla de su uso en la zona de la bahía de Samaná en la parte noroeste de la Hispaniola.

Otro de los artefactos de los que se habla en la Bahamas es el «duho», un taburete-asiento de madera de cuatro patas, decorado con relieves, a veces antropomórficos. Lo usaban los caciques taínos y otros caciques en la región del Caribe. Indicaban la categoría de poder y prestigio en sus dueños, y eran también usados en diversos de sus ritos. Están hechos de madera y de piedra. Ejemplares de estos se pueden ver expuestos en varios museos americanos y europeos.

Colón, los lucayos y su extinción

El 12 de octubre de 1492 Cristóbal Colón se encontró por vez primera con los lucayos en una de las islas de las Bahamas, la de Guanahani, a la que bautizó con el nombre de San Salvador; aunque algunos han puesto en duda tal identificación, hoy se da por cierta. Colón visitó varias veces otras islas de las Bahamas antes de emprender su viaje hacia la isla de Cuba, como la de Santa María de la Concepción, la Fernandina, y la Saomete. A la llegada de Colón, según los antropólogos, la población total de los lucayos en las diversas islas Bahamas no superaba los 40,000.

Los lucayos habían señalado a Colón la existencia de una isla con un monarca, rico en oro, en un asentamiento llamado «Samaot» (también Samoet, Saomete or Saometo). Como en muchos otros casos la pronunciación y transcripción de los nombres indígenas por parte de descubridores y conquistadores europeos es generalmente confusa, y con frecuencia son trascripciones fonéticas a como ellos percibían nombres de las localidades distintas, y es causa de las confusiones de los nombres de los primeros tiempos en las crónicas de descubridores y conquistadores.

Colón no dio con la famosa isla «Samaot» y debido a las dificultades de la navegación en aquellos mares, parece que tocó algunas islas antillanas menores, pero sin lograr dar con su objetivo principal soñado. Otro navegante, Américo Vespucio, pasó unos cuatro meses entre 1499 y 1500 en las Bahamas. Sus indicaciones en aquella época son vagas e imprecisas.

Seguramente no fueron las únicas expediciones marinas españolas en la zona, en varios casos con probables naufragios. Solamente en los mapas hechos entre 1500 y 1508 se muestran con mayores detalles las Bahamas, Cuba y las costas de América Central del Caribe. Los descubridores ibéricos del periodo habían descubierto por entonces San Salvador, la Islas Caicos, Long Island en las Bahamas, la Pequeña Exuma,[7]la Isla de Acklins, y la de Samaná Cay.

Sin embargo, ello no quiere decir que aquellos navegantes hubiesen explorado dichas islas o que hubiesen tomado posesión de ellas. La escasa población aborigen de los lucayos continuó habitándolas todavía por bastante tiempo. Los habitantes lucayos en las islas de San Salvador y de Santa María de la Concepción fueron muy pronto sometidos a servidumbre por Colón y sus compañeros de aventura.

Ello, sumado a las enfermedades y epidemias llegadas con los europeos, nuevas para los aborígenes y desprovistos de anticuerpos, acabó con la población nativa. Tenemos evidencia de aquellos malos tratos ya desde los comienzos del descubrimiento, así como las severas disposiciones reales de los Reyes Católicos contra tales abusos.

Colón llevó consigo a España algunos lucayos tras su primer viaje. El 16 de abril de 1495, en una Real Cédula los Reyes Católicos ordenaban suspender la venta de esclavos. “porgue Nos querríamos informarnos de Letrados, Teólogos e Canonistas si con vuena conciencia se pueden vender”.[8]Los Reyes ordenaron su liberación y se permitió que algunos de ellos, ya libres, aprendieran la lengua castellana y regresaran después a su patria como intérpretes.[9]


Los caribes y afines

El grupo lingüístico «caribe» se extiende por las costas de Colombia,Venezuela y Brasil. Con la expulsión o eliminación de los «iñeris» de las Islas Menores y en especial de los hombres, se habían quedado con sus mujeres. Por eso dicen que entre ellos se hablaban dos lenguas: una, por parte de las mujeres y otra, por el resto de la población.

Vivían de la agricultura y pesca. Sus pueblos estaban situados al lado de la costa y eran pequeños de tamaño. Dentro de la población los hombres ocupaban una gran casa en medio del poblado y las mujeres se distribuían alrededor en casas más pequeñas. Los niños vivían con sus madres hasta la pubertad; luego pasaban a vivir con sus padres después de un rito de iniciación en que tenían que demostrar cualidades de futuros guerreros.


NOTAS

  1. La isla de La Española (Hispaniola; hoy Santo Domingo y Haití) permaneció bajo control español desde el descubrimiento de Colón hasta 1697, cuando la parte occidental de la isla se convirtió en una posesión francesa (Haití).
  2. Los «chamanes» eran unos brujos o hechiceros a los que se les atribuían poderes para conectarse con espíritus, curar enfermedades o predecir el futuro.
  3. Ninguna civilización precolombina, ni siquiera los habitantes de las islas o de cuencas lacustres como el Anáhuac, conoció la navegación «a vela» la cual usa la fuerza del viento para empujar las embarcaciones, permitiendo que estas sean de mayor tamaño, pudiendo navegar grandes distancias.
  4. William James Gregory Keegan , The People Who Discovered Columbus: The Prehistory of the Bahamas. Gainesville: University Press of Florida, 1992.
  5. Las Bahamas se componen de un rico y numeroso mosaico de Islas grandes y pequeñas, algunos islotes, todas en el océano Atlántico, entre el noreste de Cuba y las costas orientales de los Estados Unidos; entre ellas: Grand Bahama, Great Abaco Andros Island, New Providence, Eleuthera, Cat Island, Great Exuma, Long Island, Great Inagua.
  6. Algunos investigadores señalan a Long Island como el lugar de desembarco de Colón durante su viaje de 1492. Así, Joseph Judge y Samuel Eliot Morison identifican Long Island como correspondiente a la tercera isla visitada por Colón, a la que llamó Fernandina y a la que los aborígenes arawak llamaban Yuma. Sin embargo, otros historiadores creen que Fernandina correspondía a alguna otra isla de las Bahamas, incluyendo Little Inagua, Great Exuma, y Andros Island.
    Los hallazgos arqueológicos −incluyendo restos de taburetes ceremoniales, llamados duhos− muestran que los lucayos taínos habrían habitado también en Long Island, y que estos aborígenes habrían sido llevados como esclavos a la Hispaniola y a Cuba. Solamente a partir de 1640 se repobló la Isla.
    En el siglo XVIII llegaron nuevos blancos norteamericanos de las colonias inglesas de New England y New Jersey como pastores de ovejas, y al final del siglo, otros de las Carolinas que comenzaron con plantaciones de algodón, pero tal iniciativa feneció hacia 1864 con la abolición de la esclavitud. Los habitantes actuales de estas islas son sus descendientes.
  7. La Islas Exuma en las Bahamas son 365 islas o islotes, también llamados «cayos»
  8. Carta del 16.04.1495, desde Madrid: “Carta de los Reyes mandando al obispo de Badajoz retener el producto de la venta de los indios que envió el Almirante, hasta consultar y estar seguros de si podrán o no venderlos”. AGÍ, Patr., Leg. 9, R.° 1, ff. 85v-86r. Ed. Martín Fernández Navarrete, “Colección de viajes y descubrimientos...”, II, Madrid, 1859, p. 195; Antonio Rumeu de Armas, “Política indigenista de Isabel la Católica”, Valladolid, 1969, doc. 77, pp. 314-315 (CIC, tomo XIII, doc. 1571, pp. 204-205).
  9. AGI, Patr., Leg. 9, R.° 1, fol. 92v. Registro de Fernand' Álvarez: "Carta misiva sobre los indios lenguas y la conveniencia de que aprendan rápidamente el castellano. Firmada por los Reyes en Arévalo, 2 de junio de 1495


BIBLIOGRAFÍA

Albury, Paul. The Story of the Bahamas. London: Macmillan Caribbean, 1975.

Craton, Michael. A History of the Bahamas. Waterlloo, Ont.: San Salvador Press, 1986.

Granberry, Julian y Gary S. Vescelius. Languages of the Pre-Columbian Antilles. Tuscaloosa: University of Alabama Press, 2004.

Jiménez Núñez, Alfredo y José María Javierre. Gran Enciclopedia de España y América. Tomo I. Madrid: Espasa-Calpe, 1983.

Keegan, William F. The People Who Discovered Columbus: The Prehistory of the Bahamas. Gainesville: University Press of Florida, 1992.

Morales Padrón, Francisco. Atlas histórico cultural de América. Tomo I. Las Palmas de Gran Canaria: Consejería de Cultura y Deportes, Gobierno de Canarias, 1988.

Sauer, Carl Ortwin. The Early Spanish Main. Berkeley: University of California Press, 1992.

Schaffer, William, Scott Carr, Jane S. Day, y Michael Pateman (2012). “Lucayan-Taino burials from Preacher's Cave, Eleuthera, Bahamas”, International Journal of Osteoarchaeology 22, no. 1 (2012): 45-69. DOI: 10.1002/oa.1180

VV.AA “Origins and genetic legacies of the Caribbean Taino”, Proceedings of the National Academy of Sciences, vol. 115, no.10 (2018)

DHIAL (compilador F.G.F.) - ©Elaborados de la Santa Sede para el Pabellón de Sevilla de 1992: “Conquistadores y encuentros entre diversas culturas indígenas”.