TLAXCALTECAS

De Dicionário de História Cultural de la Iglesía en América Latina
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Época prehispánica

Se llaman « tlaxcaltecas» a los pueblos asentados en el vértice sureste de la Mesa Central de la República Mexicana. Fueron parte de las siete tribus nahuatlacas que, desde el mítico Chicomoztoc situado probablemente al norte de Zacatecas, peregrinaron hacia el sur en el siglo XII. “Después de un largo peregrinar de norte a sur (los teochichimecas o tlaxcaltecas) buscando un lugar donde aposentarse, llegaron en 1290…a Puhuaxtlán… en la orilla del lago de Texcoco. Su expansión y progresos inquietaron a los acolhuas, tecpanecas y texcocanos, pero muy especialmente a la gente de Coatlichan, quienes les hicieron la guerra en 1330 (…) A instancias de su dios Camaxtli y conducidos por su caudillo Culhuatecuhtlicuanex, fundaron Tepeticpac en 1384, el primer señorío de la que más tarde, en unión de los de Ocotelolco, Tizatlan y Quiahuiztlan, sería la Antigua República de Tlaxcallan.”[1]

La nación tlaxcalteca estaba conformada por cuatro señoríos (Tepeticpac, Ocotelolco, Tizatlán y Quiahuitztlan) que en conjunto abarcaban un radio aproximado de cincuenta leguas con una población de unos 600 mil habitantes. Cada señorío era autónomo y estaba presidido por un jefe llamado tecutlato -una especie de senador- pero los asuntos comunes como la defensa militar eran resueltos en común por los cuatro senadores. Por esta organización confederada ya Hernán Cortés ↗ llamó a ésta nación «República de Tlaxcala».

Hacia 1470 los aztecas quisieron sujetar a los tlaxcaltecas y hacerlos tributarios de Tenochtitlán, pero los tlaxcaltecas se reusaron y edificaron puntos estratégicos de defensa, iniciándose desde entonces un estado de guerra permanente entre ambos pueblos. Los aztecas sumaron en su favor a los de Huejotzingo↗ y Cholula↗, lugares desde donde lanzaban frecuentes ataques a los tlaxcaltecas, pero éstos lograron siempre rechazar las incursiones. “Las tropas aliadas no lograron conquistar un solo palmo de tierra de Tlaxcallan, pero tampoco los tlaxcaltecas consiguieron abrirse paso para comerciar.”[2]Ese aislamiento forzoso al que fueron sometidos los tlaxcaltecas –y que les privó de muchos productos importantes como la sal y el algodón- concluyó hasta la llegada de los españoles en 1519.

Tlaxcala en la Conquista de México

En Cempoala Hernán Cortés se enteró con detalle de la situación que prevalecía entre aztecas y tlaxcaltecas y decidió dirigirse primero a Tlaxcala, enviando por delante de él a una embajada de totonacas de Cempoala que en su nombre les ofrecieran paz y amistad. Los cuatro senadores tlaxcaltecas escucharon la oferta de Cortés, pero solo uno (Maxixcatzin) fue partidario de aceptarla; los demás decidieron atacar a los españoles y a ese efecto, el Senado tlaxcalteca envió un ejército al mando de Xicoténcatl «el joven».

En los llanos de Tehuacacingo el ejército tlaxcalteca formado por unos cuarenta mil guerreros atacó a los españoles, librándose una cruenta batalla que el soldado-cronista Díaz del Castillo relata así: “Una primera batalla tuvo lugar en Tehuacingo, y fue dada en dos días de setiembre de mil e quinientos y diez y nueve años. Y desde que nos vimos con vitoria dimos muchas gracias a Dios que nos libró de tan grandes peligros (…) y con el unto del indio que ya he dicho otras veces se curaron nuestros soldados (heridos) que fueron quince y murió uno de ellos y también cuatro caballos que estaban heridos.”[3]

Tres días después los españoles reiniciaron su camino hacia Tlaxcala pero “no habíamos andado medio cuarto de legua cuando vimos asomar los campos llenos de guerreros con grandes penachos (…) Y supimos cierto questa vez venían con pensamiento que no habían de dejar ninguno de nosotros con vida (…) tanto número de indios cargó entonces sobre nosotros, que milagrosamente, a puras estocadas, les hicimos que nos diesen lugar, con que volvimos a ponernos en concierto (…) y porque, según pareció, en aquella batalla matamos a un capitán muy principal, comenzaron a retraerse con buen concierto.”[4]En esta segunda batalla los españoles hicieron prisioneros a otros tres capitanes tlaxcaltecas y, para sorpresa de éstos que no conocían más destino de un prisionero que el ser sacrificado a los dioses del rival, Cortés les dejó en libertad “y les rogó que dijesen a los caciques de Tascala que les rogábamos que luego vengan de paz.”[5]

Ante este gesto de Cortés, los Senadores de Tlaxcala aceptaron su propuesta de amistad y el 23 de septiembre Hernán Cortés y sus tropas –españoles y cempoaltecas- fueron recibidos en Tizatlán con grandes honores por el senador Xicotencatl «el viejo». La alianza y amistad de tlaxcaltecas y españoles iniciada entonces le dio a Cortés la ayuda de más de diez mil guerreros que participaron con él en su avance al Valle de México, y permaneció inalterable incluso en momentos de adversidad, como lo fue la “ noche triste”↗ tras la cual Cortés se refugió en Tlaxcala, donde construyó sus bergantines y preparó el sitio que le permitió conquistar finalmente a la Gran Tenochtitlán.

Época Virreinal

Una vez concluida la Conquista de México, y siendo los tlaxcaltecas los principales aliados que tuvo Cortés, la Corona española solicitó a la Santa Sede que en Tlaxcala se erigiera la primera diócesis de Nueva España↗. El 13 de octubre de 1525 S.S. Clemente VII mediante la bula Devotinis tuae probata sinceratas creó el obispado de Tlaxcala, sufragáneo al arzobispado de Sevilla, y designando como su primer obispo al dominico fray Julián Garcés↗.

Corresponde ya al periodo español la edificación de la ciudad de Tlaxcala, pero se desconoce la fecha exacta de su fundación. Ésta debió ocurrir entre los años de 1520 y 1524 y fue obra de Hernán Cortés. La Cédula que otorgó a Tlaxcala el título de “Leal Ciudad” y su escudo de armas está fechada el 22 de abril de 1535. “Llamose esta ciudad de Tlaxcala en su fundación …Texcala, que quiere decir lugar de peñascos, que es en unos cerros muy altos. Que después se corrompió el vocablo y vino a llamarse Tlaxcalan, que quiere decir lugar de pan, por ser la provincia de mucha fertilidad.”[6]

De entre los edificios que configuraban la ciudad merece especial mención el que albergaba al Hospital de la Encarnación. “En la ciudad de Tlaxcala hay un hospital que hicieron fundar los primeros religiosos que a esta tierra vinieron, el cual hicieron los naturales a su costa y es una casa de muy buen edificio, todo de piedra y cal, todo de aposentos bajos, a donde se curan enfermos los cuales se sustentan a su modo y tienen allí indios que saben curar, el cual hospital se sustenta de limosnas. Es de la advocación de Nuestra Señora de la Encarnación; hay una cofradía de esta devoción y es muy frecuentada de españoles y de indios.”[7]Muchos edificios construidos en la época virreinal fueron destruidos o afectados seriamente por varios terremotos, como la Capilla Real construida en 1528 y destruida en 1800; las Casas Reales (actual Palacio de Gobierno), edificadas en 1545 que se derrumbaron parcialmente en el terremoto de 1711 y reconstruidas en 1763; la antigua Parroquia de San José (que es hoy la Catedral) construida en 1526 y a la cual el terremoto de 1864 le derrumbó la cúpula y las bóvedas de la sacristía, las que fueron reconstruidas cuatro años después revistiendo las cúpulas con azulejos.

La evangelización de los tlaxcaltecas dio inicio desde el arribo de los españoles en 1519, cuando varias princesas aceptaron bautizarse como Matlax Capatl que tomó el nombre de Elvira, y Tecuilhuatzin que recibió el nombre de María Luisa. Doña Elvira contrajo nupcias con el capitán Velásquez de León, muriendo ambos en el sitio de Tenochtitlán; Doña María Luisa fue esposa de Pedro de Alvarado a quien acompañó a la conquista de Guatemala y a su viaje hasta el Perú. Otro hecho importante en la evangelización fue el bautizo de los cuatro senadores tlaxcaltecas quienes sólo un año después aceptaron la fe, es decir, en 1520. Fue el sacerdote Juan Díaz, capellán de Cortés, quien bautizó a Vicente Xicoténcatl, Lorenzo Maxixcatzin, Bartolomé Citlalpopocatzin y Gonzalo Tlehuexolotzin.[8]

El arribo de los franciscanos↗ a Nueva España profundizó la evangelización en Tlaxcala erigiendo en ella varios conventos; ya hacia 1588 un historiador tlaxcalteca -probablemente Diego Muñoz Camargo- escribía: “En cuanto a los ministros de doctrina que hay en la provincia de Tlaxcala, en todos los diez conventos que hemos significado siempre han sido religiosos de la orden del señor San Francisco, donde a la contina hay y suele haber en cada monasterio dos frailes de misa y en algunos tres y cuatro, como es el monasterio de Cuamantla y Topoyanco.”[9]

Ya entre 1527 y 1529 encontramos mártires entre los indígenas tlaxcaltecas que habían abrazado la fe: Cristóbal, Antonio y Juan. Nacido probablemente en 1515, Cristóbal era hijo del cacique Acxotécatl y fue martirizado y asesinado por su propio padre en 1527; Antonio era nieto de Xicoténcatl y Juan era su sirviente, pero ambos acudían a la escuela de los franciscanos y juntos fueron asesinados en 1529 en un lugar llamado Cuauhtinchán. Los « Niños mártires de Tlaxcala» fueron beatificados por S.S. Juan Pablo II el 6 de mayo de 1990.

En 1541 una devastadora peste de viruela↗ motivó la manifestación de Nuestra Señora de Ocotlán↗, en cuyo honor se edificó en 1687 una bellísima basílica de estilo churrigueresco. El camarín de la Basílica, de impresionante belleza barroca, es obra del artesano indígena Francisco Miguel (†1749).

Notas

  1. Enciclopedia de México. Tomo XIII. México, 1993, p. 7717
  2. Ibídem.
  3. Díaz del Castillo Bernal. Historia verdadera de la conquista de la Nueva España. Cap. LI. Ed. Espasa-Calpe, octava edición, México, 1989, p. 110.
  4. Ibídem, cap. LXV, p. 133
  5. Ibídem, cap. LXVI, p. 134
  6. Suma y Epiloga de toda la descripción de Tlaxcala. Paleografía y notas de Andrea Martínez y Carlos Sempat. Universidad Autónoma de Tlaxcala. 1994, p. 87
  7. Ibídem, pp.126-127
  8. Cfr. Enciclopedia de México, Tomo XIII. México, 1993, p. 7720
  9. Suma y Epiloga de toda la descripción de Tlaxcala, p. 92

Bibliografía

  • Enciclopedia de México. Tomo XIII. México, 1993
  • Díaz del Castillo Bernal. Historia verdadera de la conquista de la Nueva España. Espasa-Calpe, octava edición, México, 1989
  • Suma y Epiloga de toda la descripción de Tlaxcala. Paleografía y notas de Andrea Martínez y Carlos Sempat. Universidad Autónoma de Tlaxcala. 1994


JUAN LOUVIER CALDERÓN